Cuando se le pidió a Lord Charteris, primer ministro del National Heritage Fund creado en 1980 en el Reino Unido, que definiera el término patrimonio (heritage en inglés) respondió: "Es todo lo que ustedes quieran". Algún día tenía que pasar aquello en Chile. Que la ciudadanía decidiera tomar en sus manos la definición de patrimonio. Así como las audiencias se incorporaron con fuerza a las políticas relacionadas con las artes después de la creación del CNCA, muchas variables están influyendo para que este 2014 sea recordado como el año en que crujieron las casi centenarias instituciones chilenas ocupadas del patrimonio y "florecieron mil flores" en un terreno tan rico como desprotegido, hasta ahora.
Cuando un grupo de gestores culturales solicitamos su apoyo para crear una nueva institucionalidad cultural, durante el gobierno Frei Ruiz Tagle, el senador Carlos Ominami respondió cáustico:
- De acuerdo, pero ¿quién lo pide?
Entendimos que en una democracia, en la formulación de políticas, se debe considerar la opinión de los involucrados, de todos los involucrados, para lograr avances. Iniciamos entonces un largo camino de sumar voluntades: encuentros, seminarios, asambleas, debates, marchas... que culminaron con una institucionalidad deseada por todos quienes estaban relacionados. Seis años después.- De acuerdo, pero ¿quién lo pide?
En aquella oportunidad, el patrimonio quedó afuera. Evidentemente no habíamos logrado conmover ni mover a sus actores clave. Que eran pocos y poderosos. Para ser sinceros, el gran actor en el tema a fines del siglo pasado era el gobierno. Cada nuevo Presidente nombraba a un director/a de DIBAM, a los tres directores de Museos Nacionales y a un Secretario Ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales. Tales autoridades verticales, no sujetas a consejos, ni comités, ni ministros, mal podían querer cambiar la institucionalidad que los mantenía. Sólo hace pocos años fueron incorporados al sistema de Alta Dirección Pública.
Para no detener la marea del mundo artístico que demandaba activamente recursos y políticas para las industrias culturales, los creadores y la infraestructura, además de estímulos tributarios a los donantes privados, el gobierno de la época resolvió avanzar sin las entidades del patrimonio. Situación que no varió por más de una década. Hasta ahora, que terremotos e incendios mediante, las comunidades fueron tomando conciencia de que el patrimonio no debía guardarse sólo en museos, bibliotecas y archivos, sino por el contrario, ellos mismos formaban parte del tesoro que son las identidades de un país o un territorio.
A esta apertura contribuyó mucho la existencia del CNCA que se fue haciendo cargo de las instancias patrimoniales que iban surgiendo como el "descubrimiento" del patrimonio inmaterial o los "tesoros humanos vivos", que no tenían espacio en la discreta museística nacional.
Contribuyó también la presencia de destacados patrimonialistas en el Directorio Nacional del Consejo, como Cecilia García Huidobro o Lautaro Núñez, que demostraban que la Ley que lo creó aseguraba que entre sus integrantes debía haber personas representativas del mundo de la creación, la gestión y el patrimonio.
El terremoto del 27/F ofreció una oportunidad al Ministro Cruz Coke para insertar al CNCA entre las entidades que podían asignar recursos para la reconstrucción de edificios patrimoniales severamente dañados, lo que despertó celos en las organizaciones tradicionales. El gobierno Piñera llegó a establecer un fondo con recursos crecientes, para ese fin.
Paralelamente, las calles se fueron llenando de manifestantes que expresaban sus demandas en el sector educacional, los enfermos graves, las necesidades de Aysén y Magallanes o las chancherías de Freirina. En ese escenario, que fue instalando demandas y soluciones en el imaginario colectivo, no tardaron en aparecen con inusual fuerza las demandas ocultas tanto tiempo de los funcionarios públicos vinculados al CMN, de los habitantes de barrios tradicionales amagados por las inmobiliarias o los porteños y castrinos, asediados por el retail. Entre otros.
La conjunción de ellos alcanzó un punto alto con marchas en diferentes ciudades, la jornada anterior al Día del Patrimonio 2014, ya consolidado nacionalmente. La Ministra de Cultura, parlamentarios, alcaldesas y alcaldes se sumaron a la manifestación, endosada a las pocas horas con cientos de miles de chilenos de todas las edades visitando lugares patrimoniales.
El gobierno invitó a diálogos participativos y a la conformación de una mesa de expertos que darán comienzo al Programa de Revitalización de Barrios e Infraestructura Patrimonial Emblemática que se agrega a aquella otra consulta, con rango de Mensaje Presidencial, que auscultará a los pueblos indígenas, según normas de la OIT.
De este modo, el escenario cambió bruscamente y un proyecto de ley nacido del interés de solucionar burocráticamente la pugna entre dos servicios públicos que se negaban a someterse el uno al otro, se está transformando en el gran proyecto que abra las grandes alamedas a los verdaderos guardianes del patrimonio, las audiencias o el público que lo disfruta, padece y ama cotidianamente.
De lo que alguna vez se pretendió desde La Moneda como solución al "quien manda" en el sector cultura, queda nada, será sustituido por artículos que recién comienzan a escribirse desde las comunidades, los pueblos indígenas, los funcionarios y la gente, quienes definirán qué es patrimonio.
Cuando el mencionado Memorial Found emitió su primer informe, señaló: "No hemos podido definir el heritage nacional, así como tampoco hemos podido definir la belleza o el arte... Por eso dejamos que se definiera por sí mismo. Esperamos que nos pidieran ayuda quienes creían poseer una parte del heritage nacional digno de ser conservado".
Así, el patrimonio es una noción vaga e invasiva que tomará tiempo incorporar exhaustivamente a nuestra legislación. En consecuencia, ya no sólo vendrán cambios para las instituciones tradicionales sino también para los plazos que algunos querían para lograr un ministerio.
Es posible que no alcancen los tiempos de este gobierno, que será valorado porque abrió el camino a escuchar a estas imprescindibles audiencias; pero se legislará como corresponde y ganará Chile.
Un país diverso, multicultural y con mucho patrimonio.
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