A siete días de firmado el proyecto que crea el Ministerio de Cultura, no podríamos decir que ha sido recibido con aplausos. El articulado llegó hasta la Cámara de Diputados bajo el Mensaje 32-361 y dicha entidad legislativa espera el ingreso del informe de la Dirección de Presupuesto que debe respaldar los gastos que la iniciativa implica, en especial la situación de los casi dos mil trabajadores de la DIBAM y el CNCA quienes señalaron: "lucharemos de todas las formas posibles, sea en el Ejecutivo o en el Congreso, para que un proyecto sin discusión de fondo de lo qué es lo que se quiere para Chile ni planta funcionaria acordada con los trabajadores, sea rechazado y que sí se apruebe un proyecto consultado a los trabajadores".
La prensa no ha tratado mejor a la iniciativa legal. El Mercurio, fiel a su advertencia previa de que "sería un error legislar con apresuramiento" (12 de abril) se ha ocupado más bien de recordar que "en materia patrimonial existen modificaciones técnicas a la actual normativa que podrían y deberían adoptarse con mayor rapidez". En otras palabras, primero el patrimonio y luego la institucionalidad, lo que ratificó con una modesta fotografía interior de la ceremonia de firma del proyecto mientras destina amplios espacios a difundir la situación por la que atraviesan las salas de teatro independientes. Sobre el proyecto mismo, dejó su defensa sólo a Luciano Cruz Coke,en entrevista de Artes y Letras (5 de mayo).
La Tercera publicó una columna del mismo Cruz Coke (9 de mayo) mientras advierte en editorial (10 de mayo) de los peligros que podrían acechar al nuevo Consejo de la Cultura "como continuador del actual directorio del CNCA, sus políticas serán vinculantes, y cabe aquí analizar con más detalle cómo será la interacción con la figura ministerial, la que podría verse debilitada frente a las atribuciones del nuevo consejo. Su futura composición profundiza la presencia de personeros no ligados al gobierno de turno o de designación directa del Presidente de la República, lo que parece razonable, pero resulta indispensable que el nuevo consejo mantenga una pluralidad de visiones y una voluntad de amplio criterio, lo que debería garantizar que las políticas culturales no terminen siendo capturadas por grupos de interés".
Ambos diarios dieron difusión a una carta de Edgardo Bruna, Presidente de la Unión Nacional de Artistas en la que advierte "la importancia de avanzar sin perder lo logrado; el actual Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, si bien no resolvió del todo los problemas de dispersión de los organismos culturales, incorpora la participación de la ciudadanía en las decisiones de política cultural de una manera sui géneris. Mantener un órgano directivo colegiado con miembros de la sociedad civil -y no sólo con funcionarios públicos- puede hacer la diferencia entre una política cultural de Estado y una de gobierno" (El Mercurio, 11 de mayo; La Tercera, 13 de mayo).
El diario electrónico El Mostrador publicó la opinión del ex Director de Comunicaciones del CNCA, Patricio Olavarría : "Sabemos que es necesario contar con una Institucionalidad Cultural moderna, participativa, y democrática en todos sus aspectos, y también hay que ser sensato y reconocer que desde que se creó el actual Consejo Nacional de la Cultura y las Artes hace ya una década, el sector cultural se ha dinamizado y hoy contamos con una industria creativa más sólida, y con miles de emprendedores que trabajan en proyectos gracias a políticas de Estado que no son resorte de un solo Ministro, o un Subsecretario de turno, sino de sectores más amplios de la sociedad civil y de los propios gremios artísticos. No olvidemos que el trayecto para llegar a tener una Institucionalidad en Chile es de larga data, y siempre tuvo como eje la participación ciudadana lo que pareciera, de acuerdo a lo que afirman algunos sectores no viene a ser el caso con el proyecto Cruz-Coke, iniciativa que se habría redactado a cuatro paredes" (12 de mayo).
Radio Cooperativa dio tribuna a la ex Directora de la DIBAM, Nivia Palma quién planteó la necesidad de elevar la discusión a nivel constitucional: "Abordar los grandes y complejos desafíos del Chile de hoy, con voluntad de ser una sociedad verdaderamente democrática, multicultural y multiétnica, implica pensar una política cultural que se define desde una comprensión antropológica de la cultura, del cómo una comunidad habita un territorio geográfico y simbólico en un tiempo determinado, de una cultura que habla de una cosmovisión, de una cultura que tiene un pasado que no ha pasado como decía Octavio Paz. Una política que reconoce que cada persona y cada comunidad son sujetos culturales y por ende tiene derechos culturales. Una política que define como esencial la naturaleza y la relación humana con ella, una relación de respeto, uso y no abuso de aquella. Una política cultural que reconoce y, por fin asume – lo que aún no ha hecho Chile-, que su historia de los siglos XIX y XX es de negación de sus orígenes étnicos, de negación de su larga historia- historia que no se inicia con la llegada del conquistador español -, de silenciamiento de las culturas populares, y de instalación absoluta de la comprensión de lo cultural desde las lógicas de la Ilustración y de concepciones colonialistas, ajenas, europeizantes del conocimiento y la cultura en general. Necesitamos pensar políticas públicas que contribuyan en el esfuerzo país de re-mirarse, construir y reconstruir su relato histórico, de reconocerse y valorarse en todas sus culturas, pueblos, etnias y comunidades. Esto implica darle valor a contenidos y formas ancestrales de conocimiento, implica poner en tensión crítica los conocimientos, prácticas y lenguajes legados por la Colonia y los imperialismos del siglo XX y del neoliberalismo" (12 de mayo).
Bío Bío optó por reproducir la columna anterior de este blog y profundizarla en su señal de TV, bajo el llamado: “La propuesta de un ministerio binominaliza el tema de la cultura"
Por su parte, el diario electrónico El Dínamo, dio la palabra al ex Jefe de Estudios del CNCA, Fernando Gaspar: "El problema con la administración actual, finalmente, es su falta de visión estratégica del sector. La gran mayoría de los programas heredados del gobierno pasado o simplemente se continuaron (algunos con un cambio de membrete) o se cerraron sin ser remplazados. El apoyo sostenido a la continuación del programa de infraestructura cultural (encargado de la construcción de centros culturales a lo largo del país), se complementó con un programa como Red cultura, el cual carece de líneas claras de acción, de un presupuesto significativo para apoyar a las municipalidades y de un trabajo mínimo de creación de públicos. No se puede pretender cambiar la institucionalidad cultural sin tener idea qué se va hacer en la materia. Los deseos, legítimos o no, de “ordenar” y dar mayor jerarquía al área serían una excelente noticia si coronaran un proceso fructífero de implementación de políticas culturales y de propuesta programáticas innovadoras. Lamentablemente, lo único que se aprecia es un intento de “ordenar” para concentrar más poder; de jerarquizar porque no se supo coordinar ni actuar de manera sinérgica. No creo que baste con aplaudir o celebrar un intento de esta naturaleza que ha distraído la atención del tema de fondo: ¿qué se hizo en este gobierno en materia cultural que generará un verdadero cambio desde la administración pública? ¿Cuáles fueron los compromisos presupuestarios y legales que reflejaran el interés por situar a la cultura en el centro del desarrollo nacional? Sería contradictorio aumentar la institucionalidad después de haber demostrado no poder gestionar adecuadamente la existente. Al margen de apoyar la creación de un Ministerio de Cultura, cabe preguntarse si quienes festinan hoy con el proyecto de Ley que lo crearía, tienen claro cuáles son los ejes de trabajo para el desarrollo del sector. En poco tiempo, una gran cantidad de “entendidos” y las propias autoridades, han logrado manejar un discurso más o menos común sobre los “principales temas” y “preocupaciones”, pero en la práctica, existe una extendida incapacidad de proponer acciones concretas, fundadas y viables para el sector" (10 de mayo).
Desde quienes se espera respalden el proyecto, poco se sabe. El candidato Andrés Allamand -según el diario PULSO del 9 de mayo- "le pidió al ministro Cruz-Coke que acepte cupo senatorial por RN".
Hasta ahora, no hay respuesta.
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