23 noviembre 2012

'RITORNO AL PRIVATO' O LA FILANTROPÍA NECESARIA



Cuando la dictadura en Chile provocó una estampida de exilio, muchos de los afectados resolvieron, en sus nuevos países, volver a lo privado, valorizando la vida familiar, los estudios y el ocio, por sobre la agitada vida de la época de Allende, que tan mal había terminado. Se hablaba, especialmente entre el nutrido exilio en Roma, de un “ritorno al privato”. Los años han pasado, muchos exiliados han retornado y la gran mayoría ha retomado sus actividades públicas, de compromiso social y preocupación por nuevas causas como la medioambiental, la igualdad de género, la educación pública o el indigenismo. En ellas se han encontrado con severas restricciones de financiamiento, en especial debido a que el estado ya no tiene la magnitud que tuvo y las nuevas buenas causas son infinitas. Surge entonces otra forma de mirar hacia lo privado: como una fuente más segura de organizarse, obtener recursos y a la vez menos incierta que los veleidosos fondos gubernamentales, tan sujetos a los cambios electorales. Nace la pregunta sobre cómo retornar a lo privado –empresas y sociedad civil- y persuadir a sus componentes que lo mejor para la sociedad toda es que se ocupen de estas nuevas causas que, a todas luces, han venido para quedarse.

Según el diario El País del 4 de agosto de 2010, “Warren Buffett y Bill Gates, los hombres más ricos en Estados Unidos, cenaron en secreto en Nueva York con una docena de grandes fortunas del país para hablar de todo lo que podría llegar a hacer si juntaban su dinero. Fue un encuentro sin precedentes, que muchos llegaron a sospechar se trataba de una reunión clandestina para, en plena crisis financiera, ver cómo podían dominar el mundo. Nada de eso. Se trataba justamente de lo contrario. En plan de amigos, los asistentes discutieron ideas para ver lo que podría hacer con sus fortunas en el ámbito de la filantropía. A ese encuentro siguieron otros, para dar forma entre bastidores a la campaña The Giving Pledge (El compromiso de dar). Hoy, casi medio centenar de multimillonarios se han sumado a la iniciativa y han hecho su manifiesto: destinar al menos la mitad de su riqueza a obras de caridad. Se trata de un movimiento sin precedentes en el ámbito de la filantropía”.

Con estos dos antecedentes básicos, la necesidad de financiamiento y la oferta del mismo, se configura en el mundo un escenario más que favorable para avanzar hacia el financiamiento privado de un sector que, a juzgar por lo que ocurre actualmente en Europa, lo requiere con urgencia: la cultura.

El camino en Chile no es sencillo, aunque se ha avanzado en el diagnóstico. El economista Jorge Marshall afirmó en diciembre de 2008 que "la filantropía fortalece la sociedad civil, lo que ayuda al progreso del país. Sin embargo, para lograr estos beneficios es indispensable una sana convivencia entre filantropía y democracia, ya que la capacidad del dinero de otorgar una mayor influencia a ciertos grupos está en permanente tensión con el principio de igualdad ante la ley. El avance de la filantropía requiere de un cambio cultural". Probablemente en la línea de los equilibrios que impidan dirigismos estatales o empresariales.

Uno de los principales impulsores de las donaciones empresariales, el animador de TV, Don Francisco, señaló el 22 de noviembre 2012: "Todavía en el mundo empresarial, en el mundo más poderoso, no existe el concepto de la donación a través del éxito. He visto en Estados Unidos y Europa, cómo le demuestro a la sociedad que tuve éxito: a través de hacer cosas por los demás. Es tan distinto a la costumbre de acá”. 

Para Nicola Schiess, Presidenta del Área de Fundaciones de la Asociación de Empresas Familiares de Chile, si bien en USA a la gente le gusta figurar, en Chile existe más la donación anónima, aún usando la ley de donaciones, pero falta el hábito de la filantropía, y eso debe fomentarlo el Estado. La ley de donaciones es poco estimulante y está restringida sólo a empresas con resultado positivo.

Un artículo publicado en Economía y Negocios, el 4 de noviembre pasado, señala que "las reglas para donar están dispersas en 90 cuerpos normativos y llenan 1.000 páginas de legislación, lo que dificulta su aplicación por parte de las firmas y las organizaciones particulares que buscan ayuda. El tinglado es tal que no siempre se puede estar seguro de que se obtendrá algún beneficio tributario, y una infracción puede ser castigada hasta con cárcel. Según un estudio del Ministerio de Hacienda, el 51% de los grandes contribuyentes de Chile no ha hecho un aporte de este tipo en los últimos siete años, y el 29% de los que sí lo realizan lo hace para un fin específico -usualmente cultura- y no a tantos otros que tienen las mismas o más necesidades de apoyo. El alto porcentaje de corporaciones que no han aportado no se explica por la falta de generosidad de sus dueños, sino más bien por el intrincado sistema que regula las donaciones en Chile y que es descrito por actores del mundo social como una mediagua a las que se le han ido agregando parches tras parches". 

Lo que parece lógico -según Jorge Navarrete, en La Tercera del 18 de noviembre- es avanzar en una sola ley que ponga término a las actuales diferencias -cuyos orígenes se rastrean más en el lobby que en una necesidad de política pública- de utilización sencilla y expedita, con un límite del 5% de la renta líquida imponible, y con fuertes exigencias en cuanto a transparencia y rendición de cuentas.

Llama la atención, en el caso de Chile, que un gobierno -y el Ministro de Cultura, aunque no su Directorio Nacional- confesadamente partidarios de la presencia de empresas en la gestión de espacios culturales, no hayan tenido una acción más decidida respecto del estímulo de la filantropía. El propio Presidente de la República, una de las mayores fortunas del país, no ha tenido gestos concretos en la dirección señalada, por el contrario, a juicio de analistas políticos de la época, demoró más de lo aconsejable en crear un fideicomiso ciego para administrar sus bienes durante su período presidencial. Es curioso que los mayores avances en el estímulo de la filantropía hayan venido de gobiernos del signo contrario, pero que entendían la necesidad imperiosa de reforzar los fondos públicos para la cultura tanto con concursos transparentes como con leyes de estímulos tributarios.

Como en otros fenómenos culturales, la ausencia de filantropía se explica por la carencia de hábitos filantrópicos y éstos provienen de la confianza en las instituciones receptoras de los recursos. Tal vez uno de los caminos posibles para desarrollar este hábito hayan sido las empresas familiares, ya que -por definición- tienen una permanencia en el tiempo por generaciones y es el tiempo el que apunta a la confianza y a los hábitos. Otro componente es la cercanía (emocional y geográfica) con los proyectos a apoyar. También el elemento familiar contribuye a establecer lazos con territorios ("la tierra de mis antepasados") o con proyectos ("la escuela de mis hijos o el teatro de los empleados de mi empresa"). No debe descuidarse entonces el aspecto emocional en la creación de hábitos de filantropía.

Con todo, queda claro que el problema no radica sólo en los donantes sino también en el resto de la sociedad (beneficiario, gestor y Estado). El Estado, a través de los gobiernos y la legislación, debe promover la filantropía no sólo con estímulos tributarios, sino con medidas que apunten a la creación de fundaciones administradoras de fondos de donantes, de protección del anonimato cuando éste se requiera, de estudios para descubrir aquellos casos de cercanía emocional o territorial de los posibles proyectos y velar por la transparencia de todas las donaciones.

Los beneficiarios deben tener la capacidad de organizar sus proyectos y elaborarlos en términos aceptables para los benefactores y para la sociedad. En ambos casos, la presencia de los gestores es determinante y necesaria. Por ejemplo, a través de la creación de fundaciones confiables administradoras de proyectos, con institucionalidades permanentes y no alterables según cambios electorales.

Si bien es cierto que hace falta la emocionalidad en los donantes para devenir en filántropo, es también necesario que se desarrolle una cierta emocionalidad entre la sociedad toda: que la gente que de alguna manera es admirada en la sociedad, como el director de cine George Lucas, deben predicar con el ejemplo en los momentos más difíciles. Es lo que hicieron las familias Carnegie y Rockefeller, y por eso quizás EE UU sea potencia también en el ámbito de la filantropía.  La filantropía será mejor recibida, como concepto, si los personajes admirados la desarrollan transparente y públicamente.

Veremos quién, en Chile, lanza la primera piedra... o el primer cheque.

19 noviembre 2012

LA CHILE, LOS SABIOS Y LA CULTURA

Foto de alejandrastgo bajo licencia Creative Commons

"Críticos, espontáneos y sólidos en sus conocimientos", así define la profesora Julia Romeo a los egresados de la Universidad de Chile, a quienes dice reconocer sin dificultades cuando cruza un par de palabras con ellos. La frase forma parte  del vídeo Memoria y Conocimientos, sabios y sabias de la Universidad de Chile, con que la Vicerrectoría de Extensión de la misma celebró los 170 años, el 19 de noviembre de 2012. El trabajo fue presentado en un merecido homenaje a 4 grandes de la universidad: Carla Cordua, Alfredo Jadresic y Humberto Giannini, además de Romeo, todos hoy jubilados.Tales maestros alcanzan una edad cercana a la mitad de los años que cumple su universidad, pero vibraron como estudiantes en una ceremonia que incluyó discurso introductorio de la Vicerrectora de Extensión; piezas al piano de Leng y Chopin, a manos de la decana de la Facultad de Artes; homenaje de sus pares al doctor Edmundo Covarrubias; emocionado discurso del Rector, y un vibrante Himno interpretado por un tenor mapuche. Una síntesis virtuosa de lo que significa la casa de estudios festejada. El siquiatra Covarrubias, en su propio vídeo, auguró otros 170 años, dos veces más, con buenas razones, a la U. 


Una entrañable amistad con Alfredo Jadresic y Humberto Giannini me llevó a participar del festejo, a pesar de no haber estudiado en la Chile, ni provenir de la educación pública. Sin embargo, descubrí durante el acto que decisiones tomadas por mí, en mi vida de adulto, tan trascendentes como dónde dar clases o qué amigos privilegiar me acercaban inevitablemente a la Universidad de Chile, quizás porque -uso palabras de la historiadora Sol Serrano- "pocas instituciones de carácter público han sido tan decisivas para la definición de la identidad de una nación, como la Universidad de Chile respecto de nuestro país. Más allá de constituirse en la principal casa de estudios superiores, la Universidad de Chile desde sus comienzos ha atado su destino al devenir de nuestra historia. Ha sido protagonista y forjadora de ella a través de destacados hombres y mujeres que han pasado por sus aulas, y por su condición de universidad nacional y su vocación integradora se ha constituido en la columna vertebral del pensamiento que orienta nuestra institucionalidad".


Una historia cultural

Para quién vivió en Chile toda la segunda mitad del siglo XX y fue educado en un colegio católico de una ciudad de provincia, “la Chile”, laica y nacional, era la universidad del país.

Las clases de música eran especialmente interesantes cuando se aprendía lo que era una orquesta, basados en aquella sinfónica dirigida por el maestro Víctor Tevah que daba sus conciertos en el Teatro Astor de Santiago. En un programa de la mítica orquesta de la Universidad de Chile se conocían los nombres de los instrumentos y de sus respectivos intérpretes.

Se escuchaba hablar de la oficina del Pequeño Derecho de Autor, antecedente de la actual Sociedad Chilena de Defensa de los Derechos de Autor (SCD), dependiente de la Universidad de Chile al igual que el ITUCH, compañía teatral que estremecía con montajes multitudinarios como Marat Sade; la cinemateca; el ballet, y el Museo de Arte Contemporáneo, creado en 1947 bajo la dirección de Marco Antonio Bontá. En 1940, se creó el Instituto de Extensión Musical, presidido por el Decano de Bellas Artes de la Universidad de Chile.

Existen pocos recuerdos más vivos de una muestra de artes plásticas que la exposición De Cézanne a Miró, organizada bajo la dirección de Federico Assler por el Museo de Arte Contemporáneo en la Quinta Normal, en conjunto con el Museo de Arte Moderno de Nueva York y apoyada por empresas privadas. Allí hubo oportunidad de conocer originales de Claude Monet, Henri Rosseau, Pablo Picasso, George Braque, Manet y otros. La muestra fue guiada por comentaristas de arte para que el público pudiera comprender las diversas tendencias de la plástica y durante su desarrollo se produjeron conferencias, comentarios y ensayos de la más variada índole, agitando la actividad cultural del país. 

La Universidad fue adelantada en crear, en 1995, un Postítulo en Gestión Cultural en la Facultad de Artes, en combinación con la Facultad de Economía, con menciones en Artes Plásticas y en Artes Musicales, de carácter vespertino, en las aulas de calle Diagonal Paraguay. Actualmente el  Postítulo se ha convertido en Magister y además dicta cursos virtuales para gestores de municipios de todo el país. 

Hace 170 años, la instalación de la Universidad de Chile fue uno de los hitos más significativos de la naciente República y representa en sí uno de los más claros actos de autodeterminación, al situar en el saber y la enseñanza pública el eje articulador del país que comienza a construirse. Existía consenso entre los intelectuales de la época de que un Estado —aún no estando separado de la Iglesia como en ese entonces— "debía velar por el progreso y la promoción de valores universales”. 
    
Desde un comienzo la Universidad de Chile se definió a sí misma como garante de la cultura clásica, humanista y secular.  Don Andrés Bello, para quien el saber es una cuestión social, íntimamente ligada al progreso material y cultural de una nación decía: “Todas las verdades se tocan —en el área del conocimiento—, se llaman unas a otras, se eslabonan, se empujan”. Bello asociaba la universidad con las necesidades nacionales: "Todas las sendas en que se propone dirigir las investigaciones de sus miembros, el estudio de sus alumnos, convergen en un centro: la Patria”.

No es posible concebir el futuro cultural de la Patria sin la Universidad de Chile. No es bueno dejar pasar este aniversario 170 sin reconocerlo.

12 noviembre 2012

EL CAMINO LENTO HACIA LA LECTURA

En la década los 80 -la misma de la serie televisiva- proliferó en Santiago un sistema de venta de libros que consistía en que hábiles vendedores voceando en la calle trasladaban a los eventuales compradores a una sala relativamente asequible donde -oferta de regalos, como un reloj, mediante- les dictaban una convincente charla respecto de lo importante que era para sus vidas adquirir, en ese instante, una enciclopedia de decenas de tomos, que cubría varios metros de pared y que se pagaba, casi sin sentirlo, con una nada despreciable cantidad de cheques. Se instaló así un método conocido como "la movida" en que los vendedores eran argentinos de buen despliegue verbal y los compradores, modestos chilenos con pocas destrezas para salir airosos de ese encierro, voluntariamente asumido, pensando en el bendito reloj.


Se estableció así la poco sana costumbre de comprar primero y enterarse después del contenido de lo adquirido, lo que al tratarse de libros es, por decir lo menos, un enorme despropósito. El hábito se fue perfeccionando mediante ofertas, técnicas de marketing, escritores promocionados como estrellas de rock por una malsana concentración de la propiedad de las editoriales en todo el mundo, que segmentaban mercados hasta el detalle.

El símbolo de esta perversión fue una promoción de revista Ercilla que regalaba tomos y tomos de la Historia de Chile de Encina -la completa, no el resumen de Leopoldo Castedo- con un mandatorio y televisivo: "usted debe tenerla". De estudiarlo o leerlo, nada. De hecho se conocen pocos casos de lectores, menos de quienes pudieron derrotar la imperfecta encuadernación para enterarse de la historia patria.

Pero, el hábito de acercarse de esa peculiar manera a la lectura persistió y persiste. Es por eso que iniciativas que buscan extirparlo, como la Feria del Libro, con su nuevo enfoque 2012, o Puerto de Ideas, con su potente programa han comenzado "la reconquista" del lector menos impulsivo y más reflexivo respecto de los libros que compra.

Puerto de Ideas es, para comenzar, una buena idea en un mejor puerto. Tres días en los que la ciudad comienza a ser invadida por ansiosos lectores que bajan y suben cerros con la misma destreza con que abandonan sus autos y conocen ascensores, escaleras, cementerios, restaurantes y librerías mientras, casi sin notarlo, se trasladan a la ex Cárcel, el atrio de La Matriz, el Museo Lord Cochrane o el Museo Naval, convertidos en cajas de pandora que encierran maravillosas historias como las de Almudena Grandes, Alberto Manguel o Tzvetan Todorov. Sólo después de esos banquetes neuronales nace el legítimo e incontenible deseo de conocer y adquirir las obras de los ponentes, sea en el formato de lecturas dramáticas, recitales de música o sencillamente libros.

La Feria del Libro, una vieja buena idea en un recinto también arquitectónica-mente estimulante, inició este año el camino de privilegiar contenidos por sobre ofertas y figuras de farándula, con la natural dificultad de que se trata de tres centenares de miles de lectores que llegan muchas veces atraídos por el canto de sirena de las posibles rebajas y estimulados por los críticos de turno que compiten en dar "el dato" que suele asesinar el espíritu busquilla de todo buen lector. Las señales 2012 fueron potentes: desde la inauguración, con un Presidente de un país hermano que se paseó por la literatura nacional y las bellezas naturales y de la fauna de su país con una certeza que inspiró una de las mejores improvisaciones del Presidente anfitrión. Luego, la presencia insoslayable del tema multicultural en mesas redondas, presentaciones, el propio pabellón del Ecuador, el de Magallanes y hasta en el sorprendente stand del Ministerio de Educación, que mostró su producción en lenguas indígenas. Más allá, varias figuras de Puerto de Ideas, la Universidad de Chile, la Academia de Humanismo Cristiano -aliados en el programa cultural- junto a debutantes como el Instituto Nacional de Derechos Humanos, Balmaceda Artejoven o la micro museo de choferes amantes de su heroica labor.

Sería largo enumerar cómo se va engrosando la densidad de la feria y necio volver a reiterar una vez más los indicadores clásicos de número de asistentes -siempre más- de cifras de ventas -siempre misteriosas- de número de stand y metros cuadrados de crecimiento de la muestra -naturalmente crecientes- o recordar que las altísimas temperaturas de las carpas colindantes fueron combatidas con una fría climatización.

Es tiempo de comenzar a pensar qué instituciones podrían agregarse en las próximas versiones, como este año la Academia Diplomática y su revista, y cómo todos podemos contribuir a que la densidad siga engrosándose y la adquisición de libros ralentizándose, dando paso primero a saber de sus contenidos, obviando ratings de ventas y generosas ofertas de auto ayuda. Que la mejor ayuda ante cualquier enfermedad -física o del alma- es una buena lectura.

Este año, los organizadores de Puerto de Ideas y Feria del Libro hicieron su parte.Bien por ellos. Bien por el libro.