El día que se cumplen 200 años del Congreso Nacional -casualidad o causalidad- un influyente diario chileno, La Tercera, escogió editorializar sobre un proyecto de Ley anunciado y que parece transitar por los carriles de aquellas legislaciones con perfume de acuerdo: la Reforma a la Ley de Donaciones Culturales. Es que, a diferencia de otras iniciativas recientes, al menos en el campo cultural, detrás de este proyecto conducido por el Ministro Presidente del CNCA han existido muchos meses de reflexiones, evaluación de la legislación a perfeccionar - la "Ley Valdés"- y sobre todo, un afán de profundizar lo existente y no comenzar de cero, reemplazándolo o sencillamente retrocediendo en lo logrado previamente.
Tampoco es un tema ausente de las legislaturas del mundo. El primero de agosto de 2003, Francia -un icono de la presencia estatal en cultura- aprobó una ley de Mecenazgo, asociaciones y fundaciones para estimular las donaciones privadas a las artes. Perú la discutió hace pocos meses y Bolivia ha recibido un principio de propuesta de sus actuales autoridades culturales en esta misma línea, tal como ha sido reseñado en este blog. Proverbiales han sido los casos de Brasil y Colombia en este mismo sentido.
En nuestro país, luego de una columna del ministro Luciano Cruz Coke, del domingo 26 de junio, anunciando el envío de las modificaciones tan anunciadas, comenzaron a conocerse las primeras reacciones al respecto. Algunos eventuales beneficiarios con el cambio, estiman que el cine y el patrimonio serán los más favorecidos. El Mercurio editorializó el 30 de junio señalando:"al permitirse que personas naturales puedan donar con cargo al impuesto a la herencia se agrega una fuente adicional de financiamiento a la cultura que en otros países ha probado ser significativa: grandes museos, bibliotecas públicas y salas de arte y teatro han obtenido por esta vía inestimables recursos. Y, al sumar como potenciales donatarios a las pequeñas y medianas empresas de giro cultural -tales como productoras de cine, de artes visuales, de música o de patrimonio-, siempre que sus proyectos sean aprobados por el Comité de Donaciones Culturales, se fortalece desde la base la institucionalidad cultural". Desde Talca, Pedro Sierra opina que "esta ley es muy importante ya que entrega recursos frescos a las entidades de las artes que son necesarias para generar más cultura buena calidad".
Como está dicho, el 4 de julio, La Tercera editorializa señalando "para que un eventual mal uso no lleve en el futuro a un nuevo retroceso, es deseable que se contemplen mecanismos de transparencia para que quienes sean beneficiarios de estos aportes entreguen información fidedigna sobre sus actividades y sobre quién es responsable por que ellas respondan a los fines previstos. En definitiva, esa transparencia y sanciones a quienes infrinjan la ley serán los mejores controles al buen uso de los beneficios tributarios".
Nuestros parlamentarios están prontos a recibir una propuesta pensada, consensuada en muchos aspectos y abierta a recibir su irreemplazable aporte, tal como se hacía en esa sede que inicia esta nota.
La antigua forma de legislar o, tal vez, simplemente, LA forma de hacerlo.
Quizás el mejor homenaje a su Bicentenario sea que legisladores y legislados avancemos a lo que el país espera: buenas leyes para Chile y sus mayorías.
No es tan difícil. Y lo hemos logrado muchas veces en estos 200 años.
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