“El poeta no es una piedra perdida. Tiene dos obligaciones sagradas: partir y regresar. El poeta que parte y no vuelve es un cosmopolita. Un cosmopolita es apenas un hombre, es apenas un reflejo de la luz moribunda”, declaró Pablo Neruda en el discurso con motivo de la donación de su biblioteca y su colección de caracolas a la Universidad de Chile, en 1954. Viene al caso ante la idea de crear un Museo Matta, que conocí un atardecer lisboeta de fines de 2010, de labios de nuestro Embajador en Portugal, Fernando Ayala.
Desde entonces han transcurrido sólo tres meses, casi todos ellos en el año del centenario de Roberto Matta, y han acontecido algunos hechos que aderezan la idea: el 9 de marzo, el Senado de Chile, a propuesta del senador Hernán Larraín, acordó: “Solicitar al Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, la creación de un Museo “Roberto Matta” cuya primera piedra pudiese estar puesta el próximo 11 del 11 del 11 en recuerdo al centenario de su nacimiento. Además, solicitar la creación de una Fundación Público-Privada que asumiera el sustento de este centro cultural que, junto con reunir y preservar su obra que está en colecciones de los museos nacionales, pueda efectuar adquisiciones y recibir donaciones de su trabajo artístico, efectuar exposiciones de otras colecciones que estuviesen disponibles, ser un lugar de encuentro y exhibición de artistas y tendencias vanguardistas que expresen las nuevas manifestaciones plásticas y, por cierto, constituirse en un espacio para el acceso de la ciudadanía, especialmente de niños y jóvenes, respecto del significado de la vida y obra de un pintor excepcional, como lo fue Roberto Matta Echaurren”.
Volví a consultar a Ayala, quién profundizó la iniciativa: "Chile es el único país donde podría construirse un Museo Matta, si hubiese nacido en Europa seguro ya lo tendría como Picasso en Barcelona, Dalí en Figueres o Van Gogh en Ámsterdam, por nombrar algunos. Es sin duda uno de los grandes artistas surrealistas del siglo XX cuyo legado crecerá más con el tiempo y es, a la fecha al menos, el pintor chileno más reconocido en el mundo. Lo ideal sería desarrollar un proyecto público-privado donde el Estado levantara un nuevo museo a través de un concurso de arquitectura. El compromiso del sector privado puede ser a través de empresas o familias pudientes (que tenemos varias) que podrían salir al mundo a comprar cuadros de Matta para donarlos y legar salas con sus apellidos o de manera anónima, tal cual se hace en muchos países. Además de perpetuar sus nombres enriquecerían el patrimonio cultural del país y contribuirían a acentuar la tendencia incipiente aún en Chile, de legar parte de las fortunas a instituciones públicas".
En el ínter tanto, en consonancia con el espíritu participativo de nuestra institucionalidad cultural trasladé la consulta a los lectores de este blog. Un gran número ha respondido (y podrá seguir haciéndolo hasta el 11 del 11 de 2011, a las 11). Más de la mitad –el 54%- ha aprobado la idea sin condiciones y un poco más de un cuarto -26%- ha sido categórico en la negativa. Podría decirse que la balanza se inclina categóricamente hacia el Sí, cuando se agrega como requisito la gestión público-privada de su financiamiento, más de un quinto –un 22%- que sumado a las otras opiniones positivas consolidarían un sólido tres cuarto de los votantes.
La triste realidad del Museo Chillida Leku, en las cercanías de San Sebastián, en el país vasco, reafirma que proyectos de esta envergadura deben contar con todos los apoyos posibles, dónde lo público no excluye lo privado y viceversa. La tristeza de la situación de la obra de Chillida es que sus herederos quieren a cómo dé lugar cumplir la voluntad del artista y las administraciones públicas –municipales o autonómicas- son categóricas en señalar que si ellos ponen plata, ellos administran y por tanto, subyugan la voluntad del creador, cuyos herederos tampoco tienen recursos suficientes para mantener el museo, que, como señala el diario El País, inevitablemente se oxida.
Lo de Matta recién comienza, si lo hace en el entendido de la alianza público-privada, como lo afirman el Senado de la República, los lectores activos y el Embajador, podríamos tener un horizonte en el que Matta deje de ser un cosmopolita y regrese a Chile, encarnado en su obra.
Y deje de ser, en palabras de Neruda, “una piedra perdida”.
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