Esta Columna de Oscar Landerretche, publicada en el Diario Financiero el 30/11/2007 perfectamente puede ser aplicada a las política culturales. Se las recomiendo. La envió Patricio Navia vía El Referente, con la siguiente observación: "Yo no se que tan buen jardinero sera el economista socialista (Ph.D., MIT) Oscar Landerretche, pero con la pluma de escritor hace maravillas. Esta metáfora es de antología Como columna es perfecta: tiene un punto central, una gran metáfora y un uso fascinante de adjetivos. Ademas, es profundamente convincente. Un placer para leer. Y a ver quien no se convence".
El jardín salvaje californiano se alimenta con inmigraciones de plantas y animales. El jardín inglés requiere de política pública. es decir, política de jardinero, cuidadosa, equilibrada y precisa.
Todo jardinero amateur tiene una decisión doctrinaria que hacer. Es una migrante decisión doctrinaria que nos visita cada primavera con los nuevos aires y los zorzales. Una decisión doctrinaria fundamental que afectará el carácter futuro de nuestro jardín, pero que, adicionalmente se convertirá en un reflejo de nuestra forma de ser. Un reflejo de nuestra personalidad política. nada menos.
La decisión es simple: ¿qué prefiere usted para su jardín? ¿el elaborado orden de un jardín barroco francés? ¿ese imperio de la geometría y la planificación centralizada? ¿con jardineras llenas de patrones cromáticos y formas geométricas que proclaman nuestro control sobre la naturaleza? ¿es un jardinero francófilo, obsesionado con las masónicas herramientas del orden: la escuadra y el compás?
Si éste es su gusto recomiendo los notables jardines de la Viña Santa Rita en Alto Jahuel. No es casualidad que la antigua casa patronal (que hoy opera de hotel) haya sido el hogar del caudillo conservador Domingo Fernández Concha. ¿Qué otro personaje de nuestra historia podría estar más obsesionado con el orden?¿O prefiere la desatada anarquía natural de un jardín salvaje californiano? ¿Ese oasis de intensidad darwineana donde sobreviven los fuertes y se siente el zumbido intenso de la vida en las calurosas tardes? ¿es de su gusto ese tributo a la selección natural? ¿a la intensidad de la vida desatada con gatos, pájaros y mariposas que se persiguen y alimentan mutuamente?
Ese tipo de jardín expresa, para mi gusto los aspectos centrales de la cultura yanqui: esa furiosa libertad, sin protecciones, sin orden, que se sustenta sobre la base del predominio de los más fuertes. Un jardín salvaje bien logrado puede ser muy hermoso también.
Hay muchos otros estilos también: la religiosa luz del jardín persa, la contenida intimidad del zaguán español, la eficiencia minimalista del jardín holandés, el detallismo orgánico del jardín japonés, la artificialidad plástica del jardín suburbano gringo, el seco y equilibrado orden del jardín zen, o incluso, la eficiente monotonía y simpleza maoísta del campo de arroz.
En fin, cada tipo de jardín parece reflejar claramente obsesiones nacionales, políticas y religiosas. Cada uno hermoso a su manera. Yo prefiero el jardín inglés. O para ser más preciso el English Cottage Garden y que uno podría traducir literalmente como Jardín de Casa de Campo Inglesa.
La característica central del Jardín Inglés es que combina diversidad y orden, utilidad y belleza. Sus orígenes son medievales. En una época en que escaseaba la tierra, se optaba por cultivar pequeñas cantidades de las plantas que se requerían para la vida diaria, tanto para el alimento del estómago, de la salud y del alma. Por ende, la característica central de ese jardín es que todas las plantas se cultivaban entremezcladas. Se mezclan hierbas medicinales, flores y vegetales, las que se sostienen en una hermosa y aparente anarquía. Digo aparente porque todos sabemos que en un ambiente así tiende, en el tiempo, a operar la selección natural. Es decir, tienden a predominar aquellos que han heredado fuerza de sus antepasados. La diversidad y utilidad del cottage garden , desafortunadamente, no son sustentables.
Por ende, el jardinero inglés tiene que intervenir fuertemente para mantener el equilibrio. Un equilibrio que mantiene un jardín diverso pero ordenado, hermoso pero productivo. Su intervención es decidida y está cargada de propósito. pero también de respeto por las plantas. Su intervención es precisa y eficiente. no puede ser de otro modo en un jardín pequeño y frágil. Su intervención es calculada y científica. Es muy difícil lograr un buen cottage garden, ya que requiere un nivel de preocupación muy alto. El jardín barroco francés se ordena rápidamente con tijerones de podar. El jardín salvaje californiano se alimenta con inmigraciones de plantas y animales que luchan por sobrevivir. El jardín inglés requiere de política pública. es decir, política de jardinero, cuidadosa, equilibrada y precisa.
Hay un paralelo divertido con la discusión chilena sobre el modelo. Una forma de verlo es pensar en que los "modelos" que están en debate son opciones doctrinarias de política pública, emparentadas con las opciones doctrinarias de los jardineros amateur como yo: las geométricas obsesiones de la planificación centralizada o la violencia darwineana del culto al mercado libre. Y la preferencia de algunos de nosotros: el equilibrado y orgánico enfoque progresista del jardinero inglés.