Foto Jean Laude
Habitualmente y desde hace siete años, las universidades de Valparaíso que tienen escuelas de periodismo -Playa Ancha, PUCV, Viña del Mar y Adolfo Ibañez- organizan una jornada que reune, alrededor de un tema a los estudiantes de los cuatro planteles. Este año, los organizadores quisieron recordar la experiencia de revista APSI, creada en 1976, que fuera la primera publicación autorizada bajo dictadura... con condiciones.
La cita, bajo el título "Hacer periodismo en tiempos históricos" fue el viernes 6 de octubre en una desbordante cineteca de la Universidad Católica de Valparaíso, ubicada junto a su casa central de avenida Brasil.
Para participar se requería inscripción previa, la que daba opción de formular preguntas al hacerlo.
Como toda actividad que lleva años, tanto la inscripción como la asistencia y la organización fueron ejemplares. Y el interés de los futuros periodistas, que llenaron la sala en sus dos niveles, fue digno de la profesión escogida.
Comencé la exposición proyectando la credencial de Director de APSI, que cumplía dos objetivos: relevar la importancia que tenía, en dictadura, exhibir documentos que acreditaban la misión profesional y -gracias a la fotografía- indicar que cuando emprendí la tarea que nos ocupaba tenía más o menos la misma edad de los asistentes.
Luego, desarrollé las farragosas diferentes etapas para la creación, en 1976, de una revista: solicitud de permiso a DINACOS -Dirección de Comunicación Social- que debía considerar un director responsable, chileno y periodista; esperar la respuesta de la autoridad (restringirse solo temas internacionales); luego la autorización de impresión; una vez chequeado que los originales eran idénticos a lo impreso, autorización de circulación.
Este proceso, de censura previa, duró varios meses y se cambió luego a la auto censura, que implicaba una sistemática reunión del director responsable con el censor de DINACOS en la que éste detallaba los aspectos del número anterior -convenientemente subrayado con destacador amarillo- que no eran aceptables.
Este "diálogo" duró hasta el 7 de agosto de 1981 en que la revista fue directamente impedida de circular. Su última publicación fue la edición 105 fechada el 11 de agosto de ese año.
Curiosamente, el académico Daniel Avendaño, que conducía la actividad, poseía un ejemplar de esta edición y me solicitó firmarlo. Fue como signar un epitafio, pero pude enseñar a los estudiantes tanto en número 1 -vía proyección- como el 105, "en vivo y directo".
La conferencia continuó explicando que la revista reapareció seis meses después con otra dirección.
Sin embargo, lo más notable estuvo en las preguntas, algunas que habían sido planteadas al inscribirse y otras que siguieron después de finalizada la charla, durante el café.
Las primeras demostraban interés en el porqué la motivación de hacer un medio en tan difíciles circunstancias y si en ello había sentido miedo.
Las segundas -en su mayoría bajo el formato de despacho radial, que algún profesor había encargado como trabajo académico- mostraban una preparación minuciosa del reportero, llegando incluso uno a conocer el seudónimo con que escribía en APSI, Ricardo Lagos y que yo apenas recordaba.
En definitiva, volví a enfrentar el aire marino de ese sector porteño que une las avenidas Brasil y Argentina, con la enorme satisfacción de comprobar que las nuevas generaciones de periodistas están enterados de la historia y de los esfuerzos que generaciones anteriores hicieron bajo dictadura, convenientemente estimulados por sus inquietos profesores.
Bien por todos ellos.
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