Cristóbal Colón, lunes 14 de octubre del 2019, en Providence, Rhode Island, (AP Foto/Michelle R. Smith) |
Los apremiantes sucesos que siguieron al 18/O, han llevado a muy diversas derivaciones. Hay dos de ellas que llaman especialmente la atención. La primera, la sensación de que estamos en un co gobierno de hecho, a causa de una autoridad que ha perdido legitimidad y que requiere de otros más allá de la coalición que lo eligió, para dirigir el país. La segunda es el reconocimiento de The Economist de que después del 18/O tenemos una mejor democracia. La pregunta es cómo se revela o debiera revelar aquellos dos aspectos en la cultura.
Lo más evidente es que nos pilló a contramano.
Mientras la gran demanda es la dignidad y por tanto la participación, la cultura en Chile intenta instalar un ministerio, en reemplazo de un consejo nacional que habría dialogado bastante mejor con la situación.
Para completar el cuadro, está en tramitación una postergada ley del patrimonio que, obviamente, no considera aspectos que se han visibilizado merced el llamado estallido social.
A pesar de los esfuerzos del subsecretario Emilio de la Cerda por escuchar el movimiento social e incorporar sus expresiones en la nueva ley, esa tarea se hace imposible pues aún no terminan de expresarse esas demandas ni termina de entenderse el sentido de muchas de ellas. Es obvio que se debe estar aguas más quietas para legislar con futuro. Más aún si tenemos un proceso constituyente en perspectiva cercana.
El ministerio se ha convertido en una especie de notario que registra los bienes dañados sin poder avanzar en las formas de su eventual restauración.
El diario El País de España señaló:
Al menos 329 monumentos públicos han sido dañados por los manifestantes los tres meses del estallido social en Chile, que ha puesto contra las cuerdas la institucionalidad del país para exigir reformas a fondo. Sobre todo en ciudades como Santiago y Valparaíso, las esculturas de calles, avenidas y plazas se han transformado en un gran pizarrón de proclamas y las más disímiles demandas sociales.
... Las obras casi desaparecen detrás de decenas de rayados, pintadas de aerosol o elementos adheridos. Algunas han sido deformadas y agrietadas.
... Según el catastro del Consejo de Monumentos Nacionales, 24 se han perdido por completo y han sido retiradas o reemplazadas. Así ocurrió en la ciudad de La Serena, a unos 450 kilómetros al norte de la capital, donde los manifestantes retiraron un monumento en honor al conquistador español Francisco de Aguirre y en su lugar instalaron la escultura Milanka, en homenaje a la mujer de la cultura indígena diaguita.
Observadores creen ver en ello una arremetida "anti institucional, antimilitar y anticolonial" una mezcla demasiado compleja y extendida en nuestra historia como para tratarla simultáneamente.
Es verdad que hay quejas contra el colonizador español, en ocasiones, justificadas, pero habrá que dar tiempo y espacio a reivindicar muchos aportes que Neruda ejemplifica muy bien:
Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras. Es verdad que hay reclamos contra la dictadura militar, que nos dejó el sistema extremamente neo liberal que comienza a resquebrajarse, pero tambien una historia parcial y manipulada que mantiene abiertos debates sobre el Museo de la memoria y los derechos humanos y el propio Museo de historia nacional, que deberían estar zanjados hace mucho. |
Pero el reclamo que más requiere de co gobierno es el institucional. Es claro que la institucionalidad que no termina de cuajar, no va a resolver las demandas en este sentido, incluso un deseable retorno al Directorio Nacional del CNCA quedaría trunco pues dicha instancia, que fuera vinculante, debería acometer nuevas atribuciones como por ejemplo, la participación ciudadana en los procesos de creación de monumentos y de restauración o reemplazo de los dañados.
Mientras tanto, debemos contar con lo que contamos, empoderar a un Consejo nacional tan invisible como existente, seguir dando espacio a los consejos sectoriales que han tenido lo suyo, por ejemplo en la ley de teloneros que logró, entre otros, el Consejo de la música.
Pero, sobre todo, encontrar una forma creativa y extendida de que el mundo de la cultura participe, masiva y activamente, tanto en la incorporación de los derechos culturales en la futura constitución, como en la resolución de los desafíos que nos deja el despertar de Chile.
Bonita tarea.