(Texto para una charla a los Directores de los Institutos Chileno Norteamericanos de Cultura en Chile)
Los Institutos Chileno Norteamericanos de Cultura son de hecho una red, condicionada por tres factores: su condición de promotores de la cultura de Estados Unidos; su presencia en un país y una ciudad determinados y su pertenencia a un grupo de similares.
Se me pide reflexionar al respecto.
En general las expresiones exteriores de los países de dividen en tres tipos:
Las que no existen o son muy débiles, como es el caso de Chile.
Las que existen y son reflejos de las políticas culturales de su país. Como es el caso de Alemania y los Göethe.
Las que existen siendo más bien reflejo de las Embajadas de los países más que de la política cultural de un país. Ejemplo, Francia, Gran Bretaña, España.
Pienso que los Institutos NA se mueven más bien en el territorio de los que intentan reflejar las políticas culturales de su país. Sólo que se trata de un país que por definición el objetivo de su política cultural es la promoción de la diversidad. O sea, se trata de un Estado Facilitador.
Por alguna razón o muchas razones, que sería largo de enumerar, este tipo de Estados no son muy frecuentes. Más bien Estados Unidos es casi caso único. Por tanto, es complejo aplicar sus políticas en contextos en que, por ejemplo, no hay tradición de FILANTROPÍA y sólo algunas señales de aplicación de leyes de estímulos tributarios que fomenten la filantropía.
Allí está el problema que enfrentan en general los Institutos. Ahora, ¿cómo enfrentar esa realidad en Chile, un país con un modelo de política cultural reciente?
Se ha dicho que el modelo chileno es una versión corregida del modelo británico del “arms lenght” que significa, según el lingüista Alberto Villalón, “evitar influencia gubernamental indebida en las artes” que sería la política de los Arts Councils en relación a los fondos que otorgan.
Lo que planteo en el libro “Cultura ¿quién paga?...” (RIL editores, 2006) es que este modelo chileno considera un mecanismo y un factor transversal del Estado Facilitador. A saber: los estímulos tributarios y la gestión cultural privada.
Por tanto, en ellos está el eje de la labor cultural que debieran desarrollar, en Chile, los institutos que buscan promover el acercamiento entre ambos países, es decir, en aquellos puntos en común que se encuentran.
Para ello, el trabajo en red y en coordinación con la sociedad civil son requisitos fundamentales.
Santiago, 12 abril 2007
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