27 diciembre 2012

¿EN QUÉ ESTÁ LA GESTIÓN CULTURAL EN CHILE?


Revisando, con motivo del fin de año, el estado actual de nuestra gestión cultural, llama la atención su inserción en nuevos espacios del acontecer social, como la Academia Diplomática Andrés Bello, que ha iniciado en 2012 una cátedra de Gestión Cultural en su curso regular para futuros diplomáticos chilenos y algunas conferencias en el curso internacional, orientado a eventuales embajadores de otros países.
 

Las relaciones culturales internacionales han progresado a través de la incorporación de una gestora chilena al Board de la IFACCA, y de actividades artísticas y encuentros promovidos por profesionales chilenos preocupados por las problemáticas de países como Grecia, España, Cuba y Perú. En medio de la crisis económica griega, se organizó en Santiago y Valparaíso, sendas lecturas de poesía chilena y helena en sus respectivos idiomas, protagonizados por poetas de ambas nacionalidades. España ha mirado las experiencias chilenas de sobre vivencia a bajos financiamientos, invitando a expertos chilenos a los programas de formación superior Publica 2013 y Goberna América Latina. Por su parte, Cuba en combinación con la Embajada chilena en La Habana, organizó un taller para compartir experiencias a nivel local, nacional y de auto financiamiento, en el marco del potencialmente de fundaciones culturales privadas cubanas sin fines de lucro. El Instituto de Chile invitó al poeta peruano Carlos Germán Belli a recitar sus creaciones, "sin diferendos" junto a los poetas chilenos Oscar Hahn y Pedro Lastra, en medio del Juicio de La Haya. El país respondió con dignidad aunque sin desplegar la real magnitud de su potencial literario, a la invitación de la FIL de Guadalajara.

El DRCLAS de la Universidad de Harvard convocó, junto a la Fundación Luksic, a sus Visitors de los últimos diez años para un Seminario que resaltó el papel de los privados en la filantropía cultural. El Salzburg Global Seminar, incluyó a tres profesionales chilenos en sus seminarios 2012, tanto en su nivel sénior, como de formación de líderes culturales jóvenes.  

Es posible, además, encontrarse con más de una quincena de CV de expertos chilenos en las páginas de ConnectCP, el “quién es quién de la gestión cultural en el mundo” y  siete blogs chilenos en la Blogosfera cultural, editada en Barcelona.

La propagación por el territorio nacional de la gestión cultural es otro hecho remarcable, en espacios como el Teatro del Lago, la casa del Arte Diego Rivera de Puerto Montt, el Teatro Regional del Maule, el Parque Cultural de Valparaíso, el Teatro José Bohr de Punta Arenas, el centro Chimkowe de Peñalolén o en festivales como Cielos del Infinito en Magallanes y un puñado de muestras de cine en diversas regiones.

Nuevas actividades de gran público se han convertido en uno de los atractivos mayores para las audiencias, como Puerto de Ideas en Valparaíso, Ch.ACO, Pulsar y la Bienal de Diseño en el Centro Cultural Estación Mapocho  y la notable muestra de la Fundación Peggy Guggenheim en el CCPLM. Sin afectar actividades masivas que se consolidan cada año como FILSA, FITAM o la Bienal de Arquitectura, que merece un reconocimiento especial por su montaje (ver foto).

En términos legislativos, hemos asistido al lamentable espectáculo del avance cero, el galope muerto, sin resultados ni en las Donaciones Culturales, la ley de Monumentos ni la eventual nueva institucionalidad. Agravado esto último por  anuncios de restauración del Palacio Pereira para albergar, entre otras, a una institución inexistente. Lo que se une a apoyos públicos a iniciativas de restauración patrimonial, sin planes de gestión previos.

En la difusión de las actividades de gestión cultural hemos presenciado los riesgos de las redes sociales: igualación y falta de ponderación de cada evento; superación rápida de un acontecimiento, y difusión buscando cifras  impactantes más que resaltar contenidos de calidad. No obstante, algunos debates a través de cartas y columnas de opinión en la prensa escrita, como los relativos a Museos vacíos, la FIL de Guadalajara o el Museo de la Memoria, han permitido aclarar algunos conceptos básicos de gestión.

Para el futuro, el desafío más potente es la realización en Chile de la Cumbre Mundial de la Cultura y las Artes de enero 2014, una gran oportunidad, que sólo cinco países han tenido, ninguno de América Latina ni de habla hispana.

Cabe alegrarse de iniciativas vinculadas a la Formación de nuevas generaciones, como la anunciada revista del MGC de la U de Chile y la realización de su primer claustro académico, de enero 2013.

En difusión, existen muchos espacios a conquistar, tanto en redes sociales como medios de comunicación tradicionales, haciéndose necesaria una reflexión sobre el aporte que pueden o no hacer las alianzas conocidas como media partners o medios asociados, de tanta frecuencia en los grandes centros culturales.

Desde el mencionado debate en Harvard nos llega una tarea sobre la filantropía como tema de futuro ante un escenario incierto de financiamientos públicos en el mundo. Desde nuestro propio país aumentan las señales respecto de la inminencia del tema de la interculturalidad, reactivado con la presencia de Ecuador en la FILSA.

En la medida que se acercan elecciones Presidenciales y Parlamentarias se pondrán en el tapete los programas de gobierno y de seguro se reavivarán temas como la institucionalidad, es de esperar que se combinen con la participación ciudadana, de la mano de los movimientos sociales, sin  desconocer el papel que deben jugar los nuevos alcaldes.

Mientras, en infraestructura, deberá ponerse atención en la construcción de  la última etapa del  GAM y la licitación del Teatro Oriente, sin descuidar los avances de los prometidos teatros regionales.

Como síntesis, mientras innumerables iniciativas de la sociedad civil, universidades y ámbitos públicos ajenos a lo propiamente cultural, insuflan vida a la nuestra gestión, el aparato público aparece en deuda.

23 noviembre 2012

'RITORNO AL PRIVATO' O LA FILANTROPÍA NECESARIA



Cuando la dictadura en Chile provocó una estampida de exilio, muchos de los afectados resolvieron, en sus nuevos países, volver a lo privado, valorizando la vida familiar, los estudios y el ocio, por sobre la agitada vida de la época de Allende, que tan mal había terminado. Se hablaba, especialmente entre el nutrido exilio en Roma, de un “ritorno al privato”. Los años han pasado, muchos exiliados han retornado y la gran mayoría ha retomado sus actividades públicas, de compromiso social y preocupación por nuevas causas como la medioambiental, la igualdad de género, la educación pública o el indigenismo. En ellas se han encontrado con severas restricciones de financiamiento, en especial debido a que el estado ya no tiene la magnitud que tuvo y las nuevas buenas causas son infinitas. Surge entonces otra forma de mirar hacia lo privado: como una fuente más segura de organizarse, obtener recursos y a la vez menos incierta que los veleidosos fondos gubernamentales, tan sujetos a los cambios electorales. Nace la pregunta sobre cómo retornar a lo privado –empresas y sociedad civil- y persuadir a sus componentes que lo mejor para la sociedad toda es que se ocupen de estas nuevas causas que, a todas luces, han venido para quedarse.

Según el diario El País del 4 de agosto de 2010, “Warren Buffett y Bill Gates, los hombres más ricos en Estados Unidos, cenaron en secreto en Nueva York con una docena de grandes fortunas del país para hablar de todo lo que podría llegar a hacer si juntaban su dinero. Fue un encuentro sin precedentes, que muchos llegaron a sospechar se trataba de una reunión clandestina para, en plena crisis financiera, ver cómo podían dominar el mundo. Nada de eso. Se trataba justamente de lo contrario. En plan de amigos, los asistentes discutieron ideas para ver lo que podría hacer con sus fortunas en el ámbito de la filantropía. A ese encuentro siguieron otros, para dar forma entre bastidores a la campaña The Giving Pledge (El compromiso de dar). Hoy, casi medio centenar de multimillonarios se han sumado a la iniciativa y han hecho su manifiesto: destinar al menos la mitad de su riqueza a obras de caridad. Se trata de un movimiento sin precedentes en el ámbito de la filantropía”.

Con estos dos antecedentes básicos, la necesidad de financiamiento y la oferta del mismo, se configura en el mundo un escenario más que favorable para avanzar hacia el financiamiento privado de un sector que, a juzgar por lo que ocurre actualmente en Europa, lo requiere con urgencia: la cultura.

El camino en Chile no es sencillo, aunque se ha avanzado en el diagnóstico. El economista Jorge Marshall afirmó en diciembre de 2008 que "la filantropía fortalece la sociedad civil, lo que ayuda al progreso del país. Sin embargo, para lograr estos beneficios es indispensable una sana convivencia entre filantropía y democracia, ya que la capacidad del dinero de otorgar una mayor influencia a ciertos grupos está en permanente tensión con el principio de igualdad ante la ley. El avance de la filantropía requiere de un cambio cultural". Probablemente en la línea de los equilibrios que impidan dirigismos estatales o empresariales.

Uno de los principales impulsores de las donaciones empresariales, el animador de TV, Don Francisco, señaló el 22 de noviembre 2012: "Todavía en el mundo empresarial, en el mundo más poderoso, no existe el concepto de la donación a través del éxito. He visto en Estados Unidos y Europa, cómo le demuestro a la sociedad que tuve éxito: a través de hacer cosas por los demás. Es tan distinto a la costumbre de acá”. 

Para Nicola Schiess, Presidenta del Área de Fundaciones de la Asociación de Empresas Familiares de Chile, si bien en USA a la gente le gusta figurar, en Chile existe más la donación anónima, aún usando la ley de donaciones, pero falta el hábito de la filantropía, y eso debe fomentarlo el Estado. La ley de donaciones es poco estimulante y está restringida sólo a empresas con resultado positivo.

Un artículo publicado en Economía y Negocios, el 4 de noviembre pasado, señala que "las reglas para donar están dispersas en 90 cuerpos normativos y llenan 1.000 páginas de legislación, lo que dificulta su aplicación por parte de las firmas y las organizaciones particulares que buscan ayuda. El tinglado es tal que no siempre se puede estar seguro de que se obtendrá algún beneficio tributario, y una infracción puede ser castigada hasta con cárcel. Según un estudio del Ministerio de Hacienda, el 51% de los grandes contribuyentes de Chile no ha hecho un aporte de este tipo en los últimos siete años, y el 29% de los que sí lo realizan lo hace para un fin específico -usualmente cultura- y no a tantos otros que tienen las mismas o más necesidades de apoyo. El alto porcentaje de corporaciones que no han aportado no se explica por la falta de generosidad de sus dueños, sino más bien por el intrincado sistema que regula las donaciones en Chile y que es descrito por actores del mundo social como una mediagua a las que se le han ido agregando parches tras parches". 

Lo que parece lógico -según Jorge Navarrete, en La Tercera del 18 de noviembre- es avanzar en una sola ley que ponga término a las actuales diferencias -cuyos orígenes se rastrean más en el lobby que en una necesidad de política pública- de utilización sencilla y expedita, con un límite del 5% de la renta líquida imponible, y con fuertes exigencias en cuanto a transparencia y rendición de cuentas.

Llama la atención, en el caso de Chile, que un gobierno -y el Ministro de Cultura, aunque no su Directorio Nacional- confesadamente partidarios de la presencia de empresas en la gestión de espacios culturales, no hayan tenido una acción más decidida respecto del estímulo de la filantropía. El propio Presidente de la República, una de las mayores fortunas del país, no ha tenido gestos concretos en la dirección señalada, por el contrario, a juicio de analistas políticos de la época, demoró más de lo aconsejable en crear un fideicomiso ciego para administrar sus bienes durante su período presidencial. Es curioso que los mayores avances en el estímulo de la filantropía hayan venido de gobiernos del signo contrario, pero que entendían la necesidad imperiosa de reforzar los fondos públicos para la cultura tanto con concursos transparentes como con leyes de estímulos tributarios.

Como en otros fenómenos culturales, la ausencia de filantropía se explica por la carencia de hábitos filantrópicos y éstos provienen de la confianza en las instituciones receptoras de los recursos. Tal vez uno de los caminos posibles para desarrollar este hábito hayan sido las empresas familiares, ya que -por definición- tienen una permanencia en el tiempo por generaciones y es el tiempo el que apunta a la confianza y a los hábitos. Otro componente es la cercanía (emocional y geográfica) con los proyectos a apoyar. También el elemento familiar contribuye a establecer lazos con territorios ("la tierra de mis antepasados") o con proyectos ("la escuela de mis hijos o el teatro de los empleados de mi empresa"). No debe descuidarse entonces el aspecto emocional en la creación de hábitos de filantropía.

Con todo, queda claro que el problema no radica sólo en los donantes sino también en el resto de la sociedad (beneficiario, gestor y Estado). El Estado, a través de los gobiernos y la legislación, debe promover la filantropía no sólo con estímulos tributarios, sino con medidas que apunten a la creación de fundaciones administradoras de fondos de donantes, de protección del anonimato cuando éste se requiera, de estudios para descubrir aquellos casos de cercanía emocional o territorial de los posibles proyectos y velar por la transparencia de todas las donaciones.

Los beneficiarios deben tener la capacidad de organizar sus proyectos y elaborarlos en términos aceptables para los benefactores y para la sociedad. En ambos casos, la presencia de los gestores es determinante y necesaria. Por ejemplo, a través de la creación de fundaciones confiables administradoras de proyectos, con institucionalidades permanentes y no alterables según cambios electorales.

Si bien es cierto que hace falta la emocionalidad en los donantes para devenir en filántropo, es también necesario que se desarrolle una cierta emocionalidad entre la sociedad toda: que la gente que de alguna manera es admirada en la sociedad, como el director de cine George Lucas, deben predicar con el ejemplo en los momentos más difíciles. Es lo que hicieron las familias Carnegie y Rockefeller, y por eso quizás EE UU sea potencia también en el ámbito de la filantropía.  La filantropía será mejor recibida, como concepto, si los personajes admirados la desarrollan transparente y públicamente.

Veremos quién, en Chile, lanza la primera piedra... o el primer cheque.

19 noviembre 2012

LA CHILE, LOS SABIOS Y LA CULTURA

Foto de alejandrastgo bajo licencia Creative Commons

"Críticos, espontáneos y sólidos en sus conocimientos", así define la profesora Julia Romeo a los egresados de la Universidad de Chile, a quienes dice reconocer sin dificultades cuando cruza un par de palabras con ellos. La frase forma parte  del vídeo Memoria y Conocimientos, sabios y sabias de la Universidad de Chile, con que la Vicerrectoría de Extensión de la misma celebró los 170 años, el 19 de noviembre de 2012. El trabajo fue presentado en un merecido homenaje a 4 grandes de la universidad: Carla Cordua, Alfredo Jadresic y Humberto Giannini, además de Romeo, todos hoy jubilados.Tales maestros alcanzan una edad cercana a la mitad de los años que cumple su universidad, pero vibraron como estudiantes en una ceremonia que incluyó discurso introductorio de la Vicerrectora de Extensión; piezas al piano de Leng y Chopin, a manos de la decana de la Facultad de Artes; homenaje de sus pares al doctor Edmundo Covarrubias; emocionado discurso del Rector, y un vibrante Himno interpretado por un tenor mapuche. Una síntesis virtuosa de lo que significa la casa de estudios festejada. El siquiatra Covarrubias, en su propio vídeo, auguró otros 170 años, dos veces más, con buenas razones, a la U. 


Una entrañable amistad con Alfredo Jadresic y Humberto Giannini me llevó a participar del festejo, a pesar de no haber estudiado en la Chile, ni provenir de la educación pública. Sin embargo, descubrí durante el acto que decisiones tomadas por mí, en mi vida de adulto, tan trascendentes como dónde dar clases o qué amigos privilegiar me acercaban inevitablemente a la Universidad de Chile, quizás porque -uso palabras de la historiadora Sol Serrano- "pocas instituciones de carácter público han sido tan decisivas para la definición de la identidad de una nación, como la Universidad de Chile respecto de nuestro país. Más allá de constituirse en la principal casa de estudios superiores, la Universidad de Chile desde sus comienzos ha atado su destino al devenir de nuestra historia. Ha sido protagonista y forjadora de ella a través de destacados hombres y mujeres que han pasado por sus aulas, y por su condición de universidad nacional y su vocación integradora se ha constituido en la columna vertebral del pensamiento que orienta nuestra institucionalidad".


Una historia cultural

Para quién vivió en Chile toda la segunda mitad del siglo XX y fue educado en un colegio católico de una ciudad de provincia, “la Chile”, laica y nacional, era la universidad del país.

Las clases de música eran especialmente interesantes cuando se aprendía lo que era una orquesta, basados en aquella sinfónica dirigida por el maestro Víctor Tevah que daba sus conciertos en el Teatro Astor de Santiago. En un programa de la mítica orquesta de la Universidad de Chile se conocían los nombres de los instrumentos y de sus respectivos intérpretes.

Se escuchaba hablar de la oficina del Pequeño Derecho de Autor, antecedente de la actual Sociedad Chilena de Defensa de los Derechos de Autor (SCD), dependiente de la Universidad de Chile al igual que el ITUCH, compañía teatral que estremecía con montajes multitudinarios como Marat Sade; la cinemateca; el ballet, y el Museo de Arte Contemporáneo, creado en 1947 bajo la dirección de Marco Antonio Bontá. En 1940, se creó el Instituto de Extensión Musical, presidido por el Decano de Bellas Artes de la Universidad de Chile.

Existen pocos recuerdos más vivos de una muestra de artes plásticas que la exposición De Cézanne a Miró, organizada bajo la dirección de Federico Assler por el Museo de Arte Contemporáneo en la Quinta Normal, en conjunto con el Museo de Arte Moderno de Nueva York y apoyada por empresas privadas. Allí hubo oportunidad de conocer originales de Claude Monet, Henri Rosseau, Pablo Picasso, George Braque, Manet y otros. La muestra fue guiada por comentaristas de arte para que el público pudiera comprender las diversas tendencias de la plástica y durante su desarrollo se produjeron conferencias, comentarios y ensayos de la más variada índole, agitando la actividad cultural del país. 

La Universidad fue adelantada en crear, en 1995, un Postítulo en Gestión Cultural en la Facultad de Artes, en combinación con la Facultad de Economía, con menciones en Artes Plásticas y en Artes Musicales, de carácter vespertino, en las aulas de calle Diagonal Paraguay. Actualmente el  Postítulo se ha convertido en Magister y además dicta cursos virtuales para gestores de municipios de todo el país. 

Hace 170 años, la instalación de la Universidad de Chile fue uno de los hitos más significativos de la naciente República y representa en sí uno de los más claros actos de autodeterminación, al situar en el saber y la enseñanza pública el eje articulador del país que comienza a construirse. Existía consenso entre los intelectuales de la época de que un Estado —aún no estando separado de la Iglesia como en ese entonces— "debía velar por el progreso y la promoción de valores universales”. 
    
Desde un comienzo la Universidad de Chile se definió a sí misma como garante de la cultura clásica, humanista y secular.  Don Andrés Bello, para quien el saber es una cuestión social, íntimamente ligada al progreso material y cultural de una nación decía: “Todas las verdades se tocan —en el área del conocimiento—, se llaman unas a otras, se eslabonan, se empujan”. Bello asociaba la universidad con las necesidades nacionales: "Todas las sendas en que se propone dirigir las investigaciones de sus miembros, el estudio de sus alumnos, convergen en un centro: la Patria”.

No es posible concebir el futuro cultural de la Patria sin la Universidad de Chile. No es bueno dejar pasar este aniversario 170 sin reconocerlo.

12 noviembre 2012

EL CAMINO LENTO HACIA LA LECTURA

En la década los 80 -la misma de la serie televisiva- proliferó en Santiago un sistema de venta de libros que consistía en que hábiles vendedores voceando en la calle trasladaban a los eventuales compradores a una sala relativamente asequible donde -oferta de regalos, como un reloj, mediante- les dictaban una convincente charla respecto de lo importante que era para sus vidas adquirir, en ese instante, una enciclopedia de decenas de tomos, que cubría varios metros de pared y que se pagaba, casi sin sentirlo, con una nada despreciable cantidad de cheques. Se instaló así un método conocido como "la movida" en que los vendedores eran argentinos de buen despliegue verbal y los compradores, modestos chilenos con pocas destrezas para salir airosos de ese encierro, voluntariamente asumido, pensando en el bendito reloj.


Se estableció así la poco sana costumbre de comprar primero y enterarse después del contenido de lo adquirido, lo que al tratarse de libros es, por decir lo menos, un enorme despropósito. El hábito se fue perfeccionando mediante ofertas, técnicas de marketing, escritores promocionados como estrellas de rock por una malsana concentración de la propiedad de las editoriales en todo el mundo, que segmentaban mercados hasta el detalle.

El símbolo de esta perversión fue una promoción de revista Ercilla que regalaba tomos y tomos de la Historia de Chile de Encina -la completa, no el resumen de Leopoldo Castedo- con un mandatorio y televisivo: "usted debe tenerla". De estudiarlo o leerlo, nada. De hecho se conocen pocos casos de lectores, menos de quienes pudieron derrotar la imperfecta encuadernación para enterarse de la historia patria.

Pero, el hábito de acercarse de esa peculiar manera a la lectura persistió y persiste. Es por eso que iniciativas que buscan extirparlo, como la Feria del Libro, con su nuevo enfoque 2012, o Puerto de Ideas, con su potente programa han comenzado "la reconquista" del lector menos impulsivo y más reflexivo respecto de los libros que compra.

Puerto de Ideas es, para comenzar, una buena idea en un mejor puerto. Tres días en los que la ciudad comienza a ser invadida por ansiosos lectores que bajan y suben cerros con la misma destreza con que abandonan sus autos y conocen ascensores, escaleras, cementerios, restaurantes y librerías mientras, casi sin notarlo, se trasladan a la ex Cárcel, el atrio de La Matriz, el Museo Lord Cochrane o el Museo Naval, convertidos en cajas de pandora que encierran maravillosas historias como las de Almudena Grandes, Alberto Manguel o Tzvetan Todorov. Sólo después de esos banquetes neuronales nace el legítimo e incontenible deseo de conocer y adquirir las obras de los ponentes, sea en el formato de lecturas dramáticas, recitales de música o sencillamente libros.

La Feria del Libro, una vieja buena idea en un recinto también arquitectónica-mente estimulante, inició este año el camino de privilegiar contenidos por sobre ofertas y figuras de farándula, con la natural dificultad de que se trata de tres centenares de miles de lectores que llegan muchas veces atraídos por el canto de sirena de las posibles rebajas y estimulados por los críticos de turno que compiten en dar "el dato" que suele asesinar el espíritu busquilla de todo buen lector. Las señales 2012 fueron potentes: desde la inauguración, con un Presidente de un país hermano que se paseó por la literatura nacional y las bellezas naturales y de la fauna de su país con una certeza que inspiró una de las mejores improvisaciones del Presidente anfitrión. Luego, la presencia insoslayable del tema multicultural en mesas redondas, presentaciones, el propio pabellón del Ecuador, el de Magallanes y hasta en el sorprendente stand del Ministerio de Educación, que mostró su producción en lenguas indígenas. Más allá, varias figuras de Puerto de Ideas, la Universidad de Chile, la Academia de Humanismo Cristiano -aliados en el programa cultural- junto a debutantes como el Instituto Nacional de Derechos Humanos, Balmaceda Artejoven o la micro museo de choferes amantes de su heroica labor.

Sería largo enumerar cómo se va engrosando la densidad de la feria y necio volver a reiterar una vez más los indicadores clásicos de número de asistentes -siempre más- de cifras de ventas -siempre misteriosas- de número de stand y metros cuadrados de crecimiento de la muestra -naturalmente crecientes- o recordar que las altísimas temperaturas de las carpas colindantes fueron combatidas con una fría climatización.

Es tiempo de comenzar a pensar qué instituciones podrían agregarse en las próximas versiones, como este año la Academia Diplomática y su revista, y cómo todos podemos contribuir a que la densidad siga engrosándose y la adquisición de libros ralentizándose, dando paso primero a saber de sus contenidos, obviando ratings de ventas y generosas ofertas de auto ayuda. Que la mejor ayuda ante cualquier enfermedad -física o del alma- es una buena lectura.

Este año, los organizadores de Puerto de Ideas y Feria del Libro hicieron su parte.Bien por ellos. Bien por el libro.

31 octubre 2012

DEL BALCÓN A LA GLORIETA


Fotos de Plaza de Armas, Santiago
Esta foto de Plaza de Armas es cortesía de TripAdvisor

Quizás si la mejor metáfora de los tiempos que vienen en cultura -elecciones municipales mediante- sea la opción de la candidata triunfante en Santiago, Carolina Tohá, de celebrar su victoria en la Plaza de Armas. Frente  -y de espaldas también- al balcón que  pretendió simbolizar a los triunfadores del tiempo pasado, escogió el espacio participativo de la glorieta donde históricamente se reunía la ciudadanía a escuchar las retretas de la banda municipal y diariamente centenares de ciudadanos cruzan estrategias jugando ajedrez. Definitivamente, prefirió la platea y no el espacio alejado, en un segundo piso, para compartir y adelantar lo que vendrá. 

Pero no fue la única, plazas de Providencia y Ñuñoa fueron también testigos, así como  muchas otras del país, de esta ola de participación que llenó los programas de candidatas y candidatos que barruntan que esa es la etapa que, luego de las movilizaciones estudiantiles y sociales de los últimos años, se viene para la vida social en general y la cultura en particular. Aunque las palomas publicitarias, escuetas ellas, reflejaron muy poco de tales contenidos, como símbolo de aquellos tantos balcones donde antaño, lejanos y orgullosos de sus propios méritos, celebraban candidatos electos gracias a su propia oratoria y singulares (creían ellos) méritos. 

Llama la atención, aunque no sorprende, que este rasgo participativo sea acompañado también de celebraciones inéditas por la elección de ocho alcaldes mapuche -en Puerto Saavedra, Tirua, Chol-Chol, Renaico, Curarrehue, Galvarino, Paillaco y Alto BioBio-; de concejales dirigentes de movimientos gay, transexuales y otras minorías que comienzan la inexorable misión de ir desplazando a los candidatos que escasean de discurso y no aportan diversidad. Se dirá, con razón, que signos de futuro como participación y diversidad surgen en un universo electoral compacto, reducido a la mínima expresión de los sectores de votantes duros, influidos aún por las ideologías y coaliciones políticas. Es verdad, pero es también esperanzador que en tales sectores ciudadanos se vaya imponiendo una nueva lógica de escuchar no sólo a  líderes carismáticos, encuestas deficientes y columnistas de moda, sino también a las calles repletas de estudiantes, a las minorías sexuales y raciales que están llevando hoy las banderas multicolores de las inquietudes y aspiraciones de quienes están insatisfechos con una sociedad más endeudada que optimista.


Si miramos la parte llena del vaso, y siguiendo con la metáfora inicial, no es banal que el balcón de marras esté en reparaciones  (víctima de un ya lejano terremoto) pues simboliza un estilo de dirigirse a las personas desde la altura, la no igualdad y la imposibilidad de ser retrucados, así como escobas, delantales y otros enseres domésticos fueron también símbolo en estas celebraciones del desplazamiento de estilos autoritarios, despectivos y represores hacia quienes usando jumper y mochila, quisieron ser escuchados, y no lo fueron 

Se abre una oportunidad, que en el lenguaje ha sustituido vocablos como "ciudadanos, compañeros, chilenos todos", por la amable cercanía de la palabra "vecinos". Hay quienes lo han entendido y hay quienes van a asumir el inevitable rol del polo conservador de viejos hábitos que históricamente suele actuar más como retardador de los impulsos sociales inevitables que un inhibidor de ellos.

Un ejemplo de cultura participativa, diversa y vecina, se encuentra en las declaraciones programáticas de la Alcaldesa electa de Santiago.

Un aspecto principal  es el rol del municipio como promotor de los barrios patrimoniales, desarrollando un Programa de Identidad de los Barrios "que permita destacar recorridos escondidos en la memoria que demarquen, nombren, rescaten hitos urbanos en riesgo de perderse. Se trata de permitir postular a acciones como baldosines característicos por barrio, establecer señalética especial y marcar los sitios patrimoniales de cada sector, recuperando la historia de los barrios y los personajes que le dieron vida,  apoyando a los vecinos que están impulsando la declaración de zona típica en los barrios Esmeralda, Bogotá y San Eugenio". Es decir, prefiriendo la acción patrimonial respecto de intangibles cercanos a los habitantes por sobre la de "palacios" de familias que hace muchas generaciones abandonaron el Santiago histórico. 

En la misma línea se plantea la puesta en valor de la Plaza de Armas, "haciendo una gestión deliberada sobre ella y su entorno: ordenaremos el comercio que la circunda, organizaremos una programación cultural permanente, variada y de calidad, ordenaremos el área de los pintores, dotándola de estructuras que armonicen con el lugar y comprometiendo un horario de funcionamiento para la mejor atención de los visitantes, abriremos el Municipio a la comunidad, para que sea visitado y se transforme en un lugar de exposiciones y actividades cultural".  


En términos urbanísticos, propone recuperar la Posada del Corregidor y su plaza aledaña, la que "debe volver a ser un lugar de exposiciones para artistas plásticos que le dé vida y ayude a conectar el barrio de la Plaza de Armas con los Barrio Bellas Artes y Esmeralda" y otro sector con potencialidad cultural como es el Barrio Matucana, dónde se promoverá un "circuito cultural y de paseo que permita disfrutar del noble edificio de la Estación Central, la Biblioteca de Santiago, el Museo de la Memoria, la Quinta Normal y sus museos, Matucana 100 y la Universidad de Santiago, con sus áreas verdes".  


Releva el rol de una política cultural que no consista solamente en eventos a los que los vecinos asisten como público, "sino en actividades que hagan de la cultura una herramienta de expresión, de identidad y de fortalecimiento de la vida en común de nuestros barrios. Mantendremos una programación de actividades culturales, que sea parte de la vida habitual de los espacios públicos de la comuna, permitiendo que los vecinos la incorporen a sus rutinas de esparcimiento. Haremos esta programación en conjunto con los vecinos, para que entre todos podamos decidir qué artistas nos interesa invitar, dando espacio a los talentos locales".  

Se buscará cultivar una vinculación con los centros culturales que se ubican en la comuna, como el Teatro Municipal, el Centro Cultural Estación Mapocho, los grandes museos, "mediante políticas inteligentes que incentiven su uso masivo de estos centros por parte del público de Santiago, especialmente sus estudiantes. Pases preferentes, talleres abiertos, encuentros con artistas, fidelizando la relación de museos, galerías, teatros y bibliotecas con su público más cercano".

En otras comunas con vocación cultural debieran esperarse cambios: en Providencia, respecto de la obsesión del Alcalde saliente por comandar el Teatro Oriente; en Valparaíso, que aunque tiene continuidad edilicia, no puede continuar la falta de recursos con que amenaza el término del Plan Valparaíso y las denuncias de mal manejo  de los dineros municipales del Forum 2010 planteadas por la Contraloría, y en Ñuñoa dónde se plantea recuperar su sentido cultural. Continuidad se espera en Peñalolén dónde hace pocos días el Alcalde saliente dio a conocer una  memoria de su trabajo cultural, con amplia y diversa participación de artistas y vecinos.


Es posible encontrar novedades en los programas de infraestructura cultural que sustenta el CNCA: en los Teatros Regionales, dónde los municipios son socios del gobierno regional, a los que llegan nuevos alcaldes en la mayor parte de las ciudades capital en las que están emplazados, como Iquique -que en un anterior período tenía ideas muy claras al respecto-, Punta Arenas, La Serena y Concepción. Más relevante será el papel alcaldicio en las ciudades que participan del Programa de centros culturales, dónde habrá que ratificar acuerdos con aquellos que no tengan una corporación cultural independiente del Alcalde de turno. Es de esperar que primen criterios técnicos y profesionales para que dichos proyectos mantengan su necesario desarrollo.

Muchas de las ideas programáticas expuestas fueron generadas en encuentros vecinales y serán esos mismos vecinos quienes se ocuparán de que se lleven a cabo. De eso se trata la etapa que comienza. Llegará el momento de evaluarla, ojalá desde la glorieta y no desde el balcón.

22 octubre 2012

DINEROS PÚBLICOS Y CULTURA: PROTECCIÓN O TIJERAS


André Malraux y Charles De Gaulle

Luis María Anson, en EL MUNDO de Madrid, reproducido por Artes y Letras del 21 de octubre 2012, plantea tres diferentes actitudes de gobernantes europeos ante situaciones preocupantes para la cultura de su país: De Gaulle, que ante el riesgo de la invasión cultural inglesa y neoyorquina, creó el Ministerio de Cultura para proteger la cultura francesa y puso a la cabeza a André Malraux; Felipe Gonzalez tuvo acertado diagnóstico de la misma amenaza a la cultura hispánica pero erró en el encargado de la misión. Rajoy, sencillamente tomó la tijera y recortó presupuesto, aumentó tributos y suprimió el Ministerio. Estos tres caminos pueden orientarnos para el análisis del presupuesto para la cultura 2013, en nuestro país, recientemente enviado al Parlamento.


Un poco de historia. El equivalente al período de Malraux en Francia, comenzó en Chile recién en 2003, con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, cimentado en la tarea de la Comisión Presidencial de Infraestructura Cultural, creada por Ricardo Lagos en el año 2000, apenas a un mes de iniciado su gobierno, fundacional en este aspecto. Dicha Comisión, en sus tres años de actividad presupuestaria (2001-2003), inyectó más de tres mil quinientos millones de pesos en la edificación de una inaudita infraestructura cultural en todo el país. La tarea continúa en los presupuestos del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes desde el 2004 hasta el 2012. Lo que demuestra que los ministros nombrados por los gobiernos que siguieron al de Lagos, comprendieron y profundizaron la labor indispensable de dotar al país de una infraestructura cultural, inexistente hasta 1990.

Para 2013, se prevén cuatro mil setecientos millones de pesos para el Programa de Centros Culturales de localidades con más de 50 mil habitantes y mil setecientos millones para el programa de teatros regionales, ambos de continuidad. Además, se consolida el Fondo para recuperación patrimonial que requiere de aliados privados a quienes transferirse, los que deberían aportar recursos para atenuar la significativa caída presupuestaria de los 2.500 millones de los últimos años a los solo mil que incorporara el presupuesto 2013. 

Así, la inversión en infraestructura que llegó a nuestro país con el debut del  siglo XXI, se mantiene para 2013 y probablemente para 2014, dado que no es imaginable un cambio de orientación de sus prioridades en un gobierno que termina su mandato y que en tres años no ha innovado al respecto. Es esta área de la inversión pública en cultura  la que destaca el Ministerio de Hacienda: “se destinan $7.440 millones para la construcción de centros culturales municipales y teatros regionales, y apoyo para la reconstrucción del patrimonio”. Un diez por ciento del total asignado al CNCA.

El Presupuesto del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes es de setenta y un mil millones de pesos ($71.741.407.000), un cuarto del de CONICYT y el doble del de la Dibam. Un tercio está destinado a fondos concursables ($22.893 millones) que se incrementa en 10%;  los dos tercios restantes se dividen entre transferencias corrientes a corporaciones privadas como el Parque Cultural Valparaíso, el Teatro Municipal de Santiago, el Centro Cultural Gabriela Mistral, las Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile, entre otras ($9.861.755.000); transferencias al gobierno central (como a DIRAC) y otras entidades públicas en las que se contempla recursos para co-financiar la programación artística de 24 centros culturales comunales, es decir, a gestión cultural.($ 15.600 millones). El resto es personal, bienes de consumo y seguridad social de los funcionarios.

Este  último presupuesto que ejecutará íntegramente la administración Piñera, nos permite hacer comparaciones con presupuestos anteriores, como el de 2006, elaborado por la administración Lagos y que dejó establecidos los parámetros por los que han transitado posteriormente las políticas culturales chilenas. El de 2006 sería el primero ejecutado por una administración, la de Bachelet, diferente a aquella fundacional que, entre otras cosas, nos legó el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, base de la institucionalidad cultural de Estado que nos rige.

En 2006, el CNCA y la DIBAM  tenían un presupuesto prácticamente idéntico. Desde entonces, los fondos concursables se han multiplicado por dos y media veces. La Corporación Cultural de Santiago (Teatro Municipal) superará el próximo año los dos mil millones, habiendo recibido el 2006 un poco más de mil quinientos. La Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles ha multiplicado tres veces su aporte del 2006. El CCPLM, nacido el 2006, ha multiplicado su presupuesto público un poco más de tres veces. Sólo los centros culturales Balmaceda 1215 y Matucana 100, han retrocedido, es decir, reciben menos que en 2006. Un análisis completo del presupuesto 2006 en el libro: "Cultura ¿quién paga?" Ril editores, noviembre 2006, capítulo 6.

Estas señas comparativas indican que la tendencia de los fondos públicos para la cultura se ha conservado, tanto en las administraciones Bachelet como Piñera, dentro de los parámetros iniciados por Lagos en base a las políticas culturales determinadas participativamente. Otro signo es la comparativa reducción de recursos para el patrimonio, a través de la DIBAM, parte de cuyas funciones han sido asumidas paulatinamente por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, según lo contempla la Ley que lo creó.

En el ámbito de la infraestructura  pareciera que se está llegando a un punto de inflexión: ¿hasta dónde sigue el Estado invirtiendo en espacios y cuándo comienza a trasladar recursos a la ocupación de los mismos, es decir a la actividad artística y formación de públicos? Pregunta que deberá enfrentar el próximo gobierno y por tanto los eventuales candidatos y sus programas. Hasta ahora, los gestos de algunos de ellos son: la ex Presidenta Bachelet fue explícita en apoyar la creación de infraestructuras tanto en el Museo de la Memoria como el GAM y centros regionales; Claudio Orrego ha incluído en su gestión alcaldicia en Peñalolen la edificación del Centro Cultural Chimkowe; Andrés Allamand, ha continuado con el proceso, iniciado bajo Bachelet, de desocupar la torre que ocupa el Ministerio de Defensa para dar cabida a la tercera etapa del GAM, indispensable en su diseño original de auto-financiamiento, mientras a Laurence Golborne solo se le conoce en esta ámbito una promesa incumplida: la de construir la segunda etapa del mismo, formulada in situ.

Volviendo a las alusiones europeas, ante la ausencia de una crisis de identidad - o la inadvertencia de la misma por nuestras élites- Chile vive aún, en cultura, el impulso de Lagos por reparar la grave ausencia de infraestructuras. El actual gobierno desechó la posibilidad de dejar alguna obra de magnitud, como el MIM, el Centro Cultural Estación Mapocho, el CCPLM o el Museo de la Memoria y optó por actualizar la lista de obras iniciadas por sus antecesores como el Parque Cultural de Valparaíso, el Museo Baburizza, los teatros regionales, las obras del  Legado Bicentenario o por el expediente obvio de reconstruir lo que el terremoto del 27F devastó. Por otra parte, en el anhelo de innovar ha intentado modificar el segundo logro del primer presidente del siglo XXI,  la institucionalidad cultural, sin resultados visibles hasta ahora.

Nos encontramos entonces -en palabras de Anson- ni con un De Gaulle fundacional ni un Felipe de buen diagnóstico pero mala implementación, sino con un legado que, sin explicaciones lógicas, ha aplicado la tijera de Rajoy a la segunda etapa del GAM, los centros culturales Balmaceda y Matucana y el Plan Valparaíso.

Por su parte, al Ministro Cruz Coke se le acaba el tiempo en su cargo si quiere iniciar una anunciada aventura electoral que aparece bien aspectada: altos índices de popularidad, a pesar de una gestión continuista (o quizás gracias a ello) junto a apoyos políticos y económicos que no tendría lejos del gabinete.

En lo institucional, nos deja un Directorio Nacional del CNCA desprovisto de la mirada femenina, una Convención Nacional asimétrica en términos de participación, un personal que parece haber logrado mejorar sus condiciones laborales, pero, lo más importante, un modelo de institucionalidad participativa que ha sobrellevado con éxito los intentos de desandar su condición de Consejo para convertirlo en un ministerio más. Es decir, el sueño de De Gaulle de proteger su cultura, actualizado al siglo XXI con un Estado moderno que acepta y utiliza mecanismos de participación y gestión profesional capaces de agregar fondos privados a esta misión.

En esta línea, como ocurrió en Francia, debería aprobarse la modificación a la ley de estímulos tributarios o donaciones culturales, antes del final de este periodo presidencial.

Lo demás, serán los balances, para lo cuál habrá una excelente ocasión, en enero 2014, de mostrar al mundo nuestro modelo de Consejo de las Artes, cuando se reúnan en Chile los varios centenares de delegados a la Sexta Cumbre Mundial de la Cultura y las Artes, a mostrarnos lo que el mundo actual tiene, de avances y tijeras.

Y a mirar lo que hacemos en Chile. 

10 octubre 2012

CUBA: CULTURA Y CHOCOLATE


Sede Fundación Ludwig, La Habana

Aunque parezca más dulce de lo que realmente es la vida artística en La Habana, gran parte de su actual realidad se debe a un alemán que se enriqueció… fabricando chocolates. Peter Ludwig y su esposa Irene  – los emperadores del chocolate- pertenecen a una generación forjada en medio de los desastres de la Segunda Guerra Mundial. La destrucción de las riquezas de Europa reforzó en ellos un instinto coleccionista estimulador de una imagen diversa de la contemporaneidad. Así, compraban grandes colecciones para luego donarlas a alguna ciudad con la condición de que sus autoridades se hicieran cargo de convertirla en un museo que llevara su apellido.


En la primavera de 1990, con Cuba en crisis o estado especial, derivado de la caída de los llamados socialismos reales, Ludwig se topó en Berlín con la muestra de arte contemporáneo Cuba OK, y quiso aplicar la misma receta con La Habana. Se encontró con la contra oferta de las autoridades de crear una corporación con financiamiento del alemán pero fundada por el estado cubano. Ludwig estuvo de acuerdo y solicitó entonces al fundador un aporte: la sede de la naciente fundación. Así fue como el hermoso penthouse de los agregados militares soviéticos del barrio El Vedado se convirtió a la vez en sala de exposición, oficinas y sede de seminarios como el que acaba de finalizar el 5 de octubre, que protagonizamos tres gestores culturales chilenos con colegas, autoridades y ejecutivos de las seis fundaciones privadas sin fines de lucro que promueven la cultura en Cuba. Todos ellos, escuchados atentamente por jóvenes artistas y gestores culturales cubanos que devoraban las ponencias, a razón de cuatro por cada presentador chileno, que llenaron intensas jornadas de un octubre, caluroso y lluvioso a la vez.

La Fundación Ludwig fue establecida en enero 1995 con el objeto de "promover y proteger la obra de jóvenes artistas plásticos cubanos". Desde su creación, la preside el intelectual cubano Helmo Hernández. El contrato respecto de los aportes de los financistas alemanes es renovable cada 4 o 5 años. Además de la sede, el Estado fundador entrega dinero suficiente para pagar salarios (que deben ser en pesos cubanos). Desde 1997, cambió estatutos para trabajar con experimentación en otras áreas artísticas, lo que le permitió restablecer  relaciones con museos y universidades de Estados Unidos que financian residencias de artistas cubanos.

El “Taller Chile – Cuba sobre Gestión Cultural” –organizado por la Embajada de Chile encabezada por el Embajador Rolando Drago y la Fundación- aconteció en el marco de los nuevos lineamientos de la política económica y social cubana, que tiene un especial interés en la promoción de iniciativas de auto emprendimiento, incluido el ámbito de la cultura. 

Viceministros cubanos y Embajador chileno en el Taller
La delegación local fue encabezada por Helmo Hernández y los Vice Ministros de Cultura: Vivian Velunza y Fernando Rojas (“El gobierno está en minoría acá ¡Y eso es bueno!”, apuntó Rojas) y el objetivo del Taller era generar un intercambio de conocimientos, experiencias y buenas prácticas en el área de la gestión cultural; así como explorar posibles líneas de cooperación bilateral en estos temas. Desde Chile se presentaron experiencias del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la Corporación Cultural de Peñalolén y el Centro Cultural Estación Mapocho.

Sorprendió escuchar que uno de los objetivos 2013/2016 del Ministerio de Cultura de Cuba sea “desarrollar su esquema de financiamiento” y entre  los elementos de política para la gestión económica en la cultura se cuenta con “asumir sin prejuicios el mecenazgo, el patrocinio y la cooperación como vías de financiamiento y apoyo a la gestión cultural”.

Se escucharon frases como "financiamiento estatal propio con tendencia a la compensación de los gastos", lo que significa aportes estatales al Ministerio sólo para el pago de salarios. “Los servicios culturales tienen que tener cobro para paliar gastos mínimos” significa que las presentaciones de artistas que generen divisas deben entregar parte de sus ingresos al gobierno, a través de empresas estatales. “Ustedes hablan tan desenfadadamente de los patrocinios y auspicios. Nosotros debemos desprejuiciarnos al respecto”, significa   los mecanismos de autofinanciamiento de la cultura, comienzan a aplicarse en Cuba. “El deterioro de la infraestructura material es contradictorio con el alto nivel de exigencia de los espectadores. La oferta es muy superior a la infla depauperada”, implica que las dificultades de inversión en espacios culturales, los deja por debajo de la calidad de los artistas que allí deberían presentarse.

Y en ese sentido, las discusiones tuvieron mucho de fundacional, de comenzar a explorar un camino tan novedoso como indispensable debido a la situación económica de la isla y que ya ha sido aplicado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, es decir, que el centro histórico debe tener capacidad de producir moneda dura. Y lo hace. 

Dicha Oficina financia sus tareas de renovación de la ciudad vieja con ingresos de empresas como Habaguanex o San Cristóbal que manejan comercios, restaurantes, hoteles y agencias de viaje que generan fondos que ingresan a la caja central de la Oficina del Historiador. Lejos, lo que más contribuye –un 70%- es el comercio y la mayoría de las intervenciones con ese dinero (63%) son viviendas.  Este sistema de empresas aporta el 75% de los ingresos de la Oficina, un 14% proviene de créditos, 6% de contribución a la restauración y 5% restante de cooperación internacional. De ello, 69% se invierte en restauración de la ciudad, 22% se va en pagar obligaciones crediticias, 6% va al Estado y 3% son aportes a otros proyectos.

Eusebio Leal, el Historiador de la Ciudad, plantea que no es que el turismo sustente la restauración, "sin patria no hay patrimonio", por tanto es necesario trabajar con la gente, construir residencias para la tercera edad, refugios para ciclones, centros para discapacidad, impulsar vida cultural: museos, salas de concierto, exposiciones, organizar visitas (tipo nuestro día del patrimonio) durante dos meses de verano.

Para Patricia  Rodríguez, Directora del Plan Maestro de la OHC “tenemos un modelo de gestión, con prerrogativas: mientras existan dos monedas en el país vamos a seguir en crisis”. Alude a la realidad de que en un mismo país conviven el peso cubano ($24 = $1 convertible) con el peso convertible, prácticamente a la par con el dólar. Mientras los salarios se pagan en el primero, las acomodaciones de la ciudad vieja y los paladares de toda la ciudad cobran en convertibles, de modo que existen productos para turistas y quienes tienen acceso a moneda dura y productos para nacionales que sólo reciben ingresos en pesos cubanos.

Como se ve, los problemas no son pocos ni menores, tampoco se vislumbran los plazos de solución, pero existe conciencia de su existencia, exteriorizada con la frase habitual ante cada dificultad: "hay que resolverlo".

Ellos creen que la buena gestión de sus riquezas patrimoniales y artísticas forma parte de la solución.

09 octubre 2012

GESTIÓN CULTURAL Y MUSEOS MILITARES


Un estudio reciente de una egresada del Magister en Gestión Cultural de la Universidad de Chile, Carla Cari, ha puesto su atención sobre los museos de las diferentes ramas de las fuerzas armadas y Carabineros de Chile.


Históricamente, dichos espacios de memoria surgen luego de un siglo de guerras, el XIX. No podía ser de otro modo, esa era la ocupación preferente de la historia del país desde su nacimiento como ente independiente, que debía crear -en medio de ellas- instituciones republicanas como la Universidad de Chile, la Biblioteca Nacional o el Museo de Bellas Artes.

Luego de la Independencia, en 1818, acontecen asonadas internas, guerras con los vecinos del norte, Perú y Bolivia, en dos oportunidades y hostilidades dilatadas con el pueblo Mapuche, el vecino del sur. Culmina el siglo con la mayor guerra civil de nuestra historia, que costó la vida al Presidente Balmaceda, en 1891..

De todas esas conflagraciones van quedando vestigios dignos de ser instalados en un museo, tanto que el Museo Histórico Militar dio origen al Museo Histórico Nacional, a inicios del siglo XX. Interesante mezcla del aporte castrense y de la comunidad, convocada a hacer donaciones para la Exposición Histórica del Centenario 1536 - 1910.

Dicha exposición, inaugurada en septiembre de 1910, según Cari, demostró la "necesidad de constitución de un nuevo Museo Nacional y el 3 de octubre, es decir, en menos de un mes de abierta al público, se agregó al presupuesto de Instrucción Pública (actual Ministerio de Educación) un ítem para crear el Museo Histórico Nacional. El primero del país con financiamiento y raíz pública y estatal. El 20 de junio se determina que la colección del Museo Militar, que se encontraba en pésimas condiciones y próximo a cerrar por falta de financiamiento, se agrega al nuevo museo histórico, así como también  las colecciones del Museo de Santa Lucía y de la Galería Histórica creada en 1876. Como director de la sección militar se denomina al que fuera el último director del Museo Militar el Coronel Leandro Navarro (en la foto). El proceso se cierra en el año 1929 cuando, por decreto, Joaquín Figueroa agrega la nueva planta que cobijó la colección castrense. En un comienzo este Museo Nacional no tenia edificio propio y se instalaron las exhibiciones sin museografía en el segundo piso del Palacio de Bellas Artes hasta el año 1939 que se cambia a la actual Biblioteca Nacional".

Acciones memorables de otras ramas llevaron a crear museos de la Armada, en Valparaíso; la Fuerza Aérea, en la Quinta Normal, y -más recientemente- Carabineros, en Providencia.

La gran pregunta que plantea el pionero y minucioso trabajo de Carla Cari “Museos de las Fuerzas Armadas y de Carabineros de Chile: Diagnóstico de su gestión cultural” es sobre el futuro de estos museos que se han ido insertando en las instituciones castrenses y por tanto dependiendo de ellas tanto en sus colecciones como en su gestión y financiamiento.

Sabemos que no es su prioridad mantener ni administrar museos, por tanto dicha dependencia atenta contra el enriquecimiento de su patrimonio y su capacidad de gestión así como de su financiamiento y desarrollo.

Cabe plantearse entonces futuros estudios de cómo re insertar estos museos en el mundo museal nacional, acercarlo a la sociedad civil, tanto para que los ciudadanos donen como para que los visiten y a la vez para que sea de interés a empresas vincularse a su financiamiento.

El camino podría ser crear a su lado corporaciones culturales privadas sin fines de lucro que los administren y consideren entre sus fundadores a entidades civiles relacionadas con las temáticas respectivas (ingeniería, universidades, aeronáutica, navieras). A la vez debieran establecer alianzas con el sector público relacionado como la DIBAM, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, el Ministerio de Defensa y con entidades formadoras de sus administradores como el Magister de la Facultad de Artes, para asegurar una gestión profesional.

Hay aquí una oportunidad para todos, a partir de los primeros brotes que está dando un trabajo simultáneo de formación, reflexión e investigación en gestión cultural, en las aulas universitarias.

26 septiembre 2012

EL PRIVILEGIO DE TRABAJAR CON RENATO ANDRADE, NATO



“Cachupín”, por Nato y “Desde la Marquesina”, por Jumar eran mis favoritos en la revista Estadio, que coleccionaba rigurosamente pues sus portadas, con rostros de jugadores, me servían para configurar –en la alfombra familiar- dos elencos de once retratos cada uno que se enfrentaban afanosamente lanzándose una pelota de papel arrugado hasta convertir celebrados goles a las carátulas de Misael Escuti o el Sapo Livingstone. Cuando fruto del ajetreo deportivo las carátulas se desprendían del cuerpo de la revista, quedaban a la intemperie los habituales de la última página: Cachupín y Julio Martínez.


Cómo no iba a ser emocionante cuando, trabajando en Quimantú, me encomiendan crear una colección de libros para niños y me señalan a un peliblanco y tímido diagramador que “me podía ayudar”: Renato Andrade.

Así conocí a Nato y sin demostrar mi infantil admiración nos pusimos a trabajar. Me recomendó el formato: un 16 apaisado, “así no se pierde papel” es como “una revista de patos (Disneylandia) pero acostada”, me explicaba; la letra, una 18 redonda en negrita, “así es más fácil para los niños”, el papel “uno blanco que tenga cuerpo para no tener que usar uno diferente para la portada”, y los colores planos “aplicados, cuatro por el tiro y dos por el retiro en prensas planas, que tienen menos trabajo que las rotativas”, para ahorrar tinta y separaciones de colores.

Una cátedra en pocos minutos, que seguí con boquiabierto silencio. En efecto, Nato había trabajado muchos años como ilustrador en Zig Zag pero ahora, que su partido de tanto tiempo había llegado al poder, era reconocido como un diseñador de experiencia y disponía de una mesa de dibujo y un contrato estable. Lo mismo que hizo con Cuncuna en términos de maqueta permanente, lo forjó después con la Colección Mini libros, que articulaban una portada con un fondo plano, una ilustración redonda y un título colorido. Muchas veces esa ilustración era creada por el propio Nato, siguiendo sabias descripciones de Alfonso Calderón.

Pero el mayor aporte –ya colectivo, fruto de la confianza que generaba trabajar con Nato- fue el nombre y el logo de la Colección. Les había encomendado a él y María Angélica Pizarro, su colega diseñadora, que me sugirieran propuestas de logo. Angélica, delante de mí, tomó una plantilla de Letraset y comenzó a desplegar letras “o” minúsculas, una junto a la otra. Luego de siete u ocho. Las o dieron un pequeño giro hacia arriba, como si levantaran una imaginaria cabeza. Sobre ella, cayeron dos trozos de una delgada película negra, como antenitas. Una o pequeñita ¿el signo ° (grados)? En el extremo superior derecho de la supuesta cabeza fue el toque decisivo aunque no final: luego vendrían las patitas. Pero la imagen ya se explicaba sola: gusano, larva, lombriz… cuncuna. Claro, sería la Colección Cuncuna.

Fue un parto a tres bandas con resultado positivo, que terminaría de consagrarse a manos -o lápiz- del poeta Manuel Silva: “Carita de pena no queda ninguna, lágrimas en risa convierte Cuncuna”.



Después vendría el carboncillo de Nato para inmortalizar el cuento anónimo El negrito zambo, número uno de Cuncuna. Más tarde otros títulos, como El tigre, el brahman y el chacal y algunos extras:
-         Nato, le dije un día muy agitado desde la puerta de su oficina, me acaba de llamar el compañero de las prensas que tiene un espacio en un pliego de las portadas de Nosotros los chilenos y que podríamos destinarlo a algún impreso para promover Cuncuna… Tenemos media hora.

Renato tomó una de sus ilustraciones, la del negrito reclinado contra una palmera, satisfecho después de haberse devorado cientos de panqueques hechos con la grasa de los derretidos tigres que lo acechaban y me dijo:  ponle un texto.

Recordé una frase del Presidente Allende: “En mi gobierno los únicos privilegiados serán los niños” y discurrí:
-         Perdón, pero somos privilegiados. 

En menos de media hora, las prensas planas expelían miles de negritos jactanciosos. A dos colores y sin gastar un peso.

Historias de los tiempos de NATO.

05 septiembre 2012

EL GAM DEBE SER PARA JOHN MALKOVICH

Si los ejecutivos del GAM hubiesen pensado cuál sería el mejor regalo para celebrar sus primeros dos intensos años, seguro no se les habría ocurrido algo mejor: traer a John Malkovich a la Arena de Santiago y demostrar así que hace mucha falta una sala acondicionada para dos mil personas que reciba con dignidad música, canto, teatro y otras presentaciones. Así fue y ocurrió el mismo día del festejo: el tan esperanzador 4 de septiembre chileno.


Más que mil argumentos, portada de Artes y Letras y otros desvaríos con que se ha intentado reponer la "detenida y en reevaluación" obra de la segunda etapa del GAM -un teatro para dos mil personas, aforo exacto que tuvo la Arena para La Comedia Infernal- la presentación de ese actor de culto en una infraestructura que mereció sus propias críticas desde el escenario, es una vergüenza para Santiago y para un público que está capacitado para apreciar y pagar lo que un espectáculo como éste vale. Entre otras cosas por el esfuerzo que el GAM y otros centros culturales hacen por formar audiencias, las que no pueden convertirse en público "sin casa".

Las cifras de público del GAM, que crecen en número, y lo más importante, derraman hacia nuevos grupos sociales de menores recursos, demuestran que las cosas se hicieron bien en términos de evaluar -estudio de audiencias mediante- las potencialidades del centro cultural que imaginó Salvador Allende; construyó Michelle Bachelet; inauguró Sebastián Piñera, y debiera finalizar un (a) próximo (a) presidente (a).

Las curvas de crecimiento de asistencia de grupos de menores recursos son muy similares a las de los inicios del Centro Cultural Estación Mapocho, con la expectativa que estas últimas se han consolidado y mantenido en el tiempo, sin que la aparición de otras salas las hayan afectado. Es decir, se están creando audiencias específicas de cada espacio, de la mano de una suerte de especialización que deriva grandes conciertos a la Arena, prolongadas exposiciones de artes visuales al Centro Cultural Palacio de La Moneda y ferias culturales de gran público al Centro Cultural Estación Mapocho. En este escenario -literalmente- es del todo injusto que los públicos que debiera atender un centro nacional de artes escénicas y musicales como es el GAM, queden estrechados en dos salas de 300 butacas cada una.

Presentaciones recientes, como la Gala del Ballet de Santiago, que desarrollo con maestría piezas clásicas y contemporáneas, lamentablemente ante un público menor y menos satisfecho que el de la ópera y los conciertos del Teatro Municipal, revelan que la formación de audiencias amplias para la danza es urgente y no se puede seguir atribuyéndola sólo al BANCH y los dirigidos de Marcia Haydée. La misión del GAM en ese terreno es ineludible.

Cuándo sólo con dos años de vida se está entre los imprescindibles, es señal de buenos resultados. Feliz aniversario al GAM y buenos deseos que "más temprano que tarde" pueda recibir en su nueva sala a los John Malkovich que chilenas y chilenos merecemos.

03 septiembre 2012

CONVENCIÓN DE LA CULTURA: ASIMETRÍA EN VALDIVIA


Luego de ocho Convenciones Nacionales, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes parece haber encontrado el tono para estas reuniones anuales a las que obliga la Ley y que debieran ser lugar de elaboración, creación y evaluación de políticas culturales: una organización transparente, un entorno más que adecuado -la fluvial Valdivia- y una cuota mayor que la habitual de visibilidad de los órganos de participación, en especial el Directorio Nacional. Sin embargo, no por mucho planificar, amanece más temprano, aunque coincida con un cambio de hora. La sorpresa surgió desde la platea, en boca de Pablo Chiuminatto, sin que los organizadores pudiesen evitarlo: "Cuando hay autoridades, no hay diálogo y cuando hay diálogo, no hay autoridades".


La frase, que reveló la asimetría advertida, hizo desaparecer la sonrisa de la cara del Ministro Cruz Coke, que imaginaba, por fin, una convención sin una tragedia, como la de Juan Fernández que coincidió con la asamblea anterior en Arica, ni interpelaciones públicas de la asociación de funcionarios como en aquella y en la anterior de Puerto Varas, fue pronunciada fuera de programa, después del minuto 90, por Chiuminatto, artista visual y Doctor en Filosofía, integrante el Consejo regional Metropolitano.Como las buenas frases, muy pensadas y dicha en el momento adecuado, viajó con los delegados en su retorno a casa.


Quizás, en el texto, hay una falta de advertencia sobre quienes son las autoridades del CNCA. Si se trata de aquellas unipersonales, la afirmación calza. El Ministro sólo estuvo en oportunidades en las que la participación no era posible: su propia cuenta, la foto oficial, algunos almuerzos o cenas, sus palabras de cierre. Incluso, sus colaboradores tuvieron buen cuidado de mejorar el trato con los funcionarios para evitar participaciones no programadas o protestas.


Ahora, si miramos como autoridades a los Directores Nacionales y regionales, que lo son, sí se desplegaron con una fuerza superior a otras convenciones: algunos directores nacionales hicieron aportes en las conferencias -con preguntas de la asamblea- de sus áreas, como Pablo Dittborn en la lectura, presentando el top ten de la reunión: la charla de Marco Antonio De la Parra sobre hábitos de lectura; Pablo Allard, en el tema de industrias creativas, quizás demasiado básico para la audiencia, y Lautaro Núñez sobre Patrimonio Cultural Integrado presentando a Daniela Marsal, única mujer entre todos los expositores de las Convención. También Magdalena Krebs, fuera de programa, hizo una completa disertación sobre el pensamiento de la DIBAM ante el Proyecto de creación de un ministerio de Cultura, al ser interpelada desde la audiencia. En la misma sesión, Lautaro Núñez golpeó fuerte interrogando al expositor sobre la fecha en que el Directorio Nacional conocería el proyecto

En ese debate se manifestó la mas notoria ausencia de las autoridades unipersonales, que pretendieron dar un carácter técnico a un tema probablemente el más político de la Convención. Que lo era, lo probó la intervención de la presidenta de Anfucultura que dejó muy claro que en este proyecto están involucrados mas de dos mil trabajadores, que no seguirán pasivamente el desarrollo de una eventual modificación legal que aún desconocen. En ese contexto, habló la Directora de DIBAM aprovechando una tribuna inmejorable para dar a conocer la opinión institucional al respecto, misma oportunidad que desperdiciaron las autoridades del Consejo. En definitiva, se agregaron mas dudas, como qué acontecerá con los elencos estables o los alcances de la Ley 20.500 de participación ciudadana, a un tema que a pesar de ello quedó con fecha de vencimiento: su despacho al parlamento no puede pasar del 21 de mayo de 2013, última cuenta del gobierno actual y con un itinerario ineludible: ser antes aprobado por el Directorio Nacional y debatido con los trabajadores

Los ejes de la discusión que viene amenazan ser la participación y la financiación de un nuevo organismo que parte con desventajas en los dos ítems: se desperdicio la ultima convención -órgano máximo de participación del CNCA - antes del plazo fatal de mayo 2013 y quedó instalado el razonable temor funcionario de que la fusión que vendría debiera afectar necesariamente a los órganos supuestamente duplicados.


Lo demás funcionó según lo planeado, una Memoria del Ministro Luciano Cruz Coke, precedida por un breve discurso del Intendente anfitrión, Juan Andrés Varas, que hizo una llamado a que todos los órganos púbicos privilegiaran la descentralización y deseó que la práctica de dar su cuenta anual en ciudades como Valdivia "permée a los demás ministerios", junto con dar la bienvenida a a la "Capital Cultural del Sur" de Chile. 

El Ministro cumplió con los protocolos, agradeciendo la labor del Directorio Nacional reemplazando su presencia en el estrado con sendas fotos en el vídeo que dio cuenta gráfica de la labor realizada; homenajeando sobriamente a las dos funcionaria fallecidas en el accidente de Juan Fernández y resaltando la actividad cultural y artística de la ciudad sede. Luego, pasó a dar cuenta. Primer lugar ocupan, como es habitual, los programas de infraestructura que -sin dudas- serán parte principal del legado -con135 millones de dólares de inversión en el país- que Cruz Coke comienza a preparar. Luego se refirió a las medidas de fortalecimiento de la gestión cultural en el territorio y las ferias de programación. Reiteró las gestiones por incorporar al CNCA en las decisiones que tome el Consejo Nacional de TV y destacó los buenos resultados del GAM, el Parque Cultural de Valparaíso y la próxima exposición Guggenheim en el Centro Cultural de La Moneda. La omisión, en este item, de Balmaceda Arte Joven, que cumple 20 años de gestión, encendió los twitter, demostrando que la participación ya no se da sólo cuando se ofrece.

Fue cauteloso con los fondos concursables, destacando la nueva línea a instituciones a tres años plazo y el fomento a la traducción incorporado al Fondo del Libro y la Lectura.

En legislación, reseñó el cambio de la Ley de Alcoholes para permitir a los locales acoger espectáculos musicales en vivo; anunció una actualización de la Ley del Libro; la eliminación del impuesto adicional del 15% al software y reiteró argumentos para no introducirse en la modificación del IVA al libro. Destacó los avances transversales en la Ley de Donaciones, sin distinguir que en el Senado han crecido las dudas sobre la introducción de pequeñas y medianas empresas con fines de lucro entre los beneficiarios, como quedó en evidencia en el Taller sobre el tema, en la misma Convención.

En Patrimonio, resaltó el programa de apoyo a la reconstrucción patrimonial -MAC, Sala Arrau, Biblioteca Severín, Colegio San Ignacio, entre otros- hasta completar el 2013 unos 34 millones de dólares de inversión. Recordó el programa Tesoros Humanos Vivos, rescatando por primera vez en su cuenta -a una hora de transcurrida- el necesario concepto de lo multicultural. Anunció la creación de un Inventario de Patrimonio Cultural Inmaterial y la posible inclusión de los Bailes Chinos nortinos en la lista respectiva de UNESCO.

Reconoció a la administración que encabeza el mérito de haber reducido los plazos de pago de 70 a 20 días, la creación de un servicio de bienestar, el traspaso de 101 funcionario de honorarios a planta, la digitalización de los servicios de recursos humanos, el mejoramiento de sedes y saludó especialmente a Marianela Riquelme, la presidenta de Anfucultura.

En tal ambiente se inició una Convención ordenada, ajustada a sus lineamientos legales, con instancias de participación en talleres y trabajos de comisiones tan pautados como eficaces. Un paseo en catamarán por el río Calle-Calle, con luna llena, auguraba que la navegación sería plácida hasta el final. 

Sólo que un Consejero hizo patente la asimetría existente.Y movió las aguas.



21 agosto 2012

EN BUSCA DEL CINE PERDIDO

Nací en un entorno en el que el cine era algo natural, mi primer pediatra fue el doctor Aldo Francia (Valparaíso, mi amor), en el colegio se ofrecían talleres extra programáticos de Luisa Ferrari, una de las creadoras del Cine Arte de Viña. Mis padres me invitaron a la primera película para adultos, cuando aún faltaba mucho para alcanzar lo que la censura requería y tomara autónomamente la iniciativa de infiltrarme en filmes para mayores. Profesores de secundaria destinaban parte de su tiempo a acompañarnos y más tarde analizar en clases, películas del neo realismo italiano. Uno de ellos llegó a aventurar (con más entusiasmo que realidad) que la dirección cinematográfica era mi vocación. Para completar el cuadro, muchos fines de semana se deslizaron, placenteros, en los rotativos de la plaza de Viña. Entrar a inicios de la tarde y salir con la noche ya avanzada se convirtió en una práctica habitual, sólo repetida años más tarde en intensas jornadas cinematográficas en Buenos Aires.


Vi, en palabras de Neruda, "mucho buen cine y mucho mal cine", emblemática respuesta cuándo algún impaciente le consultó cuando iba a existir buen cine chileno. "Cuando haya mal cine chileno", espetó. Obvio, requisito para la calidad, en este caso, es la abundancia. La misma que comenzó a languidecer con la  llegada de la televisión primero y las multisalas, después. Un público estancado en cifras muy menores a la totalidad de los habitantes: diez millones de espectadores al año en un Chile de 16 millones de habitantes, a fines de los años ochenta. 
Le siguió una epidemia de cierre de salas, esas gigantescas salas, como el cine Gran Palace, que anunciaba el inicio de las cintas con conmovedores juegos de luces en sus multicolores paredes  impecablemente encortinadas. El fantasma alcanzó hasta el proyecto, de inicios de los noventa, de renovación del Centro Cultural Estación Mapocho, que contemplaba originalmente dos salas subterráneas de cine en la que hoy es la popular Sala de las Artes, dónde una curva pared con sendos agujeros rectangulares para proyectoras, constituye un mudo testigo de la abortada idea inicial. 
Entonces aterrizaron en el país, más en Santiago que regiones, las multisalas, esos conjuntos de abigarrados espacios no siempre bien aislados acusticamente que suelen compartir explosiones y encerrar olores de cada vez más diversas comidas ruidosas. Pero tuvieron el mérito de hacer regresar el público al cine y comenzar a elevar la curva de asistentes por año, aunque, como en los libros, las carteleras se fueron concentrando peligrosamente en los títulos más taquilleros.
La diferencia con la industria editorial es que ésta tolera las pequeñas tiradas, los editores boutique y las librerías especializadas que conviven con los fenómenos transnacionales. No así en el cine. Para éste se requiere una poderosa cadena de distribución y de exhibición, cada vez más concentrada en salas crecientemente tecnologizadas con la más reciente moda internacional.
Los diarios aceptaron esta imposición exiliando el cine, sus comentarios y críticas, a las páginas de pasatiempos, tiempo libre, espectáculos o directamente entertainment, dejando una pantalla vacía en las secciones de cultura.
Algo aconteció con la feliz coincidencia del estreno de NO con un festival de cine. Recuerdo el día, el 16 de agosto, en el mismo lugar dónde comenzamos a congregar vecinos para que se inscribieran en los registros electorales hace ya 24 años, el Unimarc de La Reina, me encontré con un cine portable instalado en sendos camiones rojo anaranjados que inauguraban el Sanfic 8, devolviendo el cine a los vecinos. Bien escogido el lugar pues por allí deambulaban los restos náufragos de quienes enviudábamos cada fin de semana del multicine de La Reina que había nacido -antes de Batman y tantos otros personajes leves- como una posibilidad de que en a lo menos una de sus 16 salas permaneciera el cine arte o nacional o de autor. Me interesé en la oferta y pude disfrutar, como en la Plaza de Viña de los sesentas, de un fin de semana de película(s) en el Hoyts del barrio. Las filas del festival se entrecruzaban con las de NO y daba la idea de que lo que crecimos entendiendo por cine volvía por sus fueros.

La pregunta es cómo perseverar en este intento. Sin duda los festivales hacen lo suyo, están el Fidocs, el de Lebu, el de la cueva del Milodón, el de Valdivia, que complementan Sanfic. Está la Comisión Fílmica promovida por el CNCA, que apunta a la pantalla -desarrollar filmaciones con locación, profesionales y tecnología local, la industria- pero no las audiencias. Falta desarrollar una política de creación de público cinéfilo, como lo hicimos con éxito en el teatro estival o con las ferias de libros que se expanden por el país.

Para ello, es preciso enfrentar el tema de las salas de exhibición, más allá de la mala experiencia del cine Huérfanos que no pudo sostener una  exclusiva para cine chileno.Y si las multisalas de multinacionales no brindan acogida al buen cine, tendrá que hacerse cargo de ello la Política Cultural pública. Como lo dijo Claudio Gay: "no hay Estado sin estantería". Es decir, no hay memoria del arte sin edificación de un dispositivo de recolección, conservación y exhibición de las fuentes, lo que implica que además de Cinemateca Nacional, debe existir una red de las salas de exhibición y eso se llama infraestructura cultural. Programa para ello existe desde 2000 -de construcción de centros culturales- a los que se han adosado recientemente de teatros regionales y reconstrucción patrimonial. 
Tal vez un programa estatal de habilitación de salas de cine, itinerantes y permanentes, dentro y fuera de los centros culturales existentes, ayude a reencontrarnos con ese arte perdido. 
Tarea para la próxima Convención del Consejo de la Cultura.