Niños y niñas suelen considerarse destructores de libros infantiles. Este trabajo de Soledad Veliz, Ignacia Saona y Janos Kovacs, demuestra que, en el caso de la colección Cuncuna y su serie Pintamonos, editados en inicios de los años setenta por Quimantú, esta condición se revierte para convertir a los lectores en creadores de nuevas imágenes a través de sus marcas de uso y rastros lectores. Que lo disfruten.
¡Ojalá a pantalla completa!
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