08 enero 2018

POR UNA NUEVA RELACIÓN ENTRE ESPACIOS CULTURALES NACIONALES Y REGIONALES



Ante la pregunta ¿qué temas y énfasis debería impulsar el gobierno de Sebastián Piñera en el ámbito de políticas culturales, tomando en cuenta que en el marco institucional debe ser implementado el Ministerio de las Culturas?, formulada por el periodista Roberto Careaga, de Artes y Letras de El Mercurio, el texto completo de mi respuesta, publicada el domingo 7 de enero, es el siguiente:



El segundo gobierno de Sebastián Piñera tiene la oportunidad histórica de realizar –en el marco de las políticas culturales vigentes- los cambios pendientes en el campo del patrimonio.

El gobierno saliente dejó dos instrumentos para acometer esa modernización: la sustitución de la DIBAM por un Servicio Nacional del Patrimonio, contenida en el recién aprobado Ministerio de las Culturas, y los insumos para iniciar el trabajo legislativo de una Ley del Patrimonio, material e inmaterial.

El desafío es introducir el siglo XXI en la administración de museos, bibliotecas, monumentos y archivos, junto con abrirlos –quizás en mixtura con ellos- a centros culturales que existen en el país y que alcanzan -con gestión adecuada- resultados que hacen palidecer a nuestros museos nacionales; qué decir de los museos regionales y locales.

Una de las buenas razones para crear el Ministerio de las Culturas, fue reunir al Consejo Nacional de la Cultura y a la DIBAM en una entidad que trabaje coordinadamente y, sobretodo, coherentemente con los avances en regionalización, territorialidad y participación que el Consejo ha logrado. Lo que se confirma manteniéndose en él a consejos sectoriales sin cambios y los regionales y el Nacional, con profundización de sus atribuciones e integrantes más variados y representativos.

Para destacar esta misión se debiera crear un Consejo Nacional de la Infraestructura y la Gestión que reúna a los espacios de alcance nacional como las bibliotecas patrimoniales -Nacional y Severín-; los tres museos nacionales; centros culturales de alcance nacional como el de la Estación Mapocho, el CCPLM, el MAC, el MIM, el Centro Nacional de Arte Contemporáneo Audiovisual de Cerrillos; el Museo Violeta Parra; el Precolombino; el Teatro Municipal/Ópera Nacional; el aún incompleto Centro Nacional de Artes Escénicas y Musicales Gabriela Mistral, y otros. Ello, en vista a coordinar aportes públicos y privados, compartir sus experiencias de gestión y mantenimiento, sin perder cada uno su autonomía y personalidad propia.

No se van a encontrar mejores soluciones que aquellas que surgen de quienes enfrentan los mismos problemas.

Lo mismo deberá ocurrir a nivel del país, donde los teatros de alcance regional -nuevos y antiguos- deberán relacionarse con los museos de su región y establecer modalidades de trabajo conjunto, derivadas de una regionalización -hasta ahora inexistente- en museos y bibliotecas, que estarán sometidas a la nueva autoridad cultural regional y su consejo participativo.

Se abre una gran oportunidad para que el mandato que se inicia deje como legado una mirada integral del desarrollo cultural, no sólo desde el gobierno, sino también en diálogo con los grandes espacios de alcance nacional y regional que constituyen la flota cultural y patrimonial del país.

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