14 octubre 2010

¿POR QUÉ HACER MAL LAS COSAS SI SE PUEDEN HACER BIEN?




He intentado en los últimos días, explicar a mis colegas y amigos del extranjero qué es realmente lo acontecido y por qué, con el rescate de los 33 mineros que ha "conmovido al mundo". Literalmente. Porque la primera constatación es de que en aconteceres improbables como éste, las palabras toman su real dimensión. No queda margen para la exageración. Se los "extrajo de la montaña, encapsulados". Los familiares, autoridades y rescatistas los esperaban "al pié del cañón"; los trabajadores estaban en "el centro de la tierra" y "entre la vida y la muerte". En fin, los mineros nos han regalado un valioso uso del lenguaje,  incorporando al léxico común palabras precisas de la ingeniería, la medicina y la minería.

La explicación que más me ronda respecto del éxito del rescate es obvia: resulta bien aquello que se hace bien. Aquello en que todos los procesos se estudian previamente, se establecen planes de acción, se realizan pruebas y ensayos paso a paso. En fin, se reduce al mínimo las probabilidades de error. Y a la vez se toman las precauciones para que, en caso de acontecer la falla, estar preparados para superarla.

Inevitablemente, esta enumeración se me comienza a parecer a las clases sobre gestión cultural: "Los hechos resultan o no, mucho antes de acontecer. Ya en los preparativos o el proyecto, es posible detectar el resultado", me han escuchado incansablemente mis estudiantes. Esta frase no es más que el resultado de la experiencia, la observación y la reflexión posterior. "Actuar como hombres de pensamiento y pensar como hombres de acción" nos decía Jorge Millas, el filósofo.

Ocurre que, en nuestro país, es posible hacer las cosas de esta manera. No siempre, pero sí cada vez más. A lo menos, me consta, en el ámbito de la cultura. Quizás porque desde que se comenzó a perfilar un nuevo modelo de desarrollo cultural, hace 20 años, se incorporó a esa discusión la variable gestión y el factor infraestructura. En términos simples, se incorporó ingeniería. Tanto industrial como civil.

Y los resultados están a la vista, mientras vemos cómo en muchos países cae el gasto público en la cultura y el arte, Chile ha tenido un incremento de casi cuatro veces entre 2003 -año de creación del CNCA- y 2010, como se aprecia en el cuadro adjunto.

Desafortunadamente, las noticias del mundo nos traen más a menudo de lo que se quisiera, informaciones sobre reducciones de gastos en cultura, tanto desde México como desde Gran Bretaña dónde se ha dado a conocer un plan de racionalización por parte de Jeremy Hunt, Secretario de Estado para la Cultura, Juegos Olímpicos, Medios de Comunicación y Deportes.Después de una revisión del gasto público en diversos ámbitos, a finales de julio el gobierno británico anunció la decisión de suprimir algunos organismos públicos no ministeriales (las entidades denominadas ''arm's-length'') del sector cultural. 

Entre los organismos que desaparecerán se encuentran el Consejo Británico del Cine y el Consejo para los Museos, las Bibliotecas y los Archivos (MLA), mientras que se revisarán las funciones y los ámbitos de actuación de otros, tales como English Heritage. Hunt, también solicitó a otros organismos de financiación de la cultura, tales como el Arts Council England, que hicieran estimaciones para una reducción de la financiación entre un 25% y un 30%.

A raíz de estas decisiones se han producido diversas reacciones, tanto de los propios organismos afectados como de otras entidades y profesionales de la cultura. El mencionado Consejo de las Artes ha señalado: "El presupuesto de las artes es muy pequeño, cuesta menos de la mitad del precio de un litro de leche. A cambio tenemos: artes de primer nivel y artistas, un sector que da a Gran Bretaña una ventaja internacional como un lugar dinámico para vivir, trabajar y hacer negocios, un sector que alimenta las industrias creativas y la generación de empleo futuro en una de las zonas de más rápido crecimiento de la economía, y un sector con un historial probado de la regeneración de las ciudades y contribuir a una sociedad cohesionada y comprometida".

No sólo en el Reino Unido las artes y la cultura están contribuyendo con la economía a través de las industrias creativas. Para que eso ocurriera han debido pasar más de 60 años desde que se creara el Arts Council. En Chile, nuestro lábil -palabra que debemos a los mineros- CNCA tiene sólo una décima parte de la edad del Consejo inglés y por tanto, requiere todavía de mucho apoyo público y del mundo de la cultura. Un frenazo en su financiamiento creciente podría ser fatal.
Espero que el presupuesto nacional del 2011 así lo considere.