17 junio 2025

LOS GRANDES EDIFICIOS CULTURALES HABLAN



No dejé de dar un salto cuando, en el reciente foro de candidatos a las primarias de centro e izquierda, la periodista Angélica Bulnes preguntó a los participantes qué libro recomendarían. 

¡Por fin, exclamé! 

Al mismo tiempo, mi fértil imaginación, voló hacia Quimantú deseando que, habiendo una candidata de apellido Jara, ella u otro recomendara el Minilibro que ilustra este texto. Duró poco mi alegría, ni ella ni los demás aprovecharon la oportunidad de pasar algún mensaje que revele su inquietud programática por el libro y la cultura.


Debo reconocer mi ingenuidad de que desde nuestra izquierda que tanto valora al Presidente Allende y su obra, hiciera, en plena campaña, una alusión a ello.

Luego vino la conformidad, la mención de un libro en TV va a reverberar algún tiempo en los comentarios y las redes y luego llegará el ansiado debate sobre el futuro de un sector tan vilipendiado desde el estallido y la pandemia.

Esperaré detectar algo en la prensa. Y me encontré con agradables sorpresas. 

En coincidencia con el inicio de la campaña electoral, han comenzado a destacarse lo que los franceses llaman los grandes edificios culturales. A los que cada Presidente galo ha querido asociarse.

Enumero: 

1. La crisis del Club de La Unión que ha llevado a valorar su colección de arte, con aviesas intenciones de vender parte de ella para pagar sus deudas.

2. La Fundación Salvador Allende no ha recibido trato equivalente para la colección de su Museo, que hizo lo mismo que planean frente al conocido bar La Unión Chica: pagar la compra de un inmueble al Serviu con parte de su patrimonio artístico. Incluso, aclara la Fundación, se planteó un destino digno para las pinturas en la Casa de la Cultura Anáhuac del Parque Metropolitano. Pero, para alguno usar arte para pagar deudas es legítimo, para Allende, no.

3. Esta doble situación motivó un reportaje de Artes y Letras donde se revela que la gran mayoría de las colecciones de arte están en manos del Estado, principalmente en bancos, tal como ocurre en Colombia, Ecuador, México, Bolivia y un largo etcétera.

4. Siguió a esta nota una reveladora crónica de El Mercurio que destaca el liderazgo femenino en grandes espacios culturales como el Museo de Bellas Artes; el Centro Cultural La Moneda; la Biblioteca Nacional y el Centro Cultural Gabriela Mistral. Una muestra de cómo gestionar edificios culturales sin distinción de si son públicos o privados, de si ésta la realiza el SERPAT o una corporación sin fines de lucro. Lo que recuerda la propuesta ante la Cámara de Diputados -cuando se discutía en 2016, la creación del Ministerio de Culturas- de un Consejo Nacional de la Infraestructura y Gestión. Ver  https://arturo-navarro.blogspot.com/2016/03/un-consejo-de-la-infraestructura-y-la.html

 5. La Universidad de Chile ha anunciado, dos hechos relevantes: la rehabilitación de la ex sede de la Facultad de Química y Farmacia, en Vicuña Mackenna 20, para instalar un teatro de excelencia para la Orquesta Sinfónica. Además, su Dirección de Extensión ha anunciado, al convocar a la primera actividad sobre Venturelli y Siquieiros, que desarrollará una cartelera cultural en la Librería Universitaria de su Casa Central, en Alameda 1050.

6. El Museo Precolombino -otro gran espacio cultural- ha anunciado que se asocia a una aplicación que da acceso a 900 organizaciones culturales del mundo, impulsada por Bloomberg Philantropies y que se podrá descargar gratuitamente a la entrada del museo.

7. La Cineteca Nacional, inserta en el Centro Cultural Palacio de la Moneda, ha homenajeado a la cineasta Alicia Vega, dándole su nombre al microcine tradicional. Otro ejemplo de complementación de grandes espacios con pequeñas iniciativas fructíferas en términos de políticas culturales, como testimonian, además de la sala Alicia Vega, su reconocido Espacio Lector y la valiosa muestra "Como diseñar una revolución, la vía chilena al diseño", quizás lo más destacado de la conmemoración de los 50 años del Golpe, en 2023, pronta a presentarse en Barcelona.

8. La antigua estación del ferrocarril Arica-La Paz será rescatada para acoger a la primera Biblioteca regional; un auditorio para 180 personas; oficinas regionales del Consejo de monumentos y la Coordinación de bibliotecas públicas, y una cafetería. Otro caso de grandes edificios aportando a las políticas culturales, en este caso, además, monumento histórico.



La enumeración debería bastar para que los candidatos y sus equipos programáticos consideren una política para la gestión de grandes espacios culturales como la mejor manera de atraer a las audiencias hacia las artes y el patrimonio.

Otro dato: el 16 de junio el Museo del Louvre amaneció cerrado por huelga de sus funcionarios que llamaban la atención sobre el exceso de visitantes...

Parece que los grandes edificios culturales hablan y señalan el camino.



01 junio 2025

LA CULTURA TRAS LA PRÓXIMA PRESIDENCIAL



El inicio de la campaña electoral para la primaria del oficialismo del próximo 29 de junio, marca también el inicio de las propuestas para quienes ocupan el próximo gobierno 2026-2029. La cultura no escapa a este comienzo. Aunque con diferente énfasis según cada candidatura. 
 

Antes de analizar lo que vendría desde el actual oficialismo, es preciso fijarse lo que podría esperarse desde la actual oposición, en caso de imponerse. 

La derecha, post dictadura, no ha tenido una propuesta global para esta área. Recordemos que la largamente estudiada institucionalidad cultural que prepararon los mandatos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei y concretó Ricardo Lagos con su asesor presidencial, Agustín Squella, no tuvo oposición parlamentaria y se aprobó prácticamente de manera unánime el participativo Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. 

Sin duda, a esta aprobación contribuyó el que el organismo máximo del CNCA, su Directorio Nacional, debía incluir entre sus integrantes, al menos a dos representantes de la oposición: uno de ellos debía ser aprobado por el Senado como parte de un par que obviamente sería solo uno de gobierno. El otro surgiría de la necesidad que hubiera dos rectores universitarios, uno de las casas de estudio públicas, otro de las privadas.

Es decir, el espíritu de esta institución fue ser representativa de la totalidad de la sociedad, no solo de la cultura, las artes y el patrimonio -cinco personas de esos mundos- sino también de los Premios Nacionales, las universidades y los organismos estatales vinculados al tema como los Ministerios de Educación, Relaciones Exteriores, presidido por un ciudadano/a con rango de ministro.

Toda esta cabeza, descansaba sobre una exhaustiva pirámide de participación con consejos regionales y sectoriales. Todos, todos, con mayoría de la sociedad civil. Y dos características notables:

1. Los designados de la sociedad civil, no podían ser removidos por la autoridad política que los nombra.

2. Los acuerdos consagrados en Directorio y una obligatoria Convención Nacional, eran vinculantes.

Un ejemplo es el actual Centro Cultural Gabriela Mistral que surgió como centro nacional de artes escénicas y musicales en una Convención celebrada a finales del gobierno de Lagos y que la Presidenta Bachelet y su ministra de cultura, Paulina Urrutia, cumplieron rigurosamente.

La obra, desarrollada durante Bachelet, fue inaugurada por el Presidente Sebastián Piñera, a inicios de su mandato, dando testimonio de una política de Estado.

Tal característica fue continuada por el ministro Luciano Cruz Coke. 

Sin embargo, hubo dos hechos que la pusieron en cuestión: 

1. La necesidad de fortalecer a un ascendente  posible  candidato presidencial oficialista, Laurence Golborne, entonces Ministro de Obras Públicas, hizo que el gobierno traspasara la responsabilidad de construir la gran sala del Centro (entonces apocopado en GAM) desde el CNCA a Obras Públicas. Con la desventaja de ponerla en la fila de la enorme lista de obras públicas, con prioridades y urgencias regionales, políticas y de emergencias, abandonando la vigilancia permanente que sobre ella mantenía el Directorio del GAM y -a través de él- del CNCA, que había tomado a buen puerto la primera parte de la edificación, encabezada por un comité interministerial presidido por Paulina Urrutia al que el MOP solo respondía como secretaría técnica a través de su Dirección de Arquitectura.

2. Desde el mismo gobierno se fue imponiendo la idea de que el CNCA no dialogaba adecuadamente con la DIBAM, servicio público de igual rango, y que la Ley incitaba a coordinarse, como efectivamente ocurrió a nivel del Directorio Nacional donde participaban tanto la dirección de DIBAM como directores representativos del mundo del patrimonio. Una antigua idea en DIBAM -fundada en 1929- afirmaba que ella debía ser la cabeza natural de 
la institucionalidad cultural, compartida con la Universidad de Chile, como efectivamente ocurrió hasta la dictadura. Lamentablemente, se optó por la creación de un ministerio como única forma de coordinar ambas instituciones. 

Este camino fue continuado por el segundo gobierno de Bachelet que, once días antes de entregar el mando, dejó aprobado el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, sin reglamento ni lineamientos claros respecto a sus promesas como, por ejemplo, evitar duplicidades o reencasillar a los funcionarios que venían de servicios diferentes.

Desafortunadamente, tales falencias no han sido superadas por los seis ministras y ministros que lo encabezaron en los gobiernos Piñera 2 y Boric.


Ese es el escenario en el que llegamos a esta nueva oportunidad de establecer políticas culturales. 

De lo expresado, se desprende que la responsabilidad en retomar esos virtuosos años 1990/2018 recae principalmente en los sectores que hoy se agrupan en la candidatura de Carolina Tohá. 

Sin embargo, ello no significa simplemente regresar a la situación pre ministerio, pero, al menos, recuperar la condición vinculante y participativa de la institucionalidad cultural.

Además, haciendo una lectura de las nuevas condiciones que afectan al mundo cultural desde 2019 en adelante.

Desde luego, la insurrección de noviembre de ese año, dejó una deuda enorme y nueva con la infraestructura y el patrimonio material. Se requiere entonces una política de emergencia hacia espacios como el Museo Violeta Parra o el Cine Arte Normandie y el área patrimonial de la ciudad de Valparaíso.

La pandemia también dejó un daño a las audiencias culturales, deteriorando fuertemente la asistencia a los espacios culturales más relevantes del país. Se propone la creación de un Consejo Nacional -a semejanza de los del libro, la música o las artes visuales y de la representación- de la Infraestructura y la gestión donde se reúnan, coordinen y fijen políticas comunes los grandes edificios del SERPAT (MNBA, MNHN; MHN) con los grandes centros culturales de alcance nacional (CCPLM, GAM, CCEM...), museos temáticos (Derechos Humanos, Violeta Parra, MAC, MIM, Pre colombino...), teatros regionales (Maule, Bio Bio...), teatros municipales (Santiago, Iquique, Viña del Mar, Las Condes...), espacios privados (Teatro del Lago, Nescafé de las Artes, Corpartes...).


Hay tres fenómenos que convocan masivamente a los públicos en los últimos años en los que es necesario poner atención y proponer políticas:

1. Los conciertos, básicamente de música, desarrollados en estadios, arenas, casinos y salas convocan a muchas personas -particularmente jóvenes- que son de interés para estimular hábitos de consumo cultural. Se debe estudiar fórmulas de presencia en esos espectáculos de promoción de museos, bibliotecas, galerías de arte, teatros. Es posible combinar estos eventos con los trámites que los productores de espectáculos deben cumplir ante las autoridades públicas. (Se ha visto, por ejemplo, presencia del Museo de la Memoria en Lola Palloza).

2. Los edificios patrimoniales. La exitosa experiencia de los días del Patrimonio aconseja que el público que se restó en pandemia, mantiene e incrementa su interés por visitar -en horarios diurnos y con estímulos comunicacionales adecuados- espacios patrimoniales que bien podrían ser coordinados y distribuidos en turnos (como antaño las farmacias) a lo largo del año y conforme a la época del año. Es un tema de Programación que puede ser encabezado por la institucionalidad cultural, recurriendo a la asesoría de los avezados programadores de los grandes centros culturales. También es aconsejable proponer asociación de pares de elementos; por ejemplo, el T. Municipal con una biblioteca rica en libros de ópera, ballet, conciertos o de una galería de arte con el MIM. El Presidente Boric, en su Cuenta anual 2025 esbozó la posibilidad de un segundo día del Patrimonio para el mes de febrero 2026, el último mes de su mandato.

3. La literatura infantil y juvenil. Ha sido posible apreciar el surgimiento de editoriales especializadas, aumento de publicaciones, cuenta cuentos, lugares para dibujar y pintar, ferias, etc. Crear Espacios lectores -como ejemplo el que existe en el CCPLM- donde se pueda leer, pintar, escuchar cuentos, apreciar ilustraciones, es un aspecto programático importante. Ello por el impacto que la existencia de estos lugares puede tener sobre la delincuencia juvenil, en términos de ocupar tiempo libre y de estimular tempranamente la lectura. Oportunidad inmejorable es la invitación a nuestro país a la Feria de Frankfurt 2027, para llevar originales de libros infantiles traducidos al inglés o alemán, para que sean publicados en el exterior.


En síntesis, se requieren medidas de:

1. Intervención inmediata en espacios culturales de barrios y sectores vandalizados en el estallido social.

2. Programas de retorno de las audiencias a los espacios patrimoniales, artísticos y culturales a través del método de creación de nuevos públicos a partir de los intereses existentes (fomentar, por ejemplo, la lectura, entre asistentes a conciertos o el cine entre públicos de las bibliotecas).

3. Proyecto de Ley de Consejo Nacional de Infraestructura y gestión (esto toma app tres años legislativos, por lo que debe presentarse al inicio del mandato). Lo que no impide que desde la autoridad se convoque a un consejo provisional desde los primeros meses.

4. Creación del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. 

5. Convocatoria, a través del Fondo del Libro, de proyectos para la creación de Espacios lectores.

6. Elaboración de un Calendario Patrimonial a contar del segundo semestre 2026.


Esta lista puede y debe complementarse.

¡Adelante!


19 marzo 2025

""LAS ATADURAS DEL SILENCIO" de RODRIGO ATRIA



Cuando Mario Vargas Llosa vino, a mediados de 1981, al teatro ICTUS a presentar “La guerra del fin del mundo”, contó una anécdota de un militar peruano, correctamente uniformado, que luego de una conferencia, lo esperaba insistentemente para hacerle una pregunta, muy importante. Sorprendido, Mario lo recibió y escuchó con estupor que el oficial necesitaba saber cómo se había enterado de su historia, que apareció tal cual en la novela “Pantaleón y las visitadoras” (1973).


Vargas Llosa ratificó el hecho en una entrevista, realizada una lluviosa mañana de domingo en un cálido hotel frente al Parque Forestal y publicada en APSI 101, ambos estábamos escoltados por sendas Patricias; él con su prima en primorosa bata, yo con mi esposa, camuflada como fotografía de la revista.

Tuve una sensación parecida leyendo “Las ataduras del silencio”. ¿Cómo Rodrigo Atria se enteró de los silencios (obligados) y las ataduras (legalizadas) que me correspondió vivir durante los 5 años y 105 ediciones que dirigieron APSI? 

El misterio comenzó a desarrollarse hacia el final del verano reciente.

Antes, había tenido días gloriosos de lectura -en estéreo- sobre el Libertador Simón Bolívar, dos biografías contundentes -las de Marie Arana y de García Hamilton-, y una serie de 60 capítulos en Netflix.

((Práctica que recomiendo, luego de haber hecho otro tanto con “Patria”; “El Gatopardo”; “Pedro Páramo”, y “Cien años de soledad”)) 
 

Me disponía a buscar un nuevo conjunto de lecturas combinadas con streaming cuando a las 16:40 del martes 18 de febrero, irrumpieron en WhatsApp, mensajes de Rodrigo Atria:

Sin pasar por fiscalía alguna, los reproduzco fielmente:

[16:40, 18/2/2025] Rodrigo Atria: Querido Arturo, ¿cómo vas? ¿De vacaciones o de regreso de vacaciones?... Quizás ninguna de las dos anteriores...

[16:41, 18/2/2025] Rodrigo Atria: Te cuento que en marzo saldrá un nuevo libro mío...

Agregó una imagen con un texto de editorial Planeta que describía la novela como “lo que significó ser periodista en la década de los ochenta, mientras trabajaba en la revista APSI, cuando el miedo gobernaba...”

Minutos antes, repasaba con mi nieto de 7 años, algunos episodios televisivos de Star Wars me permitieron, desde esa galaxia, una primera deducción: Atria hacía una secuela, 
de mi experiencia APSI, lo que convertía a ésta en una “precuela” de la novela que, como imaginarán, ya había aceptado presentar aún antes de responder los mencionados WhatsApp.
 

Cual no sería mi sorpresa cuando, ya inmerso en la lectura de Atria, en el capítulo llamado Encriptación, página 93, me encuentro con R2-D2 si, con Arturito, el compañero de C3-PO Citripio...

Pero no nos adelantemos.


“Las ataduras del silencio” es una novela que describe dos sensaciones impregnadas, durante la dictadura, en la piel de los comunicadores: el miedo y la censura, la censura y el miedo. 

Una siniestra pareja que supervigilaba -como la madre de Woody Allen, desde las nubes en “Historias de NY”– el trabajo que antes fuera informar de la manera más certera y con chequeo de dos fuentes, a lo menos, ahora debía matizarse pensando si pasaría o no la censura y, de no hacerlo, cuál sería el costo: una citación desde DINACOS; una golpiza; decenas de llamadas telefónicas en las que nadie estaba al otro lado de la línea; una visita de misteriosos señores a su domicilio, o una cabeza de cerdo en la puerta de la revista.

Creía que APSI ya lo había vivido todo, desde la censura previa -en 1976- que exigía revisar los originales antes de imprimirlos, luego contrastar lo impreso con lo revisado para finalmente recibir un permiso de circulación. 

Después vino la autocensura, con citaciones periódicas a la sede de los tres poderes del estado, el Edificio Diego Portales, al director responsable, reuniones en las que el censor indicaba -destacados en amarillo en su ejemplar de la revista- cuales eran los temas que no se debía aludir. 

En agosto de 1981, vino la amenaza más robusta en boga: expulsión el país, como lo registra el capítulo “Amigos”, en su página 32.

Ello implicó el cierre de la revista por ocho meses y su reaparición el 6 de mayo de 1982, con nuevo director y editor: Marcelo Contreras y Sergio Marras. También nuevos periodistas: Dionisio Hopper -nuestro protagonista- entre ellos.

Ese mismo año de 1982, en la Plaza de Armas, surgió otro proyecto periodístico de envergadura, al que se adscribió Hopper/Atria: escribir las memorias de la Vicaría de la Solidaridad. No cabía duda que no sería grato a la censura y que se arriesgaba quizás tanto o más que escribir en APSI. Encabezaba la iniciativa Augusto Góngora.

Su origen fue que se estimó necesario dejar testimonio escrito de la extraordinaria labor de la Vicaría. Entonces un grupo de sus funcionarios agregaron a su incansable trabajo el ir registrando su encomiable labor. A poco andar advirtieron que alguien tenía que redactar literariamente tales documentos: Góngora convocó para ello a Rodrigo Atria, joven periodista que había mostrado dotes narrativas, a inicios de los setenta en la colección Nosotros los chilenos de Quimantú; que de alguna manera ocupaba el lugar de esa "vieja guardia del periodismo que ya no está. Algunos han muerto. Otros han salido del país y los que quedaron subsisten sin hacerse notar mucho" Capítulo "Rumores" página 58.


Así, a las tensiones y “guatas apretadas” de APSI (pues la máscara de Dionisio Hopper había caído y dejó a la intemperie a Atria) se sumaron las propias de reuniones clandestinas con Eugenio 'Queno' Ahumada; Gustavo Villalobos; Carmen Quesney; José Manuel Parada; Gustavo Saball, Javier Luis Egaña... en lugares variados y variables según las sospechas surgidas de misteriosos sujetos parado en las esquinas; llamadas telefónicas imprecisas, actitudes sospechosas...


Testimonio de ello aparece en “Noticia urgente” (página 205) cuando José Manuel Parada se convierte de autor del libro en víctima de un feroz asesinato y por tanto, en parte de los momentos más desgarradores del libro. Costó no romper en llanto como ese 29 de marzo.


Eso es esta novela que me honra introducirles: un relato en primera persona de un profesional que vivió en carne propia el intento de hacer periodismo de verdad en dictadura; también un relato colectivo de decenas de colegas que en libros, radios, boletines, revistas se jugaron por reconstruir un sistema de prensa que había sido dinamitado el 11 de septiembre de 1973.

Hay en estas páginas una lección de periodismo en las perores circunstancias, pero también un descarnado relato del miedo, de esa sensación de que aquello para lo cual la sociedad lo formó y hace profesionalmente, que debería ser apreciado, puede ser usado en su contra y tener costo en vidas, exilio, torturas, cárcel. O simplemente, miedo persistente a cualquier chirrido nocturno de neumáticos, para el protagonista y su entorno.


Pocas veces, en la variopinta literatura sobre la dictadura de Pinochet, es posible encontrar esta forma narrativa de un testigo presencial, que se cuestiona a sí mismo, que da cuenta de sus sensaciones más primarias y que, finalmente, hace novela en primera persona para narrar, magistralmente, como se escribía otro libro: “La memoria prohibida”, mientras superaba sus temores trabajando para una revista nacida cuando Chile, a solo tres años del golpe militar, iniciaba el camino de reconstruir su democracia. 


Democracia que es posible conservar gracias a testimonios como el de Rodrigo.

Gracias, colega y amigo.