En martes trece, el pastor luterano Helmut Frenz emprendió viaje hacia la eternidad. Seguro que habrá tomado esta coincidencia con un día que sugiere no emprender periplos, como una humorada u otro chiste alemán, como los que gustaba hacer, aún en las circunstancias más duras que le tocó vivir, como co-Presidente del Comité de Cooperación para la Paz en Chile, cargo que mantuvo hasta 1975, cuando fue expulsado del país.
Helmut llegó en 1965 como pastor de la Iglesia Evangélica Luterana de Concepción, donde orientó su labor hacia las personas encarceladas y diversos campamentos de Hualpencillo. En 1970, fue elegido Obispo por el Sínodo de la Iglesia Evangélica Luterana de Chile, y se trasladó a Santiago, donde fundó la Organización Ecuménica "Diaconía". En septiembre de 1973, fundó la Comisión Nacional de Ayuda a los Refugiados (CONAR), reconocida por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas y por el gobierno militar, institución que permitió que alrededor de 7.000 refugiados extranjeros salieran de Chile, otorgándoseles ayuda social, espiritual y jurídica. Junto al Cardenal Raúl Silva Henríquez, fundó el Comité de Defensa de Derechos Humanos, que posteriormente pasó a denominarse Comité de Cooperación para La Paz en Chile, compartiendo la presidencia de esa entidad con el obispo Fernando Ariztía Ruiz. En 1974, en reconocimiento a su labor humanitaria, el Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas, príncipe Saddrudin Aga Khan, le otorgó la más alta distinción de la ONU, la medalla Friedjof Nanssen. En 1975, participó en la creación de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, FASIC.
El 3 de octubre de 1975, fue expulsado de Chile.
El 30 de julio de 2007, la ex Presidenta Michelle Bachelet firmó la ley que le concedió la nacionalidad chilena, por especial gracia: "Ningún poder pudo apartar a Chile del corazón de Helmut Frenz, ni a él del corazón de millones de chilenos y chilenas que lo reconocemos como uno de los héroes de la paz".
Pero Helmut no se tomaba tan en serio su heroísmo. En 1975, cuando la ofensiva de la dictadura militar en contra del Comité Pro Paz arreciaba, se estimó conveniente que el Obispo luterano diera una conferencia de prensa en su iglesia de calle Lota, en Santiago. Nos solicitó a varios periodistas amigos que lo "entrenáramos" para el asedio de los colegas de los medios pinochetistas. Durante una de esas sesiones, cuando pensábamos que lo teníamos abrumado simulando acusaciones sin fundamento y preguntas amenazantes, surgió una que recuerdo especialmente:
- Obispo Frenz, se dice que usted tiene dos caras.
- Efectivamente, respondió con su pipa en la boca. Tengo dos caras. Una con pipa y otra (sacándose el adminiculo y dejándolo con parsimonia en la mesa) sin pipa.
Fin del training.
Con tal preparación, nos trasladamos al templo donde dos robustos parroquianos custodiaban la puerta para evitar la presencia de los agentes de seguridad, entonces tan aficionados a las comunicaciones. Evidentemente los bondadosos luteranos desconocían a los verdaderos periodistas y consultaban, discretamente, por la pertinencia de la presencia de cada cual.
De pronto los veo que dejan pasar -inconsultos- a dos profesionales cuyo pelo sospechosamente corto me llevó a inquirirles por la razón de la autorización.
-Es que son del Diario Ilustrado, respondieron ingenuos, al unísono.
Me acerqué a tan ilustres periodistas y les recordé que tal Diario se había cerrado hacia unos cinco años. Escucharon con respeto, dieron media vuelta y se retiraron a paso rápido, dejando claramente a la vista sus calcetines verdes.
Cuando le contamos a Helmut esta gentileza del Comisario de la zona, estalló en carcajadas. No podía ser de otra forma.
Adiós, querido Helmut y gracias por lo que hiciste por nuestro común país.
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