Para la joven pianista María Paz Santibañez, los jueves no son un día cualquiera. Al atardecer de un jueves 24 de septiembre de 1987, recibió un balazo en la cabeza frente al Teatro Municipal de Santiago, mientras participaba de una manifestación estudiantil pacífica.
Hace pocas horas, al medio día del jueves 16 de enero, en la Sala Isidora Zegers de la Facultad de Arte de la Universidad de Chile, rindió su examen de egreso con el que culminó sus estudios de piano.
En el intertanto, pasaron para ella y su familia, diez años de angustias, tratamientos en el exterior, recuperación y estudios, para que nuevamente sus manos se movieran con destreza por el teclado y pudieran reencontrarse con Chopin, Scarlatti, Beethoven o Guarello.
Lejos está la imagen de “la joven baleada” con el pelo muy corto, que se recuperaba del incidente. Hoy, una mujer de pelo largo y sonrisa contagiosa desea dedicarse sólo a la música y a difundir sus talentos.
¡Qué imagen para la cultura chilena!
Hace diez años era difícil discurrir sobre ella sin asociarla con apagón. La visita entonces del Papa, hacía revalorizar áreas básicas como el derecho a la vida o las fortalezas del amor, pero la cultura como disfrute de la belleza y libertad de crear, estaba lejos de las preocupaciones nacionales.
Hoy, la vitalidad y el vigor de los artistas y el país, han permitido superar gran parte de los obstáculos que entonces menoscababan la expresión creativa.
Hemos avanzado y contamos con mejores condiciones: festivales teatrales, bibliometros, ballet y operas populares, nuevos espacios culturales, mayores aportes privados, Fondart, museos remozados, esculturas en espacios públicos, fondos para fomentar la lectura, conciertos masivos, exposiciones de primer nivel mundial y, en general, un crecimiento explosivo de la actividad en todo el país.
Sin duda, falta mucho, pero estamos en camino, porque la cultura de un pueblo, como María Paz, no se detiene.
Ni con un balazo, en la puerta del Municipal, un jueves al atardecer.
Esta columna fue publicada bajo mi firma, en el diario La Tercera, el viernes 17 de enero de 1997.
Lejos está la imagen de “la joven baleada” con el pelo muy corto, que se recuperaba del incidente. Hoy, una mujer de pelo largo y sonrisa contagiosa desea dedicarse sólo a la música y a difundir sus talentos.
¡Qué imagen para la cultura chilena!
Hace diez años era difícil discurrir sobre ella sin asociarla con apagón. La visita entonces del Papa, hacía revalorizar áreas básicas como el derecho a la vida o las fortalezas del amor, pero la cultura como disfrute de la belleza y libertad de crear, estaba lejos de las preocupaciones nacionales.
Hoy, la vitalidad y el vigor de los artistas y el país, han permitido superar gran parte de los obstáculos que entonces menoscababan la expresión creativa.
Hemos avanzado y contamos con mejores condiciones: festivales teatrales, bibliometros, ballet y operas populares, nuevos espacios culturales, mayores aportes privados, Fondart, museos remozados, esculturas en espacios públicos, fondos para fomentar la lectura, conciertos masivos, exposiciones de primer nivel mundial y, en general, un crecimiento explosivo de la actividad en todo el país.
Sin duda, falta mucho, pero estamos en camino, porque la cultura de un pueblo, como María Paz, no se detiene.
Ni con un balazo, en la puerta del Municipal, un jueves al atardecer.
Esta columna fue publicada bajo mi firma, en el diario La Tercera, el viernes 17 de enero de 1997.
Viene al caso recordarla pues ayer, dos de sus compañeras de generación que, como dijo una de ellas -la Alcaldesa Carolina Tohá- juntas eran tres de las innumerables mujeres y varones que en esos años corrían por las calles de Santiago huyendo de la persecución policial y protestando contra una de las instituciones más deplorables de la dictadura: los rectores delegados. Más específicamente en contra del nombramiento arbitrario en ese alto cargo de la Universidad de Chile a un señor de apellido Federici.
Coincide también el hecho de que hoy, 8 de mayo de 2014, esa misma universidad elige entre seis opciones a un nuevo Rector. También hoy sus estudiantes, junto a los otros estudiantes de Chile, se manifiestan en las calles para reclamar por la gratuidad y equidad en la educación.
Un gobierno democrático ha anunciado además la designación de María Paz Santibañez como Agregada Cultural en Francia, país donde reside y ha desplegado su carrera como destacada pianista.
Un merecido reconocimiento que alcanza también a los creadores de Chile, a la Universidad dónde se formó, entregado por dos de las autoridades que junto con ella pedían en las calles el fin de la intervención militar en las universidades.
Como los miles de estudiantes que, en este momento, desfilando frente a La Moneda, claman por una mejor educación en Chile.
Mientras sus profesores votan para elegir un Rector.
Y todo en un mismo día jueves.
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