La desafortunada descripción del recientemente fallecido José Balmes, por parte de la prensa local, como "pintor español" coincide con la publicación por Editorial Universitaria del estudio "El ADN de los chilenos y sus orígenes genéticos", que afirma: "la sangre nativa y europea se reparte casi por igual entre los chilenos", es decir, que durante la conquista el proceso de mezcla fue entre mujeres indígenas y soldados españoles; con lo cuál Pep (en su catalán natal) puede considerarse una metáfora de nuestros orígenes y parte de aquellos europeos que a juicio del reciente Premio Nacional de Ciencias Naturales, Francisco Rothhammer, "introdujeron cambios irreversibles en nuestra geografía genética y cultural".
"Todos los chilenos tenemos un porcentaje alto de sangre amerindia, en algunos hay un poco menos y en otros un poco más", afirma la genetista de la U. de Chile, Soledad Berríos. La asimetría mayor se observa al comparar la herencia materna con la paterna. En la primera, la prevalencia de genes nativos americanos es cercana a 90%. En cambio cuando se observa el cromosoma Y, heredado del padre y solo a los hijos varones, la presencia europea alcanza a 90%.
Rothhammer, genetista de la U. de Tarapacá, ha estado interesado desde sus inicios científicos en la microevolución de las poblaciones originarias americanas, que evolucionaron independientemente durante 16 mil años hasta la llegada de los conquistadores europeos. Para él, los nativos chilenos mostraban una amplia heterogeneidad: "No eran todos de un grupo, sino que tal como ahora prevalecen, por un lado, los grupos de habla aimara en el norte y, en el sur, los de habla mapudungun. A esos grupos se agregan otros que llegan desde el lado argentino, por lo menos a nivel del Valle de Elqui, y especialmente en la Región de Los Ríos, donde hay bastante comunicación a través de la cordillera de Los Andes porque es muy baja".
Un país multiétnico y multicultural en el cuál es posible y necesario reconocer matices e historias diversas.
La afirmación de que se trata de un "pintor español" oculta de Balmes el doble exilio, su catalanidad, su militancia comunista hasta la muerte y su compromiso con las causas populares. Como por ejemplo, la obra donada por él que ilustra el libro POR QUÉ NO, editado en 1988 por el Comando del NO, para recoger los testimonios de la abrumadora mayoría de escritores chilenos que fundamentaban públicamente su voto en el inminente plebiscito del 5 de octubre: una página del opositor diario La Época que informaba sobre detenidos desaparecidos sobre la que Balmes escribió a trazos gruesos y urgentes "NO +".
"Pasamos más de treinta días en el mar -narra Balmes sobre su arribo a Chile-, era de noche en Valparaíso cuando llegamos, toda la bahía estaba iluminada y casi nadie se movió de cubierta hasta el amanecer. Había sol de primavera ese 3 de septiembre. En tierra, rostros y manos nos decían su amistad, su bienvenida; después de mucho tiempo, sabíamos nuevamente el significado de un abrazo. El tren nos llevó pronto a Santiago, y al paso lento de las estaciones, gente que no conocíamos, nos entregaban rosas y claveles. Al anochecer, miles de hombres y mujeres nos esperaban en la estación Mapocho".
Es uno de los párrafos más notables que conozco de Balmes, parte del discurso con que el Consejo Nacional de la Cultura y el intendente porteño, Luis Guastavino, conmemoraron en 2004, los 65 años de la llegada del Winnipeg al muelle Prat de Valparaíso, con una placa en el lugar que los refugiados de Neruda habían pisado tierra chilena por vez primera.
Discurso y placa fueron acompañados por una intervención artística de Balmes y muchos de los presentes que, lápiz en mano, plasmaron sus sensaciones respecto del hecho conmemorado.
Otro momento digno de recordar es el relato -cuando recordaba la extensa trayectoria de las institucionalidades culturales improbables en Chile- sobre su entrada al palacio de gobierno cuando el Presidente Carlos Ibañez del Campo (1952/1958) invitó a La Moneda a un grupo de artistas para estudiar la creación de una institucionalidad cultural.
- Ahora sí que sí, pensaban.
Como es sabido, debió pasar más de medio siglo para que el país tuviera un Consejo Nacional de la Cultura, el que integró Balmes, desde el minuto uno, como representante de los Premios Nacionales, designado por sus pares, que tienen un asiento permanente en su Directorio Nacional. Fue el primer elegido de sus once integrantes. Después vendrían los representantes de la sociedad civil, de los rectores y los funcionarios públicos.
Con Balmes debutamos en la sesión constitutiva realizada en el Museo Baburizza, en enero de 2004, junto a los Ministros de Educación, Relaciones Exteriores y Presidente del CNCA, José Weinstein y los consejeros Humberto Giannini, Drina Rendic, Santiago Schuster, Agustín Squella, Enrique López y Paulina Urrutia, que luego sería Ministra.
La anécdota con Ibáñez era traída a colación por Balmes cuando padecía cada reunión del Directorio Nacional que sesionaba, provisoriamente, en los vetustos salones del Club Alemán de Valparaíso, bajo la amenazante mirada de varios kaiser y führer que colgaban de sus paredes cubiertas por blanquinegras fotografías. No era cómodo para una víctima del fascismo como Balmes, sesionar en tal entorno.
Como eficaz antídoto, Balmes se concentraba en sus apuntes, revisándolos acuciosamente y, a la vez, haciendo retratos a lápiz de los otros consejeros. Al terminar su periodo, regaló fotocopias de esos trazos.
Otra contribución de Pepe Balmes a registrar la historia de las políticas culturales en Chile que, como sabemos por él, tiene más de medio siglo. Y que deberemos empeñarnos en mantener a flote, para que las ligerezas de nuestros poderes fácticos no las depositen al fondo del olvido. Así como han pretendido ocultar nuestros genes indígenas.
NO +, dibujaría Pep.
La afirmación de que se trata de un "pintor español" oculta de Balmes el doble exilio, su catalanidad, su militancia comunista hasta la muerte y su compromiso con las causas populares. Como por ejemplo, la obra donada por él que ilustra el libro POR QUÉ NO, editado en 1988 por el Comando del NO, para recoger los testimonios de la abrumadora mayoría de escritores chilenos que fundamentaban públicamente su voto en el inminente plebiscito del 5 de octubre: una página del opositor diario La Época que informaba sobre detenidos desaparecidos sobre la que Balmes escribió a trazos gruesos y urgentes "NO +".
"Pasamos más de treinta días en el mar -narra Balmes sobre su arribo a Chile-, era de noche en Valparaíso cuando llegamos, toda la bahía estaba iluminada y casi nadie se movió de cubierta hasta el amanecer. Había sol de primavera ese 3 de septiembre. En tierra, rostros y manos nos decían su amistad, su bienvenida; después de mucho tiempo, sabíamos nuevamente el significado de un abrazo. El tren nos llevó pronto a Santiago, y al paso lento de las estaciones, gente que no conocíamos, nos entregaban rosas y claveles. Al anochecer, miles de hombres y mujeres nos esperaban en la estación Mapocho".
Es uno de los párrafos más notables que conozco de Balmes, parte del discurso con que el Consejo Nacional de la Cultura y el intendente porteño, Luis Guastavino, conmemoraron en 2004, los 65 años de la llegada del Winnipeg al muelle Prat de Valparaíso, con una placa en el lugar que los refugiados de Neruda habían pisado tierra chilena por vez primera.
Discurso y placa fueron acompañados por una intervención artística de Balmes y muchos de los presentes que, lápiz en mano, plasmaron sus sensaciones respecto del hecho conmemorado.
Otro momento digno de recordar es el relato -cuando recordaba la extensa trayectoria de las institucionalidades culturales improbables en Chile- sobre su entrada al palacio de gobierno cuando el Presidente Carlos Ibañez del Campo (1952/1958) invitó a La Moneda a un grupo de artistas para estudiar la creación de una institucionalidad cultural.
- Ahora sí que sí, pensaban.
Como es sabido, debió pasar más de medio siglo para que el país tuviera un Consejo Nacional de la Cultura, el que integró Balmes, desde el minuto uno, como representante de los Premios Nacionales, designado por sus pares, que tienen un asiento permanente en su Directorio Nacional. Fue el primer elegido de sus once integrantes. Después vendrían los representantes de la sociedad civil, de los rectores y los funcionarios públicos.
Con Balmes debutamos en la sesión constitutiva realizada en el Museo Baburizza, en enero de 2004, junto a los Ministros de Educación, Relaciones Exteriores y Presidente del CNCA, José Weinstein y los consejeros Humberto Giannini, Drina Rendic, Santiago Schuster, Agustín Squella, Enrique López y Paulina Urrutia, que luego sería Ministra.
La anécdota con Ibáñez era traída a colación por Balmes cuando padecía cada reunión del Directorio Nacional que sesionaba, provisoriamente, en los vetustos salones del Club Alemán de Valparaíso, bajo la amenazante mirada de varios kaiser y führer que colgaban de sus paredes cubiertas por blanquinegras fotografías. No era cómodo para una víctima del fascismo como Balmes, sesionar en tal entorno.
Como eficaz antídoto, Balmes se concentraba en sus apuntes, revisándolos acuciosamente y, a la vez, haciendo retratos a lápiz de los otros consejeros. Al terminar su periodo, regaló fotocopias de esos trazos.
Otra contribución de Pepe Balmes a registrar la historia de las políticas culturales en Chile que, como sabemos por él, tiene más de medio siglo. Y que deberemos empeñarnos en mantener a flote, para que las ligerezas de nuestros poderes fácticos no las depositen al fondo del olvido. Así como han pretendido ocultar nuestros genes indígenas.
NO +, dibujaría Pep.