Suelo reiterar a mis estudiantes que la cultura es una de las escasas áreas de nuestra sociedad donde aún es posible encontrar solidaridad y cooperación entre quienes el mercado condena como "competidores". Dicha excepcionalidad suele venir aparejada con uno de sus cómplices: el voluntariado. Cuando ellos están ausentes, se produce el opuesto o el intento de aplicar sin participación, la voluntad de un mandante, lo que suele llevar al voluntarismo. Sostener el escenario de colaboración se ha tornado cada vez más complejo. Ejemplos abundan en los años recientes. El primero fue la novedosa elaboración del programa de cultura del actual gobierno, traducido finalmente en tres inviables prioridades para los cien días iniciales. Lo mismo con la elaboración de una indicación sustitutiva del proyecto de ley de ministerio que volvió a ser incumplible este 21 de mayo.
Con esta introducción tal vez es posible entender las características que -en cultura- tuvo el Mensaje Presidencial reciente. Aparte de carecer de novedades, dejó un sabor de estar pagando meses de voluntarismo que una y otra vez se estrelló contra las múltiples dificultades de haber concebido un programa en el que saberes y experiencias de voluntarios de tantas otras jornadas programáticas, desde 1989 a la fecha, debieron ser mejor consideradas.
No era un misterio -revelado tantas veces- que la institucionalidad cultural existente se concretó con amplias jornadas que implicaban horas de trabajo, miles de kilómetros de desplazamientos por el país, centenares de documentos, desvelados debates al interior de partidos, tanto entre representativos de ellos como con parlamentarios. Por ende, cambiarla implica tener no sólo la voluntad de hacerlo, sino también los voluntarios para debatirla donde y como corresponde.
El resultado es que los porfiados hechos -y un Ministro debutante que conoce de la historia que relato- muestran que la indicación sustitutiva no estaba preparada pero que sí era posible agregar al Mensaje una iniciativa que se elaboró con voluntarios motivados y una conducción con oídos y liderazgo como el Plan de Lectura. Bastó señalar la suma de recursos que se invertirán en 2015 para que ocupara el segundo lugar entre las medidas destacadas del discurso, las que por demás caben en los 140 caracteres de un tuiter.
El primero lugar fue, sin duda, el anuncio de la creación de un canal de TV educativo gratuito cuya voluntad es hacer de la televisión “un instrumento que esté al servicio de los chilenos”. Si se lo analiza, este deseo forma parte de las intenciones declaradas por muchos actores desde que se advirtió la cercana presencia de la TV digital. Es muy bueno que se le haya otorgado prioridad y será mejor que se sincere cuales serán los actores que deberán ingresar a este debate. No es posible dejar fuera al CNTV, las universidades, el Consejo Nacional de la Cultura y por cierto, TVN. Complejo desafío si se considera que los costos involucrados superan a aquellos a los que está acostumbrado el mundo cultural. Sin embargo, también es considerable el aporte muy por debajo del "precio de mercado" que pueden hacer los creadores y artistas en un empeño de esta naturaleza; ya conocemos felices experiencias en El show de los libros, Los ochenta, 31 minutos y Ojo con el arte, entre muchos otros. Al respecto, uno de los padres de la TV pública post dictadura, Jaime De Aguirre, es escéptico: "Uno puede contar muchos cuentos, de la necesidad que este país tiene de un canal cultural que le de salida a la tremenda creatividad y a la necesidad de muchos artistas de demostrar lo que se hace… pero encuentro que eso es pura paja. Los programas se convierten en culturales o no en cuanto son capaces de movilizar socialmente al país por la vía de la entretención o por lo que sea. Además, qué es un canal cultural. ¿El resumidero de cosas fomes?, ¿el resumidero de cosas que no se pueden financiar por el mercado? Lo encuentro complejo. Hay muchas preguntas que hacerse sobre televisión cultural".
Otra voluntad del discurso presidencial, que se remonta a los setenta y que pertenece originalmente al Presidente Allende, es terminar la segunda etapa del Centro Cultural Gabriela Mistral. La primera la construyó la Presidenta Bachelet y ambas están inspiradas en la gesta de la edificación de la UNCTAD que vaya que tuvo trabajo voluntario entre sus carretillas de concreto y obras de arte insertas en el diseño original. Incluso, sus tijerales celebraron a aquellos trabajadores, voluntarios o no, con un enorme almuerzo en la Alameda, como recuerda la fotografía inicial.
Este espíritu acaba de ser invocado por la hija de Allende, Isabel -primera presidenta mujer del PS en 82 años-, simbólicamente, en un foro en el que comentaba el Informe del Consejo Asesor Presidencial contra los conflictos de interés, el tráfico de influencias y la corrupción. Refiriendose a los partidos políticos, rememoró las épocas en los que la propaganda era ejercida íntegramente por voluntarios y no se pagaba por repartir volantes ni menos por sonrientes fotografías que ocultan incluso la militancia del postulante.
Mis primeros recuerdos de una campaña, se remontan a la del doctor Allende en 1970, cuando la carrera por la presidencia se financiaba a pulso: una "prietada con papas cocidas" para reunir fondos, en la sede comunal; muchas, pero muchas horas de reuniones preparatorias de las salidas a terreno -modestos volantes en mano- a intentar persuadir a los electores; marchas, decenas de marchas con también modestos carteles de cartón clavados a mano en trozos de madera que alguna vez fueron cajones manzaneros; gritos, fuertes gritos, que ponían audio a esos desfiles, de los cuales recuerdo uno, que se reservaba para cuando la columna llegaba a la Plaza Bulnes, frente a La Moneda: "esa casa que está al frente, la queremos para Allende", síntesis de todo lo que aspiraban los marchantes. A los esfuerzos locales, se sumaban trenes y recitales en los que artistas, sobretodo cantantes, hacían su aporte a la eventual victoria. Tampoco era menor el silencioso trabajo de obreros de la construcción que, a la menor posibilidad de acceder a un vidrio recién instalado, lo bautizaban con la V coronando la A que hasta el más lego descifraba como: Viva Allende. Una prensa vinculada a los partidos que solía aceptar entre sus miembros a diarios creados sólo para la campaña. Lo más visible de dichas campañas eran las brigadas que pintaban muros día y noche, especialmente de noche, reconquistando palmo a palmo espacios de rayados similares de otras candidaturas. Allí se verificaban algunas reyertas que podían terminar en una comisaría... pero, de otros delitos vinculados a campañas, nada.
Por último, se anunció que, con anticipación inédita,"los ministro de Cultura, Educación y Relaciones Exteriores deben comenzar desde ya a trabajar en el Centenario de Violeta Parra”, que se celebra en octubre de 2017.
Ojalá que en ello se ponga voluntad, mucho voluntariado y ningún voluntarismo.
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