18 octubre 2024

DE CÓMO LECTORA DE CUNCUNA DEVIENE EN AUTORA



 


El 17 de octubre, en el Parque Cultural ex Cárcel de Valparaíso, se presentó el libro de cuentos infantiles "Zapatos con olor a mar" de la  recientemente fallecida escritora Lina Peralta. Uno de sus cuentos, describe su experiencia infantil como lectora de Cuncuna. Por ello, su hijo, el periodista Javier Faúndez, tuvo la gentileza de invitarme a participar en esa oportunidad, lo que hice, gustoso, a través de este video:

https://youtu.be/ikbpq5-zGvE



09 octubre 2024

LAS VUELTAS DE CUNCUNA


Quizás deba partir por explicar el sentido de la palabra vueltas, aquí usada. En primer lugar, pareciera normal que una cuncuna se dé vueltas para alcanzar ¿su estado de mariposa, alguna apetitosa manzana? Pero no es ese el sentido del título. Sino el de regresar, volver... y volver muchas veces, casi permanentemente, como ha ocurrido en el transcurso de mi vida, desde que me tocó bautizar con su nombre una colección de cuentos infantiles, en los 70s.


El regreso más reciente fue en forma de un nuevo cuento, narrado por Lina Peralta, lectora de Cuncuna, que conoció la colección cuando tenía unos 7 u 8 años.

El relato, que forma parte del libro "Zapatos con olor a mar", próximo a ser presentado en el centro Cultural ex Cárcel de Valparaíso, narra cómo ella fue motivada por su padre para ir a la librería más cercana y escoger un libro "que tuviera una cuncuna".

No es mi propósito contar el cuento -ya podrán leerlo en su próximo viaje a la librería más cercana- sino reflexionar sobre el significativo hecho que, una lectora precoz, motivada por su padre, impactada por los libros de esta colección de Quimantú, ya adulta, convirtiera esa experiencia en un nuevo cuento para niños, también ilustrado.

La historia continúa porque hace pocos días, su hijo, el periodista Javier Faúndez, me contactó para pedirme que presentara el libro en el centro cultural porteño, el 17 de octubre, o bien el 15 de enero de 2025, en el Museo de la memoria y los derechos humanos.

Obviamente, le interesaba el comentario de un partícipe de la Cuncuna original refiriéndose a esta creación de Lina. Pero, también deseaba mi opinión respecto de la permanencia en el tiempo -más de cinco décadas- de esta colección y sobre aquella mítica frase del Presidente Allende, "en mi gobierno, los únicos privilegiados serán los niños".

Convinimos una entrevista por zoom para la mañana de hoy, 9 de octubre. Mismo día -otra sincronía-, en que la Biblioteca Nacional, a través de las redes sociales -X para ser más exacto- y su página Memoria chilena, destaca el primer número de una segunda serie de Cuncuna: Pintamonos, llamado La leche.

Allí estaba la respuesta a Javier. 

Quimantú encabezó su serie para pintar con una alusión directa a las dos preocupaciones de Allende respecto a los niños de Chile: alimento material -el medio litro de leche- y alimento cultural, los libros.

Pero no libros cualesquiera, sino libros para ser intervenidos (pintados) por los niños, reflejando una de las bases del programa de la UP: la participación. 

Curiosamente, la idea de los Pintamonos surgió al comprobar que -sin que fuera un propósito original- los lectores de Cuncuna rayaban, pintaban, recortaban, rompían los cuentos que atesoraban.

Ese es quizás es secreto de las varias "vueltas" de Cuncuna, desde el recuerdo de sus lectores niños, que han llevado a reeditarlos, a organizar concursos de dibujo basados en sus ilustraciones o a exponer las "Huellas de Cuncuna", como acontecerá en noviembre, en el Centro Cultural La Moneda.

Secreto que esos lectores han heredado a sus descendientes que, como Javier, siguen motivando otro regreso, otra vuelta a Cuncuna.

Ya terminando la entrevista, le consulté a Javier sobre su trabajo. Me contó que daba talleres en la sede Valparaíso de Balmaceda arte joven.

Algo me impulsó a confesarle: - Yo nací muy cerca de esa sede, en el Hospital Alemán.

- Yo también, respondió.

Y no es cuento, sino otra sincronía.


31 julio 2024

GESTIÓN CULTURAL EN VENEZUELA DURANTE PANDEMIA


 

El 11 de agosto de 2021, en plena pandemia, tuve una conversación por zoom, sobre gestión cultural en su país, con Régulo Pachano Olivares, ex Presidente del Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez (CAMLB). Pachano, por órdenes de la Gobernación del Zulia, fue destituido de su cargo el miércoles 17 de mayo de 2018, después de décadas de intenso trabajo cultural en esta institución. Al momento del encuentro se desempeñaba, como exiliado, en el Teatro Colón de Buenos Aires.


El diálogo, de alrededor de una hora, versó sobre la vinculación cultural entre Venezuela y Chile, desde Andrés Bello a Gustavo Dudamel, pasando por el exilio chileno en su país; artistas plásticos como Jesús Soto; el Ministro José Antonio Abreu y el desarrollo del Sistema de Orquestas Juveniles, llevado a Venezuela por discípulos del maestro Jorge Peña Hen, entre otros.

Es interesante, en momentos que se vuelve la mirada hacia Venezuela, repasar este documento, en el siguiente enlace:



29 julio 2024

EL 5 DE OCTUBRE 1988 Y EL 28 DE JULIO 2024



Duró poco el "estado de gracia" en que nos dejó (a muchos) la inauguración de los Juegos Olímpicos París 2024. Bastaron 48 horas para que, desde Venezuela, llegara un sabor amargo. Muy amargo y lleno de reminiscencias respecto del final de la dictadura que asoló Chile desde 1973, caída que se iniciara el 5 de octubre de 1988. Con una urna electoral y un lápiz.



Hasta determinada hora de la noche, justo cuando cerraban las transmisiones desde los Juegos Olímpicos, en Chile y Venezuela, se esperaba que la elección presidencial fijada para "el día del cumpleaños de Chávez" marcara el inicio del final de la dictadura de Nicolás Maduro.

Solo que Maduro no corrió solo, como Pinochet, sino que enfrentaba a un candidato opositor muy fuerte, al que los primeros datos daban una cómoda ventaja de dos a uno. Tampoco el sistema electoral es el mismo, el venezolano tiene un componente electrónico que permite que el "poder electoral" pueda acusar un hackeo . Mismo poder que carece de autonomía del gobierno y obedecer sus dictados.

Aproximadamente una hora antes de la medianoche se fue instalando la idea que venía el fraude. Frente al cual los resguardos de vigilancia de los votos organizados por el comando opositor, fueron inútiles. 

La felicidad de los venezolanos no fue un anuncio de que "ya viene" como en el octubre chileno sino que estalló antes de los cómputos. Millones de nacionales de Venezuela, en todo el mundo, salieron a la calle y expresaron su alegría por lo que parecía ser el final de un período oscuro. Algún canal de tv sumó en pantalla alrededor de cinco ciudades chilenas donde hubo celebraciones masivas y... anticipadas.

Por el contrario, los chilenos, en 1988, nos fuimos tranquilos y temprano a casa y desatamos la felicidad la mañana del 6 de octubre, cuando la victoria del NO ya estaba confirmada por nuestro Servicio Electoral y el Subsecretario del Interior del régimen, Alberto Cardemil.

Así, el lunes 29 de julio de 2024, tuvo un amanecer de tristeza y preocupación. Desfilaron por la pasarela de los recuerdos, venezolanas y venezolanos que ya se han hecho cotidianos en mi vida: el panadero que hornea la masa madre como si fuera su hijo; la amable vendedora de la panadería que persuade como nadie de la bondad de los productos que ofrece; los vocingleros "maracuchos" de la feria libre de Bilbao que ya habían anunciado que el martes 30 no trabajarían por estar celebrando la victoria del candidato opositor; las decenas de conductores de aplicaciones que interrumpían la siempre alta música radial de su auto para confesar su voto, en fin, todo tipo de prestadores de servicios que habían puesto en alerta su esperanza. El lunes 29, los productos por entrega llegaron con retraso... "hoy, los venezolanos no fueron a trabajar", explicó un repartidor chileno.

El martes 30 parecía que el tiempo retrocedía a 1983, año de las primeras protestas en Chile, que los venezolanos habían perdido el miedo y salían masivamente a la calle y derribaban los símbolos del chavismo para protestar por un evidente fraude. 

El mundo se alineó rápidamente entre países de gobiernos autoritarios, por un lado y aquellos que viven la democracia y exigen una explicación al gobierno venezolano y a su Consejo Nacional Electoral. 

La oposición a Maduro, segura de su triunfo en las urnas, actos en mano, comenzó a difundir sus resultados y el gobierno inició la represión, en las calles y a domicilio. 

Si quisiéramos mantener la similitud con nuestro 5 de octubre, diría que está aconteciendo lo que ese día temíamos y afortunadamente no llegó a ocurrir: un escamoteo de los votos y un auto golpe que prolongaría la dictadura, sin plazo.

Esperamos que, el meticuloso trabajo de formación de testigos, un sistema de conteo y transmisión rápida y verosímil de resultados que organizó el Comando de Edmundo González, rinda sus frutos tal como ocurrió en Chile.

Que está en el disco duro de nuestro país y nos permite solidarizar con los habitantes de Venezuela, expresar cariño a los exiliados que temen ver alejarse el ansiado retorno y apoyar al Presidente, Gabriel Boric, asumiendo un liderazgo internacional que vuelve a enorgullecernos. 

Como esa noche del 5 de octubre.

27 julio 2024

PARÍS 2024: DEPORTES Y CULTURA


 

Las electrizantes más de cuatro horas de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos 2024, en París, no sólo me mantuvo "permanentemente al borde del asiento" como muy bien describió una presentadora mexicana de televisión. También dejó una inquietud: ¿cuál es la relación entre deportes y culturas? Y ¿cómo ha evolucionado esta vinculación -si la hay- a lo largo del tiempo?



Sería simple decir que es una paridad que se ha mantenido a lo largo del tiempo. Bastaría recurrir a que los primeros juegos nacieron en Grecia y tenían un contenido cultural innegable y concluir que los últimos, los actuales de París, también derrocharon, en su inauguración, incontables muestras de cultura y arte.

Lamentablemente no es así. Mi experiencia demuestra que ambas disciplinas se han ido alejando, al menos en nuestro continente y país. 

Ya en mi formación escolar, la educación física contaba con distinciones respecto de los ramos artísticos como artes plásticas, literatura o educación musical. Desde luego, un simple justificativo maternal aludiendo un improbable resfrío, posibilitaba ausentarme de dichas clases, lo que terminaba en bajas calificaciones y el consiguiente descenso en el promedio final. -Ah, tienes cinco en gimnasia, no importa. Al final se mejoraba la calificación con una discutible evaluación del "esfuerzo", es decir, demorar, en las clases finales, menos en la vuelta al patio, que lo alcanzado al inicio del año escolar. Así, se consagraba un alejamiento de la actividad física, sin mayores consecuencias.

En esa misma época, los clásicos universitarios eran conformados por dos bloques, uno cultural: las barras de cada universidad que competían en ingenio y creatividad, y el partido de fútbol propiamente tal. Incluso se decía que quien ganaba en las barras, perdía en el partido y todos felices. 

Por los sesenta, también, llego la televisión a Chile y el gobierno entregó su concesión a universidades, debido al innegable aporte cultural que harían a través de sus pantallas, la U de Chile; la UC; la UC de Valparaíso; y la U del Norte. Lo que obviamente no impidió que la verdadera extensión del nuevo medio de comunicación a lo largo del país, se lograra gracias al Mundial de Fútbol de 1962.

Nuevamente cultura y deporte, de la mano, aportaban a la sociedad, Incluyendo varias universidades que competían con sendos equipos en los campeonatos profesionales de futbol y otros deportes.

Pero la "profesionalización", introdujo la relevancia del dinero en el deporte. Los jugadores se comenzaron a "vender", incluso algunos destacados, al exterior; más de algún empresario o publicista descubrió que poner su marca en las camisetas aumentaría sus ganancias. De ahí a las casas de apuestas auspiciando equipos y hasta selecciones nacionales, hubo solo un paso. Y se llegó a organizar un mundial de fútbol en Qatar, con un clima infernal y un estadio desarmable, hecho de contenedores.

La última perla fue, en la reciente Copa América de fútbol, introducir directamente un show, un espectáculo televisivo en el entretiempo de la final, diletando al doble los tiempos habituales del descanso entre los primeros y los segundos 45 minutos. E introduciendo un factor disruptivo en el tiempo exacto que los aficionados usamos para alimentarnos, refrescarse y atender necesidades biológicas.

En esta vertiginosa danza de millones de dólares en los que bailan derechos de transmisión televisiva; arriendos de camisetas; corrupción de dirigentes... la cultura no llegó a competir. Y siguió por caminos muy alejados del deporte.

Es evidente que un actor, shakesperiano o no, se resistiría a poner un logotipo comercial un su vestuario; o que una orquesta no introduciría un jingle de Coca Cola entre el primer y segundo movimiento de una sinfonía. Tampoco que un escritor redactara, por encargo, una novela exaltando los beneficios de una pasta dental.

Pareció que la vieja sociedad de deporte y cultura se dio por perdida, incluso, en la construcción de una institucionalidad cultural, a inicios de siglo, se optó por el modelo británico de los consejos de las artes, sin siquiera considerar que la secretaría de Estado que los rige en Gran Bretaña, es la misma de los deportes y las comunicaciones.

Sin embargo, París 2024 vuelve el alma al cuerpo. La feliz integración de la historia de Francia; los símbolos urbanos (torre Eiffel); los grandes edificios culturales (museos, bibliotecas); destacadas artistas (Lady Gaga, Cèline Dion); notables elencos (orquesta y ballet nacional, bailarinas del Moulin Rouge), en la ceremonia inaugural mostró al mundo que el ensamble de cultura y deporte es posible y deseable.

La gran pregunta es la habitual: ¿Quién paga? Porque el deporte es capaz de generar recursos millonarios y la cultura apenas se sostiene con financiamientos mixtos entre Estado, privados y las audiencias. 

Quizás sea el momento de volver la vista atrás y recuperar para el beneficio ciudadano los aportes que en este matrimonio tan provechoso como necesario hicieron las universidades, la televisión y el Estado con sus diversas caras como infraestructura; patrimonio material; compra de obras de arte y ejemplares de libros; junto con una gestión dinámica y liviana aprovechando las ricas experiencias en ese terreno que acumulan diversos gestores culturales que han sido capaces de sostener grandes edificios -como en Francia- combinando recursos mixtos y sosteniendo elencos estables o temporales.

Incluso se podría soñar con recuperar ríos que, como el Sena, recorren la capital y otras ciudades, uniendo destinos monumentales. 

Pero eso, es "agua de otro costal".







09 julio 2024

QUIMANTÚ Y LA REVISTA QUE NUNCA EXISTIÓ





Despertó tanta curiosidad que terminó exhibida en la muestra "Cómo diseñar una revolución, la vía chilena al diseño", atracción final del gran muro que mostraba la totalidad de las portadas de libros y revistas que Quimantú editó entre 1971 y 1973. Es la maqueta de la "Revista de los jóvenes trabajadores" cuya única diferencia con otros números cero es que fue impresa, en algunas pocas decenas de ejemplares. Que se perdió en el tiempo, dado que la revista nunca llegó a publicar su número uno.


Es que al ser sometida a los Comités de producción de la empresa, despertó dudas, tanto por el alto costo que implicaban las cuatro tapas a todo color, como por la extraña definición de que debía tener algunos artículos escritos a mano pues la letra de imprenta era vista, por algunos, como ajena a los jóvenes trabajadores.

Se quería una publicación juvenil diferente a la "burguesa" revista RITMO, de Lord Cochrane -editorial de Roberto, el hermano de Agustín Edwards, propietario de El Mercurio- y distinta de ONDA, la respuesta de Quimantú dirigida al mismo público, con algunas temáticas similares pero sin perder Ritmo en portada, con una comprometida historieta cuyo guión fue encargado al escritor mapucista Carlos Olivárez y el diseño de portada al artista Carlos Rojas. Su lema: "Hoy es el primer día del resto de tu vida". 

Para graficar el proyecto del área de publicaciones infantiles y educativas se resolvió imprimirlo. En total había máquinas en cantidades y qué mejor que mostrar el producto final. En esas discusiones estábamos los trabajadores de Quimantú, cuando bajo nuestras narices, es decir en nuestras impresoras comenzó a aparecer RAMONA, revista juvenil del Comité Central de las Juventudes Comunistas. Que reunía varias de las premisas que se esperaban de la Juvenil Obrera. Como tantos sueños editoriales, el proyecto no avanzó ni se supo más de él, 

Hasta que el diligente arquitecto Hugo Palmarola, una de las cabezas creativas de "Cómo diseñar una revolución..." se empezó a obtener un ejemplar para su exposición, que permaneció varios meses en el Centro Cultural de La Moneda durante 2023, convirtiéndose en una de las muestras más relevantes de la conmemoración de los 50 años del golpe militar.

Se enteró, Hugo, que entre mis archivos reposaba un ejemplar. Ni corto ni perezoso llegó hasta mi casa y respetuosamente lo solicitaré ofreciendo el contrato y seguro correspondientes, como en las exposiciones internacionales; muy bien ejecutados por los eficientes equipos del CCLM.

Visité varias veces la muestra completa, siempre finalizando en el último de los impresos de la gran sala poniente, que ocupaba un lugar de honor. En uno de esos recorridos, me asaltó la pregunta: ¿Y después de esto? ¿Qué? 

Difícil imaginar un destino para una revista "estrella" tan poco conocida como reveladora.

Recordé que, en 2022, había donado parte importante de los documentos de mi trabajo como gestor cultural y elaborador de políticas culturales, al Archivo Nacional, los que fueron recibidos con entusiasmo pues, para mi sorpresa, no existía en el allí una sección de Cultura, debido a la ausencia de un órgano de la administración dedicado a ello, o sea, un ministerio (  https://arturo-navarro.blogspot.com/2022/06/el-dulce-encanto-de-donar.html  ).

Esperaba entonces que, a fines del verano recién pasado, me llegaría, cuidadosamente forrada en papel seda, el ejemplar famoso y lo ofreció a las gentiles profesionales del Archivo Nacional.

Por cierto, había que programar una cita formal, para hacer entrega, firmar el Acta de Recepción y relatar la trayectoria de éste sin documento.

Lo que ocurrió al mediodía de un frío martes 9 de julio de 2024, cuando me dirigí -Metro mediante- a Miraflores 50 a depositar la revista, en el mismo inviolado envase en que me la entregará el CCLM.

La recibió la archivera Geraldine Aracena, no sin antes enfundar sus manos en teniendo guantes celestes.

Los mismos que no le impidieron redactar, con respeto y devoción, el solemne acto que dejaría para siempre la revista que nunca existió en poder del Archivo Nacional de Chile, "institución pública del Estado, creada en 1927 con el fin de reunir y conservar los archivos de los Departamentos de Estado y todos los documentos y manuscritos relativos a la historia nacional, y atender a su ordenación y aprovechamiento".

Otro vestigio de la historia de una empresa de propiedad de sus trabajadores que aportó a nuestra cultura más de una década de millones de ejemplares de libros y revistas, en solo tres años de vida.


 

24 junio 2024

GESTION CULTURAL ABRE CAMINOS EN LA ACADEMIA


Tendrían que pasar casi tres décadas para que, con no poca satisfacción, quienes buscan investigar en gestión cultural a nivel universitario en Chile pudieran ver resultados de sus empeños, bellamente impresos en papel. No podía ser menos que ello aconteciera en la sede central de la Universidad de Chile, casa de estudios que -como en otras disciplinas-, ha encabezado la profesionalización de variados oficios.

La tarde del 19 de junio de 2024 no fue cualquier tarde. Se respiraba tensión. El ingreso a la casa central, estaba dividido en dos caminos, a la izquierda, una mesa ocupada por estudiantes que desconocían antecedentes de la presentación en la sala Enrique Sazíé y pretendían registrar a quienes se dirigían al patio ocupado Ignacio Domeyko. A la derecha del invitado, el registro habitual de ingreso a la universidad, con el grabado electrónico del carnet de identidad, que recibía amablemente a las decenas de gestores culturales que deseábamos ansiosos tener en nuestras manos la anunciada revista.

En la sala Sazié, un nervioso director de la revista y director de Extensión de la Universidad, Fabián Retamal, recibía con amabilidad a los que seríamos público y a las presentadoras: Regina Rodríguez y Nivia Palma. Dos gestoras con vasta experiencia, que calibrarían, desde ella, los contenidos de la publicación.

Bien escogidas, Regina hablaría desde sus experiencias como gestora tanto en España como en Chile, en la actualidad dirigiendo con acierto uno de los más potentes centros culturales del país: el del Palacio de La Moneda. Nivia, desde su doble condición de elaboradora de políticas culturales y gestora cultural pública tanto en Fondart como en la DIBAM.

Una mesa con una treintena de ejemplares de la revista guiñaba el ojo a los asistentes que seguíamos con atención a las presentadoras. Hasta que, en el patio vecino, estalló una ceremonia mapuche que contaminó acústicamente las intervenciones y -curiosamente- trajo a la memoria de los mayores, algunos episodios similares de los cabildos culturales que convocaba Claudio Di Girolamo desde su entonces posición como Jefe de la División de Cultura del Ministerio de Educación, antecedente del Consejo Nacional de la Cuiltura y las Artes.

Nivia tuvo la delicadeza de mencionar a cada uno de los redactores de los doce artículos de la flamante revista comentando lo, que a su juicio, era lo más relevante. De pronto, deslizó una pregunta que impactó: ¿Cuántos de los estudiantes que se han formado en el Magister en Gestión Cultural que celebramos, tienen trabajos en lo que fueron formados? 

La respuesta de los asistentes no fue positiva pero constituyó a la vez un desafío para la siguiente década. Ojalá coronada por publicaciones impresas tan cuidadas como la que se presentaba.

Sin embargo, motivó también una necesaria distinción entre las tres corrientes que han caracterizado el desarrollo de la gestión cultural chilena, desde su aparición en los años 90.

La primera es que, en estas más de tres décadas, son muchos los que han trabajado en gestión de la cultura -en espacios y organismos tanto públicos como privados-, haciendo de la experiencia en ello, un relevante aporte. La que hace falta también darse a conocer, sin desmerecer que el factor experiencial puede contribuir a la segunda corriente, la académica; que es la que mayoritariamente nutre la publicación presentada.

Y la tercera corriente, quizás la más importante y necesaria, es la de los elaboradores de la política a seguir en cultura, los policy makers, en su versión en inglés.

Destaco su necesidad pues nos enfrentamos a una inédita coyuntura en la que se abre una perspectiva de ampliación sustantiva del financiamiento público a la cultura, sin que exista claridad sobre el destino de tales recursos, con el severo riesgo de seguir la inercia de "más de lo mismo".

Cabe entonces convocar a una gran discusión en la que tanto los académicos como los gestores experienciales y los interesado en formular políticas, resuelvan el futuro.

No es difícil encontrar en la historia reciente, ejemplos al respecto. El primero, cronológicamente, fue el caso de la profesión de Periodista, cuyo camino se inició desde la práctica, pasó a agrupaciones gremiales, luego a escuelas de formación universitaria y, finalmente, a facultades más complejas, de Comunicaciones.

En nuestra propia área, el caso del Encuentro de Políticas Públicas, Legislación y Propuestas Culturales en el Congreso Nacional, a fines de los 90, fue una práctica en que parlamentarios y varias centenas de creadores, gestores y patrimonialistas forjaron las bases del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, política pública que también requiere una académica evaluación.

En síntesis, una revista que llena un vacío y abre perspectivas y proyecciones, como lo señala su  atractiva portada.


01 junio 2024

CUENTA DE BORIC EN CULTURA: 1% = 100%



Un fantasma recorre el mundo de la cultura, desde hace años, sin respuesta. Fue reiterada por el Mensaje Presidencial del 1º (otro uno) de junio de 2042, fijada a las 11 horas (dos unos más). Se trata de insistir en que la solución a todos los problemas de la cultura se resolverían con una glosa presupuestaria equivalente a una centésima parte de lo que gasta anualmente el gobierno de Chile.

Hace algunos años, hacia fines de la dictadura se instaló en este mismo mundo otra cifra: la del IVA. Que si se eliminara el impuesto al libro se resolverían los problemas del sector editorial y Chile volvería a ser el país lector de los buenos tiempos de Quimantú.

Las autoridades de la época resolvieron de raíz la campaña que ya se hacía molesta: No se suprime el IVA al libro porque ello traería complicaciones al sistema impositivo imperante, dijo el Ministro de Hacienda, Alejandro Foxley. De acuerdo, dado que el IVA al libro no constituye una cantidad significativa de los impuestos, ¿lo devolverías para crear un Fondo de fomento a la lectura?, dijo el Ministro de Educación, Ricardo Lagos.

Santo remedio. El equivalente a la recaudación fiscal por IVA al libro se traspasó a un flamante Consejo Nacional del Libro, de composición transversal y representativa del sector que adjudicaría los recursos a quienes, mediante proyectos concursables, lo solicitaran.

Así, escritores, libreros, editores, profesores, bibliotecarios, distribuidores, importadores y un (otra vez el 1) representante del Presidente de la República reunidos en Consejo Nacional asignarían fondos a sus pares, girando contra un Fondo Nacional del Libro y la Lectura, creado por Ley. 

Del llanto de eliminar el IVA, nunca más se supo y el sector se llenó de iniciativas de fomento lector; concursos de escritura; creación de bibliotecas; ferias de libros, y cuánta idea naciera del creativo mundo editorial.

Hasta que una honrosa invitación a la principal feria mundial, la de Frankfurt, cayó en manos de una autoridad y no del Consejo del Libro. Y el propio Presidente de la República debió salir a reparar el pecado de ignorancia de su secretaria de Estado.

Para evitar un bochorno similar, aún es tiempo de determinar, participativa y transversalmente, a qué se destinaría la eventual triplicación -en menos de dos años- del presupuesto cultural de Chile.

El Presidente lanzó dos ideas:

"Entregar financiamiento directo a ferias, festivales y agrupaciones de trayectoria probada, como la Orquesta de Niños del Altiplano en Antofagasta, el festival de Jazz en Valparaíso, la Bibliolancha en Chiloé, la Furia del Libro en Santiago, Cielos del Infinito en Magallanes, Teatro Puerto en Coquimbo, o el Festival Internacional de Cine de Valdivia". Responde a la demanda por aportes directos a iniciativas de más de diez años de existencia.

"Un pase cultural ... al cumplir 18 años y personas mayores que tienen la PGU al cumplir 65 años, de 50 mil pesos para utilizarlos en salas de cine, teatro o librerías". Un aporte que puede ser significativo para las industrias culturales.

Sin embargo, el uso del 1% requiere de más análisis y la participación de los incumbentes que definió el propio Boric: 
"las y los artistas, cultores y gestores culturales que trabajan por mantener viva nuestra cultura, en conjunto con el apoyo del Estado y la sociedad civil en todas sus formas".

No pongamos la carreta delante de los bueyes, o, como dijo Bárbara Negrón, el 2 de junio, en El Mercurio: "se requiere terminar de implementar la institucionalidad para poder recibir estos recursos y rindan lo que tienen que rendir. Si no, el ingreso de recursos puede mas bien desestabilizar".

Además del 1%, el Presidente anunció la recuperación de dos medidas nacidas en administraciones anteriores:

Completar el Centro Cultural Gabriela Mistral "como fue ideado e iniciado durante los gobiernos de la Presidenta Bachelet... un gran centro nacional de excelencia para las artes escénicas y musicales... tal como fue concebido durante el gobierno del Presidente Allende en 1971". Reconocimiento a quienes lo antecedieron con un plan que, como muchos países avanzados, destinan edificaciones inicialmente para relevantes eventos mundiales, que luego van a fortalecen la infraestructura cultural. Proyecto retomado en 2006 por la Presidenta Bachelet que implica instalar el Centro Nacional de Artes Escénicas y Musicales aprobado por la Convención Nacional de Cultura, cuando ésta tomaba decisiones vinculantes.

Y agregó una iniciativa que, desde los noventa, apoyó una veintena de producciones cinematográficas nacionales:"El Fondo de Banco Estado para el Fomento del Cine Chileno que se extenderá por primera vez al teatro". 

Anunció el envío de dos proyectos de ley: un necesario aporte a TVN, a través de un "Fondo de reserva para la modernización del canal estatal, fortalecer sus centros regionales, su canal cultural e infantil y su señal internacional, junto a la creación de una radio pública y desarrollo de su formato multi plataforma". Y una nueva legislación de beneficios tributarios, "a empresas extranjeras para posicionar a Chile como un lugar atractivo para las producciones y coproducciones audiovisuales".

Una Cuenta al país que deja tareas y esperanzas al mundo de la cultura, con una clave: el 100% de las preocupaciones seguirá siendo ese 1%.

Hasta que deje de ser un fantasma y se convierta en una feliz realidad.

13 mayo 2024

AHORA EN eBOOK E IMPRESION BAJO DEMANDA


 

El modelo chileno de desarrollo cultural. Un texto único en su género, que explica cómo Chile es pionero en América de una institucionalidad que se basa en los consejos de las artes del mundo sajón, sin descartar lo interesante del modelo francés y buscando aplicar  aspectos relevantes del sistema existente en los Estados Unidos.