17 mayo 2010

DE SERRAT A GARZÓN


La transición política chilena tuvo –qué duda cabe- una gran proximidad con la española. Dentro de ello, hay dos figuras que, para los chilenos, destacaron nítidamente: Joan Manuel Serrat y Baltasar Garzón. Uno en el comienzo del fin de la dictadura, otro, en inicio del fin de la transición. Hoy, cuando el Juez Garzón está pasando un mal momento, que le impide hacer en su país lo que sí hizo por el nuestro, vayan estas líneas de homenaje a todos esos españoles que, como los cientos que se unieron al bando patriota hace 200 años, se la jugaron por nuestra Patria cuando intentábamos recuperar la democracia.


Pocas horas antes del Plebiscito del 5 de octubre de 1988 que marcaría la derrota electoral de Pinochet y el inicio del fin de la Dictadura, un avión de Iberia cruzaba la cordillera transportando a una nutrida delegación de políticos españoles que venían a apoyar a sus colegas chilenos en el acto electoral y sus posibles consecuencias. En la nariz del avión, un periodista chileno enviado por el Comando del NO a Buenos Aires para abordar el aparato, entrevistaba a al cantautor catalán Joan Manuel Serrat, que sería el único de los pasajeros que no pudo descender en el aeropuerto de Santiago. El gobierno militar tenía prohibida su entrada a Chile. No obstante, Serrat dejó un saludo –grabado en el silencio de un de los lavabos del avión- que sería escuchado por el más de un millón de chilenos que celebraban ese mismo día la concentración de cierre de la Campaña del NO.

Este gesto, mezcla de tristeza por no estar y de alegría por lo que vendría -como las transiciones- simboliza el inicio de una urgente relación entre una España que cerraba una transición hacia la democracia plena y un Chile que la iniciaría mientras Serrat regresaba cabizbajo a Barcelona.

Después del plebiscito, la dictadura duró aún un año más. Ese mismo tiempo fue empleado para preparar una infinidad de proyectos que unirían a ambos países a contar del inicio del gobierno democrático elegido por los chilenos en diciembre de 1989.

El Parque de los Reyes, en el centro de Santiago es uno de los más emblemáticos pues fue gestado en una Escuela Taller, impulsada por España, que formó allí mismo a los jardineros, herreros y canteros, surgidos de entre los jóvenes desempleados de sectores marginales de la ciudad que darían forma al enorme jardín. La formación de estos futuros artesanos consideraba incluso su alimentación mientras duró la obra.

Junto al Parque, el Centro Cultural Estación Mapocho acogió en 1992 la magnífica exposición LETRAS DE ESPAÑA que venía a testimoniar la producción literaria de la transición española que cumplía 25 años. Los casi 8 mil ejemplares que la constituían permanecen en la biblioteca juvenil de Santiago, a un costado del Centro Cultural. Los más de 20 escritores que acompañaban la muestra se desplegaron por el país, participando en foros y conferencias en universidades de regiones.

En 1996, se realizó en Santiago la Sexta Cumbre Iberoamericana de Naciones, en la que se ratificaba la condición democrática chilena recibiendo en una misma reunión a los mandatarios de Ibero América y la península, hasta entonces, la cumbre de naciones más relevante celebrada en el Chile en transición. No obstante, la ciudadanía se manifestó indiferente frente a la reunión que tuvo impactos mediáticos debido a la presencia, por primera vez en el país, de reporteros de programas de TV extranjeros que buscaban ridiculizar a los mandatarios. La gente desde sus casas siguió más al argentino Figureti que a los Presidentes. Este fenómeno provocó que en una siguiente Cumbre –esta vez de las Américas- la actividad oficial se concentrara en un Hotel mientras se desarrollaba un atractivo programa cultural abierto a la comunidad. La Expo Cumbre de las Américas fue visitada por más de un cuarto de millón de personas en sólo 4 días. Sus organizadores, el Centro Cultural Estación Mapocho, estrenaron el Chile el sistema Ticket Master para la distribución de Invitaciones gratuitas en horarios franjeados. La gente fue protagonista de la Cumbre: una alfombra roja que llevaba a los visitantes desde la entrada principal hasta el centro del escenario simbolizó la irrupción de la ciudadanía en la vida cultural.

Las instancias de colaboración en el ámbito cultural entre ambas naciones tienen infinidad de rostros en este período, desde la reconstrucción de los fuertes españoles de Mancera en Valdivia y los Pucarás indígenas de Quitor en Atacama hasta las donaciones de obras de Chillida, Miró y tantos otros al Museo de la Solidaridad Salvador Allende que trabajosamente se instalaba en Chile con aportes de autonomías españolas.

Pero la relación de las transiciones se encuentra también en otros ámbitos, como el judicial, dónde existen precedentes cuando abogados españoles de derechos humanos atendían a prisioneros políticos en las cárceles chilenas al amparo y vigilancia de la Vicaría de la Solidaridad. Significativamente, también fue un juez español, Baltasar Garzón, quién remeció a los chilenos y al mundo ordenando la detención en Londres, de Augusto Pinochet. Con ese hecho, acaecido en la London Clinic, podríamos decir que se inicia el fin de la transición chilena, y se genera el más audaz medio de comunicación nacido post dictadura: The Clinic. Un periódico irreverente y destapado que, curiosamente, se rebela contra todo lo establecido desde una inédita mezcla de un nombre en inglés (The Clinic) con un lema muy tradicional en el periodismo chilena (“Firme junto al pueblo”).

Conservación y cambio.

Como las transiciones.

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