Una botella de vodka –ruso- y varios vasitos pequeños, adornaban la mesa desde la cuál Gabriel Matthey y sus compañeros expondrían el modelo Ingeniero de relación del Estado con las Artes, sistematizado por Chartrand[*]. Era la clase postrera del curso de Políticas Culturales del Magister en Gestión Cultural y correspondía entregar su disertación al último grupo. La pasión con que, en pleno siglo XXI, esos estudiantes expusieron aquellas características del modelo ruso –autoritario y poco participativo- practicado por zares y soviets les hizo acreedores de una buena nota y merecedores del trago de vodka con que –parodiando a Pedro el Grande que promovió la cultura con similar incentivo- celebramos el fin del curso.
El “detalle” perteneció a Gabriel, gran domador de amplitudes, capaz de abarcar mucho más que de apretar, rasgo que revela, una vez más en su libro “Modelo de Gestión Cultural para Unidades Territoriales de Chile”, publicado en la colección Teoría de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.
Matthey, uno de los primero graduados del Magíster en Gestión Cultural de la misma Facultad hace en él un esfuerzo gigantesco de desarrollar un modelo en tierra baldía, donde hay poco –lo que es casi una exageración, debo decir casi nada- adelanto de conceptos y escasa reflexión práctica. Se propone así un objetivo mayor que pasa por desglosar la que entiende como dinámica cultural del inicial siglo XXI a formular un recetario o manual de consejos para los gestores que actúan en el territorio nacional.
Decía que hay poco desarrollo de conceptos y se nota. Matthey escabulle esa limitación esgrimiendo algunas definiciones, por naturaleza pobres, mezcladas con afirmaciones notablemente acertadas como “existe una correspondencia directa entre el proyecto de desarrollo cultural y el espacio arquitectónico que lo cobije” (p.46). Más adelante se afirma en experiencias recogidas para recomendar, por ejemplo, a las Corporaciones sin fines de lucro por sobre las Fundaciones de similar característica (p.59); para manifestarse partidario de las “marchas blancas” previamente a echar a andar un centro cultural, para sugerir con énfasis la necesidad de escabullir las condicionantes políticas que suelen venir de autoridades elegidas como los alcaldes (p.57), para usar metaforones como los dos brazos acogedores que caractericen a un centro cultural con obviedades como la necesaria participación comunitaria y la consecuente accesibilidad del espacio (p.47).
Sin duda, Matthey es un pionero y su publicación lo deja en evidencia, así como queda a la vista la necesidad de que las universidades profundicen en la investigación vinculada a la gestión cultural y las políticas culturales. Desafortunadamente, muchas casas de estudios se preocupan más (y peor) en crear diplomados o postitulos de dudosa categoría y escasa duración, algunos de los cuales abortan al primer intento por falta de matrículas.
Por lo mismo, es loable el esfuerzo de Matthey, la acogida que tuvo en la Colección Teoría de la Universidad de Chile y la preocupación de esta revista Resonancias de la Pontificia Universidad Católica por darlo a conocer. Pero no es más que el inicio, en un vaso pequeño, que debe tragarse rápido para pasar al siguiente y compartirlo con una comunidad de gestores culturales cada vez mayor a la que muy pronto no le va a bastar con un trago así de inicial.
No olvidemos que Pedro el Grande usó el vodka para atraer a los hombres de San Petersburgo, mientras a las mujeres ofrecía un tazón de café para que conocieran por primera vez un museo. Más tarde, los zares construyeron esa maravilla que es L’Hermitage (en la foto), poseedor de tres millones de piezas. Mientras sus sucesores comunistas convirtieron muchas estaciones del Metro moscovita en el museo del pueblo.
Y todo comenzó con un vaso de vodka. Sólo bastaría que el aperitivo que nos ofrece Matthey transite por similar destino y tengamos pronto grandes museos y un metro cultural.
Aunque estemos sólo en el inicio del comienzo.
Reseña de la obra de Gabriel Matthey "MODELO DE GESTIÓN CULTURAL para unidades territoriales de Chile", Colección Teoría 25, Facultad de Artes, Universidad de Chile, publicada en RESONANCIAS del Instituto de Música de la la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Católica de Chile 28, mayo 2011.
[*] Publicado en "The Arm's Length Principle & The Arts: An International Perspective - Past, Present & Future", in Who's to Pay? for the Arts: The International Search for Models of Support, M.C. Cummings Jr & J. Mark Davidson Schuster (eds.), American Council for the Arts, NYC, 1989.
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