24 junio 2024

GESTION CULTURAL ABRE CAMINOS EN LA ACADEMIA


Tendrían que pasar casi tres décadas para que, con no poca satisfacción, quienes buscan investigar en gestión cultural a nivel universitario en Chile pudieran ver resultados de sus empeños, bellamente impresos en papel. No podía ser menos que ello aconteciera en la sede central de la Universidad de Chile, casa de estudios que -como en otras disciplinas-, ha encabezado la profesionalización de variados oficios.

La tarde del 19 de junio de 2024 no fue cualquier tarde. Se respiraba tensión. El ingreso a la casa central, estaba dividido en dos caminos, a la izquierda, una mesa ocupada por estudiantes que desconocían antecedentes de la presentación en la sala Enrique Sazíé y pretendían registrar a quienes se dirigían al patio ocupado Ignacio Domeyko. A la derecha del invitado, el registro habitual de ingreso a la universidad, con el grabado electrónico del carnet de identidad, que recibía amablemente a las decenas de gestores culturales que deseábamos ansiosos tener en nuestras manos la anunciada revista.

En la sala Sazié, un nervioso director de la revista y director de Extensión de la Universidad, Fabián Retamal, recibía con amabilidad a los que seríamos público y a las presentadoras: Regina Rodríguez y Nivia Palma. Dos gestoras con vasta experiencia, que calibrarían, desde ella, los contenidos de la publicación.

Bien escogidas, Regina hablaría desde sus experiencias como gestora tanto en España como en Chile, en la actualidad dirigiendo con acierto uno de los más potentes centros culturales del país: el del Palacio de La Moneda. Nivia, desde su doble condición de elaboradora de políticas culturales y gestora cultural pública tanto en Fondart como en la DIBAM.

Una mesa con una treintena de ejemplares de la revista guiñaba el ojo a los asistentes que seguíamos con atención a las presentadoras. Hasta que, en el patio vecino, estalló una ceremonia mapuche que contaminó acústicamente las intervenciones y -curiosamente- trajo a la memoria de los mayores, algunos episodios similares de los cabildos culturales que convocaba Claudio Di Girolamo desde su entonces posición como Jefe de la División de Cultura del Ministerio de Educación, antecedente del Consejo Nacional de la Cuiltura y las Artes.

Nivia tuvo la delicadeza de mencionar a cada uno de los redactores de los doce artículos de la flamante revista comentando lo, que a su juicio, era lo más relevante. De pronto, deslizó una pregunta que impactó: ¿Cuántos de los estudiantes que se han formado en el Magister en Gestión Cultural que celebramos, tienen trabajos en lo que fueron formados? 

La respuesta de los asistentes no fue positiva pero constituyó a la vez un desafío para la siguiente década. Ojalá coronada por publicaciones impresas tan cuidadas como la que se presentaba.

Sin embargo, motivó también una necesaria distinción entre las tres corrientes que han caracterizado el desarrollo de la gestión cultural chilena, desde su aparición en los años 90.

La primera es que, en estas más de tres décadas, son muchos los que han trabajado en gestión de la cultura -en espacios y organismos tanto públicos como privados-, haciendo de la experiencia en ello, un relevante aporte. La que hace falta también darse a conocer, sin desmerecer que el factor experiencial puede contribuir a la segunda corriente, la académica; que es la que mayoritariamente nutre la publicación presentada.

Y la tercera corriente, quizás la más importante y necesaria, es la de los elaboradores de la política a seguir en cultura, los policy makers, en su versión en inglés.

Destaco su necesidad pues nos enfrentamos a una inédita coyuntura en la que se abre una perspectiva de ampliación sustantiva del financiamiento público a la cultura, sin que exista claridad sobre el destino de tales recursos, con el severo riesgo de seguir la inercia de "más de lo mismo".

Cabe entonces convocar a una gran discusión en la que tanto los académicos como los gestores experienciales y los interesado en formular políticas, resuelvan el futuro.

No es difícil encontrar en la historia reciente, ejemplos al respecto. El primero, cronológicamente, fue el caso de la profesión de Periodista, cuyo camino se inició desde la práctica, pasó a agrupaciones gremiales, luego a escuelas de formación universitaria y, finalmente, a facultades más complejas, de Comunicaciones.

En nuestra propia área, el caso del Encuentro de Políticas Públicas, Legislación y Propuestas Culturales en el Congreso Nacional, a fines de los 90, fue una práctica en que parlamentarios y varias centenas de creadores, gestores y patrimonialistas forjaron las bases del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, política pública que también requiere una académica evaluación.

En síntesis, una revista que llena un vacío y abre perspectivas y proyecciones, como lo señala su  atractiva portada.


01 junio 2024

CUENTA DE BORIC EN CULTURA: 1% = 100%



Un fantasma recorre el mundo de la cultura, desde hace años, sin respuesta. Fue reiterada por el Mensaje Presidencial del 1º (otro uno) de junio de 2042, fijada a las 11 horas (dos unos más). Se trata de insistir en que la solución a todos los problemas de la cultura se resolverían con una glosa presupuestaria equivalente a una centésima parte de lo que gasta anualmente el gobierno de Chile.

Hace algunos años, hacia fines de la dictadura se instaló en este mismo mundo otra cifra: la del IVA. Que si se eliminara el impuesto al libro se resolverían los problemas del sector editorial y Chile volvería a ser el país lector de los buenos tiempos de Quimantú.

Las autoridades de la época resolvieron de raíz la campaña que ya se hacía molesta: No se suprime el IVA al libro porque ello traería complicaciones al sistema impositivo imperante, dijo el Ministro de Hacienda, Alejandro Foxley. De acuerdo, dado que el IVA al libro no constituye una cantidad significativa de los impuestos, ¿lo devolverías para crear un Fondo de fomento a la lectura?, dijo el Ministro de Educación, Ricardo Lagos.

Santo remedio. El equivalente a la recaudación fiscal por IVA al libro se traspasó a un flamante Consejo Nacional del Libro, de composición transversal y representativa del sector que adjudicaría los recursos a quienes, mediante proyectos concursables, lo solicitaran.

Así, escritores, libreros, editores, profesores, bibliotecarios, distribuidores, importadores y un (otra vez el 1) representante del Presidente de la República reunidos en Consejo Nacional asignarían fondos a sus pares, girando contra un Fondo Nacional del Libro y la Lectura, creado por Ley. 

Del llanto de eliminar el IVA, nunca más se supo y el sector se llenó de iniciativas de fomento lector; concursos de escritura; creación de bibliotecas; ferias de libros, y cuánta idea naciera del creativo mundo editorial.

Hasta que una honrosa invitación a la principal feria mundial, la de Frankfurt, cayó en manos de una autoridad y no del Consejo del Libro. Y el propio Presidente de la República debió salir a reparar el pecado de ignorancia de su secretaria de Estado.

Para evitar un bochorno similar, aún es tiempo de determinar, participativa y transversalmente, a qué se destinaría la eventual triplicación -en menos de dos años- del presupuesto cultural de Chile.

El Presidente lanzó dos ideas:

"Entregar financiamiento directo a ferias, festivales y agrupaciones de trayectoria probada, como la Orquesta de Niños del Altiplano en Antofagasta, el festival de Jazz en Valparaíso, la Bibliolancha en Chiloé, la Furia del Libro en Santiago, Cielos del Infinito en Magallanes, Teatro Puerto en Coquimbo, o el Festival Internacional de Cine de Valdivia". Responde a la demanda por aportes directos a iniciativas de más de diez años de existencia.

"Un pase cultural ... al cumplir 18 años y personas mayores que tienen la PGU al cumplir 65 años, de 50 mil pesos para utilizarlos en salas de cine, teatro o librerías". Un aporte que puede ser significativo para las industrias culturales.

Sin embargo, el uso del 1% requiere de más análisis y la participación de los incumbentes que definió el propio Boric: 
"las y los artistas, cultores y gestores culturales que trabajan por mantener viva nuestra cultura, en conjunto con el apoyo del Estado y la sociedad civil en todas sus formas".

No pongamos la carreta delante de los bueyes, o, como dijo Bárbara Negrón, el 2 de junio, en El Mercurio: "se requiere terminar de implementar la institucionalidad para poder recibir estos recursos y rindan lo que tienen que rendir. Si no, el ingreso de recursos puede mas bien desestabilizar".

Además del 1%, el Presidente anunció la recuperación de dos medidas nacidas en administraciones anteriores:

Completar el Centro Cultural Gabriela Mistral "como fue ideado e iniciado durante los gobiernos de la Presidenta Bachelet... un gran centro nacional de excelencia para las artes escénicas y musicales... tal como fue concebido durante el gobierno del Presidente Allende en 1971". Reconocimiento a quienes lo antecedieron con un plan que, como muchos países avanzados, destinan edificaciones inicialmente para relevantes eventos mundiales, que luego van a fortalecen la infraestructura cultural. Proyecto retomado en 2006 por la Presidenta Bachelet que implica instalar el Centro Nacional de Artes Escénicas y Musicales aprobado por la Convención Nacional de Cultura, cuando ésta tomaba decisiones vinculantes.

Y agregó una iniciativa que, desde los noventa, apoyó una veintena de producciones cinematográficas nacionales:"El Fondo de Banco Estado para el Fomento del Cine Chileno que se extenderá por primera vez al teatro". 

Anunció el envío de dos proyectos de ley: un necesario aporte a TVN, a través de un "Fondo de reserva para la modernización del canal estatal, fortalecer sus centros regionales, su canal cultural e infantil y su señal internacional, junto a la creación de una radio pública y desarrollo de su formato multi plataforma". Y una nueva legislación de beneficios tributarios, "a empresas extranjeras para posicionar a Chile como un lugar atractivo para las producciones y coproducciones audiovisuales".

Una Cuenta al país que deja tareas y esperanzas al mundo de la cultura, con una clave: el 100% de las preocupaciones seguirá siendo ese 1%.

Hasta que deje de ser un fantasma y se convierta en una feliz realidad.