10 junio 2010

EL MUNDIAL DE LA CULTURA EN SUDÁFRICA

Fue hace menos de un año, en septiembre de 2009, en Johannesburgo. Se jugó íntegramente en el Museo de África y participamos 50 expositores –un 40% africano-, 450 delegados de 79 países, de ellos, 250 representantes del continente africano que pertenecían 31 países diferentes. Es la cifra más alta de la historia para una Cumbre Mundial de las que convoca regularmente la IFACCA, algo así como la FIFA de las artes y la cultura.

Les anticipo que no hubo campeón, pero todos ganamos. Se trató del 4°World Summit on arts & culture organizado por el Consejo Nacional de las Artes de Sudáfrica y la Federación Internacional de Consejos de las Artes y Agencias Culturales bajo la atenta y colaboradora mirada de Sarah Gardner y el equipo de la Secretaría Ejecutiva de la IFACCA, cuya sede está en Sydney, Australia. El tema de la convocatoria fue “Encuentro de Culturas, creando sentidos a través de las artes”.

Chile estuvo presente, invitado (clasificatorias mediante) para exponer sobre dos temas cruciales: La Convención de la UNESCO para la protección y promoción de la diversidad ¿un instrumento audaz o sólo un documento más? y Financiación alternativa de las artes: el modelo del micro préstamo y otros modelos. De este modo estuvieron allí las voces de nuestra Coalición por la Diversidad a través de su presidenta Mané Nett, y de la experiencia de auto financiamiento cultural, entre otros, del Centro Cultural Estación Mapocho.

También fuimos parte de los debates debido a la preocupación de la audiencia por la comunidad de afro descendientes que habitan preferentemente en Arica y sus alrededores. Desde las casetas (no de transmisiones, sino de traducción simultánea) se escuchaba el suave tintinear chileno: una compatriota afincada en Sudáfrica hacía llegar, en familiar acento, a través de los fonos, auxilio a las ponencias en otros idiomas. Lo que en muchos casos se hacía innecesario por el sólido francés o perfecto inglés de los delegados del continente anfitrión.

En tales debates advertimos que, como señaló Mike van Graan, director de Programación del Summit, “Vivimos una paradoja: por un lado afirmamos la diversidad cultural y el derecho de todos a ser diferentes y, sin embargo, por el otro, las diferencias culturales (y la ignorancia, miedo o arrogancia hacia el ‘otro’ relacionadas) son a menudo la fuente de muchos conflictos locales, nacionales, regionales y globales”.

Allí aprendimos cómo los Berebere se han ganado el reconocimiento del autoritario régimen de Marruecos gracias a su extraordinario comportamiento como difusores e impulsores del turismo en aquel reino del norte de África, o cómo el cine ha sido un agente de pacificación en las barbaries cometidas luego de la disolución de la ex Yugoeslavia, o como un grupo de teatro ha colaborado para que indios y paquistanís de aldeas vecinas se reconozcan como naciones que tienen más en común que las barreras religiosas que aparentemente los separan. Escuchamos el clamor de muchos agentes culturales que padecen –en sus países- guerras nacionales tan cruentas como desconocidas.

Nos enriquecimos, además, conociendo la historia del país anfitrión tanto a través de “Tres colores”, evento multimediático liderado por Brett Bailey y Maqoma Geoffry que narra el devenir de Sudáfrica por la vía de los encuentros y desencuentros de los tres colores de las razas que lo constituyen: blanco, café y negro; cómo visitando el museo de sitio de Maropeng dónde se descubrieron los primeros vestigios del hombre, y que por cierto exhibe registros de la visita del científico trotamundos Charles Darwin. De su presente, visitamos la modesta, acribillada y conmovedora casa donde vivió Nelson Mandela, ubicada en el emblemático barrio de Soweto (South West Town).

Allí las balas de la policía del apartheid no sólo alcanzaron los leves ladrillos de la habitación, sino también los cuerpos frágiles de escolares, niños mártires que son conmovedoramente homenajeados en la misma plaza dónde hoy otros niños cantan y bailan para entregar su talento a los turistas buscando un donativo para paliar en parte la pobreza que convive, a pocos metros, con Orlando, un moderno estadio que acogió el concierto inaugural del campeonato de fútbol.

Sin duda, mundiales de cultura y de futbol contribuyen, al realizarse en el país, a seguir profundizando en los esfuerzos de los sudafricanos por dejar atrás las secuelas de la segregación y la pobreza que aún azota a gran parte de la población.

Pero, las cumbres de las artes y la cultura no han tenido lugar sólo en Sudáfrica. La primera, fue en 2000 en Ottawa, Canadá; la segunda, en 2003, en Singapur, y la tercera en NewcastleGatehead, Inglaterra, en 2006. La de Johannesburgo fue un paso más en el descubrimiento mutuo de que las artes pueden y deben jugar un rol en la construcción de la paz, sobretodo porque gran parte de los conflictos localizados que asolan al mundo provienen de la intolerancia a la diversidad que, paradojalmente, es cada vez más estimulada por la desaparición de muros y dictaduras que las tenían falsamente avasalladas.

Si de diversidad y cómo enfrentarla positivamente se trata, nadie mejor que artistas, gestores y agentes culturales que conviven esencialmente con ella -desde luego en los Consejos de las Artes que muchos de los delegados representaban- creados y constituidos sobre la base de la sociedad civil que asignan recursos provenientes de Estados que han comprendido que no pueden los gobiernos –y sus normales variaciones- ser quienes se hagan cargo en exclusiva de los desarrollos culturales de sus países.

En las cumbres –la próxima está anunciado para octubre de 2011 en Melbourne, Australia- se refuerzan la necesidad del trabajo en redes, alianzas acogidas a los beneficios de la participación y la transparencia en la asignación de fondos públicos que caracterizan a la mayor parte de los países. En ello, el trabajo de IFACCA ha sido incansable: Norteamérica, Asia, Europa, África, Oceanía han sido o serán testigos. Tal vez por ello, Chile – que es miembro desde 2006 por acuerdo del Directorio del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes- está en la “lista corta” de cinco postulantes a organizar la Cumbre de 2014.

Quizás lo logremos y seamos, en esa oportunidad, el primer país latinoamericano en recibir a un evento de esta naturaleza, y concentremos, una vez más, el centro de las miradas y debates del mundo (literalmente) cultural. Entre otras cosas, por lo original de nuestro modelo institucional. Que ha superado el antiguo concepto de ministerio.

Pero ese, es otro partido.

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