20 agosto 2015

CHAMBERT, COULON Y LOS OTROS


Está movido el mundo cultural. En un mismo día -19 de agosto- se han conocido los nombramientos, tras inéditos concursos, del Director del Teatro Municipal de Santiago y del Parque Cultural de Valparaíso. Dos emblemas de la gestión e infraestructura culturales en Chile. Uno, nuestro primer teatro como república; otro, heredero de un viejo polvorín auxiliar de la defensa portuaria primero y prisión después, que en el presente es principal espacio cultural de la única ciudad patrimonio de la humanidad que podemos esgrimir. Pero no sólo en el nivel de ejecutivos se producen cambios. Precisamente los procesos que culminan se deben, en gran parte, a las renovaciones de los Directorios en distintas corporaciones culturales.


Cuando asumió la Alcaldesa Carolina Tohá como Presidente del Directorio de la Corporación Cultural de Santiago, inició un proceso de cambio en él, quedando constituido, a la fecha, por seis personas ademas de su Presidenta: tres designadas por ella; una por las otras municipalidades que contribuyen al Teatro Municipal; otra, que proviene del ámbito empresarial, elegido por el Directorio, y una persona nombrada por el Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura. Esta designación recayó en la académica de la Universidad de Chile María Inés Silva, candidata a doctora en Sociología de la Cultura y Mediación Cultural en la Universidad Sorbonne Nouvelle.

Ese septeto fue el que escogió por unanimidad, luego del trabajo de una empresa caza talentos, para reemplazar a Andrés Rodríguez, a Frédéric Chambert. Un francés que probablemente sabe de cultura chilena más que muchos de los habituales visitantes al Municipal, y de literatura hispanoamericana como para haberse encontrado, a los 25 años, conversando en París con Jorge Luis Borges. En efecto, luego de una áspera conversa con Borges que no lo estimuló precisamente a hacerlo, decidió traducir por primera vez al francés obras del uruguayo Horacio Quiroga como Cuentos de amor, de locura y de muerte o Anaconda. Además de su simpatía por la literatura chilena -no en vano fue alumno del poeta Armando Uribe- en particular de Pablo Neruda, es cercano también a la música de Víctor Jara, habiéndose iniciado al español precisamente con Te recuerdo Amanda

En las artes que predominan en nuestro Municipal -el primer teatro de ópera de Latinoamérica, según Chambert- es también fuerte y confía en la labor de su antecesor: Un turco en Italia, actualmente en cartelera, montado por el teatro que aún dirige Chambert, es estreno mundial y está anunciado en Toulouse sólo para dos años más. Cuando él esté en propiedad instalado en Santiago. Por ahora, y hasta mediados de 2016, se seguirá moviendo entre Francia y Chile para cerrar la temporada del Teatro del Capitolio.

Andrés Rodríguez, que lo presentó al mundo de la cultura en la Sala la Capilla como el director del segundo teatro de ópera más importante de Francia, recibió un prolongado aplauso de sus pares que se disponían a escuchar el perfecto castellano del nuevo director, quién no dudó en declarar que si algún grupo de rock quisiere presentarse en el teatro, ello sería posible "si hay disponibilidad y pagan el correspondiente arriendo". 


Por otro lado, en la corporación cultural de la ex Cárcel de Valparaíso, la presidencia recayó, por designación ministerial, en el académico de la Universidad de Valparaíso y magister en Gestión Cultural de la Universidad de Barcelona, Alejandro Rodríguez, quién reemplazó a Cristián Warnken, iniciando de inmediato un proceso de búsqueda de Director Ejecutivo, que llegó a considerar también vía caza talentos, a más de 60 gestores culturales. La pesquisa, luego de reducir la nómina a seis personas, terminó con la selección del músico del Inti Illimani Jorge Coulón, quién debió vivir un largo exilio en Roma con su grupo, retornando a Valparaíso dónde se las rebuscó como dueño de restaurante, cantante, líder vecinal y finalmente postulante a cargos de elección popular, llegando a obtener, en 2013, un respetable tercer lugar -con un 18,4% de  la votación- como candidato a diputado dentro del antiguo sistema binominal.

Según Alejandro Rodríguez, "Coulón, que obtuvo la mayoría de los votos en el directorio, quedó como director ejecutivo, porque tiene, junto con su experiencia como creador y gestor, una mirada amplia del arte y la cultura. Es también un absoluto conocedor de la realidad sociocultural de Valparaíso, con toda su complejidad y diversidad". Su gran desafío -agrega- será lograr que el Parque Cultural se integre efectivamente con la ciudad; generar una programación equilibrada, en la que tengan espacio tanto las agrupaciones locales como otras.


En el GAM, por su parte, el Ministro Ottone designó como máxima autoridad a Ramón López, decano de Artes de la Universidad Católica y experimentado arquitecto de proyectos como el Centro Cultural Estación Mapocho y el propio Centro Cultural Gabriela Mistral. Su labor estará muy vinculada a la construcción de la gran sala de la segunda etapa del proyecto de centro nacional de artes escénicas y musicales que allí se aloja. 

La novedad es que el Ministro ha dejado la Presidencia, que ocuparon sus antecesores, de ese Directorio, el que ha ratificado a la Directora Ejecutiva, Alejandra Wood. Se ha manteniendo así el criterio que ha caracterizado su mandato de que no sea el Ministro ni funcionarios de su dependencia quienes representan a la autoridad en los respectivos Directorios, sino destacados académicos con amplia experiencia en la gestión cultural. Ello otorga mayor transparencia en la transferencia de recursos públicos a tales instituciones y da mayor fuerza  a su gobierno corporativo.

Como se ve, en los cambios recientes comienza a vislumbrarse una Política de Estado hacia los espacios que -como el Teatro Municipal, el Parque Cultural de Valparaíso o el GAM- se han constituido en grandes navíos de la flota cultural chilena. Por tanto, puede esperarse ajustes en los directorios de otros centros culturales que reciben importantes recursos desde el Estado.

Y también es previsible que el incipiente nuevo tipo de relación del Estado con estas grandes infraestructuras tenga un correlato en la indicación sustitutiva del proyecto de ley que creará el Ministerio de las Culturas.

18 agosto 2015

JUAN DOMINGO MARINELLO, FOTOGRAFO Y TESTIGO


Foto revista Qué Pasa

Durante la Unidad Popular, Juan Domigo Marinello, fue de los pocos fotógrafos nacionales que pudo despachar fotografías a color a medios extranjeros. En nota reciente -de revista Qué Pasa- recuerda que Chile se había convertido en una suerte de punto de turismo político al que venían muchos periodistas de otros países. Así surgió la posibilidad de trabajar para Hero Buss, corresponsal de la revista Stern; colaborar en La Revista del Domingo y en otras como Ramona (publicación juvenil del Partido Comunista, dirigida por Carlos Berger), Eva y Paula. De su paso por Ramona, se acuerda de la foto que le tomó a Roberto Matta mientras pintaba el mural El primer gol del pueblo chileno en La Granja, en 1971,  junto a la Brigada Ramona Parra. Ese registro, anota, “se convirtió en prueba ineludible para la señora de Matta, que siempre negó el mural que hizo su marido, no sé por qué razón”.


El episodio recuerda que el mismo Marinello fue protagonista y testigo de la Inauguración, en 2002, de la Sala de Fotografía Joaquín Edwards Bello del Centro Cultural Estación Mapocho, una de las primeras especializadas en ese arte de nuestro país, con la muestra Fotodigrafías de Identidad.

Lo que motivo, entonces, las siguientes palabras:

Cuando, hace algunas décadas, llegué a la escuela de periodismo, Marinello ya estaba.

Aunque tan joven como quienes venían de la otras escuelas a iniciar una segunda carrera, era uno de esos viejos sabios de la tribu.

Hablaba en fácil y enseñaba fotografía con el injusto título de ayudante, mientras quienes ostentaban el carácter de profesores, justificaban religiosamente cada semana su inasistencia.

Contaba historias de un probable hermano piloto de helicópteros y otras nacidas en inverosímiles reportajes, como los zapatos de cuero de pescado o las bondades de la quínoa y el lupino, que compartimos.

Admirado por sus alumnas sólo sucumbió a los encantos de una escolar con la que bailó ininterrumpidamente varios días seguidos en un matrimonio de esos de campo, en Molina.

Luego, con el primer once de septiembre, vimos juntos como uno a uno iba desgranándose esa pléyade de profesores de la escuela, como si alguien hubiese sacado, en palabras de Marinello: “el tapón de la artesa”.

Sin tapón, pero con sabiduría y prestigio, Marinello permaneció formando periodistas fotógrafos o fotógrafos periodistas, ya como profesor titular.

A ese destacado profesional y amigo recibimos (el 30 de abril de 2002), con admiración y cariño en este Centro Cultural Estación Mapocho que lleva años de experiencia en la gestión cultural, promoviendo las artes a través de aportes privados.

Con esta muestra también hicimos realidad la Sala de Fotografía Joaquín Edwards Bello, luego de un largo proceso en el que muchas personas y empresas estuvieron involucradas, lo que hoy nos permite avanzar un paso más en nuestra política de destinar espacios preferentes para las distintas expresiones artísticas.

Es un orgullo inaugurar esta sala con la muestra Fotodigrafías de Identidad de Marinello, fotógrafo y periodista.

Antecedente no menor en el sentido de que el periodismo es un ámbito que intenta reflejar o por lo menos acercarse a aquello que llamamos "realidad".

Sin embargo, o tal vez justamente a causa de esos coqueteos con la inasible realidad, es que Marinello echa mano de imágenes reales guardadas en archivo, para transformarlas en identidad subjetiva. Para lograrlo hace uso de la tecnología, del artilugio digital como puente entre apariencias que se encuentran en orillas opuestas. "Las herramientas digitales permiten unir las imágenes, recreando un tiempo y espacio propios del fotógrafo", en palabras del autor. 
 

Cuando hace unos años, mi hija Catalina llegó a la escuela de periodismo, Marinello ya estaba.

No me sorprendería que cuando alguno de esos esquivos nietos llegue a la escuela de periodismo, Marinello ya estaba.

Por ahora, mientras eso ocurre, disfrutemos de su arte.

05 agosto 2015

GAM: ¿PARA DÓNDE VA LA TORRE?




"Pocas obras como ésta pueden reflejar mejor los procesos políticos, sociales y culturales del país en los últimos 40 años. Esta torre formaba parte de la Remodelación San Borja, y al momento de la construcción de la sede de la UNCTAD III, se habilitó para acoger servicios y oficinas de esa conferencia internacional", según Cristóbal Molina, coordinador del Área de Arquitectura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. "Es una obra de arquitectura sumamente relevante y simbólica".


Nació pre destinada, esta torre, desde sus fundaciones. En los planos originales tenía el número 22 de una veintena de edificios similares que conformarían la remodelación. No obstante, como el patito feo, tuvo un destino diferente. Mejor que el de sus colegas famosas como la Torre 10, inspiración para la telenovela chilena del mismo nombre emitida por TVN en 1984, que ocupó el edificio para algunas escenas o la Torre 15, en la que están los Servicios Centrales de la Universidad de Chile. Sus cimientos fueron aprovechados en el edifico de oficinas que debía acompañar a la Conferencia de la UNCTAD. Fue inaugurada, junto a la placa, el 13 de abril de 1972. Entonces el Presidente Allende le asignó un destino: "Queremos que esa torre sea entregada, y así lo propondré, a las mujeres y los niños chilenos."

El joven e impetuoso Rodrigo Ambrosio, que llegaba de una viaje por Asia, tomó la iniciativa proponiendo un museo de los niños, tal como los había conocido en su gira y puso a un grupo de profesionales del MAPU a trabajar en el proyecto. Mientras tanto, la edificación permaneció bajo tuición de Naciones Unidas hasta ser entregada oficialmente al Ministerio de Educación, en junio del mismo año.

Entonces vino su segundo nombre: Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral. Hasta el 10 de diciembre de 1973, cuando un decreto con fuerza de ley lo renombró Diego Portales, fue cerrado al público y se le cambió su destino: sede de la Junta Militar de Gobierno. 

Además de los comandantes en jefe y sus comisiones asesoras legislativas, en sus pisos acogió una de las más deleznables oficinas de la dictadura: DINACOS, la dirección de comunicación social, un eufemismo para decir, la censura. Previa en sus inicios, auto censura más adelante.

Allí sufrí el anuncio de clausura de APSI, revista que dirigí hasta la tarde del 7 de agosto de 1981. Poderosa oficina.

Con la llegada de la democracia, desde 1991, el Ministerio de Defensa continuó ocupando la torre.

El 5 de marzo de 2006, un incendio no alcanzó a consumir la placa pero la dejó suficientemente dañada para replantearse su futuro, como suele ocurrir en Chile -país de poca destreza en planificar y bien mantener edificios notables- luego de las catástrofes.

Más tarde, un comité interministerial determinó que se convocaría a un concurso de arquitectura para transformar el conjunto arquitectónico en centro cultural. Por su instrucción, se avanzó en la constitución de una corporación cultural de derecho privado sin fines de lucro que administraría, en comodato, el edificio reacondicionado. Se contrató un estudio de audiencias y un plan de gestión. Con ellos en la mano, se seleccionó a, través de una empresa de busca de talentos, un primer equipo de ejecutivos, dejando pendiente el Director o Directora para el inicio del gobierno siguiente.

El complejo adquirió su actual denominación el 19 de octubre de 2009, cuando la presidenta Michelle Bachelet promulgó la ley 20.386 en la que se estableció que se le diera el nombre de la Premio Nobel chilena para "perpetuar su memoria y honrar su nombre y su contribución a la conformación del patrimonio cultural de Chile y de las letras hispanoamericanas".

Las audiencias han ido llegando al centro cultural en la cantidad y formas esperadas a pesar de que el gobierno de Sebastián Piñera detuvo el desarrollo de su segunda etapa: léase una gran sala para alrededor de dos mil personas, que ahora se anuncia para el 2017. Mucho menos se avanzó en la tercera: la torre.

El plan de gestión, así mutilado, consideraba que el principal financiamiento del centro cultural vendría de cinco unidades de negocios, la principal de ellas, la mentada torre, que asumiría un destino hotelero de tres estrellas y de oficinas aceptables dentro del destino turístico que contempla el plan regulador del sector. Considerando que para ese uso requeriría de una importante y costosa adaptación a las normas vigentes para un edifico de 23 pisos, ya avanzado el siglo XXI.

A partir del 2008, Defensa comenzó a retornar a su sede histórica en el Barrio Cívico, y lo terminaría de desocupar próximamente.

En la nueva etapa que se inicia con esa mudanza, la torre "podría ser destinada a una función cultural, y retomar su vínculo original con el GAM" señala la periodista Romina De la Sotta en artículo de El Mercurio el 4 de agosto de 2015. Y se pregunta: ¿Cómo intervenir arquitectónicamente la torre para darle usos culturales? ¿Cómo potenciar los servicios del Estado que allí se instalen? En esa dirección, la Escuela de Arquitectura UC, con el apoyo del Consejo Nacional de la Cultura, convocó a estudiantes de esa disciplina de Chile, Brasil y Argentina, para desarrollar propuestas.

Es la primera piedra para poner en discusión con todos los interesados en el futuro de esta emblemática torre.

Es de esperar que, dando por supuesto que su destino es cultural, como lo han reiterado varios Presidentes, no se descarte su natural vinculación al proyecto GAM y se considere el significativo aporte con el que podría contribuir a su financiamiento.

Sus crecientes audiencias de artes escénicas y musicales lo agradecerán.

El debate está abierto.