24 mayo 2010

UN NUEVO RELATO PARA CHILE: de Washington a Peñalolén

Aunque cultura ni relaciones internacionales ocuparon lugares destacados en el Mensaje Presidencial del 21 de mayo, la primera está, de hecho, pausadamente ocupando parte de la agenda internacional chilena. Desde que dejamos de ser un país susceptible de recibir cooperación internacional, debido a nuestros índices económicos, algunos extranjeros nos miran con otros ojos en este campo: somos aliados posibles en propuestas comunes más que aceptantes pasivos de cooperación.

Durante un desayuno informal del Harvard Club de Chile con el próximo Embajador en Washington, Arturo Fermandois, apareció tema de la propiedad intelectual que sigue haciéndonos pasar vergüenzas en la agenda con Estados Unidos, revelando que no es casualidad que sea un jurista en futuro representante de Chile en ese país. Luego, se planteó el ineludible aprendizaje que deberíamos hacer los chilenos del uso generalizado de la filantropía aplicada a la cultura, muy acorde con la necesidad planteada por las actuales autoridades nacionales de incrementar los aportes privados a las artes. Se esbozó también la necesidad de promover nuevos destinos turísticos –más allá de las Torres del Paine, Isla de Pascua y San Pedro de Atacama- para atraer al viajero norteamericano y el rol que el adolescente cine chileno podría jugar en ello. El Embajador citó a Roberto Ampuero quién ha planteado que “Chile no existe” en el mundo, por “la carencia de un cuento, megarrelato o epopeya que cautive; una impericia para proyectar afuera a un país generador de una cultura que vale la pena conocer y visitar, y creer que bastan buenos resultados económicos para crear una imagen positiva”.

Desde los años 60s, estábamos acostumbrados a ser enseñas internacionales con relatos como “la revolución en libertad” que llegó de la mano de la Alianza para el Progreso como alternativa a Cuba castrista; la “vía chilena al socialismo” del primer Presidente marxista elegido democráticamente, o la transición ejemplar que “derrotó al dictador con un lápiz”. El mundo parecía entonces mirarnos con interés. Pero, nos llegó la hora en que impactamos al mundo más con sucesos específicos que con seductores procesos: dos terremotos dentro de los mayores top cinco de la historia, el record de telescopios por metro cuadrado…

Sin embargo, no tenemos más alternativa que, simultáneamente, reelaborar nuestra leyenda y cautivar al mundo para que conozca nuestra cultura. Sabiendo que la imagen de un país se construye a partir de sus raíces –no sólo las de vides y frutales- y en procesos más que en hechos aislados.

Hay ejemplos de que la cultura chilena acrecienta su presencia internacional.

Hace pocos días se congregaron en el Consulado los creadores chilenos residentes en NY –llegaron más de 50- con el objeto de colaborar y aprender a desarrollar proyectos comunes. Entre los protagonistas musicales y en las primeras obras del repertorio del reinaugurado Colón de Buenos Aires, se encuentran algunos intérpretes chilenos y montajes de nuestro Teatro Municipal. Antonio Skármeta estrena, el 25 de junio, la obra de teatro "18 Quilates" en el Teatro Mercadante de Nápoli y el 23 de septiembre la opera “Il Postino” en Los Ángeles; mientras, en Berlín, gestores alemanes trabajan afanosamente en los preparativos para celebrar –en noviembre- los primeros 70 años del ex conductor del Show de los Libros. Nuevas leyes culturales que se discuten en países de América Latina –como Argentina, Perú y Ecuador- están considerando con extraordinario interés lo alcanzado en Chile en esa materia.

Sin embargo, lo más asombroso de los últimos días fue el Primer Encuentro de Agregados Culturales en Chile que organizó la Corporación Cultural de Peñalolén y que contó con la participación de casi un centenar de representantes de diferentes países que compartieron con autoridades culturales del país y los dinámicos animadores culturales de la comuna.

El Ministro Luciano Cruz Coke inauguró la reunión exhortando a: "pensar en grande, en el futuro, en crear redes que a largo plazo nos permitan que las buenas iniciativas culturales desarrolladas por otros países, así como las nuestras, circulen por el mundo".

El Agregado Cultural de Argentina, Manuel Balaguer, escogió esa ocasión para anunciar que junto a su Embajada, en Avenida Vicuña Mackenna, se construirá el centro cultural de su país, espejo del que acaba de edificar Chile en Buenos Aires.

En una señal de manejo local en aguas internacionales, Mónica Alegría, Directora de la Orquesta Infantil de Peñalolén desafió a los presentes a organizar un homenaje al ex ministro venezolano José Antonio Abreu, creador del considerable movimiento de orquestas juveniles y que a su vez se inspiró en la obra pionera del Director serenense Jorge Peña Hen. El reto fue acogido con aplausos.

¡Una iniciativa de alcance continental nacida en una acogedora sala de Peñalolén, en un evento convocado por su municipio!

¡Qué mejor ejemplo de que no es necesario pasar por los ministerios concernientes para establecer relaciones de mutua colaboración!

Una demostración de que los relatos de los países deben tener un importante componente de redes y relaciones a diversos niveles: ciudad-comuna; país- ciudad; comuna-comuna; país-comuna, en fin, rompiendo los niveles clásicos contenidos por los embudos oficiales.

El entorno de Peñalolén – lugar de monumentos nacionales, un significativo porcentaje de población indígena, generosas viñas, creativos artesanos, universidades, vecinos económicamente variopintos y hermosos parajes cordilleranos- es terreno fértil para seguir profundizando en ello. Los fervorosos peñalolinos vaticinan que la próxima cita será “en la punta del cerro” refiriéndose al San Ramón, trepando en un teleférico que planea el Alcalde Claudio Orrego quién sólo lamentó que su comuna carezca de mar. Como convite, hizo entrega a cada uno de los asistentes internacionales de un frasco conteniendo pedruscos del montículo.

En efecto, Peñalolén no tiene mar, pero está construyendo redes… y colaborando a crear un relato para reinsertar a Chile en el mundo, nacido desde las macizas rocas de la identidad y la diversidad.

21 mayo 2010

VALPARAÍSO, CIUDAD CREATIVA


Un segundo encuentro internacional de economía creativa realizado en la sede del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes la tercera semana de mayo de 2010 –el primero fue en Buenos Aires, en 2009- permite algunas reflexiones sobre esta inasible condición y la muy palpable ciudad de Valparaíso. La creatividad, por definición, acepta características diversas y es antagónica a esa forma encuadrada que es la innovación, la que supone que hay que hacer algo nuevo, sobre lo que se define como viejo e inservible, útil sólo para ser superado por esta compulsión por derribar antes de construir.

Es lo que no acontece en Valparaíso. Sus grandes proyectos de infraestructura están basados precisamente en lo antiguo, en lo arcaico, en lo que nuestros innovadores terminarían de destruir. Aún no amaina la lucha por migrar los cuadros del Museo de Bellas Artes a su sede renovada del viejo Palacio Baburizza. Ya se recuperó el antiguo Correo para el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que alberga además un activo Centro de Extensión que recibe este encuentro engalanado con muestras del diseño local. Los sueños que comienzan a revelarse están sitos en el edificio Luis Cousiño, monumento nacional desde 1994, cuando la picota innovadora ya lo tenía más herido que el tiempo de abandono y que el DUOC UC está transformando en un centro de gestión de turismo y patrimonio; en la recuperación del Teatro Velarde, espacio que los sucesivos alcaldes han sido incapaces de convertirlo en Teatro Municipal de veras, hasta que el terremoto del 27/F los conminó a hacerse cargo, con una pequeña ayuda de la ciudadanía; en la antigua Cárcel, múltiples veces inaugurada como centro cultural por autoridades que nunca pudieron compatibilizar este sueño con sus tenaces ocupantes que esperan formar a nuevas generaciones de creadores desde la simpleza de un parque y que tuvieron la serenidad de abortar sendos proyectos de Sebastián Irarrázabal y Oscar Niemeyer que ponían la arquitectura –externa y no concursada- por sobre la conciencia autosuficiente de los porteños; en la tradicional Universidad de Playa Ancha, dónde académicos y estudiantes de artes escénicas sueñan con transformar el antiguo casino en una sala multiuso que atienda y forme espectadores entre pobladores, soldados, estudiantes y demás habitantes de la populosa Playa Ancha; en el antiguo edificio de la salitrera Anglo Lautaro, de calle Serrano dónde instalará sus humanidades la Universidad de Valparaíso; en la fogueada Estación Puerto dónde se construye un nuevo acceso al Metroval y tres módulos de edificaciones que se destinarán a oficinas, hotelería y estacionamientos.

Para qué seguir, allí está la ciudad, su ciudadanía avanzando sin ansiedad, sin dejarse llevar por las modas, como si vivieran a miles de kilómetros de Santiago… y de las autoridades. Esa es quizás la fuerza heredada de los emigrantes que se adhirieron de manera improbable a los cerros para acompañar a un puerto que recibía cotidianamente bienes de todo el mundo y sobretodo, oportunidades de crecimiento comercial y humano.

Esa integración de la fuerza de la creatividad con la potencia de la geografía y las edificaciones añosas es lo que hace de Valparaíso una ciudad que tiene otros ritmos, que no se ocupa de convencer a quienes anhelan hacerle un bien de que tal vez sus buenas intenciones vienen impregnadas de otras lógicas, que acá las apariencias ya están y tienen raíces, que las vestimentas y las comidas pueden ser diferentes a lo que dictan las revistas y los cronistas, que finalmente, esta realidad es inabarcable, contradictoria y sorprendente.

Se trata de una ciudad excepcionalmente no proselitista, que no se ocupa de tener accesos luminosos ni turísticos, que bloquea periódicamente su principal acceso por la Avenida Argentina con una feria que intercambia alimentos, antigüedades y ropas usadas con naturalidad y parsimonia, cuyos ciudadanos se movilizan, en el plan, con la tranquilidad de troles y ascensores combinados por la vertiginosidad de los colectivos que circulan en los cerros. Como si el retorno a los miradores que son sus casas fuera lo único urgente.

Valparaíso es de procesos tan largos como recurrentes. En una guía bilingüe de la oferta creativa porteña que tiene el sugerente nombre de ten.haz!, editada por CORFO, conviven tanto novísimas tiendas de arte, fotografía y diseño con la Biblioteca Santiago Severín, la tradicional Sala El Farol de la Universidad de Valparaíso y el Instituto Chileno Norteamericano.

Lo nuevo no se explica sin lo antiguo, lo original no existe sin su contraste con la diversidad del entorno. Un productor de cine señaló en el encuentro que había logrado, para una película extranjera, recrear en Valparaíso siete ciudades de Europa. Ojalá lo pudieran lograr otras urbes que sólo ven oportunidades en la expansión urbana hacia los cielos y hacia los contornos, en la demolición sistemática y en la importación de estilos, que es muy diferente en la inmigración de los mismos.

Por eso, Valparaíso es diferente aún en su creatividad. Y cuesta mucho entenderlo. Sobretodo que el título de este Encuentro es “Hacer las cosas bien”.

¡Bravo! Háganlo bien, sin mirar a quién.

Capaz que resulte.

17 mayo 2010

DE SERRAT A GARZÓN


La transición política chilena tuvo –qué duda cabe- una gran proximidad con la española. Dentro de ello, hay dos figuras que, para los chilenos, destacaron nítidamente: Joan Manuel Serrat y Baltasar Garzón. Uno en el comienzo del fin de la dictadura, otro, en inicio del fin de la transición. Hoy, cuando el Juez Garzón está pasando un mal momento, que le impide hacer en su país lo que sí hizo por el nuestro, vayan estas líneas de homenaje a todos esos españoles que, como los cientos que se unieron al bando patriota hace 200 años, se la jugaron por nuestra Patria cuando intentábamos recuperar la democracia.


Pocas horas antes del Plebiscito del 5 de octubre de 1988 que marcaría la derrota electoral de Pinochet y el inicio del fin de la Dictadura, un avión de Iberia cruzaba la cordillera transportando a una nutrida delegación de políticos españoles que venían a apoyar a sus colegas chilenos en el acto electoral y sus posibles consecuencias. En la nariz del avión, un periodista chileno enviado por el Comando del NO a Buenos Aires para abordar el aparato, entrevistaba a al cantautor catalán Joan Manuel Serrat, que sería el único de los pasajeros que no pudo descender en el aeropuerto de Santiago. El gobierno militar tenía prohibida su entrada a Chile. No obstante, Serrat dejó un saludo –grabado en el silencio de un de los lavabos del avión- que sería escuchado por el más de un millón de chilenos que celebraban ese mismo día la concentración de cierre de la Campaña del NO.

Este gesto, mezcla de tristeza por no estar y de alegría por lo que vendría -como las transiciones- simboliza el inicio de una urgente relación entre una España que cerraba una transición hacia la democracia plena y un Chile que la iniciaría mientras Serrat regresaba cabizbajo a Barcelona.

Después del plebiscito, la dictadura duró aún un año más. Ese mismo tiempo fue empleado para preparar una infinidad de proyectos que unirían a ambos países a contar del inicio del gobierno democrático elegido por los chilenos en diciembre de 1989.

El Parque de los Reyes, en el centro de Santiago es uno de los más emblemáticos pues fue gestado en una Escuela Taller, impulsada por España, que formó allí mismo a los jardineros, herreros y canteros, surgidos de entre los jóvenes desempleados de sectores marginales de la ciudad que darían forma al enorme jardín. La formación de estos futuros artesanos consideraba incluso su alimentación mientras duró la obra.

Junto al Parque, el Centro Cultural Estación Mapocho acogió en 1992 la magnífica exposición LETRAS DE ESPAÑA que venía a testimoniar la producción literaria de la transición española que cumplía 25 años. Los casi 8 mil ejemplares que la constituían permanecen en la biblioteca juvenil de Santiago, a un costado del Centro Cultural. Los más de 20 escritores que acompañaban la muestra se desplegaron por el país, participando en foros y conferencias en universidades de regiones.

En 1996, se realizó en Santiago la Sexta Cumbre Iberoamericana de Naciones, en la que se ratificaba la condición democrática chilena recibiendo en una misma reunión a los mandatarios de Ibero América y la península, hasta entonces, la cumbre de naciones más relevante celebrada en el Chile en transición. No obstante, la ciudadanía se manifestó indiferente frente a la reunión que tuvo impactos mediáticos debido a la presencia, por primera vez en el país, de reporteros de programas de TV extranjeros que buscaban ridiculizar a los mandatarios. La gente desde sus casas siguió más al argentino Figureti que a los Presidentes. Este fenómeno provocó que en una siguiente Cumbre –esta vez de las Américas- la actividad oficial se concentrara en un Hotel mientras se desarrollaba un atractivo programa cultural abierto a la comunidad. La Expo Cumbre de las Américas fue visitada por más de un cuarto de millón de personas en sólo 4 días. Sus organizadores, el Centro Cultural Estación Mapocho, estrenaron el Chile el sistema Ticket Master para la distribución de Invitaciones gratuitas en horarios franjeados. La gente fue protagonista de la Cumbre: una alfombra roja que llevaba a los visitantes desde la entrada principal hasta el centro del escenario simbolizó la irrupción de la ciudadanía en la vida cultural.

Las instancias de colaboración en el ámbito cultural entre ambas naciones tienen infinidad de rostros en este período, desde la reconstrucción de los fuertes españoles de Mancera en Valdivia y los Pucarás indígenas de Quitor en Atacama hasta las donaciones de obras de Chillida, Miró y tantos otros al Museo de la Solidaridad Salvador Allende que trabajosamente se instalaba en Chile con aportes de autonomías españolas.

Pero la relación de las transiciones se encuentra también en otros ámbitos, como el judicial, dónde existen precedentes cuando abogados españoles de derechos humanos atendían a prisioneros políticos en las cárceles chilenas al amparo y vigilancia de la Vicaría de la Solidaridad. Significativamente, también fue un juez español, Baltasar Garzón, quién remeció a los chilenos y al mundo ordenando la detención en Londres, de Augusto Pinochet. Con ese hecho, acaecido en la London Clinic, podríamos decir que se inicia el fin de la transición chilena, y se genera el más audaz medio de comunicación nacido post dictadura: The Clinic. Un periódico irreverente y destapado que, curiosamente, se rebela contra todo lo establecido desde una inédita mezcla de un nombre en inglés (The Clinic) con un lema muy tradicional en el periodismo chilena (“Firme junto al pueblo”).

Conservación y cambio.

Como las transiciones.