20 octubre 2009

LAS COSAS EN SU LUGAR


El 30 de septiembre fue despachado por el Congreso Nacional el Proyecto de ley, iniciado en moción parlamentaria, que cambia la denominación del Edificio Diego Portales por la de Centro Cultural Gabriela Mistral.

Más allá de la modificación de nombre y período histórico que implica la sustitución de un protagonista de nuestra historia por otro, la promulgación de esta de ley constituye un reconocimiento a la memoria y figura de Gabriela Mistral y devuelve a este lugar su denominación original.


El Presidente Allende, en agosto de 1972, llamó al complejo construido para albergar la reunión de la Tercera Conferencia Mundial del Comercio y Desarrollo, UNCTAD III, Casa Nacional de la Cultura Gabriela Mistral, siendo su directora doña Irma Cáceres de Almeyda.

Según la Ley 17.457 que creó la Comisión Chilena para la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo, publicada en el Diario Oficial del 23 de julio de 1971, “La administración de estos bienes será confiada al Ministerio de Educación Pública, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, para que se destinen preferentemente a reuniones y congresos internacionales y nacionales, a salas de conferencias, exposiciones, conciertos, teatro y otras actividades en beneficio de la cultura popular”.

Su Reglamento de funcionamiento, del 11 de enero de 1973, prohibía su uso para “actos o ceremonias de carácter político-partidista o proclamaciones de tal naturaleza; albergue o estadía de personas o grupos, y funcionamiento temporal de servicios administrativos que posean sus propias oficinas”.

Por tanto, son innumerables las expiaciones que deberá admitir este centro cultural para recuperar el espíritu que lo creó. Casi podría decirse que en estos años de denominación portaliana se han incumplido casi todos sus criterios originales.

La presencia en su nombre de una mujer, poeta, profesora, viene a reparar tanto despropósito y pone nuevamente al servicio de Chile lo esencial: un espacio abierto para “exposiciones, conciertos, teatro y otras actividades en beneficio de la cultura popular”.

Quizás esta presencia del sueño de Allende en la principal arteria de nuestra capital le dé aún más sentido a aquello de “las grandes alamedas”.

Pronto, los chilenos y chilenas podremos acceder a este legado, que 37 años después, y bajo la hospitalidad de Gabriela, se abrirá para poner las cosas en su lugar.

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