15 enero 2018

EL RETO: VINCULAR LOS CREADORES CON EL PÚBLICO

Foto Diego Cantú


Pocas veces, un comentario había alcanzado el impacto que tuvo el editorial titulado Desafíos en políticas cultural, de El Mercurio del 11 de enero de 2018, que reconoce que la implementación del nuevo Ministerio de las Culturas será una de las complejidades que deberá enfrentar el próximo gobierno y demanda de la nueva institucionalidad respuestas eficaces y flexibles, sin caer en una excesiva burocratización que más que apoyar, dificulte la expansión de la cultura: "aspectos clave como la descentralización de la actividad, su profesionalización, la educación artística y un efectivo y transversal acceso a la cultura debieran figurar en la agenda de la autoridad que asuma".


Este reconocimiento, que se alinea con lo que se ha venido realizando en políticas culturales desde el CNCA y sus instancias participativas, devela que el viejo dicho "otra cosa es con guitarra" comienza a ser recogido por el diario que, luego de publicar en Artes y Letras El mundo cultural fija los desafíos del próximo gobierno esboza lo que deberían hacer las próximas autoridades.

El aspecto más novedoso surge de la frase "la creación de la nueva institucionalidad plantea la oportunidad de incentivar una sólida conjunción público-privada que permita el surgimiento y respaldo para nuevos proyectos culturalesDiversas experiencias exitosas demuestran que aquellos estímulos que favorecen el profesionalismo y una mayor capacidad instalada se traducen en mayor calidad y alcance público" que, finalmente, reconoce la labor que desde 1990, vienen realizando diversas corporaciones culturales de derecho privado y sin fines de lucro.

Esta afirmación marca un viraje respecto de que tales espacios eran vistos sólo como "iniciativas culturales con que los mandatarios pretenden dejar un legado físico en este ámbito" y los pone en un mismo nivel con la innegable necesidad de "fortalecer de la red de museos nacionales como una prioridad natural que ha sido postergada", fruto precisamente de la oposición de sectores internos y externos de la DIBAM a modificar su institucionalidad.

En otro plano, reconoce que el énfasis puesto en la construcción de infraestructura ha resultado en una vasta red de centros culturales en la mayoría de los grandes centros urbanos del país. Sin embargo, pese al apoyo recibido, "muchas localidades enfrentan dificultades para mantener programaciones de nivel y conseguir cierta ampliación y fidelidad del público".

Uno de los temas más sensibles se refiere al financiamiento, haciendo un llamado en ese sentido al sector privado, debido a que "la exigencia generalizada por mayor inversión en cultura no parece fácil de satisfacer sólo desde el Estado", asumiendo lo tantas veces dicho que a política de fondos concursables y las transferencias de recursos no logran responder en plenitud a la diversidad de necesidades y proyectos.

Deja para el final el texto, el relevante reconocimiento que "el país requiere de una oferta cultural que responda a las nuevas demandas de una ciudadanía globalizada y crítica, pero a veces también indiferente a las manifestaciones culturales disponibles". Aquí está lo central del viraje del periódico: reconocer la existencia de una ciudadanía con determinadas demandas, no necesariamente vinculadas a la oferta disponible de actividades culturales y con capacidad de permanecer indiferente, esto es, rechazar las propuestas desde las elites.

De ahí que el gran desafío, compartido, sea "vincular a los creadores con el público como el principal reto de las políticas culturales".

Un acierto.

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