15 julio 2014

CUANDO NADINE GORDIMER ESTUVO ENTRE NOSOTROS


    
No sólo es la única Premio Nobel que ha pisado nuestra Feria del Libro en sus treinta y tres años de vida. Nadine Gordimer aceptó gustosa venir a Chile y al Centro Cultural Estación Mapocho en noviembre de 1998, junto a escritoras y escritores de Australia y Sudáfrica, para participar en un coloquio que dejó huella y una publicación, que ella misma sugirió: "Hay tantas conferencias -le dijo al Embajador Jorge Heine cuando la invitaba- y de tan pocas queda un legado permanente. Tratemos de hacer algo distinto esta vez. Y que no sea algo que se publique después, sino que antes del encuentro, a objeto que el público tenga algo en la mano mientras asiste a las deliberaciones". 

La idea original de Escribiendo el sur profundo surgió durante una visita de Ariel Dorfman a Sudáfrica en junio de 1997, donde lo comentó con Heine. En Chile, Nadine Gordimer participó -en medio de la Feria del Libro- en un encuentro de dos días en el Centro Cultural Estación Mapocho, donde, además, firmó el libro de oro de la corporación y departió con invitados, como doña Hortensia Bussi de Allende, Isabel Margarita Morel o el Alcalde Jaime Ravinet, y luego se trasladó a sendos diálogos organizados en las universidades Católica de Valparaíso y Austral de Valdivia.

El tema convocante de todos ellos fue el surgimiento de un nuevo sur, muy distinto del antiguo, mendicante, viejo sur/tercer mundo, que constituyó un proceso fascinante de los años noventa. Una parte significativa de este nuevo ámbito es el sur profundo, integrado por los países ubicados bajo el trópico de Capricornio. Y dentro de esta configuración, Chile, Australia y Sudáfrica comparten no sólo una determinada ubicación geográfica, sino que también características históricas y socioeconómicas, incluyendo un pasado colonial y un presente con economías abiertas, agro-exportadoras y mineras. Hasta entonces había existido muy poca conciencia de estos elementos comunes, tanto debido a la fijación tradicional con el norte, como por las diferencias de lengua.

Los países del sur profundo también comparten una sensibilidad artística como quedó en evidencia en el coloquio que reunió a más de una decena de escritores: Peter Carey, Helen Garner y Roberta Sykes de Australia; André Brink, Nadine Gordimer, Zakes Mda y Mongane Wally Serote de Sudáfrica, y Dorfman, Antonio Skármeta, Ana María del Río, Andrea Maturana, Jaime Collyer y Arturo Fontaine, de Chile.
Una antología, editada en cinco mil ejemplares de distribución gratuita, permitió al público chileno conocer cuentos y fragmentos de novelas de todos los invitados, los extranjeros casi todos por vez primera traducidos al castellano. De Gordimer, se publicó el cuento Lo último en safaris, de la colección Jump and Other Stories, 1991, con traducción de Javier Escobar.
Cathy Maree, académica de la Universidad de Sudáfrica y prologadora del libro, señala que el relato de Gordimer fue escrito durante el período de transición del régimen de apartheid a la democracia no racial de Sudáfrica y en el mismo año en que ganó el Premio Nobel de Literatura. En Lo último en safaris, los aspectos positivos y prometedores de ese momento histórico contrastan con los recuerdos de los tiempos que fueron. Localizado en el Parque Kruger - la famosa reserva de animales sudafricana - y en un campamento de refugiados situado cerca de la frontera del Parque, la historia es contada por una joven de once años cuya voz narrativa descubre a la mujer adulta del futuro. El título es irónico: lejos de ser una excursión turística, el viaje de la joven es uno de escape de Mozambique, su país natal que está destruido por una incesante guerra civil. También fue el ‘último’ viaje para la mitad de su familia y casi lo fue para ella también. Otra ironía implícita en el viaje de escape radica en que el gobierno sudafricano había perpetuado la guerra en Mozambique, lo que resultó en la llegada en Sudáfrica de miles de refugiados desesperados. Los temas del exilio y del retorno, de la pérdida y de la recuperación y las transformaciones infelices que producen en sus víctimas aparecen inscritos en las modalidades narrativas del cuento, en sus cambiantes voces, espacios y tiempos. De allí, el siguiente fragmento:

¿Tiene esperanzas de regresar a Mozambique, a su propio país?

No regresaré.

Pero cuando termine la guerra y no le permitan quedarse aquí, ¿no quiere volver a casa?

No creí que la abuela quisiera seguir hablando. No creí que fuera a responderle a la blanca, que volvió entonces la cabeza hacia un lado y se sonrió con nosotros.

La abuela apartó de ella la mirada y habló: No hay nada. No hay casa.

¿Por qué dice eso la abuela? ¿Por qué? Yo sí voy a volver. Voy a volver, atravesando el Parque Kruger. Después de la guerra, si ya no hay más bandidos, tal vez nuestra madre nos esté esperando. Y tal vez el abuelo, cuando lo abandonamos, sólo se quedó atrás de algún modo encontró el camino, lentamente, a través del Parque Kruger, y esté allí. Estarán en casa y yo los recordaré aún. 



La feliz coincidencia de Escribiendo el sur profundo con la Feria del Libro permitió que la principal fiesta literaria acogiera los escritores sureños y los lectores chilenos no sólo pudieran participar de los diálogos, sino llevarse un ejemplar antológico con sus creaciones, que hoy es una rareza bibliográfica.

Memoria de cuando Nadine Gordimer estuvo entre nosotros.


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