Un festival de cine es siempre una aventura. Cuando éste se realiza en localidades apartadas, sin salas de exhibición, con públicos improbables y recursos limitados, no queda otra que sustentarlo en la gestión. Es lo que acontece con las ya trece versiones del Festival Internacional de Cine de Lebu, en la provincia de Arauco, en pleno territorio que muchos llaman Wallmapu. Fue una experiencia inolvidable, de aquellas que difícilmente se van a borrar, como las buenas películas.
Y como en guiones de calidad, la trama ocurría en varios niveles que se cruzaban y convivían plácidamente. Por una parte, una solemne competencia nacional -con cinco jurados diferentes para sendas categorías de ficción y no ficción, regionales, nacionales e internacionales- y una competencia internacional dónde las audiencias votaban, cada país en una categoría, en México, París, La Habana y Madrid.
En calles, plazas y bordelago se exhibían filmes, chilenos la mayoría, para deleite del público de Arauco, Lebu o Cañete y, por cierto, de un enjambre ruidoso y creativo de realizadores tan jóvenes como profesionales. Así, llegaron a la región del Bío Bío, largometrajes de prestigio mundial, como NO, y la ópera prima del realizador lebulense Pablo Lagos (Oranch) junto a producciones sólidas de Gonzalo Justiniano (Lupita), Jorge Olguín (Caleuche, Voces del bosque), Mempo Giardinelli (El décimo infierno), Nicolás López (Qué pena tu familia); proyectos de directores que darán que hablar como Nicolás Lorca (Noche de horror), Esteban Larraín (La pasión de Michelangelo), Diego González (El ejército de los helechos) o Francesc Morales (Apio verde); un divertimento de Roberto Artigoitia (Paseo de oficina); un homenaje a Tarantino de Ernesto Díaz (Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta) que, de paso, devela una magistral Fernanda Urrejola.
Por cierto no fue la única actriz destacada. Catalina Saavedra deleitó con su actuación en Michelangelo y a las mujeres de la ciudad de Arauco, en una franca conversación cara a cara. Asimismo hubo conferencias de Marcos de Aguirre y talleres para niños -que culminaron con un delicioso corto con actores de plasticina- y para guionistas, orientado por el realizador argentino Miguel Ángel Roca.
En el plano de los documentales, tuvo especial relevancia el pre-estreno de 119 Esperanzas, de Luis Parra que dejó a la audiencia con lágrimas y reforzada convicción de que "nunca más en Chile.."
La competencia internacional de este género, arrojó un resultado que refleja la repercusión mundial de la convocatoria de FICIL.
Ganadora fue El Violinista de Auschwitz, de Carlos Sánchez, de España, "por una estructura dramática limpia, ascendente, que va
involucrando al espectador en una temática importante que, a pesar de conocida,
se torna particular debido a la utilización adecuada de herramientas de
lenguaje como archivos fotográficos, música y el esencial testimonio de su
protagonista. Muestra un final estremecedor que invita a la reflexión tanto
respecto de las atrocidades por él vividas como por el significativo rol que el
arte puede enfatizar en ese contexto".
Mención honrosa mereció Me llamo Haití de Mar Dominguez y Amparo Mendo, coproducción española-haitiana, "por reflejar una mirada simple, inocente, fresca, espontánea desde los niños de Haiti frente a su propia
realidad, que contrasta con la visión
adulta, nacional o internacional que suele enfatizar la desesperanza y
la devastación, sin aportar un enfoque original que contribuya a superar la
realidad actual, innegablemente llena de
obstáculos. Dejar la cámara en manos de los niños, permite visualizar un Haití diferente".
Entre los cortometrajes regionales, la triunfadora sin apelación fue Joy Penroz, de Valdivia, con El salto de la princesa, que sumó a los acuerdos del jurado de Lebu el premio del público de México y Madrid.
Todo ello y mucho más, en una semana en que la gestión del festival se desplegó airosa en a lo menos cuatro ciudades diferentes, con sólidas alianzas con los gobiernos locales, las cámaras de comercio respectivas, y una comunidad que acoge y sigue esta actividad con igual sorpresa como naturalidad de que un día cualquiera, desembarcan es su plaza actrices, actores, directores, guionistas, jurados y sobre todo eficientes productores que hacen que esta improbable fiesta transcurra con éxito y les regale hermosos recuerdos.
Fin, por ahora. Entre el 27 y 31 de mayo próximo, FICIL 2013 estará en el Centro Cultural Estación Mapocho.
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