
Fuente: Archivo Arturo Navarro

Un reputado columnista al analizar la amplia victoria electoral de la candidata comunista en las primarias de la centro izquierda, la atribuyó a la acertada lectura que habría hecho del clásico marxista "¿Qué hacer", de Lenin. Con ello, no solo reafirmó su militancia sino que -tal vez sin querer- hizo un guiño a la más relevante obra cultural de la izquierda en el último siglo: la Editorial Quimantú, que publicó entre sus más de once millones de libros, la masiva edición del texto en Chile.
El guiño al ícono de la cultura izquierdista permite preguntarnos por qué senderos transitaría hoy una política cultural en un eventual gobierno de Jara.
Las primeras señales nos orientan hacia dos universidades, la USACH, donde estudió y la UAHC cuyo rector es su compañero Álvaro Ramis.
Ella reconoce, al igual que Ramis, la influencia de la Pastoral Obrera de los 80 y su mentor, el sacerdote Alfonso Baeza. Esta universidad fue muy activa para la conmemoración de los 50 años del golpe cívico-militar, organizando entre otras actividades una mesa redonda sobre Quimantú en la que el sociólogo Tomás Moulian recordó uno de los episodios más bochornosos del PC: los intentos frustrados por impedir la publicación de la "Historia de la revolución rusa" de León Trotsky.
Desde la creación del PC en 1922 y su antecesor, el Partido Obrero Socialista, se asocia al inspirador de ambos, Luis Emilio Recabarren, con la prensa obrera. Fundó innumerables periódicos y compró diferentes impresiones.
Desde entonces, el PC ha dispuesto siempre de medios escritos, como El Siglo, la revista Ramona o el tabloide Puro Chile. Por lo mismo, se caracteriza por tener cuadros sólidos en el entorno de ellos: tipógrafos, linotipistas, canillitas, periodistas, editores, dibujantes, diseñadores y por supuesto sindicalistas de estos oficios.
No extrañó entonces que, al llegar al gobierno con Allende en 1970, pusiera selectos cuadros para contribuir al trabajo de la formidable empresa que sería la editorial estatal. Desde el destacado editor Joaquín Gutiérrez al sindicalista Sergio San Martín. Agregando militantes femeninas como Iris Lago Farías e Hilda López, y periodistas como Guillermo Gálvez, hasta hoy detenido desaparecido.
A través de Gutiérrez propuso la edición de grandes clásicos de la literatura marxista, como el "Manifiesto Comunista" o el "¿Qué hacer?".
También hubo influencia PC en libros de literatura, revistas periodísticas e ilustradas como las historietas Q y "La Firme".
Entonces las discrepancias naturales en una coalición de gobierno, fueron resueltas por el debate, la discusión y, finalmente, la votación de un comité ejecutivo compuesto por un 50% de representantes laborales, elegidos por los trabajadores de la empresa.
Puede colegirse entonces que el trabajo cultural estaba vinculado a la participación, así como la meta que lo guiaba era la democratización de la cultura: que puedan leer aquellos a quienes no llegaba la lectura.
" Las Culturas, las Artes y los Patrimonios son un medio de transformación social, por ello es fundamental promover y fortalecer las culturas que emergen de los territorios y profundizar el concepto de democracia cultural. La producción cultural debe trascender el modelo actual de concursabilidad, que limita la sostenibilidad de los proyectos, y orientarse hacia la promoción de políticas públicas robustas, articuladas entre los ministerios de cultura y educación deben garantizar el acceso de niños, niñas y jóvenes vulnerables a las artes y la cultura, fortaleciendo una identidad colectiva. ".
Ello parece un giro respecto de la política cultural que el PC promovió desde 1958 y que lo llevará a tener exitosos comportamientos en el sector, tanto en el Frente Popular como en el Frap de 1964 y la Unidad Popular de 1970.
De esa política de democratización de la cultura destacaron figuras como Violeta Parra, Pablo Neruda, Víctor Jara, Volodia Teitelboim y Raúl Zurita e iniciativas señeras como el Tren de la Cultura.
Se entrampó entonces en la contradicción frenteamplista de, por una parte, desear que la cultura surja de la base, "todos somos creadores", y tener que instalar un Ministerio que evidentemente calzaba con su política de democratización desde iniciativas estatales.
Por más papers que produjeron las nuevas autoridades, no fue posible deshacer el entuerto y se inició una seguidilla de ministros sin políticas claras, a los que el Presidente Boric tuvo que salir a auxiliar más de una vez, con confusos anuncios del lema de moda: el 1%, que no se concretó
De este modo, a la candidata Jara le queda recuperar las provechosas políticas de la alianza PS y PC, que rindieron frutos tan notables como el mencionado Quimantú, el Museo de la Solidaridad, el Museo de los derechos humanos, y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, por nombrar solo algunos.
Lenin o al menos el columnista que lo cita, estarán contentos de recuperar el tiempo perdido.