23 marzo 2016

RICARDO LARRAÍN, "EL DESABOLLADOR"


Además de conocer su cinematografía -de la que "La Frontera" me estremece especialmente- tuve ocasión de compartir con Ricardo momentos que calificaría, a la vez, de complejos y reveladores de su interesante temperamento. El primero, en medio de la noche más oscura de la dictadura militar, otro, quizás en el momento más difícil de la Corporación Cultural Balmaceda Arte Joven, de la que ambos somos socios fundadores.


Curiosamente, el primer caso forma parte de los recuerdos -pocos- más luminosos de los tiempos del régimen militar. Después de sufrir la censura y amenazas personales por mi trabajo en revista APSI, fui acogido, a fines de 1981, por Editorial Andina, como encargado de circulación de sus innumerables revistas (Vanidades, Ideas, Buen Hogar, Mecánica Popular, Harper's Bazaar, The Ring, entre otras). Una de mis responsabilidades era pautear la exhibición en TV de avisos publicitarios de dichas publicaciones. Los filmes venían desde la casa central de las empresas De Armas, ubicada en Miami, con un indisimulable aire caribeño, especialmente en sus audios. 

Para "desabolllarlos" (así conociamos coloquialmente el proceso de dejarlos emitibles en Chile) recurrí a una naciente empresa chilena llamada Filmocentro, encabezada por ese "caza talentos" televisivos llamado Eduardo Tironi.

En una de las actividades más divertidas de mi trabajo, me reunía periódicamente con Eduardo  en su sede de Carmen 340, antigua Peña de los Parra, y éste asignaba la tarea a un joven egresado de la Escuela de Artes de la Comunicación de la UC que hacía verdaderos milagros con las imágenes recibidas, mientras, otro talento -Marcos De Aguirre-  hacía lo propio con el audio.

El resultado mejoró notablemente cuando se nos ocurrió encomendar a Jaime, hermano de Marcos, crear jingles para cada una de las revistas. El éxito fue tal que estos pequeños aportes musicales chilenos, de no más de 30 segundos cada uno, fueron adoptados por la matriz de Miami.

El corolario era adaptar los vídeos originales caribeños a esta música absolutamente nueva -con increíbles ritmos de barrido, lavado o maquillado- y que no había sido considerada durante su lejana filmación. Esa era la tarea de Ricardo.

Poner su talento en producir los spot que combinaran perfectamente la imagen con el jingle, que era un elemento permanente que identificaba a cada revista y a la vez, la diferenciaba de los otros títulos. Sí, diferenciar a Vanidades de Buenhogar y ésta de Ideas. Y lo lograba. Hay cifras de ventas que lo demuestran.


El segundo caso, en plena democracia, que compartí con Ricardo fue la agonía a la que sometió el gobierno del Presidente Sebastián Piñera a la Corporación Balmaceda Arte Joven, al reducir los aportes públicos que recibía, a la mitad, sin que hasta ahora se esgrima una buena razón. Como en situaciones de auto gol, las propias autoridades del Consejo Nacional de la Cultura se embarcaron junto al Directorio de la Corporación, en la búsqueda de fórmulas que permitieran a la institución, sobrevivir a la crisis.

En esos afanes, muy bien comprendidos por los trabajadores -que rechazaron los improbables reajustes de sueldo- y el Director Ejecutivo, Felipe Mella, que no dejó puerta por golpear ni proyecto por presentar, las palabras de Ricardo fueron cruciales. Recuerdo que en medio de la desesperanza total en que estábamos -la mayoría de los directores- dispuestos a derivar al querido Balmaceda a cualquiera que se interesara por entregarnos recursos (y había un Ministerio muy ganoso) Larraín hizo un calmado alegato por conservar el espíritu original de la institución que ambos habiamos visto nacer, dando formación artística a jovenes de escasos recursos.

Mantener, en otra palabras, su sentido social y cultural, sin transarlo. Aunque arriesgaramos su subsistencia.

Caló hondo su discurso y resolvimos, resolvieron sus trabajadores y ejecutivos, mantener la bandera al tope, mismo sitial donde se mantiene hasta hoy, en una condición bastante mejorada, bien desabollada y dispuesta a iniciar una nueva etapa con presupuesto justo recuperado, Presidente del Directorio recién nombrado y un concurso para seleccionar,  a través de consultora externa, a su nuevo/a director/a ejecutivo/a.

Las tranquilas palabras de Ricardo en momentos de tormenta van a seguir acompañando la navegación en los nuevos desafíos.

Eso se llama dejar un legado.

Gracias Ricardo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario