25 octubre 2015

UN PRESUPUESTO BIEN ORQUESTADO


El próximo Presupuesto Nacional destinado a cultura, de $119.672 millones, tiene un incremento de más de 13%, muy superior a otros servicios públicos. En él existen varios ítems novedosos que podrían esbozar las preferencias del Gobierno y el Ministro Ernesto Ottone. Junto a un incremento de los fondos concursables, hay un aumento significativo de los aportes a instituciones más que a proyectos, a regiones más que a la capital, a orquesta profesionales más que otros elencos. También se barrunta el fin de un programa largamente desarrollado -desde 2000- y felizmente cumplido: la infraestructura cultural, junto a un fuerte aporte para el funcionamiento del nuevo Museo Violeta Parra.


La primera novedad son los 5 mil 189 millones destinados a “Otras Instituciones Colaboradoras”, profundización de un programa existente y que se refuerza en más de un 70%. En esta glosa permanecen aportes a instituciones colaboradoras del sector privado como Fundación Teatro a Mil, Corporación Cultural Balmaceda Doce Quince, Matucana 100. Más allá de ellas, este ítem contiene aportes, ya insinuados este año, a otras instituciones como el Teatro ICTUS, los Artistas del Acero, el Museo de Arte Moderno de Chiloé o el Teatro Regional del Maule, que tienen una dilatada trayectoria de colaboración con la acción del Estado en cultura. Se cumple así una vieja aspiración de no premiar sólo a proyectos específicos sino a entidades probadas en su persistencia y calidad de trabajo. Es decir, la formación de audiencias fieles, indispensables para el desarrollo cultural.

Es esperable entonces que otras instituciones, en igual proporción de 70% provenientes de regiones distintas de la Metropolitana y sólo 30% de ésta última, se sumen a quienes reciben recursos públicos, sin necesidad de concursos, amparados por una trayectoria como entidad sin fines de lucro, con evaluación a dos años plazo.

El segundo ítem nuevo es el programa de Orquestas Regionales Profesionales, de mil cuatrocientos 32 millones de pesos, que apunta a una larga aspiración de los músicos que no pertenecen a las grandes orquestas de la capital y desean profesionalizarse. Este nueva glosa beneficiará a las orquestas de Temuco, la Universidad de Concepción, de la Universidad de La Serena, la de Cámara de Valdivia, de Marga Marga y del Teatro regional del Maule, a través de las organizaciones sin fines de lucro que las administran. Como el programa de orquestas existía como concursable en el Fondo de la Música, esta nueva modalidad asegura que éste dispondrá de más recursos para las orquestas emergentes.

Desde 2015 se creó la glosa para Centros de Creación y Desarrollo Artístico para Niños y Jóvenes, que sube de dos mil cuatrocientos a dos mil novecientos millones de pesos, para 2016. Este proyecto forma parte del programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet y busca una amplia formación artística, en colaboración con áreas como educación, energía o ciencia. Para ello, busca levantar infraestructuras con características de centro para la infancia, con salas de experimentación de la ciencia y la tecnología para niños y jóvenes hasta 19 años, en conjunto con la familia también con un énfasis en localidades como San Joaquín, Calama o La Ligua.

Es nuevo también el programa de Fomento del Arte y Cultura de los Pueblos Indígenas, con mil cuatrocientos 57 millones de pesos, surgido a raíz de la consulta indígena y que apoyará actividades de revitalización y fomento de las expresiones artísticas y culturales de los pueblos originarios.

Respecto del equilibrio entre los recursos destinados a concursabilidad y aquellos a la asignación directa o transferencias, estas últimas crecen menos, sólo con un presupuesto de continuidad más IPC, es decir un 5 más un 3%. Por el contrario, el crecimiento de los fondos concursables es de un 10.4%.

El Ministerio de Hacienda no gusta de la asignación directa, menos especialmente a 2 años. Se logró esta vez por primera ocasión en el caso de las colaboradoras, sujeto a evaluación seria de continuidad y ejecución. Sin embargo, se mantiene le principio básico de la concursabilidad.

En infraestructura se está cerrando el programa en 2016, dado que se ha cumplido con éxito el rol de construir Centros Culturales en comunas de más de 50 mil habitantes, como acordó la política fijada en Convención Nacional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Este resultado ha permitido ir avanzando en el apoyo a comunas de menos de 50 mil habitantes, contra presentación de proyectos al fondo de infraestructura. Que recibe una evaluación transversal en los directorios nacional y regional.

Por su parte, el fomento ha ido creciendo conforme a la masa critica y nivel de creación existente, pensando no sólo en el creador sino en la ciudadanía cultural.

No hay recursos en el presupuesto considerados para el proyecto de Ministerio. Será el 2017. 

Si el Parlamento no dice otra cosa.

20 octubre 2015

LA FIESTA DEL LIBRO Y SUS PROTAGONISTAS


Febrero es el mes de los carnavales en el mundo cristiano, que se desata para después -en cuaresma- volverse devoto y llegar purificado a la Semana Santa. Fines de octubre es el tiempo de la fiesta del libro, en Chile y en aquellos países que invitamos a nuestro festival literario. Tiempo de dotarse de buenos libros a llevar a esos insuperables soliloquios que nos depara la buena lectura veraniega para más tarde arribar a ese santifico momento en que podemos compartir con los demás las experiencias angélicas de la exposición al arte escrito. 



Casimiro Marcó del Pont prohibió los carnavales, en 1816, a través de un bando: "Teniendo acreditada por la experiencia, las fatales y frecuentes desgracias que resultan de los graves abusos que se ejecutan en las calles y plazas de esta Capital en los días de Carnestolendas (carnaval) principalmente por las gentes que se apandillan a sostener entre sí los risibles juegos y vulgaridades de arrojarse agua unas a otras; y debiendo tomar la más seria y eficaz providencia que estirpe de raíz tan fea, perniciosa y ridícula costumbre; POR TANTO ORDENO Y MANDO que ninguna persona estante, habitante o transeúnte de cualquier calidad, clase o condición que sea, pueda jugar los recordados juegos u otros, como máscaras, disfraces, corredurías a caballo, juntas o bailes, que provoquen reunión de jentes o causen bullicio..."

Bandos, quemas, ni censura pudieron prohibir la fiesta del libro. Tanto que, habiendo sobrevivido a la intemperie del Parque Forestal, que acogió la Feria del Libro hace 35 años, un año después del plebiscito de 1988 y un par de meses antes de la elección del primer Presidente democrático post dictadura, la fiesta tuvo casa nueva, techada y abrigada: el Centro Cultural Estación Mapocho.

Una vez más se cumple el rito y los protagonistas se acicalan para disfrutarlo. Corren las prensas (que no han podido ser desplazadas por el sucedáneo electrónico); atusan sus bigotes los autores, entregados a su suerte esperando no ver una sola silla vacía en la presentación de su obra; hacen planes los lectores, sacando cuentas de las charlas que presenciarán, las firmas de sus favoritos que lograrán y los ejemplares que el presupuesto familiar permitirá adquirir. Y los editores -esos "enfermos incurables" a juicio del notable colega argentino Daniel Divinsky- se disponen a conversar. Sí porque eso es lo que hacen estos profesionales de una gestión cultural tan apasionante como endémica.

Conversan con colegas, con lectores y con autores, en ese orden, porque como dice Mario Muchnik y recuerda Divinsky, “lo peor no son los autores”: lo peor son los agentes literarios y los herederos de los autores. Tienen expectativas que superan a las de los autores.

De esas conversaciones infinitas surgen los nuevos sueños, mueren más proyectos que los que nacen, pero se prepara la nueva Feria, la próxima, que sin duda, será mejor.

Mientras esto ocurre, los invitados de honor, y así los sentimos, nos muestran lo mejor de lo que tienen, traen regalos, estimulan traducciones, cuentan, cuentan mucho de lo que ellos son, no sólo de su literatura, de sus costumbres, de sus condiciones geográficas y climáticas, de su humor y su gastronomía, siempre acompañada de sus bebidas más estimulantes para la creación.

También se quieren hermanar con algún jalón de Chile. Esta vez, la Embajada de Dinamarca quiso recordar a su compatriota el capitán de alta mar Oluf Christiansen Lund, que el 15 de abril de 1925 encabezó un grupo de hombres de puerto que crearon el Cuerpo de Voluntarios de los Botes Salvavidas de Valparaíso. Institución que acude con prontitud en cualquier condición de tiempo al llamado de auxilio de alguna embarcación que le sorprenda el mal tiempo o sufra alguna avería.

Para ello, acercaron al muelle Prat de Valparaíso al escritor Carsten Jensen, autor de "Nosotros los ahogados", obra basada en la historia del puerto danés de Marstal y sus habitantes, en el período comprendido entre los años de 1848 y 1945 cuyo entramado narrativo se desarrolla en buena parte a bordo de embarcaciones que surcan los océanos en todas las direcciones y en muy diversas circunstancias: trátese de la búsqueda de su padre por un imberbe marino, en los mares del sur, o del peligroso transporte de provisiones para el Ejército Rojo, en los días de la Segunda Guerra Mundial.


Este encuentro simboliza muy bien aquello de la fiesta del libro, que rebalsa los escenarios literarios -de realidad o ficción- que se siguen reproduciendo cada octubre. 

Como las próximas conversaciones entre editores dónde, a juicio de Divinsky, "hay algunos que se consideran partícipes necesarios del libro y otros que se dan cuenta de que son solo intermediarios. Coincido con mi amigo (Jorge) Herralde: el editor no descubre al autor, reconoce su existencia".

Reconocer la existencia del otro, vaya que buena manera de comenzar una fiesta.

Bienvenidos a la FILSA 2015.

06 octubre 2015

EL MODELO MAPOCHO DE GESTIÓN CULTURAL Y AUTOFINANCIAMIENTO



Un vídeo fue la carta de presentación ante la Reina Sofía, que galardonó al Centro Cultural Estación Mapocho con su Premio Internacional por la preservación del patrimonio y la difusión de la cultura, en su versión 2008, entregado el 24 de abril de 2009 en el palacio de Viana, en Madrid. Un premio muy honroso y que recibimos de sus manos, simplemente por cumplir nuestra doble misión, estampada a fuego en el acta constitutiva de la Corporación Cultural de la Estación Mapocho del 15 de febrero de 1991.

Dicho vídeo fue seguido por un discurso que tejimos como una arpillera, con fragmentos de frases de nuestro público, que fueron quedando en el cuaderno siempre a disposición de nuestros visitantes. Así, llevamos a esta notable ceremonia las palabras de a quienes nos debemos -nuestras audiencias- y las palabras de creadores chilenos, expresadas en el poema de Neruda; la canción ganadora del concurso en homenaje de los cien años de la estación Mapocho de José Cornejo y Alejandro Bianchi e interpretada por Santiago Rettig, y registros fotográficos que forman parte de la Memoria visual del Centro Cultural Estación Mapocho tanto históricos como aquellos captados por Luis Navarro Vega.

Entendiendo que el trabajo realizado es fundamentalmente de equipo especialmente con las tres directoras de las áreas del Centro Cultural Estación Mapocho (María Gracia Valdés, Cultura; Ghislaine Asfura, Desarrollo, y Myriam Barrientos, Administración).

Expondré sobre tres aspectos:
1.     Lugar del patrimonio en el desarrollo cultural actual
2.     El modelo Mapocho y su trabajo patrimonial
3.     La impronta del autofinanciamiento
Más un cogollo sobre el aporte que podemos hacer hoy en este campo.

EL PATRIMONIO EN EL ACTUAL DESARROLLO CULTURAL
El patrimonio es nuestra herencia cultural, un legado que aspiramos a hacer nuestro y transmitirlo a las nuevas generaciones.
La defensa del patrimonio, desde que surgió como oficio en el siglo XIX y que luego adquirió nuevos bríos con posterioridad a la segunda guerra mundial, ha seguido varias tendencias, de las cuales cabe destacar dos:
Un enfoque monumental y museístico. Consiste en la puesta en valor de bienes culturales que estimamos representativos de una época, de la nación. Es también una forma de conmemorar a los antepasados (monumentos, nombres de calles y avenidas). Es un enfoque que tiende a la conservación, a “sacar la foto” y preservarla sin modificación. Corre el riesgo de actuar como una pesada ancla en el pasado que impida a la embarcación movilizarse en el presente: no solo esta no saldrá del puerto sino que corre el peligro de no sortear adecuadamente las aguas cuando estas se vuelvan torrentosas.
Un enfoque desarrollista, de inserción en el mercado mundial. Conservar los bienes patrimoniales hasta convertirlos en herramientas del crecimiento económico, de promotores del turismo interno y externo, de sede simbólica para actividades comerciales de envergadura… Pero, corre el riesgo de sucumbir ante los apetitos económicos de quienes invierten en la preservación pero tienen sus ojos puestos no en la embarcación sino en el valor de los objetos almacenados en sus bodegas para ser transportadas pronto a otro puerto.
Chile tiene un defecto importante, frente a ambos enfoques: que nos encantan los terremotos y los tsunamis. De a poco hemos aprendido a construir edificios más sólidos y gracias a ello y al comportamiento aprendido –cultural- de sus habitantes, cada nuevo remecimiento de las placas del subsuelo cobra menos vidas y hasta somos admirados internacionalmente por ello. Se instala entonces un complemento a la tarea patrimonial que es restaurar o reconstruir casi permanentemente, lo que obliga a incorporar esa tarea  entre las ocupaciones habituales, para evitar así gastos inconmensurables ante cada fenómeno telúrico.
El 27/F tuvo un costo en reparaciones de daños de algo más de $17MS, mientras el 26/S menos de un millón.
Si bien hay muchos aspectos en los que el trabajo de los gestores con el sector privado o las audiencias puede contribuir a una infraestructura cultural, la edificación o la restauración no está entre ellos. La forma de salir de este círculo vicioso es utilizar los aportes de la gestión en labores de manutención que reduzcan al mínimo las necesidades derivadas de una tragedia natural. Su complemento, debiera ser la existencia de programas estatales permanentes de apoyo a edificios que sufren daños impredecibles.
Porque los edificios de la cultura pueden esperar, pero aquellas actividades artísticas que acogen, no. Son precisamente los espacios donde la población puede y debe refugiarse en las tragedias para reconfortarse con un libro, estimularse con una obra de teatro o engrandecerse con una muestra de artes plásticas.
El financiamiento cultural debe también asumir una condición mixta en la cual las audiencias y los gestores contribuyan con recursos para la prevención y el Estado se haga cargo, inevitable y rápidamente, de ser necesaria, de la restauración.

EL MODELO MAPOCHO Y SU TRABAJO PATRIMONIAL
Son varios los rasgos que adquiere el trabajo patrimonial del Centro Cultural Estación Mapocho. Destaquemos cuatro:

El primero es que el trabajo patrimonial del centro cultural es de la esencia a su existencia. La doble misión original de preservar el patrimonio y difundir la cultura.

El segundo es que la conservación del edificio Monumento Nacional es una tarea permanente, que por más de 25 años se ha mantenido en excelentes condiciones de conservación, mantención y de servicio a las múltiples actividades que cobija en sus espacios. Esto ayuda a construir un sentimiento muy importante: la estación Mapocho es querida, admirada, creíble, no por un público de elite informado sobre las tendencias arquitectónicas e ingenieriles de su construcción sino por toda la población.
-“Es un centro ciudadano”, afirman muchos visitantes, al que ningún sector social se resta. Según el Observatorio del Público, hemos recibido mas de 16 millones de personas a diciembre 2014 (16.007.079), con un promedio anual, en los 19 años, de casi 850 mil personas (842.478). De ellas, la mayor cantidad puede identificarse como una clase media culta (C2), mayoritariamente mujeres y jóvenes.
Este año 2015 el público, de enero a septiembre, ya alcanza más de 640 mil personas (640.972), comparado con el año 2014 a la misma fecha era sólo 465.293, lo que augura que superaremos el promedio anual, dado que aún nos esperan festivales culturales masivos como FILSA, Pulsar, Feria Verde o Deco Market. Casi puedo afirmar que rasguñaremos el millón de visitas, cifra que hemos alcanzado un par de años anteriores.

Tercero, si bien festejos necesarios como el Día del Patrimonio cultural ayudan a atraer visitantes a muchos espacios en el país, nuestra filosofía es que el Centro Cultural Estación Mapocho está siempre abierto para ser visitado. Y de hecho es lo que ocurre de la mano de la programación que copa prácticamente los 365 días del año, alcanzando un promedio del 80% de público fiel en los mismos 19 años. Pero también esa apertura total nos permite ser un lugar al alcance de la mano de la curiosidad de los turistas, de los transeúntes, de quienes se admiran por las características multiformes del barrio.

Cuarto, lo anterior se complementa con el hecho de que el Centro Cultural Estación Mapocho promueve la preservación, la difusión del patrimonio en su más amplia acepción. Son ejemplos de actividades que tienen esta característica:  Culturas en el aire, el Taller de Arte Textil Mapuche Ad Llallin, las exposiciones pluriculturales, las réplicas de FICIL, Cielos del Infinito, la Expo Cumbre de la Américas con su sección Tesoros de la Biblioteca Nacional y El señor de Sipán… Adicionalmente, hay una tendencia a realizar en nuestro centro las charlas de extensión que nos invitan a dictar o de estudiantes que vienen a conocer experiencias como los del doctorado en Gestión Cultural de la Universidad de Ohio, de la U de Concepción,  del DUOC o del magister en Gestión Cultural de la Facultad de Artes de la U de Chile.

LA IMPRONTA DEL AUTOFINANCIAMIENTO
¿Bajo qué condiciones se realizar todo lo anterior? Bajo la impronta del autofinanciamiento.  Una condición que se nos advirtió desde el inicio (“no queremos otro Teatro Municipal”) que aceptamos gustosos y que hoy valoramos como el gran defensor de la libertad para programar actividades. Ello significa que NO RECIBIMOS DINERO ALGUNO DEL GOBIERNO NI DEL MUNICIPIO. Que nos auto financiamos en un 100%.

Afortunadamente, este camino del autofinanciamiento ha sido también un camino hacia el autofinanciamiento cultural. Es decir, hemos aumentado severamente la cantidad de actividades artísticas que nos permiten alcanzar el monto de nuestras necesidades anuales (858M$ el 2014). Así, en 1995 el 48% de nuestros ingresos provenían de actividades culturales; % que subió al 60% el año 2000; al 74% en 2005, y estamos ya en el 85% el año pasado (2014). Es decir, somos capaces de autofinanciarnos con ingresos derivados de actividades culturales. El 15% restante proviene de actividades corporativas (cenas, entregas de subsidios, fiestas de empresas, cerradas al gran público) o abiertamente comerciales (Expo Vivienda).

Para dar más cifras, somos un Centro Cultural con 16 empleados con contrato indefinido (incluidos los 4 presentes); siete profesionales externos a honorarios (abogado, camarógrafo, fotógrafo, auditor, sociólogo, guías artísticas) y un par de decenas de personas que trabajan habitualmente para las empresas que desarrollan los servicios externalizados que requerimos permanentemente (mantención, aseo, seguridad, computación).

Además, autofinanciar no significa sólo gastar lo que ingresa, y dar algunos subsidios a festivales culturales de regiones, sino también prevenir.  Los impenitentes imprevistos (que en Chile ya pueden considerarse previsibles: los desastres naturales) que son en primer lugar la rigurosidad en la mantención del edificio (nuestro principal gasto) y la gestión del patrimonio en condiciones de terremoto y catástrofes, como expresión de un modelo mixto de gestión financiera del tema. En concreto, según nuestro último Balance, el mayor porcentaje de gastos no administrativos corresponde a mantención del edificio (78%), mientras los gastos en difusión de la cultura son un 22%.
Es relevante mencionar el esfuerzo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que después del 16/S ha resuelto reasignar 600 millones de pesos a esta tarea, dado los daños sufridos por bibliotecas, centros culturales y museos del Norte chico. Una cantidad pequeña pero que sugiere que, al menos, comienza a existir en un país cuya administración publica no contempla el ítem manutención.

 LA ALTA GESTION PÚBLICA EN CULTURA
 Esta tendencia, cruzada con los innumerables concursos que se hacen, inéditamente en Chile, para buscar altos directivos culturales (Teatro Municipal, Parque Cultural de Valparaíso, Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile, Centro GAM) nos ha confirmado una intuición que habíamos detectado en el espejo exterior.
En 2005, unos encuentros binacionales con gestores de Chile y Bolivia y luego Chile y Perú, nos enseñaron que reuniones de este nivel eran muy provechosas para la llamada diplomacia de los pueblos o de la sociedad civil.
Relacionando este ejercicio con una invitación previa, de 2002, de Casa de América de Madrid a exponer nuestra experiencia de autofinanciamiento, que generó una red de centros culturales de América y Europa, con solicitudes posteriores para lo mismo en el Campus Iberoamericano de 2010, Publica de 2013 y la Cumbre Mundial de la s Artes de la Cultura de Johannesburgo de 2007, nos dimos cuenta que había fidedigno interés por conocer lo obrado.
El empujón final vino de GOBERNA América Latina, dependiente del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, que nos pidió, en noviembre de 2012, elaborar un estudio de caso, con la metodología creada en Harvard, titulado Centro Cultural Estación Mapocho: gestión privada del espacio público, que finalmente se expuso presencialmente en el Banco de la República de Colombia en diciembre recién pasado, ante un selecto grupo de directores de centros culturales de Colombia, Ecuador, Perú y España, que siguieron virtualmente analizando el texto durante el resto del curso.
El resultado, de gran valor pedagógico nos ha llevado a firmar recientemente un Convenio con GOBERNA para intentar desarrollar en Chile un curso de Alta Gestión Pública en Cultura, aliados con alguna universidad, que estamos buscando.
Me parece que es la respuesta a esta necesidad que nuestra sociedad refleja en las búsquedas de ejecutivos señaladas.
Esperamos que así, como ustedes se han interesado generosamente en saber más sobre nuestro caso, podamos más temprano que tarde transmitirla a quienes serán los directores de nuestros museos, bibliotecas, teatro y centros culturales del futuro.
Quizás entonces, podamos sentirnos compensados de haber podido retornar a la sociedad algo del privilegio que ha significado administrar un Centro Cultural que nos ha dado tantas satisfacciones.