Las políticas culturales no son como las carnes, que pueden ser magras o grasas, pero, dado que una editorial de El Mercurio del domingo 25 de mayo utiliza esa metáfora para analizar el estado del arte (literalmente) luego del Mensaje Presidencial del 21 de mayo, sigamos el juego.
La afirmación inicial es que la Presidenta se refirió en forma “breve” y “hacia el final” de su mensaje al tema cultural. Es evidente que el lugar que se ocupa en un texto ni la cantidad de minutos empleados son datos relevantes. Efectivamente, pudo demorarse más y lo habría hecho si el segmento hubiese estado en el cuerpo del mensaje, sólo que estaba atrasada y debió leer más rápido los párrafos finales. El cambio de ubicación en nada se hubiese afectado el interesante contenido del discurso.
La segunda afirmación es que tales referencias a la cultura “pueden estimarse como de mera continuidad y limitada relevancia”. ¡Obvio! Es sabido por los chilenos que la Política Cultural es una Política de Estado, que se ha fijado con un horizonte 2005-2010 y que por tanto, un gobierno NO puede modificarla, sólo el Directorio del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes tiene tales atribuciones. Es conocido también que la cultura es cuestión de costumbres y por lo tanto, de continuidades, de reiteraciones. Complejo hubiera sido que la Presidenta modificara la política vigente conforme a la Ley o no abundara en áreas que por definición requieren de varios años para concretarse, como son los proyectos de infraestructura o de formación de hábitos de consumo culturales. Respecto de la relevancia, más allá de reiteraciones, no puede dejar de reconocerse la enorme significación que tiene para la historia del desarrollo cultural chileno la modificación de la Ley de la DIBAM, que data de 1929, para dejar paso al Instituto del Patrimonio. Tampoco es menor la construcción, finalmente, de un teatro para las artes escénicas y musicales con capacidad para 2 mil personas. Lo más cercano, el Teatro Municipal de Santiago, ya celebró 150 años de vida…
Preocupa al editorialista que el Mensaje no mencione “la calidad ni las excelencias”. Éstas forman parte de la Política 2005-2010, sólo que en el Mensaje se da un ejemplo, como es el número de producciones cinematográficas, metáfora de fácil comprensión para el público. Neruda, al ser consultado sobre cuándo habría buen cine chileno, respondió: “Cuando exista mal cine chileno”. Esto es, cuando haya mucho cine chileno. A buen entendedor…
Tampoco puede considerarse ajeno a la calidad y la excelencia el aumento en un 30% de los recursos de los fondos concursables. En la actualidad, el Fondart nacional cubre más de un tercio de la demanda de proyectos de calidad en las áreas de creación; más de la mitad de la demanda de calidad de becas y pasantías, y bastante más de la mitad de la demanda de proyectos regionales de calidad. Es decir, porque ha existido desde hace 8 años una política permanente de incremento de los fondos, que crece ahora en 30%, se está satisfaciendo en un nivel más que aceptable la demanda de excelencia de los creadores. ¿Magro resultado?
El editorialista se contradice afirmando que se omite la política de fomento al libro y la lectura, mientras en otro párrafo señala que se propone un programa especial de mini bibliotecas para jardines infantiles y se reitera la construcción de bibliotecas en todas las comunas. Si esas mini bibliotecas y esas macro bibliotecas no son para fomentar el libro y la lectura… ¿para qué se están haciendo?
Luego, una cuestión de fondo, se pregunta por “la influencia efectiva del Consejo Nacional de la Cultura y su actual presidencia”. Aquí nos topamos con el mito de la mujer de César: el Consejo y su Directorio no sólo deben fijar las políticas sino también debe notarse que lo hacen. En ello, acierta el editorial. Los miembros del Directorio Nacional en su conjunto o cada uno de ellos en particular, deben tener una mayor presencia en el debate público de los temas que les competen.
Dos ejemplos que claman orientación:
¿No debiera pronunciarse el Directorio sobre el caso de la cineasta encausada luego de haber obtenido un proyecto del Fondo Audiovisual? Más allá del resultado del proceso judicial ¿no debe el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes proteger cualquier obra de creación, con más fuerza aquellas que ha financiado? ¿No debiera impedirse que materiales usados para una creación artística sean usados eventualmente para otros juicios que nada tienen que ver con la encausada? Así han actuado, en situaciones similares, órganos de prensa que poseían materiales derivados de la investigación periodística y que la policía requería, entregando sólo aquello publicado. Lo demás, es protegido por el secreto profesional.
¿No se hace necesario que el Directorio aborde un caso tan emblemático de la ciudad que lo aloja como es el proyecto Niemeyer en Valparaíso? Llama poderosamente la atención que sea cuestionado casi unánimemente por connotados arquitectos en Artes y Letras del mismo domingo 25. ¿Es coherente con la política cultural que exige planes de gestión antes de asignar recursos públicos a infraestructuras culturales, que se apruebe antes la carreta (proyecto arquitectónico) que los bueyes (contenido y plan de gestión)?
Finaliza la editorial con una afirmación tan arriesgada como injustificada: “parece desprenderse que es en otros ministerios y centros de poder dónde se estarían adoptando las decisiones que marcan y marcarán en el futuro el perfil cultural de nuestra nación”. Sería recomendable que se aclare a qué centros de poder se refiere, asumiendo que cuando se menciona ministerios, es casi un lugar común pensar en Hacienda. Si así lo cree el editorialista, se explica su temor de que el resultado sea magro.
Respecto de los “centros de poder”, además de insinuar una ilegalidad -las atribuciones de fijar políticas las tiene, por Ley, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes- la forma cómo Chile se ha dado sus políticas culturales es generosa en participación, enjundiosa en diversidad y contundente en autonomía de los agentes culturales. Por ello, la criatura llamada Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que tiene –no olvidemos- menos de cinco años de vida crece, siguiendo la metáfora, con buenos músculos, grasa conforme a la edad y mucha vitalidad creativa.
26 mayo 2008
21 mayo 2008
EL MENSAJE PRESIDENCIAL:“Chile tiene voluntad de ser”
El Discurso Presidencial del 21 de mayo 2008, en lo que a cultura respecta, tiene novedades y, sobretodo, profundizaciones. Ya lo había señalado Bachelet en esta misma fecha, el 2007: "Un Chile inclusivo es aquel donde la cultura juega un rol primordial. La cultura es aquello que define nuestra identidad. Una identidad plural, diversa, llena de vida y en continua transformación. Ella es la que nos permite afrontar los desafíos del mundo global sin dejar de ser, por otro lado, lo que somos más íntimamente”
Señaló también entonces: "Hemos llevado adelante una Política Cultural de Estado, con énfasis en el acceso y la participación, la creación de audiencias y la descentralización”. El 2008, la Presidenta le destinó 728 palabras de su Cuenta al país, versus 448 del 2007, un 60% más, con una amplitud mayor también en la temática.
Destacó, en el sector Educación, la formación de los agentes culturales: “Nos preocuparemos de aquellos ámbitos del saber que no siempre reportan beneficios inmediatos ni fáciles de medir, pero que son inmensamente necesarios para el alma de nuestro país y me refiero a las Humanidades a las Artes y las Ciencias Sociales. Es por eso que vamos a impulsar un programa especial de Humanidades en la Universidad de Chile y restantes universidades públicas, para revitalizar la filosofía, las letras, el arte y todas las ciencias sociales”.No olvidemos que la U. ha iniciado recientemente un Magíster en Gestión Cultural luego de más de diez años de un Postítulo en igual materia, situado en la Facultad de Artes, junto a las carreras de pre y post grado en las Artes Musicales, las Bellas Artes y las Artes Escénicas.
Reitera más adelante Bachelet la inevitable relación que la cultura tiene con los pueblos indígenas, que ya había adelantado en 2007: “El tercer eje se refiere a la multiculturalidad, que cambia el enfoque de la relación con los pueblos originarios, para que no sólo sea el Estado sino la sociedad en su conjunto la que asuma como suyos los derechos de representación, participación e inclusión de nuestros hermanos indígenas. Por eso digo: hemos abierto la nueva etapa en la historia cultural y social de Chile, basada en el reconocimiento de la diversidad y de la pluralidad como fuente de nuestra mayor riqueza humana”.
Esta concepción se asemeja a aquella presente en el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en cuanto es la sociedad la que formula las Políticas Culturales a través de un Directorio Nacional diverso, plural y representativo de las diferentes áreas de la cultura. Parecemos destinados a reconocer la multiculturalidad de nuestro país.
Más adelante y bajo el revelador subtítulo “La democracia, a esta altura, es parte de nuestra cultura”, refuerza que “nos hemos dado una política cultural de Estado que aspira a garantizar la diversidad y la participación. Hemos puesto énfasis en el acceso, la formación de audiencias, fomentando la descentralización y la gestión local.
Todos conceptos más vinculados a la “platea” que al “escenario” y que confirman el carácter de política de Estado que revisten la formación de audiencias y la gestión, esta vez, a nivel municipal.
Sin descuidar la preocupación por los ocupantes del “escenario” dado que “hemos perfeccionado y hecho crecer los Fondos Concursables en más de un 30 por ciento: Ellos representan un impulso inestimable para miles de creadores en áreas tan diversas como la danza, el documental, el teatro, la creación literaria o el fomento del libro”.
Especial mención le mereció el desarrollo del cine nacional y su relación con los fondos públicos: “Hemos visto florecer en estos años la industria del cine. 30 largometrajes han sido estrenados en lo que va de mi gobierno. Otros 24 están próximos a estrenarse. Ello habla muy bien de la creatividad y del empuje de nuestros realizadores, pero también, de una virtuosa relación con el Estado. De todas estas cintas, 38 han tenido algún tipo de apoyo público”.
Lo mismo –aplicación de fondos gubernamentales- ocurre con dos programas que parecen destinados a quedarse, al menos bajo el mandato Bachelet: “El programa Creando Chile en mi Barrio llega ya a más de 360 mil beneficiarios. Y las fiestas ciudadanas Chile + Cultura que congregaron durante el año 2007 a 144 mil personas en 15 regiones, y este año, esperamos reunir a 200 mil personas en 20 ciudades, con la participación de más de seis mil artistas y cultores locales”. Queda pendiente una evaluación más allá de lo cuantitativo de tales programas.
En el área de formación de audiencias musicales, la Presidenta destacó, un esfuerzo asociado al mandato de Ricardo Lagos: “fortaleceremos la labor de la Fundación de Orquestas Sinfónicas Juveniles e Infantiles, para que apoye a más de 300 orquestas en el año 2009 a lo largo de todo el país”, un programa que, a diferencia de los dos anteriores, ha tenido evaluaciones artísticas y sociales altamente positivas.
En lo institucional, un anuncio muy esperado, “en los próximos meses enviaré al Congreso Nacional el proyecto de ley que crea el Instituto del Patrimonio”, legislación que, de aprobarse, culminaría el esfuerzo iniciado con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y que debiera según toda lógica, establecer una nítida relación entre el futuro Instituto y el ya establecido – con casi cinco años de auspiciosa vida- Consejo.
Otro pendiente en esta área, que no puede esperar más es el “llamado al Congreso para que ratifique la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial”.
No escapó al Mensaje la tercera base de nuestro modelo de desarrollo cultural, la infraestructura, que se complementa con los otros dos ya mencionados en el Mensaje, gestión y audiencias: “Chile requiere de infraestructura cultural de calidad y al alcance de todos. Por ello el programa de centros culturales avanza a paso firme, así como el plan de construcción de bibliotecas públicas en todas las comunas del país, y el plan de mejoramiento de museos. Al final de mi mandato contaremos con una red de espacios modernos, diversos y amigables, a la cabeza de la cual hay que situar el nuevo Centro Cultural Gabriela Mistral”.
Recordando a Manuel Rojas “que aprendió a escribir leyendo días enteros, encerrado durante ocho horas en la Biblioteca Nacional” la mandataria introduce el tema de la formación de hábitos de lectura, haciendo un anuncio que parece reconocer las críticas al anuncio 2007 del Maletín Literario: “Vamos a seguir con la promoción de la lectura, y durante el año 2008 llegaremos con un programa especial de mini-bibliotecas a jardines infantiles, para desarrollar el hábito lector desde los más pequeñitos”. Sin duda, una biblioteca bajo la vigilancia de una parvularia –imagino que debidamente capacitada- y con ejemplares especialmente creados para la edad de los educandos, puede tener mayor efectividad que un maletín familiar que queda librado a múltiples factores dentro de un grupo como el familiar que tiene naturales intereses diferentes tanto por edades como por disposición a la lectura. La formación de hábitos de lectura puede encontrar terreno más fértil en un jardín infantil que en un hogar de bajos recursos y escasa motivación.
El duende de los discutidos maletines no está del todo descartado. Volvió a la carga con un anuncio curioso: “cada vez que entregamos una vivienda social, junto a las anheladas llaves irá también un maletín literario de la mano”. No parece que una familia que recibe su anhelada vivienda vaya a destinar parte del gozo de tal logro para leer. Más bien tiendo a creer que los ejemplares serán desplazados durante un buen tiempo en el que muebles, instalaciones y hasta plantas ocuparán las preocupaciones familiares.
Sin embargo, el balance del sector es ampliamente favorable, como lo resume la propia Bachelet: “Creo que todos estos esfuerzos que van a contribuir al desarrollo de una cultura más de todos, una cultura más ciudadana y esa creación y esos bienes culturales reflejarán la pluralidad de la sociedad, será una construcción más colectiva; y responderán a eso que Gabriela Mistral llamó, pensando qué era aquello que el Chile nuestro tenía y que ella dijo "Chile tiene voluntad de ser".
Un toque femenino y poético para cerrar un capítulo que, como es el cultural en el desarrollo nacional, inevitablemente ocupa espacios crecientes, sea en infraestructuras como en el imaginario colectivo.
13 mayo 2008
MUSEOS: CAMBIO DE PARADIGMA + apostilla de Nivia Palma
Una sorprendente y notable noticia nos entrega la Directora de la DIBAM, Nivia Palma. En efecto, a propósito de la incorporación de Chile al programa Ibermuseos -la noticia aparente- declara en El Mercurio del 13 de mayo, que los museos "han avanzado desde el paradigma de los objetos hacia el paradigma del público: Antes, nuestra preocupación eran las colecciones, que tenemos. Hoy, sin descuidarlas, buscamos que aumenten los visitantes y que el museo les proporcione conocimientos, cultura...entretención", -la noticia real.
Este anuncio, en boca de la responsable gubernamental del Patrimonio chileno, marca un punto de quiebre, similar al que en los 90s tuvieron las artes, sintetizado en la pregunta: "¿Escenario o platea?" (buscar en este mismo blog con fecha 14 de abril 2007). Es decir, comienza la preocupación por las audiencias tambien en el plano patrimonial y por tanto, surge un factor común que facilitará la inevitable asociación de artes y patrimonio: el público.
Si todos trabajamos por la formación de espectadores, será obvio el tipo de organización que debemos darnos para hacerlo. Así lo hicieron los mundos de las artes y la gestión cultural a través del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Con este planteo de Nivia Palma, espero, se avanza decisivamente en la concreción del esperado Instituto del Patrimonio y la definición de la relación pendiente entre la DIBAM y el CNCA.
Una buena noticia para el desarrollo cultural chileno.
Y es sólo martes 13.
COMENTARIO POSTERIOR DE NIVIA:
Querido Arturo: fue un poquita más compleja la oración. Así como quedó, creo es reducida.
Dije además: “es un imperativo cultural y ético relevar los Museos, comprendidos, por cierto, como instituciones que recogen, valoran y difunden la memoria plural y diversa de nuestro país. Espacios culturales que investigan, conservan y difunden parte significativa de nuestro patrimonio natural y cultural, el cual es diverso y plural. Museos que hablan desde la afirmación de nuestros orígenes precolombinos, que no silencian la complejidad, violencia y discriminaciones que hemos vivido en nuestra corta o larga historia; que tienen como centro establecer la dinámica de comunicación que permita un encuentro íntegro de cada persona con los objetos contextualizados, y no el culto a los objetos de la colección. Museos de arte que, junto con conservar y difundir colecciones, son un actor fundamental en el necesario proceso de reflexión artística y de divulgación de propuestas actuales.”
Este anuncio, en boca de la responsable gubernamental del Patrimonio chileno, marca un punto de quiebre, similar al que en los 90s tuvieron las artes, sintetizado en la pregunta: "¿Escenario o platea?" (buscar en este mismo blog con fecha 14 de abril 2007). Es decir, comienza la preocupación por las audiencias tambien en el plano patrimonial y por tanto, surge un factor común que facilitará la inevitable asociación de artes y patrimonio: el público.
Si todos trabajamos por la formación de espectadores, será obvio el tipo de organización que debemos darnos para hacerlo. Así lo hicieron los mundos de las artes y la gestión cultural a través del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Con este planteo de Nivia Palma, espero, se avanza decisivamente en la concreción del esperado Instituto del Patrimonio y la definición de la relación pendiente entre la DIBAM y el CNCA.
Una buena noticia para el desarrollo cultural chileno.
Y es sólo martes 13.
COMENTARIO POSTERIOR DE NIVIA:
Querido Arturo: fue un poquita más compleja la oración. Así como quedó, creo es reducida.
Dije además: “es un imperativo cultural y ético relevar los Museos, comprendidos, por cierto, como instituciones que recogen, valoran y difunden la memoria plural y diversa de nuestro país. Espacios culturales que investigan, conservan y difunden parte significativa de nuestro patrimonio natural y cultural, el cual es diverso y plural. Museos que hablan desde la afirmación de nuestros orígenes precolombinos, que no silencian la complejidad, violencia y discriminaciones que hemos vivido en nuestra corta o larga historia; que tienen como centro establecer la dinámica de comunicación que permita un encuentro íntegro de cada persona con los objetos contextualizados, y no el culto a los objetos de la colección. Museos de arte que, junto con conservar y difundir colecciones, son un actor fundamental en el necesario proceso de reflexión artística y de divulgación de propuestas actuales.”
09 mayo 2008
HACIENDO TEATRO (para el Bicentenario)
Se ha puesto en el tapete –ya era hora- el tema de las celebraciones del Bicentenario que se acerca a pasos agigantados, el 2010.
Quisiera introducir al debate algunas distinciones.
En primer término, debemos separar obras (cemento, hierros) de celebraciones (eventos, fiestas). Para el Centenario de 1910, las segundas se redujeron a Santiago y se agruparon en el mes de septiembre, se concentraron en el Teatro Municipal y en la Exposición Histórica del Centenario que daría origen al Museo Histórico Nacional. Las obras también fueron capitalinas: Palacio de Bellas Artes; Estación Mapocho; Biblioteca Nacional (en orden de terminación). Para 2010 se espera que las obras sean nacionales –en todo el país- y muchas de ellas ya están en marcha. La más emblemática en el terreno cultural, es el Centro Nacional de Artes Escénicas y Musicales que estará ubicado en el Edificio Gabriela Mistral, actual Diego Portales, ex UNCTAD. Por ello, llama la atención una reciente editorial de El Mercurio que plantea la necesidad de: “por ejemplo, un gran teatro de la representación, complementario del Municipal, acorde con los requerimientos y tecnologías del mundo moderno”. Para tranquilidad del editorialista, ese proyecto está en marcha.
Es en las celebraciones del 2010 donde deberá poner su énfasis la Comisión Bicentenario, con sus flamantes autoridades. Se conoce de un Congreso de la Lengua en alguna universidad de Valparaíso; de la Exposición Histórica del Bicentenario en el Centro Cultural Estación Mapocho; de una especial programación teatral de FITAM; de la Trienal de Artes Visuales, casi todas concentradas en el primer trimestre del año, que deberán compartir, con alta probabilidad, con la segunda vuelta electoral y con certeza, con el cambio de mando presidencial del 11 de marzo. Habrá que preocuparse también de la fiesta del 18 de septiembre y ¿porqué no? de una especial celebración del Año Nuevo.
Otra distinción es la temporal, las celebraciones tienen que ocurrir necesariamente en la fecha que corresponde, es decir en el año 2010. No obstante, las obras deben quedar instaladas en las cercanías de esa fecha emblemática pero no necesariamente en ella. Eso sería poner la carreta (el corte de cinta) delante de los bueyes (la calidad de la obra). Recordemos que para el Centenario sólo el Palacio de Bellas Artes pudo inaugurarse, dificultosamente, el 18 de septiembre de 1910 pero sin capacidad de usarse para su misión, que era acoger obras de artes plásticas. Una parte relevante del flamante museo se destino a acoger el novísimo Museo Histórico Nacional, que sí tenía piezas museográficas pero no tenía alojamiento. La Estación Mapocho se inauguro varios años después y qué decir de la Biblioteca Nacional que debió esperar casi décadas.
Una tercera distinción, que está presente en la mencionada editorial, se refiere a la capacidad que hoy tiene el sector privado, a diferencia del 1910, de aportar de manera importante a estas celebraciones y obras: “un sector privado próspero como el chileno podría contribuir de manera más decidida a la formación de un patrimonio cultural acorde con el nivel que el país ha alcanzado. En naciones del hemisferio norte eso ocurre con normalidad, muchas veces al amparo de beneficios tributarios”.
Tomemos la palabra al decano. Es una excelente idea el que pudiese generarse un período de excepción de por ejemplo dos años (2009-2010) en el que las donaciones privadas a obras y celebraciones bicentenarias sean beneficiadas por un estímulo tributario del 100% y no del 50% como es la norma. De esta manera, tendríamos un aniversario patrio formidable en el que el Estado pone el esperado Teatro Nacional para 2000 personas en el Edificio Gabriela Mistral y los privados aportan recursos para otras obras y celebraciones.
Ojalá que no sea puro teatro.
Quisiera introducir al debate algunas distinciones.
En primer término, debemos separar obras (cemento, hierros) de celebraciones (eventos, fiestas). Para el Centenario de 1910, las segundas se redujeron a Santiago y se agruparon en el mes de septiembre, se concentraron en el Teatro Municipal y en la Exposición Histórica del Centenario que daría origen al Museo Histórico Nacional. Las obras también fueron capitalinas: Palacio de Bellas Artes; Estación Mapocho; Biblioteca Nacional (en orden de terminación). Para 2010 se espera que las obras sean nacionales –en todo el país- y muchas de ellas ya están en marcha. La más emblemática en el terreno cultural, es el Centro Nacional de Artes Escénicas y Musicales que estará ubicado en el Edificio Gabriela Mistral, actual Diego Portales, ex UNCTAD. Por ello, llama la atención una reciente editorial de El Mercurio que plantea la necesidad de: “por ejemplo, un gran teatro de la representación, complementario del Municipal, acorde con los requerimientos y tecnologías del mundo moderno”. Para tranquilidad del editorialista, ese proyecto está en marcha.
Es en las celebraciones del 2010 donde deberá poner su énfasis la Comisión Bicentenario, con sus flamantes autoridades. Se conoce de un Congreso de la Lengua en alguna universidad de Valparaíso; de la Exposición Histórica del Bicentenario en el Centro Cultural Estación Mapocho; de una especial programación teatral de FITAM; de la Trienal de Artes Visuales, casi todas concentradas en el primer trimestre del año, que deberán compartir, con alta probabilidad, con la segunda vuelta electoral y con certeza, con el cambio de mando presidencial del 11 de marzo. Habrá que preocuparse también de la fiesta del 18 de septiembre y ¿porqué no? de una especial celebración del Año Nuevo.
Otra distinción es la temporal, las celebraciones tienen que ocurrir necesariamente en la fecha que corresponde, es decir en el año 2010. No obstante, las obras deben quedar instaladas en las cercanías de esa fecha emblemática pero no necesariamente en ella. Eso sería poner la carreta (el corte de cinta) delante de los bueyes (la calidad de la obra). Recordemos que para el Centenario sólo el Palacio de Bellas Artes pudo inaugurarse, dificultosamente, el 18 de septiembre de 1910 pero sin capacidad de usarse para su misión, que era acoger obras de artes plásticas. Una parte relevante del flamante museo se destino a acoger el novísimo Museo Histórico Nacional, que sí tenía piezas museográficas pero no tenía alojamiento. La Estación Mapocho se inauguro varios años después y qué decir de la Biblioteca Nacional que debió esperar casi décadas.
Una tercera distinción, que está presente en la mencionada editorial, se refiere a la capacidad que hoy tiene el sector privado, a diferencia del 1910, de aportar de manera importante a estas celebraciones y obras: “un sector privado próspero como el chileno podría contribuir de manera más decidida a la formación de un patrimonio cultural acorde con el nivel que el país ha alcanzado. En naciones del hemisferio norte eso ocurre con normalidad, muchas veces al amparo de beneficios tributarios”.
Tomemos la palabra al decano. Es una excelente idea el que pudiese generarse un período de excepción de por ejemplo dos años (2009-2010) en el que las donaciones privadas a obras y celebraciones bicentenarias sean beneficiadas por un estímulo tributario del 100% y no del 50% como es la norma. De esta manera, tendríamos un aniversario patrio formidable en el que el Estado pone el esperado Teatro Nacional para 2000 personas en el Edificio Gabriela Mistral y los privados aportan recursos para otras obras y celebraciones.
Ojalá que no sea puro teatro.
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