28 diciembre 2015

NERUDA VOLANDO Y MISTRAL RECIBE PRIMERA PIEDRA



Porfiadamente, aunque se hagan esfuerzos por elaborar sesudos balances de fin de año, siguen siendo nuestros poetas mayores quienes se apoderan del imaginario nacional cuando se trata de cultura. El primer error es pensar que el año termina cuando en la bahía de Valparaíso estallan toneladas de fuegos de artificio. No, para esos estruendos el mundo del arte sólo tiembla de nervios preparando los decenas de festivales de artes escénicas y musicales que desbordan el calendario de enero.


Error también elegir finales de diciembre para presentar al Parlamento una indicación sustitutiva del proyecto que debiera crear el Ministerio de las culturas, las artes y el patrimonio, que cae en el vacío de una Comisión de la Cámara de Diputados que ni siquiera lo tiene en Tabla y error agravado de funcionarios públicos que disienten del proyecto y convocan a un paro conmovedoramente inadvertido en medio de los festejos de Navidad.

¿Es que todo está mal hecho? No. Sólo ocurre que de pronto se olvida mirar el calendario, el abc del gestor cultural.

Cuando se contempla esa variable no menor, el resultado es positivo. Así aconteció con la primera piedra de la segunda etapa del Centro Cultural Gabriela Mistral, establecida para las primeras horas del 24 de diciembre. Regalo navideño que convocó a ejecutantes de diversas artes estimuladas por la poesía de Gabriela, estudiantes de escuelas donde enseñó con sabiduría, a los persistentes arquitectos ganadores del Concurso de Centro Cultural el 2008 y a orgullosos integrantes del Directorio del GAM, que comienzan a gobernar con mano firme dicha corporación. Todos ellos, encabezados por la Presidenta de la República, que no desperdició la oportunidad de combinar armónicamente la Premio Nobel, la gigantesca y necesaria infraestructura y la recientísima aprobación de la gratuidad para los estudiantes universitarios. 

Quedará este hecho -que sepultó la simbólica piedra acompañada de una réplica de la medalla con que se reconoció a la primera mujer Nobel americana- para quienes aman los resúmenes. Se corona así un año que festejó a Mistral en ferias del libro y cuanta actividad cultural se preció de tal en 2015.

Quedó una fecha: julio de 2017, para la inauguración del teatro nacional tan esperado, tarea para constructores y gestores pues durante el primer trimestre de 2016, debiera asumir la nueva autoridad ejecutiva del GAM que prepare lo que acontecerá allí del 2017 en adelante.

No pasó inadvertida tampoco la selección del gestor francés Frédéric Chambert, que reemplazará en propiedad a Andrés Rodriguez que se marcha del Teatro Municipal con el respeto de sus colegas -expresado en un cálido almuerzo en el barrio Lastarria- y la Medalla de Santiago en reconocimiento de haber puesto al teatro de la ciudad en las carteleras mundiales.

También la ciudad hace severos esfuerzos por retomar con la energía de antaño los Premios Municipales de literatura, artes y gestión cultural reconociendo a creadores jóvenes y consagrados, en esta versión destacando el solvente libro biográfico de Víctor Herrero sobre Agustín Edwards Eastman que -era que no- ha sido ninguneado en la prensa, a pesar de su indudable valor. 

En literatura, siguen imbatibles aquellas publicaciones dedicadas a rebuscar en la historia patria, sea por vía episódica como Jorge Baradit o del testimonio de protagonistas, como José Miguel Varela, en Veterano de tres Guerras, recuperados por el periodista Guillermo Parvex.

También se estremeció nuestro pasado con el cambio de Director del Museo Histórico Nacional, "acusado" por funcionarios de malos tratos, "culpable" de haber querido reformular el guión del tradicional espacio. Quizás un anticipo de lo reacia al cambio que es la cultura institucional de la DIBAM.

El director saliente, Diego Matte, ganó un exigente concurso para encabezar el Centro de Extensión Artístico y Cultural de la Universidad de Chile y ocupó además el asiento que dicho organismo tiene en la Fundación de Orquestas Juveniles que, por su parte, recibió como nueva Directora Ejecutiva a la ex Directora del Planetario de la USACH, Haydée Domic.

Al reforzamiento profesional de los gestores culturales, que ningún resumen esconde, podría agregarse a la Presidenta de Ad Cultura -asociación gremial que los reúne- Fernanda García, que encabeza, como Directora Ejecutiva, la Fundación Cultural de Providencia, titular del recordado Teatro Oriente, que anuncia programación activa para 2016.

Sin embargo, como nunca antes, el arte cruzó el río pues en el Centro Cultural Estación Mapocho se ha exhibido las postulaciones al Concurso Explanada de los Mercados que reúne a los municipios del histórico sector de La Chimba (Independencia, Recoleta, Santiago) que busca "poner en valor y recomponer uno de los espacios cívicos más relevantes del centro de la ciudad, considerando su condición geográfica, patrimonial y urbana, sus circulaciones, su vocación de intercambio modal y su base cultural y comercial".

Desde esa Chimba, ni en metro ni buses, sino volando, llegó Pablo Neruda tal vez a conocer los proyecto, tal vez como estación obvia para alcanzar luego la Plaza de la Constitución y recibir la algazara popular de un país que, como pocos y con razón, celebra a sus poetas.

Lo que sin duda volverá a hacer cuando finalmente los restos de Neruda terrenal, tan trajinados para demostrar su asesinato, regresen a su querida Isla Negra. Para no salir jamás. 

Aunque con don Pablo, nunca se sabe. 

10 diciembre 2015

ANDRÉS RODRIGUEZ, ALREDEDOR DE UNA MESA



No es fácil conocer a Andrés Rodríguez. Se auto define como "independiente, que nunca he participado de la política, ni militado en un partido. He trabajado con todos los alcaldes de distintos signos, pero centrado en los objetivos artísticos y profesionales del Teatro".  La mayoría de sus declaraciones en estas décadas, se relacionan con su trabajo. Como las fotos, normalmente en el teatro, sentado en sus butacas, parado en el hall o en esa oficina que no ha experimentado cambios durante sus 34 años de ocupación por Andrés. Busqué con denuedo alguna imagen que lo mostrara como lo recuerdo principalmente: en reuniones de pares, de gestores culturales o en sesiones de directorios de corporaciones en los que coincidimos.


Pudo ser alguna imagen de las semanales sesiones de los martes de 1996 cuando preparábamos el encuentro de legislación cultural que culminó en noviembre de ese año, en el Congreso, cuando Andrés presidió la Comisión de Financiamiento privado. O alguna de las decenas de reuniones del Directorio del Centro Cultural Estación Mapocho, en el que Andrés participa casi desde sus inicios, en representación de la Corporación Municipal de Santiago, una de las socias fundadoras.

O alguna de las varias sesiones en las que construimos colectivamente la institucionalidad de la Corporación centro cultural Gabriela Mistral -la que finalmente encontré- donde, hasta hoy, ocupa una silla en su Directorio.

Es ese Andrés, compartiendo una mesa de sesiones, el que aprendí a valorar y respetar, como persona y como profesional. Así fue como compartimos proyectos hermosos y notables, como la traída de la IPO dirigida por Zubin Metha o los festivales de verano Lo mejor del Municipal que presentamos en el Centro Cultural Estación Mapocho durante varios años.

Un acuerdo con él es un acuerdo que se respeta, una recomendación de algún espectáculo musical u operístico, en Chile o el exterior, es siempre adecuada.

Como sus declaraciones a Revista Capital del 29 de octubre respecto de su sucesor, Frédéric Chambert: "Lo conozco de antes, de hecho se produjo una coincidencia increíble, porque nosotros programamos hace tres años la coproducción El turco en Italia, siendo Frédéric el director del teatro de Toulouse y yo el de Santiago. Estando él aquí, porque los directores suelen asistir a los estrenos, se anuncia que él era el elegido para sucederme en el cargo. Puedo decir que tengo una buena relación con él, creo que es una persona seria, profesional y responsable". 


¿Entonces, tiene su venia?, pregunta la periodista Vivian Berdicheski: "No se necesita mi venia, pero se merece mi respeto".

Sobre su futuro, también es escueto: "No, no me voy a retirar de la actividad profesional, voy a seguir en la gestión cultural. Tengo algunas alternativas, pero tampoco quiero apresurarme. Hay que hacerlo meditativamente y por el momento mi cabeza está concentrada en terminar bien el año".

De modo que más que enumerar los múltiples logros en el Teatro que dirigió desde que el Alcalde de Santiago Carlos Bombal lo seleccionara en las aulas de la escuela de Derecho de la Universidad Católica para ello, me pareció interesante dar una mirada a aquellos otros lugares en los que la experiencia de Andrés sigue dejando huella. Su tenacidad para que la futura gran sala del GAM sea acústicamente perfecta; sus aportes en diversos procesos legislativos relacionados con las donaciones privadas, o su persistencia en obtener autorización para el consumo de alcohol en los intermedios de óperas y conciertos, como acontece en los teatros del mundo. Todo siempre -como abogado- bajo el imperio de la ley, sea ésta existente o por existir.

Cuando hace casi veinte años, en 1996, una colega pidió mi apoyo a la postulación de Andrés al Premio Ernesto Pinto Lagarrigue de gestión cultural, que entregaba la Fundación Amigos del Arte, no dudé en darlo, tal como acabo de asistir al reconocimiento que le entregó la Corporación del Patrimonio Cultural. Galardones que se deben a su gran labor en beneficio de las artes musicales y escénicas, aún considerado su penosa subsistencia bajo dictadura.

Sin ser, por lejos, el miembro de directorios que ocupa más líneas en las actas de las sesiones, sus observaciones suelen ser meditadas y serenas. Destreza que -ahora sabemos- práctica observando pájaros. No me sorprende.

Por ello, quienes compartimos las mesas de directorio en el Centro Cultural Estación Mapocho, el GAM y la FOJI almorzamos con Andrés para reconocer su trabajo como gestor cultural.

Alrededor de una mesa.

03 diciembre 2015

ZUCKERBERG, LA FILANTROPIA Y EL TEATRO DEL LAGO


Un día pleno de amor, en el que anuncian -junto a su mujer Priscilla Chan- el nacimiento de su hija Max, fue el escogido por Mark Zuckerberg, la séptima persona más rica del mundo, para agregar que está dispuesto a donar el 99% de sus acciones de Facebook. No es extraño, en la cultura en la que creció, asociar la filantropía al cariño. Es quizás ello lo que nos falta en Chile para comenzar a ser realmente filántropos.


En efecto, las grandes donaciones que nos recuerda nuestra pobre -literalmente- historia al respecto están a asociadas al cariño que tuvo, por ejemplo, don Federico Santa María por los obreros que contribuyeron a forjar su fortuna y les legó, con testamento escrito en piedra en plena avenida España de Valparaíso, un escuela de artes y oficios para que se capacitaran sus hijos.

Harto más generoso que sus sucesores que, en efecto, ampliaron el acceso de la población a la universidad pero a través de la creación de entes privados que -de pasada- contribuyeron también a crear nuevas fortunas. Hasta ahora ninguna tan generosa como la de don Federico.

Es que la corta trayectoria de esta pequeña capitanía al final del mundo enseña que el enriquecimiento no deja de ser una empresa individual con alguna "pequeña ayudita de sus amigos" -como corearon Los Beatles-, cuando éstos, vía Chicago, llegaron al Poder.

A pocos se les ocurrió pensar que la riqueza se da en un lugar determinado y debido al esfuerzo de seres humanos determinados, los que merecen un reconocimiento como país y como trabajadores. A lo más, como nos enseña la historia reciente, descubrieron que el mejor uso de esa riqueza era "invertirla" en dirigentes electos que defendieran sus privilegios.

Hasta ahí, de filantropía nada. Sólo algunos tímidos intentos de hacer pensar a los empresarios que tenían una cierta "responsabilidad social", por la que se los premiaba prematura y dócilmente.

Pocos, muy pocos, al menos en cultura, decidieron invertir en artes y educación. Otros, continuaron creyendo que ambas son una buena forma de marketing organizando conciertos y muestras en lugares remotos o que impiden la necesaria reiteración habitual que es consustancial a la formación de públicos cultos y educados.

Es sabido que esta formación de hábitos, se da en espacios concretos, sí de concreto y fierro, como lo entendieron quienes han invertido en el Teatro del Lago o el más reciente Centro 660. En ambos casos, es posible advertir una dosis de amor por las artes, las musicales en el primer caso y las plásticas en el segundo. Pero también comienza a advertirse -así lo han señalado personeros del Teatro del Lago- una desafección de las nuevas generaciones, con la consiguiente incertidumbre respecto del futuro de los proyectos.

Ante ello surge la intención de mirar hacia el Estado. Grave error pues éste está precisamente cerrando la cartera de la infraestructura cultural luego de haber cumplido con las ambiciosas promesas de construir, con el mismo cemento y fierro, centros culturales en todas las ciudades mayores de cincuenta mil habitantes. Se dispone ahora, con toda lógica, a enfrentar el tema del perfeccionamiento de la gestión de todos aquellos lugares edificados en este siglo XXI.

El paso adecuado es incitar a la filantropía privada. Todos juntos, Estado, empresarios, sociedad civil, corporaciones, líderes de opinión.

Al respecto parece una buena iniciativa la del Harvard Club de Chile de celebrar su fin de año escuchando a Nicola Schiess relatando la experiencia del Teatro del Lago. También, la Corporación del Patrimonio Cultural, que preside Carlos Aldunate, se apresta a desarrollar iniciativas relacionadas. 

Y dejemos de creer que anunciando "proyectos exitosos"va a llegar más dinero. Conociendo nuestro temperamento, el éxito acarrea envidias. Lo que tenemos son proyectos inconclusos, bien encaminados, regularmente gestionados...  y que requieren ser mirados como esa Max que contemplan los Zuckerberg, con amor, sin verlos como competencia.

Sino como necesarios aportes solidarios con esta sociedad que nos pertenece tanto como a nuestros hijos y nietos.


25 noviembre 2015

MÚSICOS EN LA MONEDA, MURALISTAS EN EL MUSEO



Hay simultaneidades que, más que tener que optar, obligan a pensar. Ocurrió con una tarde del 19 de noviembre cuando Santiago ofrecía, al mismo tiempo, asistir a un concierto de la Orquesta Juvenil de la Universidad de Talca y a la inauguración de la muestra pendiente de muralistas mexicanos, violentamente interrumpida por el golpe militar del 11 de septiembre de 1973.


La convocatoria visual que se desarrolló en el Museo Nacional de Bellas Artes, hito de celebración del centenario de nuestra Independencia, contenía parte significativa de las obras que se regresaron a México sin desembalar, en el mismo avión en el que viajó a esas tierras de libertad la viuda del Presidente Salvador Allende y del que debió formar parte del pasaje el Premio Nobel Pablo Neruda.

Llegó Hortensia Bussi, de traje color mostaza, a la losa de Ciudad de Mexico y la esperaban, de riguroso luto, el Presidente de los mexicanos y todo su gabinete. No llegó Neruda, que era asesinado en una clínica de Santiago, y las obras de arte retomaron su gira por museos receptivos del mundo.

Chilenos ni mexicanos olvidamos que algo estaba pendiente y la memoria se hizo fuerte este noviembre de 2015 cuando a los potentes cuadros se agregó, en la muestra abierta, testimonios periodísticos -nerviosos cables de agencias de noticias incrédulas-,  relatos de protagonistas en video, cartas de responsables de curar (nunca tan adecuada la palabra) las obras y otros objetos de memoria que contextualizan y terminan de explicarnos lo acontecido en esos días de tragedia que se cernieron sobre Chile y sus habitantes.

Una muestra digna de verse, como parte de esa pieza que faltaba en el puzzle imborrable de septiembre del 73.

No obstante, con la disposición de revisar las salas del Bellas Artes en otra oportunidad, esa tarde opté por asistir al Centro Cultural Palacio de La Moneda, a escuchar la presentación de una orquesta de jóvenes, notable. Notables la agrupación, sus integrantes y su historia.

Ocurre que es una formación orquestal adscrita a la Universidad de Talca, dónde los instrumentistas estudian la carrera de música y, casi al terminar, se complementan formándose como maestros. Verdaderos pedagogos de la creación de orquestas infantiles y juveniles. Un movimiento que, en Chile hoy, aparece como imparable.

Que no está solo. Que, siendo una de los primeras lineas de las políticas culturales que despegaron una vez recuperada la democracia, en 1990, está ahora acompañado de un reciente presupuesto nacional que financiará a seis orquestas regionales profesionales y de sólidas infraestructuras que pueden acoger sus conciertos: en la misma ciudad de Talca, donde emergió un amplio Teatro Regional; en la capital -como el propio centro vecino al palacio de gobierno, o el GAM, Matucana 100 o el Centro Cultural Estación Mapocho. O los teatros de Temuco, Rancagua, La Serena o Concepción, próximamente. Todos, que no existían cuando la muestra de muralistas quedó pendiente.

En síntesis, una orquesta heredera de los sueños de Jorge Peña Hen, Fernando Rosas y su actual decano, Américo Giusti, que está en condiciones de tocar en cualquier recinto nacional o internacional, firmemente asociada a una Universidad Pública regional y que convoca a audiencias generosas y ampliables.

Quizás por esa estimulante perspectiva de futuro, precisamente por la solidez de su presente, fue que dejé pasar unos días para visitar la muestra de la memoria, que estaba allí para quedarse, un tiempo en el museo, y para siempre en la historia de los chilenos que vivimos y transmitiremos incansablemente a las nuevas generaciones, la epopeya interrumpida por la fuerza, aplastada por las balas pero que ha ganado batallas por convertirse en ejemplo y fortaleza de los tiempos que vendrán.

Por más que de pronto parezca que entramos a una etapa negra, allí está la cultura y sus espacios, sus mujeres y hombres, gestores y creadores, guardando la memoria que nos demanda impedir la reiteración los horrores vividos.

Por eso, salud a las orquestas sembradas por Peña Hen, larga vida a los espacios culturales construidos en democracia y largas filas de visitantes a la muestra pendiente.

No es mucho pedir. Sólo una obligación para quienes pensamos que trabajar por la cultura es guardar y mantener viva la memoria.

11 noviembre 2015

FERIAS Y FESTIVALES, LAS FIESTAS DE LA CULTURA



Dos se van, tres llegan, el nombre del hotel de Pelotillehue -tierra ancestral de Condorito- refleja muy bien la sensación con que culminan las buenas fiestas culturales. No bien salen los entrañables países nórdicos del Centro Cultural Estación Mapocho, ya se preparan los coloridos mejicanos. Esa aspiración, de llegar cada vez a más gente, está también en las palabras de cierre de Ministro de Cultura: "los aportes que entregamos, son con la idea de ir fomentando el acceso de manera gratuita a actividades que se desarrollan en torno a la Feria del Libro", aseguró Ernesto Ottone a radio Cooperativa.


Una sensación similar aconteció al cerrarse Puerto de Ideas, en Valparaíso, el mismo día que FILSA, que deja el propósito de sus organizadores de extenderse a más personas, más estudiantes, más visitantes de redes sociales.

Ambos tienen en común algo más que su fecha de clausura (y de promesas para la versión siguiente). Transcurren en un espacio patrimonial -Valparaíso y el Centro Cultural Estación Mapocho- reúnen atractivas charlas y conversaciones con la posibilidad de llevarse a su conferencista favorito bajo el amable formato de un libro  -desde gigantescos mesones de las editoriales disponibles en Chile, en un caso, desde la mesa de una librería local, en el otro.

Los dos acontecimientos despiertan inquietudes en la prensa y la proveen de entrevistados de lujo, normalmente lejanos de sus espacios habituales. Ambos permiten combinar la sesuda actividad de masticar ideas con la posibilidad de masticar algunas creaciones gastronómicas: muy demandadas cafeterías y heladería en un caso, abigarrados restaurantes de los cerros porteños, en el otro.

Los públicos, aún son de magnitudes disímiles, mientras FILSA puede darse el lujo de segmentar en días de gratuidad -de la mujer, de los adultos mayores, de los profesores y estudiantes- sus casi tres centenares de miles de visitantes, Puerto... seguirá intentando ampliar sus casi treinta mil fieles a escuelas y liceos. 

Lo central es que unos y otros concurren -a bajo costo-, en busca de ideas, de pensamiento, de desafíos a su propio contingente de reflexiones que suelen mantenerse a buen recaudo el resto del año. La reunión de Valparaíso cobra mil quinientos pesos por acceder a cada una de las ofertas específicas, con nombre, apellido y tema delineado. FILSA -con precios diversificados- cobra el acceso a su monumental sede, manteniendo una cantidad de actividades gratuitas, con subsidio del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura.

Da la impresión, por las palabras de Ottone, que se continuará un proceso de ampliación de dicha gratuidad.

En un comentario anterior, señalaba que el Festival del Libro de Edimburgo es tal porque el acceso a los textos -ordenados por autor y por fecha de aparición, no por editoriales-  es abierto mientras los lectores se agolpan en las salas que les ofrecen -previo pago, no menor, de unos nueve mil pesos chilenos- el contacto "en vivo y directo" con su autor favorito, que dicta una conferencia.

Quizás esta fórmula, que han generalizado en el mundo los grupos musicales, afectados por la disponibilidad universal de sus obras vía electrónica, pueda constituir una nueva veta de nuestra feria futura.

Ello implicará un esfuerzo aún mayor del Comité de Programación de FILSA, que ya ha dado bastante, por acercar a los chilenos a más figuras de la talla de los mejores invitados de Puerto... complementando aquellas presentaciones de libros, que suelen acontecer en las tardes de feria.

Es que quizás, la coincidencia de fechas, más que una infeliz alternativa para algunos, puede ser la base sobre la cuál podrían dialogar dos festivales que parecen condenados a complementarse.

Es decir, que la feria tenga más de festival y el festival un poco mas de feria.

Y que el pensamiento siga floreciendo, generosamente, en ambas.

03 noviembre 2015

LAS PALOMAS Y EL BUS PREMIUM 2310 A EL MELÓN




Siguiendo los sabios consejos de mi amigo Enrique Malig -conocido como Atilio Andreoli- que dictamina que "los caballeros andan en metro, deben saber lo que ocurre en la sociedad", deseché regresar desde La Serena a Santiago en avión, para optar por un servicio Premium ofrecido por la línea Tur Bus. Mala determinación. Tal sueño terminó a la vera del camino, a metros del peaje del túnel El Melón con el vehículo irremisiblemente detenido por una pequeña manguera del aire cortada.

El anuncio aseguraba hasta 180° de reclinación; bandeja de apoyo para los pies; mayor privacidad; servicio de atención a bordo, y tecnologías varias. Todo iba muy bien, hasta la inesperada despertada del auxiliar explicando: "Estamos en pana". Bueno, en este momento se estarán comunicando con la central para enviar algún otro bus a rescatar a esta treintena de pasajeros averiados, pensé. Estamos a aproximadamente a dos horas de Santiago...

Mal pensamiento. Al bajar, luego de un rato en que deglutí un sandwich de miga -harta miga- que el auxiliar había abandonado a mi lado mientras dormía, descubrí que de rescate, nada. Los pasajeros estaban en tierra con la vista fija en la carretera y las maletas, incluyendo la mía, estaban en el piso.

- Es que tienen que venir a buscarnos, dije, ingenuo. 
- No, se van a tener que ir por otra vía porque este bus no puede seguir. 
Había terminado abruptamente loa "atención a bordo", claro, estábamos en el camino.

Decidí entonces recurrir a los atribulados choferes que, con sendos celulares de ultima generación en mano, intentaban copmunicarse con "la central". La mejor noticia era que tal vez enviarían un mecánico desde Viña. La peor era que no vendría otro bus, que deberíamos acometer los que venían desde el norte, de la misma empresa, sobre los cuales no había información alguna sobre tiempo de llegada y capacidad disponible. 

Ante la consulta de algunos pasajeros sobre una eventual devolución del monto del pasaje. La respuesta era que deberían consultar al llevar a Santiago, en ventanilla. 

Advirtiendo la ineficacia de la tecnología de Tur Bus, decidí aplicar la propia. Llamé a mi oficina para que consultaran a su planta telefónica mientras me dispuse a enviar un tuit dando a conocer nuestra desgracia. La respuesta telefónica fue que "una vez ingresado la falla del bus al sistema, la empresa a través de gps ubica buses que van detrás del que esta en panne y programan el traslado de pasajeros, si no hay disponibilidad de asientos la empresa ubica un bus que se encuentre lo mas cercano al bus con falla y lo manda a buscar el total de los pasajeros, recién una vez en Santiago a través de la web con el número de su pasaje puede poner un reclamo".

Mis sendos tuits "Bus 2310 acaba de quedar en pana en El Melón. Espero que compañía se haga cargo".  Y "30 pasajeros esperamos solución a la vera del camino. ¿Empresa no tiene plan de emergencia?" Recibieron la siguiente respuesta: "Arturo, envíanos por favor nº de boleto y datos de contacto a atencion_clientes@turbus.cl". Lo que aplicadamente hice, con tanta ingenuidad como ausencia de respuesta.

En el interinato, los choferes se arremangaron  y comenzaron a intentar reparar la malhadada manguera que había paralizado la máquina. El resultado fue sólo manos negras y la rotura de otro conducto. "Nunca nos había pasado", si esto lo mantiene Kaufmann, alegaban, preocupados, más por la fuente de trabajo que por los pasajeros, debo reconocer.

Asumí entonces la defensa de un compañero de viaje, de edad avanzada, manifiestas curaciones y dificultad de movimiento que me había confesado que se dirigía a Santiago, ciudad que no visitaba desde su época de estudiante de Odontología, a un examen médico. Lo esperaba en el terminal un yerno, que no conocía. Claramente era la prioridad para embarcarse en la primera máquina que apareciera en el súper vigilado horizonte de la cuesta de El Melón.

La tripulación estuvo de acuerdo y de hecho, el dentista ocupó el primer y único espacio disponible en el primer bus que emergió de los cerros, un par de horas después de la no deseada detención.

Restaba conocer la situación de los otros vehículos salvadores que venían, se rumoreaba, desde La Serena, San Pedro de Atacama y La Ligua. La incertidumbre se acrecentó al advertir que uno de ellos se dirigía a Valparaíso.

Mientras tanto, algunos pasajeros más jóvenes y urgidos, se aventuraron en un bus de otra compañía que ofreció llevarlos, de pie y  a su propio riego, hasta la cercana La Calera donde se desocupaban la misma cantidad de asientos que de asilados.

Desparramados en la carretera,  los restantes ex Premium, dejábamos pasar el tiempo. En mi caso, intentando, con relativo éxito, explicar el percance a un par de educadoras italianas que no hablaban castellano y que esperaban rematar sus vacaciones en Chiloé, luego de este curioso regreso del norte. Cuando la conversación derivó a los dedalitos de oro que adorna el paisaje, advertí, no sin cierta molestia que el chofer conversaba animadamente con una vendedora de dulces de La Ligua, al borde de la pista contraria, la de los vehículos al norte, es decir exactamente al frente de su máquina y lejos de la avería.

De pronto, se despide y cruza con innegables sintomas de haber encontrado la respuesta.

-Viene un bus desde La Ligua con asientos libres, llega en cinco minutos.

La central de Tur Bus, seguía ausente. La información salvadora llegó por las palomas, como en la edad media.

Sólo que esta vez las palomas fueron amables vendedoras de dulces chilenos premunidas de teléfonos móviles y buena voluntad.

Lo que el supuesto servicio Premium de una compañía gigantesca no da.

Llegué a Santiago, lamentando no haber comprado siquiera un empolvado a nuestras salvadoras.

25 octubre 2015

UN PRESUPUESTO BIEN ORQUESTADO


El próximo Presupuesto Nacional destinado a cultura, de $119.672 millones, tiene un incremento de más de 13%, muy superior a otros servicios públicos. En él existen varios ítems novedosos que podrían esbozar las preferencias del Gobierno y el Ministro Ernesto Ottone. Junto a un incremento de los fondos concursables, hay un aumento significativo de los aportes a instituciones más que a proyectos, a regiones más que a la capital, a orquesta profesionales más que otros elencos. También se barrunta el fin de un programa largamente desarrollado -desde 2000- y felizmente cumplido: la infraestructura cultural, junto a un fuerte aporte para el funcionamiento del nuevo Museo Violeta Parra.


La primera novedad son los 5 mil 189 millones destinados a “Otras Instituciones Colaboradoras”, profundización de un programa existente y que se refuerza en más de un 70%. En esta glosa permanecen aportes a instituciones colaboradoras del sector privado como Fundación Teatro a Mil, Corporación Cultural Balmaceda Doce Quince, Matucana 100. Más allá de ellas, este ítem contiene aportes, ya insinuados este año, a otras instituciones como el Teatro ICTUS, los Artistas del Acero, el Museo de Arte Moderno de Chiloé o el Teatro Regional del Maule, que tienen una dilatada trayectoria de colaboración con la acción del Estado en cultura. Se cumple así una vieja aspiración de no premiar sólo a proyectos específicos sino a entidades probadas en su persistencia y calidad de trabajo. Es decir, la formación de audiencias fieles, indispensables para el desarrollo cultural.

Es esperable entonces que otras instituciones, en igual proporción de 70% provenientes de regiones distintas de la Metropolitana y sólo 30% de ésta última, se sumen a quienes reciben recursos públicos, sin necesidad de concursos, amparados por una trayectoria como entidad sin fines de lucro, con evaluación a dos años plazo.

El segundo ítem nuevo es el programa de Orquestas Regionales Profesionales, de mil cuatrocientos 32 millones de pesos, que apunta a una larga aspiración de los músicos que no pertenecen a las grandes orquestas de la capital y desean profesionalizarse. Este nueva glosa beneficiará a las orquestas de Temuco, la Universidad de Concepción, de la Universidad de La Serena, la de Cámara de Valdivia, de Marga Marga y del Teatro regional del Maule, a través de las organizaciones sin fines de lucro que las administran. Como el programa de orquestas existía como concursable en el Fondo de la Música, esta nueva modalidad asegura que éste dispondrá de más recursos para las orquestas emergentes.

Desde 2015 se creó la glosa para Centros de Creación y Desarrollo Artístico para Niños y Jóvenes, que sube de dos mil cuatrocientos a dos mil novecientos millones de pesos, para 2016. Este proyecto forma parte del programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet y busca una amplia formación artística, en colaboración con áreas como educación, energía o ciencia. Para ello, busca levantar infraestructuras con características de centro para la infancia, con salas de experimentación de la ciencia y la tecnología para niños y jóvenes hasta 19 años, en conjunto con la familia también con un énfasis en localidades como San Joaquín, Calama o La Ligua.

Es nuevo también el programa de Fomento del Arte y Cultura de los Pueblos Indígenas, con mil cuatrocientos 57 millones de pesos, surgido a raíz de la consulta indígena y que apoyará actividades de revitalización y fomento de las expresiones artísticas y culturales de los pueblos originarios.

Respecto del equilibrio entre los recursos destinados a concursabilidad y aquellos a la asignación directa o transferencias, estas últimas crecen menos, sólo con un presupuesto de continuidad más IPC, es decir un 5 más un 3%. Por el contrario, el crecimiento de los fondos concursables es de un 10.4%.

El Ministerio de Hacienda no gusta de la asignación directa, menos especialmente a 2 años. Se logró esta vez por primera ocasión en el caso de las colaboradoras, sujeto a evaluación seria de continuidad y ejecución. Sin embargo, se mantiene le principio básico de la concursabilidad.

En infraestructura se está cerrando el programa en 2016, dado que se ha cumplido con éxito el rol de construir Centros Culturales en comunas de más de 50 mil habitantes, como acordó la política fijada en Convención Nacional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Este resultado ha permitido ir avanzando en el apoyo a comunas de menos de 50 mil habitantes, contra presentación de proyectos al fondo de infraestructura. Que recibe una evaluación transversal en los directorios nacional y regional.

Por su parte, el fomento ha ido creciendo conforme a la masa critica y nivel de creación existente, pensando no sólo en el creador sino en la ciudadanía cultural.

No hay recursos en el presupuesto considerados para el proyecto de Ministerio. Será el 2017. 

Si el Parlamento no dice otra cosa.

20 octubre 2015

LA FIESTA DEL LIBRO Y SUS PROTAGONISTAS


Febrero es el mes de los carnavales en el mundo cristiano, que se desata para después -en cuaresma- volverse devoto y llegar purificado a la Semana Santa. Fines de octubre es el tiempo de la fiesta del libro, en Chile y en aquellos países que invitamos a nuestro festival literario. Tiempo de dotarse de buenos libros a llevar a esos insuperables soliloquios que nos depara la buena lectura veraniega para más tarde arribar a ese santifico momento en que podemos compartir con los demás las experiencias angélicas de la exposición al arte escrito. 



Casimiro Marcó del Pont prohibió los carnavales, en 1816, a través de un bando: "Teniendo acreditada por la experiencia, las fatales y frecuentes desgracias que resultan de los graves abusos que se ejecutan en las calles y plazas de esta Capital en los días de Carnestolendas (carnaval) principalmente por las gentes que se apandillan a sostener entre sí los risibles juegos y vulgaridades de arrojarse agua unas a otras; y debiendo tomar la más seria y eficaz providencia que estirpe de raíz tan fea, perniciosa y ridícula costumbre; POR TANTO ORDENO Y MANDO que ninguna persona estante, habitante o transeúnte de cualquier calidad, clase o condición que sea, pueda jugar los recordados juegos u otros, como máscaras, disfraces, corredurías a caballo, juntas o bailes, que provoquen reunión de jentes o causen bullicio..."

Bandos, quemas, ni censura pudieron prohibir la fiesta del libro. Tanto que, habiendo sobrevivido a la intemperie del Parque Forestal, que acogió la Feria del Libro hace 35 años, un año después del plebiscito de 1988 y un par de meses antes de la elección del primer Presidente democrático post dictadura, la fiesta tuvo casa nueva, techada y abrigada: el Centro Cultural Estación Mapocho.

Una vez más se cumple el rito y los protagonistas se acicalan para disfrutarlo. Corren las prensas (que no han podido ser desplazadas por el sucedáneo electrónico); atusan sus bigotes los autores, entregados a su suerte esperando no ver una sola silla vacía en la presentación de su obra; hacen planes los lectores, sacando cuentas de las charlas que presenciarán, las firmas de sus favoritos que lograrán y los ejemplares que el presupuesto familiar permitirá adquirir. Y los editores -esos "enfermos incurables" a juicio del notable colega argentino Daniel Divinsky- se disponen a conversar. Sí porque eso es lo que hacen estos profesionales de una gestión cultural tan apasionante como endémica.

Conversan con colegas, con lectores y con autores, en ese orden, porque como dice Mario Muchnik y recuerda Divinsky, “lo peor no son los autores”: lo peor son los agentes literarios y los herederos de los autores. Tienen expectativas que superan a las de los autores.

De esas conversaciones infinitas surgen los nuevos sueños, mueren más proyectos que los que nacen, pero se prepara la nueva Feria, la próxima, que sin duda, será mejor.

Mientras esto ocurre, los invitados de honor, y así los sentimos, nos muestran lo mejor de lo que tienen, traen regalos, estimulan traducciones, cuentan, cuentan mucho de lo que ellos son, no sólo de su literatura, de sus costumbres, de sus condiciones geográficas y climáticas, de su humor y su gastronomía, siempre acompañada de sus bebidas más estimulantes para la creación.

También se quieren hermanar con algún jalón de Chile. Esta vez, la Embajada de Dinamarca quiso recordar a su compatriota el capitán de alta mar Oluf Christiansen Lund, que el 15 de abril de 1925 encabezó un grupo de hombres de puerto que crearon el Cuerpo de Voluntarios de los Botes Salvavidas de Valparaíso. Institución que acude con prontitud en cualquier condición de tiempo al llamado de auxilio de alguna embarcación que le sorprenda el mal tiempo o sufra alguna avería.

Para ello, acercaron al muelle Prat de Valparaíso al escritor Carsten Jensen, autor de "Nosotros los ahogados", obra basada en la historia del puerto danés de Marstal y sus habitantes, en el período comprendido entre los años de 1848 y 1945 cuyo entramado narrativo se desarrolla en buena parte a bordo de embarcaciones que surcan los océanos en todas las direcciones y en muy diversas circunstancias: trátese de la búsqueda de su padre por un imberbe marino, en los mares del sur, o del peligroso transporte de provisiones para el Ejército Rojo, en los días de la Segunda Guerra Mundial.


Este encuentro simboliza muy bien aquello de la fiesta del libro, que rebalsa los escenarios literarios -de realidad o ficción- que se siguen reproduciendo cada octubre. 

Como las próximas conversaciones entre editores dónde, a juicio de Divinsky, "hay algunos que se consideran partícipes necesarios del libro y otros que se dan cuenta de que son solo intermediarios. Coincido con mi amigo (Jorge) Herralde: el editor no descubre al autor, reconoce su existencia".

Reconocer la existencia del otro, vaya que buena manera de comenzar una fiesta.

Bienvenidos a la FILSA 2015.

06 octubre 2015

EL MODELO MAPOCHO DE GESTIÓN CULTURAL Y AUTOFINANCIAMIENTO



Un vídeo fue la carta de presentación ante la Reina Sofía, que galardonó al Centro Cultural Estación Mapocho con su Premio Internacional por la preservación del patrimonio y la difusión de la cultura, en su versión 2008, entregado el 24 de abril de 2009 en el palacio de Viana, en Madrid. Un premio muy honroso y que recibimos de sus manos, simplemente por cumplir nuestra doble misión, estampada a fuego en el acta constitutiva de la Corporación Cultural de la Estación Mapocho del 15 de febrero de 1991.

Dicho vídeo fue seguido por un discurso que tejimos como una arpillera, con fragmentos de frases de nuestro público, que fueron quedando en el cuaderno siempre a disposición de nuestros visitantes. Así, llevamos a esta notable ceremonia las palabras de a quienes nos debemos -nuestras audiencias- y las palabras de creadores chilenos, expresadas en el poema de Neruda; la canción ganadora del concurso en homenaje de los cien años de la estación Mapocho de José Cornejo y Alejandro Bianchi e interpretada por Santiago Rettig, y registros fotográficos que forman parte de la Memoria visual del Centro Cultural Estación Mapocho tanto históricos como aquellos captados por Luis Navarro Vega.

Entendiendo que el trabajo realizado es fundamentalmente de equipo especialmente con las tres directoras de las áreas del Centro Cultural Estación Mapocho (María Gracia Valdés, Cultura; Ghislaine Asfura, Desarrollo, y Myriam Barrientos, Administración).

Expondré sobre tres aspectos:
1.     Lugar del patrimonio en el desarrollo cultural actual
2.     El modelo Mapocho y su trabajo patrimonial
3.     La impronta del autofinanciamiento
Más un cogollo sobre el aporte que podemos hacer hoy en este campo.

EL PATRIMONIO EN EL ACTUAL DESARROLLO CULTURAL
El patrimonio es nuestra herencia cultural, un legado que aspiramos a hacer nuestro y transmitirlo a las nuevas generaciones.
La defensa del patrimonio, desde que surgió como oficio en el siglo XIX y que luego adquirió nuevos bríos con posterioridad a la segunda guerra mundial, ha seguido varias tendencias, de las cuales cabe destacar dos:
Un enfoque monumental y museístico. Consiste en la puesta en valor de bienes culturales que estimamos representativos de una época, de la nación. Es también una forma de conmemorar a los antepasados (monumentos, nombres de calles y avenidas). Es un enfoque que tiende a la conservación, a “sacar la foto” y preservarla sin modificación. Corre el riesgo de actuar como una pesada ancla en el pasado que impida a la embarcación movilizarse en el presente: no solo esta no saldrá del puerto sino que corre el peligro de no sortear adecuadamente las aguas cuando estas se vuelvan torrentosas.
Un enfoque desarrollista, de inserción en el mercado mundial. Conservar los bienes patrimoniales hasta convertirlos en herramientas del crecimiento económico, de promotores del turismo interno y externo, de sede simbólica para actividades comerciales de envergadura… Pero, corre el riesgo de sucumbir ante los apetitos económicos de quienes invierten en la preservación pero tienen sus ojos puestos no en la embarcación sino en el valor de los objetos almacenados en sus bodegas para ser transportadas pronto a otro puerto.
Chile tiene un defecto importante, frente a ambos enfoques: que nos encantan los terremotos y los tsunamis. De a poco hemos aprendido a construir edificios más sólidos y gracias a ello y al comportamiento aprendido –cultural- de sus habitantes, cada nuevo remecimiento de las placas del subsuelo cobra menos vidas y hasta somos admirados internacionalmente por ello. Se instala entonces un complemento a la tarea patrimonial que es restaurar o reconstruir casi permanentemente, lo que obliga a incorporar esa tarea  entre las ocupaciones habituales, para evitar así gastos inconmensurables ante cada fenómeno telúrico.
El 27/F tuvo un costo en reparaciones de daños de algo más de $17MS, mientras el 26/S menos de un millón.
Si bien hay muchos aspectos en los que el trabajo de los gestores con el sector privado o las audiencias puede contribuir a una infraestructura cultural, la edificación o la restauración no está entre ellos. La forma de salir de este círculo vicioso es utilizar los aportes de la gestión en labores de manutención que reduzcan al mínimo las necesidades derivadas de una tragedia natural. Su complemento, debiera ser la existencia de programas estatales permanentes de apoyo a edificios que sufren daños impredecibles.
Porque los edificios de la cultura pueden esperar, pero aquellas actividades artísticas que acogen, no. Son precisamente los espacios donde la población puede y debe refugiarse en las tragedias para reconfortarse con un libro, estimularse con una obra de teatro o engrandecerse con una muestra de artes plásticas.
El financiamiento cultural debe también asumir una condición mixta en la cual las audiencias y los gestores contribuyan con recursos para la prevención y el Estado se haga cargo, inevitable y rápidamente, de ser necesaria, de la restauración.

EL MODELO MAPOCHO Y SU TRABAJO PATRIMONIAL
Son varios los rasgos que adquiere el trabajo patrimonial del Centro Cultural Estación Mapocho. Destaquemos cuatro:

El primero es que el trabajo patrimonial del centro cultural es de la esencia a su existencia. La doble misión original de preservar el patrimonio y difundir la cultura.

El segundo es que la conservación del edificio Monumento Nacional es una tarea permanente, que por más de 25 años se ha mantenido en excelentes condiciones de conservación, mantención y de servicio a las múltiples actividades que cobija en sus espacios. Esto ayuda a construir un sentimiento muy importante: la estación Mapocho es querida, admirada, creíble, no por un público de elite informado sobre las tendencias arquitectónicas e ingenieriles de su construcción sino por toda la población.
-“Es un centro ciudadano”, afirman muchos visitantes, al que ningún sector social se resta. Según el Observatorio del Público, hemos recibido mas de 16 millones de personas a diciembre 2014 (16.007.079), con un promedio anual, en los 19 años, de casi 850 mil personas (842.478). De ellas, la mayor cantidad puede identificarse como una clase media culta (C2), mayoritariamente mujeres y jóvenes.
Este año 2015 el público, de enero a septiembre, ya alcanza más de 640 mil personas (640.972), comparado con el año 2014 a la misma fecha era sólo 465.293, lo que augura que superaremos el promedio anual, dado que aún nos esperan festivales culturales masivos como FILSA, Pulsar, Feria Verde o Deco Market. Casi puedo afirmar que rasguñaremos el millón de visitas, cifra que hemos alcanzado un par de años anteriores.

Tercero, si bien festejos necesarios como el Día del Patrimonio cultural ayudan a atraer visitantes a muchos espacios en el país, nuestra filosofía es que el Centro Cultural Estación Mapocho está siempre abierto para ser visitado. Y de hecho es lo que ocurre de la mano de la programación que copa prácticamente los 365 días del año, alcanzando un promedio del 80% de público fiel en los mismos 19 años. Pero también esa apertura total nos permite ser un lugar al alcance de la mano de la curiosidad de los turistas, de los transeúntes, de quienes se admiran por las características multiformes del barrio.

Cuarto, lo anterior se complementa con el hecho de que el Centro Cultural Estación Mapocho promueve la preservación, la difusión del patrimonio en su más amplia acepción. Son ejemplos de actividades que tienen esta característica:  Culturas en el aire, el Taller de Arte Textil Mapuche Ad Llallin, las exposiciones pluriculturales, las réplicas de FICIL, Cielos del Infinito, la Expo Cumbre de la Américas con su sección Tesoros de la Biblioteca Nacional y El señor de Sipán… Adicionalmente, hay una tendencia a realizar en nuestro centro las charlas de extensión que nos invitan a dictar o de estudiantes que vienen a conocer experiencias como los del doctorado en Gestión Cultural de la Universidad de Ohio, de la U de Concepción,  del DUOC o del magister en Gestión Cultural de la Facultad de Artes de la U de Chile.

LA IMPRONTA DEL AUTOFINANCIAMIENTO
¿Bajo qué condiciones se realizar todo lo anterior? Bajo la impronta del autofinanciamiento.  Una condición que se nos advirtió desde el inicio (“no queremos otro Teatro Municipal”) que aceptamos gustosos y que hoy valoramos como el gran defensor de la libertad para programar actividades. Ello significa que NO RECIBIMOS DINERO ALGUNO DEL GOBIERNO NI DEL MUNICIPIO. Que nos auto financiamos en un 100%.

Afortunadamente, este camino del autofinanciamiento ha sido también un camino hacia el autofinanciamiento cultural. Es decir, hemos aumentado severamente la cantidad de actividades artísticas que nos permiten alcanzar el monto de nuestras necesidades anuales (858M$ el 2014). Así, en 1995 el 48% de nuestros ingresos provenían de actividades culturales; % que subió al 60% el año 2000; al 74% en 2005, y estamos ya en el 85% el año pasado (2014). Es decir, somos capaces de autofinanciarnos con ingresos derivados de actividades culturales. El 15% restante proviene de actividades corporativas (cenas, entregas de subsidios, fiestas de empresas, cerradas al gran público) o abiertamente comerciales (Expo Vivienda).

Para dar más cifras, somos un Centro Cultural con 16 empleados con contrato indefinido (incluidos los 4 presentes); siete profesionales externos a honorarios (abogado, camarógrafo, fotógrafo, auditor, sociólogo, guías artísticas) y un par de decenas de personas que trabajan habitualmente para las empresas que desarrollan los servicios externalizados que requerimos permanentemente (mantención, aseo, seguridad, computación).

Además, autofinanciar no significa sólo gastar lo que ingresa, y dar algunos subsidios a festivales culturales de regiones, sino también prevenir.  Los impenitentes imprevistos (que en Chile ya pueden considerarse previsibles: los desastres naturales) que son en primer lugar la rigurosidad en la mantención del edificio (nuestro principal gasto) y la gestión del patrimonio en condiciones de terremoto y catástrofes, como expresión de un modelo mixto de gestión financiera del tema. En concreto, según nuestro último Balance, el mayor porcentaje de gastos no administrativos corresponde a mantención del edificio (78%), mientras los gastos en difusión de la cultura son un 22%.
Es relevante mencionar el esfuerzo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que después del 16/S ha resuelto reasignar 600 millones de pesos a esta tarea, dado los daños sufridos por bibliotecas, centros culturales y museos del Norte chico. Una cantidad pequeña pero que sugiere que, al menos, comienza a existir en un país cuya administración publica no contempla el ítem manutención.

 LA ALTA GESTION PÚBLICA EN CULTURA
 Esta tendencia, cruzada con los innumerables concursos que se hacen, inéditamente en Chile, para buscar altos directivos culturales (Teatro Municipal, Parque Cultural de Valparaíso, Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile, Centro GAM) nos ha confirmado una intuición que habíamos detectado en el espejo exterior.
En 2005, unos encuentros binacionales con gestores de Chile y Bolivia y luego Chile y Perú, nos enseñaron que reuniones de este nivel eran muy provechosas para la llamada diplomacia de los pueblos o de la sociedad civil.
Relacionando este ejercicio con una invitación previa, de 2002, de Casa de América de Madrid a exponer nuestra experiencia de autofinanciamiento, que generó una red de centros culturales de América y Europa, con solicitudes posteriores para lo mismo en el Campus Iberoamericano de 2010, Publica de 2013 y la Cumbre Mundial de la s Artes de la Cultura de Johannesburgo de 2007, nos dimos cuenta que había fidedigno interés por conocer lo obrado.
El empujón final vino de GOBERNA América Latina, dependiente del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, que nos pidió, en noviembre de 2012, elaborar un estudio de caso, con la metodología creada en Harvard, titulado Centro Cultural Estación Mapocho: gestión privada del espacio público, que finalmente se expuso presencialmente en el Banco de la República de Colombia en diciembre recién pasado, ante un selecto grupo de directores de centros culturales de Colombia, Ecuador, Perú y España, que siguieron virtualmente analizando el texto durante el resto del curso.
El resultado, de gran valor pedagógico nos ha llevado a firmar recientemente un Convenio con GOBERNA para intentar desarrollar en Chile un curso de Alta Gestión Pública en Cultura, aliados con alguna universidad, que estamos buscando.
Me parece que es la respuesta a esta necesidad que nuestra sociedad refleja en las búsquedas de ejecutivos señaladas.
Esperamos que así, como ustedes se han interesado generosamente en saber más sobre nuestro caso, podamos más temprano que tarde transmitirla a quienes serán los directores de nuestros museos, bibliotecas, teatro y centros culturales del futuro.
Quizás entonces, podamos sentirnos compensados de haber podido retornar a la sociedad algo del privilegio que ha significado administrar un Centro Cultural que nos ha dado tantas satisfacciones.

22 septiembre 2015

FINANCIAMIENTO CULTURAL EN PAIS DE TERREMOTOS


Es quizás una de las constantes del esfuerzo por obtener financiamiento para la cultura en Chile. Tarde o temprano, alguna tragedia natural asolará cualquier recinto destinado a las artes. Tal vez por eso, nuestra historia de la infraestructura cultural casi no registra movimientos -valga la ironía- luego del titánico esfuerzo por terminar la edificación del Museo Nacional de Bellas Artes, en 1910, a pesar de haber tenido que sobrellevar el terremoto de 1906, que devastó Valparaíso y las arcas fiscales. Un inadvertido podrá decir que los edificios museales o bibliográficos han sufrido más daños en los últimos años. Es que recién en 1990, el país comenzó a preocuparse en serio de disponer de espacios culturales acordes con su desarrollo.


El 27/F dejó en lamentables condiciones al MAC del Parque Forestal y complicado al novísimo Museo de la Memoria. El 16/S parece haberse ocupado más de pequeños museos y bibliotecas del norte chico. En todo caso, siguiendo la estructura estatal vigente, afectó más a dependencias de la DIBAM que a aquellas financiadas vía Consejo Nacional de la Cultura.

Es que atávicamente, los presupuestos de los espacios públicos chilenos no consideran fondos para manutención. Mucho menos para restauración. De ahí que tras cada evento telúrico sea necesario resignar recursos internos y/o recurrir a los fondos generales de emergencia. 

El problema, en el segundo caso, es que siempre hay prioridades más urgentes como los hospitales, los puentes, los caminos, los embalses.

Lo dramático es que, en efecto, muchas veces se puede esperar, pero los costos en el interinato se incrementan en dólares o UF mientras los fondos públicos reposan en congelados pesos. Vienen entonces los recortes que dejan edificios sin terminar, sin ascensores, con calderas inútiles o con segundas y hasta terceras etapas por venir.

Es lo que por segunda vez podría afectar a la gran sala del GAM, que ya fue postergada en 2010. 

Lo complicado es que si bien hay muchos aspectos en los que el trabajo de los gestores con el sector privado o las audiencias puede contribuir a una infraestructura cultural, la edificación o la restauración no está entre ellos. Hasta el más liberal de los planificadores piensa que financiar infraestructura debe ser tarea del Estado.

La forma de salir de este círculo vicioso es utilizar los aportes de la gestión en labores de manutención que reduzcan al mínimo las necesidades derivadas de una tragedia natural. Su complemento, debiera ser la existencia de programas estatales permanentes de apoyo a edificios que sufren daños impredecibles.

Porque los edificios de la cultura pueden esperar, pero aquellas actividades artísticas que acogen, no. Son precisamente los espacios donde la población puede y debe refugiarse en las tragedias para reconfortarse con un libro, estimularse con una obra de teatro o engrandecerse con una muestra de artes plásticas.

En consecuencia, el financiamiento cultural, en un país como Chile, debe también asumir una condición mixta en la cual las audiencias y los gestores contribuyan con recursos para la prevención y el Estado se haga cargo, inevitable y rápidamente, de la restauración.

10 septiembre 2015

LA GESTIÓN CULTURAL EN 3D



Si hace algunos años, digamos quince, alguien me hubiese preguntado por mi sueño dorado (pregunta que suelo hacer a quienes demandan trabajo) habría respondido algo parecido a lo que hoy acontece. ¿Acontece? Al parecer sí. Estamos en la casa central de la Universidad de Chile, alma mater de un primero diplomado y luego Magister que me acogió como profesor desde sus primeros balbuceos de dos Luises emprendedores: Merino y Riveros, entonces decanos de Artes y Economía.


Estamos presentando un libro sobre Gestión Cultural, ni el primero ni el último, editado en Chile, con plumas tan entrañables -y formadoras en mi caso- como George Yúdice, Alfons Martinell, Sonia Montecino, Antonio Canelas, Nivia Palma, Eduardo Nivón o Jordi Tresseras, que son de aquellos colegas con los que nos hemos ido "haciendo al andar".

Estamos acompañados de un Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura -otro sueño hace 15 años- que amenaza además con despertarlo transformado en Ministerio, siempre bañado por las plácidas aguas de la bahía de Valparaíso.

Ministro, Ernesto Ottone, que además es casi el símbolo de un gestor cultural como el que soñaba, con formación sólida en esta universidad, en Francia y con una práctica acumulada en el Centro Cultural Estación Mapocho, Matucana 100, el Museo Salvador Allende y el CEAC.

Se trata de un libro editado por la editorial -el Fondo de Cultura Económica- de las primeras y básicas lecturas de sociología de mi generación y las más sobresalientes de literatura: Carlos Fuentes, Jorge Ibarguengoitía, Juan Rulfo…

Vine a esta Comala entonces con gran satisfacción y mucho entusiasmo porque sigamos soñando en esta área y sobre todo, construyendo como lo hemos hecho -todos o casi todos de los que aquí estamos- a pasos acelerados esta disciplina que nuestro coordinador de hoy, Mauricio Rojas, nos hace cuestionar acertando un dardo tan injusto como difícil de esquivar: ¿es la gestión cultural una herramienta de mercado? Y lo profundiza con otra pregunta espejo: ¿o un mercado de herramientas?

Honrando a nuestros anfitriones mexicanos debo responder con Cantinflas: ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.

Rojas, en la introducción, busca usar interesantes imágenes para atraer la atención sobre e el libro. Las 3D de la Gestión cultural. Una manera de usar lo especial que tiene la tecnología -la que acusa de no estar en las demandas estudiantiles chilenas y por tanto no ser relevante para los jóvenes (¿será lo mismo para el resto de la sociedad?) No obstante, la usa para titular su obra.

Se pregunta si la GC es ¿una herramienta de mercado o un mercado de herramientas? Disyuntiva no excluyente pero connotada ideológicamente pues obviamente mercado no es bien visto en este contexto. Pues podemos decir que es una herramienta que permite incursionar en el mercado (economía de mercado) a artistas y fenómenos culturales que de otra manera permanecerían al margen lo que no significa que no puedan ejercer o ejerzan de hecho una influencia para modificar ese mercado. La realidad es dinámica o dialéctico. Por ejemplo, el caso del fotógrafo de Benetton, Oliviero Toscani, que plantea severas críticas a la guerra y la sociedad capitalista o a la iglesia conservadora, que se pudo presentar sin censuras ante un público masivo, en Chile, gracias a una gestión cultural "mercado-compatible".

También es un mercado de herramientas o un conjunto de herramientas que no necesariamente constituyen mercado pues no se venden y, por el contrario, están al servicio de quienes lo necesitan como el Botiquín de Herramientas Culturales formulado por la gestora cultural argentina Victoria Alcaraz a partir de su angustiosa experiencia con el 27/F chileno, y que lo pone a disposición de sus colegas afectados por otros desastres naturales.

Pero el mejor desmentido al carácter mercadista de la GC proviene de los propios empresarios, supuestos impulsores e imponedores del modelo: ellos explicitamente evitan apoyar manifestaciones "que hablan" (teatro, fotografía, danza, circo) y prefieren aquellas mudas (pintura) o en idiomas extranjeros lo más alejados posible. Es decir, la intervención empresarial es comparable con aquellas referidas a grupos potencialmente de riesgo como los sindicalistas, los indígenas, los ambientalistas... Todos sectores que forman parte de la sociedad sin ser calificados como "herramientas de mercado".

Otro argumento en contra de este mercadismo es aquel de la infraestructura cultural, concepto introducido en Chile el primer trimestre del siglo XXI por un Presidente que tenía en este terreno una auto imagen más parecida a Mitterrand que a otros estadistas (CCPLM) concepto que no es entendible en Chile si no se lo asocia al de Gestión Cultural (de hecho nacen de la mano y simultáneamente) surgidos al amparo de fuertes inversiones públicas muy distantes de lo que pediría entonces el mercado, que ofrecía, por ejemplo, para la vieja Estación Mapocho una bodega de la mayor empresa cervecera del país; sin embargo, el Estado asignó al edificio un destino cultural, le destinó recursos (10M USD), creó una entidad que lo gestionara, a la que concesionó el edificio remodelado, y le dio atribuciones para cumplir su misión de servicio público sin fines de lucro, exigiendo además su autofinanciamiento, fundando de hecho la GC en Chile.

Nivia Palma ahonda esta tesis agregando que los gobiernos post dictadura cívico/militar, en Chile, "escogieron a la gestión cultural y los fondos concursables como la mejor herramienta para disminuir el rol del Estado en materia cultural". Lo que habría constituido un milagro pues es imposible disminuir lo indisminuible, salvo que se use el subterfugio matemático del menos cero o el meteorológico bajo cero.

Por el contrario, los fondos concursables optimizados por la naciente (tan naciente como los fondos) GC solo pretendían optimizar, multiplicar, aumentar los escasos recursos que la dictadura destinaba a la cultura. Lo mismo que pretendió la Ley de estímulos tributarios o Valdés. Allegar más recursos al menguado presupuesto público en cultura.

La conclusión del libro es románticamente positiva al comparar al gestor cultural con aquel buscador o coleccionista de mercados de viejo (o populares) que hace de partes aparentemente inconexas y diversas un relato propio y colectivo y construye el universo desde el fragmento, es decir finalmente el GC es un creador -lo que comparto- indispensable.

Termina entonces negando la tesis de la GC como herramienta de mercado para adherir a su alternativa el mercado de múltiples herramientas -como cita de manera incompleta Carlos Villaseñor- dentro de las cuales las nuevas tecnologías y las redes sociales son parte tal como lo serán los adelantos que nos lleven, quizás pronto, a mirarlo en 4D .

En varios de los textos se traduce el error de creer que las únicas alternativas posibles para Chile son políticas culturales desde los intentos de influencias de Francia o EEUU.

Nuevamente Cantinflas, ni lo uno ni lo otro. Vivimos porque optamos democráticamente por él, un modelo mixto que tiene sus raíces mas en los dominios de la Reina más longeva de su dinastía: el modelo británico o de Estado Patrocinador.

Mixto porque recibe de Estados Unidos una débil legislación de estímulos tributarios, hecha en la medida de lo posible y considerando lo conservadores que son nuestros empresarios y recibe de Francia una gran preocupación por la infraestructura que comienza a mostrar sus debilidades cuando más que servir de acogida a manifestaciones artística, se la está usando como justificación para legislar y darle usos a posteriori. Si no, qué es el Palacio Pereira, iniciado por un gobierno, que no es el actual, para albergar una entidad que aún no existe.

La experiencia, los gestores lo saben bien, enseña que sólo se debe construir, restaurar o modificar espacios llenos. Es decir, que ya se sabe a qué se destinarán y respaldados por estudios de audiencias que miden exactamente quienes lo disfrutarán. Lo demás son espacios fantasmas.

Nivia Palma tiene un interesante análisis sobre la originalidad de nuestro modelo, de allí su carácter mixto, con los fondos concursables, es decir recursos que pone el Estado pero asignan los pares. (Esta ingeniosa manera de separar quién pone la plata de quien decide a quienes se entrega, que nos habría ahorrado tanta tinta pontificando sobre transparencia y probidad). Ella revela muy bien como allí también se reflejaban en un principio las presiones conservadoras (caso Iron Maiden, los Angeles Negros, Simón Bolívar bisexual o el Falo de Machalí). Presiones que ya no se imaginan. Nuestra sociedad aprendió -Fondart mediante- que las artes no son sujeto de censuras.

Hoy a nadie se le ocurriría titular con escándalo por una obra financiada por Fondart. Allí prima sólo la calidad y así lo reconoce y conserva la nueva indicación sustitutiva, incluso profundizando el número de miembros del Directorio Nacional del Consejo Nacional de la Cultura, tribunal supremo de los fondos concursables…

Como tampoco a nadie se le ocurriría descartar a la gastronomía como relevante vertiente cultural como sabrosamente nos recuerda Sonia Montecinos.

Hay un recuerdo que hace estimulante el libro, como aquel supuesto tránsito de "trabajadores de la cultura" a "gestores culturales" (75), que no es sólo de lenguaje.

Pero, nuevamente Cantinflas: todo lo contrario, ambos conceptos se reúnen en una única experiencia que se cita: Quimantú.

Fueron precisamente trabajadores de la cultura, de las prensas, el fototono, la corrección de pruebas y la encuadernación quienes se hicieron cargo de la principal empresa cultural que jamás en su historia ha tenido el Estado de Chile, me atrevo a compararla incluso con TVN de sus mismos tiempos. Eran sin duda trabajadores de la cultura, pero vaya que buenos empresarios y gestores que inundaron el país de libros en cifras que envidiaría hasta la querida colección de Breviarios del Fondo.

Lo que devela además que el concepto de desarrollo cultural desde la Universidad de Chile y la DIBAM se agotó antes de la dictadura. Mejor ejemplo es que Allende no las uso para ello, creo Quimantú, dando un nuevo rol de los trabajadores, como empresarios eficaces formulador es de políticas culturales y realizadores de las mismas...

Significa ello que debemos retornar a los desafiantes sueños de Allende. No, pienso con Carlos Peña que: "Para sacudirse de una vez (elaborarlo, diría Freud) el Gobierno y la Nueva Mayoría deben entender que continuar a Allende hoy día no significa empecinarse en concebir la realidad social como entonces se la concebía. Y es que así como la gente crece, los países también. Donde había una sociedad excluyente, hoy existe una que ha incluido como nunca antes a las grandes mayorías. Donde existía una clase pequeñoburguesa amenazada, hoy existe una amplia clase media aspiracional. Donde existía la memoria olvidada de lo indígena, hoy existe una conciencia multicultural creciente. Donde había una sociedad de minorías, existe hoy una de masas. Y donde la injusticia era tan flagrante que parecía justificar la violencia, hoy nada la justifica" El mercurio 30 de agosto 2015.

Pero, los invito a finalizar elevando la cabeza, no sigamos -aunque me gustaría- pensando sólo en nuestro pequeño país (tan pequeño que, en reciente edición de la revista Observatorio del Itaú Cultural de Brasil, en su número 18, dedicado a los modelos latinoamericanos de política cultural, Chile comparte un capítulo comparativo con Uruguay y Paraguay, mientras Colombia, Argentina y México tiene un capítulo para cada uno … y Brasil dos.

Recurro para ello al maestro George Yúdice: “Gestión y promoción no son simplemente el contexto de la cultura. Por derecho propio, gestión y promoción son procesos creativos. Esto quiere decir que la obra de arte o el patrimonio no son los únicos generadores de valor cultural. Voy a referirme a procesos altamente creativos que en algunos casos llegan a constituir verdaderos movimientos sociales. Gestión y promoción van más allá de la administración de la cultura como proceso burocrático, más aún, llegan a ser garantes del acceso y la democracia cuando dinamizan la sociedad y crean nuevos vínculos y redes”.

Más claro...

03 septiembre 2015

LOS DIRECTORIOS DEL MINISTRO OTTONE



Al iniciar su intervención en el foro de detentores de Premios Nacionales con que se inauguró la reciente Convención Nacional de la Cultura -la número doce- Agustín Squella destacó que el Ministro Ernesto Ottone, en lugar de tomarse él la palabra, la entregara, para la relevante ocasión, a cuatro intelectuales chilenos. Deseó que fuese una señal. Y así ocurre al menos en lo que a la presencia del Ministro en los Directorios de los centros culturales que reciben aportes fiscales. Desde la designación de Ramón López en la Presidencia del GAM; de Alejandro Rodríguez en la del Parque Cultural de Valparaíso, y de María Inés Silva en el Directorio del Teatro Municipal de Santiago.


Con ellos, comenzó un proceso mediante el cuál el Consejo Nacional de la Cultura ha nombrado sus representantes en grandes centros culturales. Esta estrategia del Ministro de Cultura, busca cambiar la figura vigente donde el propio personero participaba como presidente de los respectivos directorios, con todas las limitaciones de tiempo que ello implicaba y eventuales dificultades en el traspaso de recursos pues son fondos que llegan desde el Consejo Nacional de la Cultura.


Corporaciones y fundaciones de derecho privado sin fines de lucro son gobernadas por directorios ad honórem elegidos por sus asambleas de socios y en ellos se garantiza la presencia de uno o más representantes del Estado, normalmente el principal es el Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura. En otros casos, como el Centro Cultural Estación Mapocho, es el Ministro de Educación. Estas corporaciones reciben, en comodato a plazo fijo, espacios de propiedad fiscal desde el Ministerio de Bienes Nacionales.

La creciente diversidad y cantidad de estos espacios culturales, desde 2000 a la fecha, hacen que sea muy complejo para el Ministro  participar en todos los directorios, que se reúnen con periodicidad trimestral y en algunos casos- hasta mensual.

"Hago hincapié en que estas personas no son representantes míos, o emisarios del Consejo, señala Ottone, esta decisión tiene relación con que como Ministro de Cultura tengo un espacio en cada uno de estos directorios, y esa es una tarea que me parece más sensata abordar desde una mirada más rica y diversa del medio artístico y cultural". El perfil de los elegidos ha sido "marcado por la experiencia profesional y su desafío va de la mano con el rol y espíritu público de su ejercicio,  y que tiene que ver con ser representantes del Estado en la gestión de estos espacios. Cada uno está donde está porque cuenta con las capacidades técnicas y profesionales para ejercer con autonomía la toma de decisiones necesarias en cada caso. Justamente porque nosotros como Consejo Nacional de la Cultura  no queremos influir en esa toma de decisiones, es que hemos pensado en estas personas".

En el Centro Cultural Palacio de La Moneda, Ottone designó en la presidencia a la geógrafa de la UC María Eliana Arnz, Directora Ejecutiva de Fundación Casa de la Paz, ex Coordinadora del Programa Conjunto de Pueblos Indígenas de la Oficina del PNUD en Chile, que fuera Subsecretaria General de Gobierno y Subdirectora del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, durante el período de Paulina Urrutia. Este centro cultural, por ser administrado por una Fundación, creada por el Ministro José Weinstein, es la única institución que permite a Ottone designar tres directores. A Arnz se suman el abogado Gonzalo Sánchez y el arquitecto Federico Sánchez, conductor de TV. 

Matías Rivas, director de ediciones UDP, llega a la Corporación Cultural Matucana 100; Loreto Bravo, secretaria ejecutiva de Acción AG y ex funcionaria del Consejo Nacional de la Cultura, a Balmaceda Arte Joven, que además tiene en su directorio a representantes de la Alcaldía de Santiago y del Ministerio de Educación.

La ex integrante del Directorio Nacional del Consejo Nacional de la Cultura y ex agregada cultural de Chile en México, Cecilia García-Huidobro, presidirá la Fundación Museo Violeta Parra, pronto a inaugurarse.

La ex Primera Dama, integrante también del Directorio del Teatro Municipal -por designación alcaldicia- Luisa Durán, representará a Ottone en la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles, que contribuyó a fundar, y la arquitecta Beatriz Navarrete se integra a Artesanías de Chile, entidad de la que fue Directora Ejecutiva.

Este destacado elenco, junto con dar bríos desde la sociedad civil a la gestión cultural de espacios públicos con administración privada sin fines de lucro, marca una nueva etapa en la relación del Consejo Nacional de la Cultura con los centros que reciben aportes financieros del estado, mediante una glosa presupuestaria.   

Es posible apreciar que los nuevos directores tienen amplio conocimiento de las instituciones que pasaran a integrar y una vasta experiencia en el creciente sector sin fines de lucro que contribuye enormemente al desarrollo cultural chileno.

Y también que el Ministro, entrega la palabra. Tal como aparece en los primeros lineamientos de la indicación sustitutiva del proyecto de ley de Ministerio de Culturas, en las que el Directorio Nacional no sólo se conserva sino que se amplía.

01 septiembre 2015

TOMÁS MOULIAN Y LOS LIBROS


A pesar de haber sido candidato presidencial, Rector y Director de unidades académicas, aunque él no lo quisiera -que lo dudo- Tomás Moulian, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2015, será recordado muy especialmente por su relación con los libros. Por leerlos, en cantidad; por analizarlos, en proporción no menor; por publicarlos, por un tiempo como editor; por escribirlos, casi una veintena. Y, por cierto, por todo aquello que revela una robusta relación con los impresos: crear pensamiento. Difundirlo, defenderlo y perfeccionarlo, si hay buenos argumentos.


Las primeras noticias sobre Tomás las escuché en los patios de la escuela de Sociología de la Universidad Católica, desparramados en Apoquindo 7228, ex seminario mayor. Era el profesor anhelado, el que recibía personalmente a cada alumno que así lo deseaba en una oficina que poco había cambiado desde su monjil destino anterior. Era el mítico sociólogo de pipa, camisa a cuadros, chaqueta de tweed, amigo y compañero en Lovaina de otro mito: Rodrigo Ambrosio.

Anhelo de sucesivos centro de alumnos era que Moulián hiciera clases incluso a los mechones de primer año, no reservarlo para los sesudos cursos de Teoría que comenzaban años después. Es que no había tiempo. La reforma universitaria de 1967 y la posibilidad pronta de un gobierno de la Unidad Popular aconsejaban que sus conceptos marxistas fueran transferidos, a la vena revolucionaria que se gestaba -quizás por vez primera- en la UC.

Revolucionaria e inconformista. Recordado es su texto sobre Checoslovaquia, "Un crimen y un error", en el que criticaba ácidamente la entrada de los tanques soviéticos en agosto de 1968, a Praga, que constituyó un dolor de cabeza para su partido y sus futuros socios comunistas de la Unidad Popular.

Mas tarde, en entrevista con el historiador Javier Amorós, Moulian sostuvo que la sociedad chilena construyó a fines de los 60 el “mito” de tener “una democracia ejemplar”, cuando “tuvimos siempre una democracia política en proceso de perfeccionamiento, pero con una sociedad muy oligárquica y muy autoritaria en sus jerarquías”.

Sin embargo, la urgencia de esos años lo arrastró, militante al fin, a sumir una tarea envidiable en el Gobierno de Allende: Jefe del Departamento de Libros de Quimantú, la editorial del Estado. Ello implicaba hacerse cargo de todo aquello que hoy se denomina ficción. Los de no ficción, estaban bajo la rigurosa mirada de compañeros más "adelantados" en las aguas de Marx: el PC Joaquín Gutierrez y el PS Alejandro Chelén.

Tomás asumió el desafío, asesorandose por el irremplazable escritor y lector compulsivo Alfonso Calderón y delegando a un novato asistente, que la empresa le proveyó, las publicaciones de textos escolares e infantiles. Impulsó además un comité asesor editorial donde opinaban impetuosos escritores jóvenes como Ariel Dorfman, Luis Dominguez o Antonio Skármeta. Así, nacieron bajo su dirección las colecciones Quimantú para Todos, Nosotros los Chilenos y Cordillera. Y se publicaron noveles plumas como Walter Garib, Ernesto Malbrán o Germán Marín.

De allí saltó a otras responsabilidades que culminaron, durante el paro de camioneros de octubre de 1972, en su más original texto político: ALERTA, un diario que se pegaba en los muros de Chile entregando información fresca y convenientemente analizada al pueblo que entraba de lleno a la espiral de lucha ideológica de aquellos años. Más de una noche Moulian salía con las brigadas verdirrojas del MAPU a pegar personalmente aquellos afiches que durante el día redactaba.

El inesperado crimen de Edmundo Pérez Zujovic, el 8 de junio de 1971, había conmocionado a la clase política y a la sociedad chilena en general. En medio del año de “la fiesta”, como lo llamara Moulian, la euforia gobernante se rompió cuando el deseado acuerdo político con la Democracia Cristiana, que le daría seguridad al avance socialista de la Unidad Popular, vio enterrar sus posibilidades junto al cuerpo del acribillado ex-ministro del interior del gobierno de Frei Montalva.

Durante la dictadura cívico militar no bajó la guardia y muy tempranamente intentó recomponer esos lazos frustrados a través de la clandestina revista UMBRAL, un compendio de artículos de sociólogos -entre otros el recientemente fallecido Ignacio Balbontín- economistas, periodistas y dirigentes de la UP y la DC que comenzaban a transitar juntos, al menos en sus páginas mimeografiadas. Mucho del sueño sobre la renovación socialista y la posterior concertación por la democracia traspasó ese umbral.

También escribió columnas en APSI y Análisis.

Con el retorno a la democracia, profundizó su independencia de toda militancia, acertando el pleno de la suerte -como él mismo señala que necesita un texto para ser rankeado entre los más leídos- con el ensayo "Chile actual: anatomía de un mito" publicado en 1997.

Lo que vino después es sabido y culmina con Tomás como intelectual público ampliamente reconocido y galardonado con el Premio Nacional.

Un enorme acto de justicia.

20 agosto 2015

CHAMBERT, COULON Y LOS OTROS


Está movido el mundo cultural. En un mismo día -19 de agosto- se han conocido los nombramientos, tras inéditos concursos, del Director del Teatro Municipal de Santiago y del Parque Cultural de Valparaíso. Dos emblemas de la gestión e infraestructura culturales en Chile. Uno, nuestro primer teatro como república; otro, heredero de un viejo polvorín auxiliar de la defensa portuaria primero y prisión después, que en el presente es principal espacio cultural de la única ciudad patrimonio de la humanidad que podemos esgrimir. Pero no sólo en el nivel de ejecutivos se producen cambios. Precisamente los procesos que culminan se deben, en gran parte, a las renovaciones de los Directorios en distintas corporaciones culturales.


Cuando asumió la Alcaldesa Carolina Tohá como Presidente del Directorio de la Corporación Cultural de Santiago, inició un proceso de cambio en él, quedando constituido, a la fecha, por seis personas ademas de su Presidenta: tres designadas por ella; una por las otras municipalidades que contribuyen al Teatro Municipal; otra, que proviene del ámbito empresarial, elegido por el Directorio, y una persona nombrada por el Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura. Esta designación recayó en la académica de la Universidad de Chile María Inés Silva, candidata a doctora en Sociología de la Cultura y Mediación Cultural en la Universidad Sorbonne Nouvelle.

Ese septeto fue el que escogió por unanimidad, luego del trabajo de una empresa caza talentos, para reemplazar a Andrés Rodríguez, a Frédéric Chambert. Un francés que probablemente sabe de cultura chilena más que muchos de los habituales visitantes al Municipal, y de literatura hispanoamericana como para haberse encontrado, a los 25 años, conversando en París con Jorge Luis Borges. En efecto, luego de una áspera conversa con Borges que no lo estimuló precisamente a hacerlo, decidió traducir por primera vez al francés obras del uruguayo Horacio Quiroga como Cuentos de amor, de locura y de muerte o Anaconda. Además de su simpatía por la literatura chilena -no en vano fue alumno del poeta Armando Uribe- en particular de Pablo Neruda, es cercano también a la música de Víctor Jara, habiéndose iniciado al español precisamente con Te recuerdo Amanda

En las artes que predominan en nuestro Municipal -el primer teatro de ópera de Latinoamérica, según Chambert- es también fuerte y confía en la labor de su antecesor: Un turco en Italia, actualmente en cartelera, montado por el teatro que aún dirige Chambert, es estreno mundial y está anunciado en Toulouse sólo para dos años más. Cuando él esté en propiedad instalado en Santiago. Por ahora, y hasta mediados de 2016, se seguirá moviendo entre Francia y Chile para cerrar la temporada del Teatro del Capitolio.

Andrés Rodríguez, que lo presentó al mundo de la cultura en la Sala la Capilla como el director del segundo teatro de ópera más importante de Francia, recibió un prolongado aplauso de sus pares que se disponían a escuchar el perfecto castellano del nuevo director, quién no dudó en declarar que si algún grupo de rock quisiere presentarse en el teatro, ello sería posible "si hay disponibilidad y pagan el correspondiente arriendo". 


Por otro lado, en la corporación cultural de la ex Cárcel de Valparaíso, la presidencia recayó, por designación ministerial, en el académico de la Universidad de Valparaíso y magister en Gestión Cultural de la Universidad de Barcelona, Alejandro Rodríguez, quién reemplazó a Cristián Warnken, iniciando de inmediato un proceso de búsqueda de Director Ejecutivo, que llegó a considerar también vía caza talentos, a más de 60 gestores culturales. La pesquisa, luego de reducir la nómina a seis personas, terminó con la selección del músico del Inti Illimani Jorge Coulón, quién debió vivir un largo exilio en Roma con su grupo, retornando a Valparaíso dónde se las rebuscó como dueño de restaurante, cantante, líder vecinal y finalmente postulante a cargos de elección popular, llegando a obtener, en 2013, un respetable tercer lugar -con un 18,4% de  la votación- como candidato a diputado dentro del antiguo sistema binominal.

Según Alejandro Rodríguez, "Coulón, que obtuvo la mayoría de los votos en el directorio, quedó como director ejecutivo, porque tiene, junto con su experiencia como creador y gestor, una mirada amplia del arte y la cultura. Es también un absoluto conocedor de la realidad sociocultural de Valparaíso, con toda su complejidad y diversidad". Su gran desafío -agrega- será lograr que el Parque Cultural se integre efectivamente con la ciudad; generar una programación equilibrada, en la que tengan espacio tanto las agrupaciones locales como otras.


En el GAM, por su parte, el Ministro Ottone designó como máxima autoridad a Ramón López, decano de Artes de la Universidad Católica y experimentado arquitecto de proyectos como el Centro Cultural Estación Mapocho y el propio Centro Cultural Gabriela Mistral. Su labor estará muy vinculada a la construcción de la gran sala de la segunda etapa del proyecto de centro nacional de artes escénicas y musicales que allí se aloja. 

La novedad es que el Ministro ha dejado la Presidencia, que ocuparon sus antecesores, de ese Directorio, el que ha ratificado a la Directora Ejecutiva, Alejandra Wood. Se ha manteniendo así el criterio que ha caracterizado su mandato de que no sea el Ministro ni funcionarios de su dependencia quienes representan a la autoridad en los respectivos Directorios, sino destacados académicos con amplia experiencia en la gestión cultural. Ello otorga mayor transparencia en la transferencia de recursos públicos a tales instituciones y da mayor fuerza  a su gobierno corporativo.

Como se ve, en los cambios recientes comienza a vislumbrarse una Política de Estado hacia los espacios que -como el Teatro Municipal, el Parque Cultural de Valparaíso o el GAM- se han constituido en grandes navíos de la flota cultural chilena. Por tanto, puede esperarse ajustes en los directorios de otros centros culturales que reciben importantes recursos desde el Estado.

Y también es previsible que el incipiente nuevo tipo de relación del Estado con estas grandes infraestructuras tenga un correlato en la indicación sustitutiva del proyecto de ley que creará el Ministerio de las Culturas.