Metamorfosis, es el proceso biológico que experimentan las crías de ciertos animales antes de llegar a la edad adulta. Se me ocurrió ocuparlo a propósito de una gentil invitación de la directora del Museo Violeta Parra, Cecilia García Huidobro, a exponer desde las redes de ese museo, sobre la Empresa Editora Nacional Quimantú.
Extraño, porque es un fenómeno de hace cincuenta años (1970/1973) que se ha resistido a pasar al olvido. Por el contrario, aparece cada vez con mas fuerza entre lectores nostálgicos, tuiteros de buena memoria, programas de gobierno y hasta en el debate de la Nueva Constitución.
Siempre enfrentado a una especie de plebiscito entre el SI debe recuperarse y el NO es factible en estos tiempos.
Ambas opciones tienen buenas razones.
Por el SI se argumenta que nunca antes, ni después, se leyó tanto en Chile. Que jamás se han repetido las tiradas semanales de colecciones como Minilibros (80.000 al inicio); Quimantú para todos (30.000) o Nosotros los chilenos (20.000). Que no es posible hoy encontrar ejemplares a precios tan alcanzables. Que hace falta aumentar los niveles de lectura que se habrían visto dañados por el IVA, la pandemia, el desuso lector, la adicción a las diversas pantallas, la falta de tiempo...
Por el NO, se argumenta que pasaron los tiempos del Estado empresario e impresor; que los lectores actuales no alcanzarían a consumir tales niveles de tiradas; que el gobierno de la UP controlaba precios de importaciones por lo que podía obtener materias primas y papel barato, a pesar del boicot de la CMPC; que el nivel de lucha ideológica de los 70 obligaba a estar muy alertas y por tanto leer mucho y rápido para no quedar "fuera de la historia"; que sería imposible imaginar hoy una empresa con el nivel de participación de sus trabajadores en la administración: cinco de once miembros del comité ejecutivos provenían de los talleres.
El resultado de este referendo parece estar en la mas pequeña de sus colecciones: Cuncuna. Reconocida por la "Antología visual del libro chileno", de Claudio Aguilera (Quilombo ediciones, 2013) como una serie cuya "riqueza se encuentra en la variedad de textos e imágenes que incorporó, además de un diseño pulcro y sobrio con tirajes de 20 mil ejemplares, impensables hoy, constituyéndose así como un primer antecedente del libro álbum moderno chileno".
Este antecedente podría metamorfosear a mariposa, es decir llegar a volar cincuenta años después, considerando sus principales características: además de que hay muchos lectores, que se formaron como tales leyendo Cuncunas, su formato y colorido duotono no requieren de grandes rotativas y puede resistir pequeñas prensas planas y tiradas más modestas.
De hecho, la editorial de la Universidad de Santiago está por publicar una caja conteniendo cinco títulos reeditados de Cuncuna, tarea que ya emprendió Amanuta con sendos libros ilustrados por Marta Carrasco, y Planeta, con los poemas de Floridor Pérez titulado Cielografía de Chile. Ekaré había editado hace unos años, La doña Piñones, de María de la Luz Uribe y Fernando Krahn.
Se podría afirmar entonces, como el tuitero aquel, que Quimantú vive, pero solo en sus publicaciones infantiles emprende vuelo.
Lo que se pretende, detrás del SI, es reeditar libros con tiradas tan altas, precios tan bajos y circuitos de distribución tan cercanos como los de la Quimantú de los 70. Y allí está la complejidad.
De ese desafío se trata la conversación del martes 26 de abril solicitada por el Museo Violeta Parra, que, por lo demás, vive su propia metamorfosis.
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