29 marzo 2010
CONSEJEROS NUEVOS EN UN CONSEJO ANTIGUO
Dando cumplimiento a la Ley que lo creó, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes ha designado a sus nuevos integrantes que corresponden al cambio de autoridades políticas. Es decir, cambian tres de sus once integrantes. Recordemos que los plazos de este órgano colegiado, que constituye la máxima autoridad cultural del país, son renovarse cada cuatro años, en períodos diferentes a los de las autoridades políticas, con posibilidad de reelección por una sola vez. Un requisito indispensable para los organismos llamados “quangos” o “casi no gubernamentales” debido a que se basan en el principio anglosajón de la “distancia de brazos” entre quienes ponen el dinero (el Estado) y quienes lo asignan (el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes)
Esta vez, las autoridades políticas representadas en el Directorio Nacional, como son los Ministros de Educación y Relaciones Exteriores, han optado por una opción original: nombrar a creadores para que los representen en esta alta instancia. El primer gobierno que debió cumplir esta obligación, el de Ricardo Lagos, optó por que los Ministros citados fuesen representados por los más altos funcionarios de su cartera vinculados a la cultura: la Directora de la DIBAM y el Director de Relaciones Culturales de la Cancillería. Con ello se cubría, además, la necesaria coordinación que la Ley establece entre el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y la DIBAM y la fijación de políticas culturales internacionales que fija ese Directorio y aplica el Ministerio de Relaciones Exteriores a través de la DIRAC.
El gobierno de Michelle Bachelet intentó el mismo camino, manteniendo los roles que representaban a los ministros involucrados, hasta que la Directora de la DIBAM optó por rechazar ese honor. Es preciso agregar que la representante del Ministerio de Educación que la reemplazó, cumplió a cabalidad su papel de coordinar dos entes que se volvían cada vez más reacios a la colaboración, a pesar y quizás debido a ello, de que no ostentaba cargos ejecutivos.
El Directorio se completó con el nombramiento pendiente de una vacante desde hace algunos meses, para lo cuál la Presidenta Bachelet nominó a una actriz, a propuesta de organizaciones culturales de la sociedad civil.
Estamos en presencia entonces, en el Directorio, de un número inédito de creadores: los tres representantes del ejecutivo -su Presidente Luciano Cruz Coke incluido- la recién nominada Presidenta de SIDARTE, Fernanda García y el músico Hugo Pirovic. Cinco sobre once, lo que viene a reforzar la fuerte señal dada recientemente respecto de que no se tocarán los fondos concursables, que benefician especialmente a creadores.
A ellos se suman los dos académicos designados por los rectores de las universidades –Héctor Gaete y Gustavo Cárdenas-, dos patrimonialistas –Cecilia García Huidobro y Lautaro Núñez- y dos gestores: Drina Rendic y Pablo Dittborn.
Este elenco durará su titularidad hasta 2012, cuando deberá renovarse el grupo que fuera designada en 2008. Se exceptúan obviamente los representantes del gobierno que podrán permanecer en sus cargos mientras cuenten con la confianza de sus representados.
Son ellos precisamente –los escritores Jorge Edwards y Roberto Ampuero- quienes deberán ejercer el complejo papel de relacionar las políticas culturales y al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes con el Ministerio de Educación y en especial con la DIBAM y el Consejo de Monumentos Nacionales que continúan dependiendo de él, en el caso de Edwards, y establecer la primacía del Consejo por sobre la Cancillería en lo que a políticas culturales hacia el exterior se trata, en el caso de Ampuero.
La buena noticia es que se trata de dos conocidos columnistas que podrán contribuir a visibilizar el Directorio Nacional y forjar en la opinión pública una imagen más amplia de un Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que anota precisamente entre sus pendientes el desconocimiento de su rol por gran parte de la opinión pública.
En su capacidad de remar hacia la institucionalidad más que hacia sus propias opiniones está precisamente el secreto del aporte que ambos literatos pueden hacer. Como en su momento lo hicieron Humberto Gianini o Agustín Squella.
Por otra parte, el servicio público Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, encabezado por Cruz Coke, deberá redoblar sus esfuerzos para suplir la ausencia de capacidad de gestión que tuvieron directorios anteriores que contaron con profesionales de esa área como Santiago Schuster, Emilio Lamarca, Carolina Rivas o Clara Budnik.
Es la hora de los artistas. Pero de cara a los desafíos que vienen como apoyar la reconstrucción patrimonial y formular las políticas culturales 2010-2015, son muy importantes los aportes que puedan hacer la gente del mundo del patrimonio y los gestores culturales que suelen traer la necesaria voz de las audiencias.
La cultura es tarea de todos.
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Querido Arturo, la lectura de tu columna permite hacer un acabado viaje por lo que ha sido la instalación y el quehacer del CNCA desde su creación en el 2003 hasta este nuevo escenario. Confío en la pluma de los nuevos representantes de Educación y RREE y en su mirada aguda y experta para enfrentar los desafios pendientes en materias de política cultural. No puedo menos que agradecerte la gentileza de mencionar a aquellos que tuvimos la misión de acompañar el proceso en otros períodos.
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