29 enero 2018

UNA HERRAMIENTA QUE TRASCIENDA LOS GOBIERNOS

Foto CNCA 


El Directorio Nacional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, que preside el Ministro de Cultura, compuesto por María Inés de Ferrari, Carlos Morán, Jaime Espinosa, Óscar Acuña, Gustavo Meza, Magdalena Pereira, Carlos Aldunate, Arturo Navarro, Ana María Egaña y Sebastián Gray se ha pronunciado públicamente, en carta al diario La Tercera el 28 de enero de 2018, respecto de las nueva Política Nacional de Cultura.


El texto de la carta es el siguiente:


En los últimos años Chile ha sido protagonista de importantes cambios sociales que han marcado el camino hacia un desarrollo integral y sustentable. Uno de estos aspectos ha sido la transformación de la institucionalidad cultural gracias a la creación del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. En este marco se ha desarrollado un amplio proceso de participación en 90 encuentros ciudadanos desde los diversos sectores culturales y territorios del país, el que comenzó en 2014 y que hoy culmina con la publicación de 24 documentos de políticas sectoriales, regionales y la Política Nacional de Cultura 2017 – 2022, “Cultura y Desarrollo Humano: Derechos y Territorio”.

Este documento pone a Chile a la altura de los nuevos tiempos, se alinea con una mirada contemporánea ampliando el concepto de cultura como parte importante del desarrollo humano.

Esta nueva política se centra en la ciudadanía y en la relevancia de su participación en la construcción de la vida cultural y de las políticas públicas asociadas a su desarrollo. En ella todos somos llamados a resguardar los derechos culturales de las nuevas generaciones, a garantizar una creación libre y diversa, a pensar la interculturalidad y la diversidad como fuente de riqueza social, a nutrir nuestra identidad a través del resguardo del patrimonio y de la memoria histórica.

Ahora es tarea del nuevo Ministerio, con sus órganos de participación nacional, regional y sectoriales, más sus funcionarios, y la ciudadanía en su conjunto, hacer que esta nueva Política de Cultura se convierta en una hoja de ruta para los desafíos que nuestro país enfrenta para avanzar en su desarrollo, una herramienta que trascienda a los gobiernos y que tenga como base una amplia y robusta participación ciudadana.


Una buena señal para el trabajo que iniciarán el Ministerio de las culturas, las artes y el patrimonio y sus nuevas autoridades.

25 enero 2018

EL CARDENAL DE LOS DERECHOS HUMANOS




Mi primera asociación libre, al conocer esta novela gráfica, fue con el Bole y con las Vidas ejemplares, esas revistas editadas por Novaro de México, cuadernos grapados de 36 páginas a todo color, en los que se adaptan biografías de santos, hechos bíblicos, festivales eucarísticos o misiones religiosas. El recuerdo del boletín SOLIDARIDAD y las publicaciones de los tiempos de la Vicaría de la Solidaridad, se debió no solo al apoyo sine qua non de don Raúl, sino también porque allí las imagenes hablan por sí mismas, casi sin textos y de ninguna manera con nombres de los fotografiados, menos de los arriesgados fotógrafos. Se respiraba en ellas tanto la impersonalidad de la obra solidaria y el valor de lo colectivo, como el temor reinante durante la dictadura.


Las Vidas ejemplares alcanzaron 416 números, hasta el 25 de marzo de 1974 y, también trece extraordinarios anuarios, fuera de numeración, con ochenta páginas. Las historietas eran leídas y cambiadas por otra, previo pago de diez pesos, en discretos locales de intercambio para niños y jóvenes lectores, ávidos, que transaban tanto una Pequeña Lulú como un Superman o un Archie por las historias religiosas. Y vice versa.


El bole, como se llamaba cariñosamente al Boletín SOLIDARIDAD, alcanzó 300 ediciones y una circulación improbable pues las pocas veces que se pudo comprobar cuántos lectores tuvo cada ejemplar, las cifras eran muy superiores a las de publicaciones convencionales. El bole circulaba de mano en mano, de parroquia en parroquia, de comedor popular en comedor popular, desafiando la feroz represión que afectaba a la prensa, sometida a los excesos de la censura previa y de las autorizaciones previas para imprimir y luego para circular, convenientemente leídas, plumón en mano, por los censores del edificio Diego Portales.


El bole fue un gran aporte del Cardenal a la libre expresión, así como su generosa autorización al uso del escudo cardenalicio que protegió el libro Miedo en Chile de la periodista Patricia Politzer -reciente Premio Lenka Franulic-, entonces autora de un plural conjunto de entrevistas que ninguna editorial se atrevió a publicar, bajo estado de sitio. Solo osaron hacerlo -con la protección señalada- José Antonio Viera Gallo y Julio Silva Solar, de CESOC ediciones, y las presentaciones de Sol Serrano y Renán Fuentealba.

Vidas ejemplares terminaron justamente en el tiempo en que El Cardenal comenzó su heroica labor en favor de la vida que, sin duda, le habría llevado a ser editado en esta serie de historias sagradas: la apasionante vida de un santo varón que salvaba de los servicios de seguridad chilenos a probables desaparecidos, ejecutados o torturados. No sería posible cuantificarlos, como tampoco aquellos que, desde la comunidad judía, las iglesias evangélicas, la ortodoxa, las congregaciones y comunidades de base católicas fueron venciendo el miedo y colaborando en esta misión.


Las acciones de Silva Henríquez eran rigurosamente privadas y sólo comenzaron a recogerse en papel impreso cuando él mismo creó -en la Vicaría de la Solidaridad- el Bole, de circulación restringida a parroquias y organismos de la iglesia católica, que difundía, quincenalmente, las labores de presentación de recursos de amparo, comedores populares, avances en las diócesis alejadas de Santiago donde otros obispos seguían tímidamente el ejemplo de don Raúl.

El mismo se reunía periódicamente con el equipo de reporteros, fotógrafos y diagramadores, para infundirles ánimo, respaldo y estimularlos convincentemente a terminar cada artículo, con una frase de optimismo. "Siempre hay que finalizar con esperanza, que esto va a pasar..."

Han  transcurrido más de veinte años y la visita de dos Papas para que las andanzas de don Raúl llegaran gráficamente al papel impreso, con la presentación de una protagonista, la abogada Carmen Hertz y el observador de nuestra historia Jorge Baradit, junto a la pluma atenta de sus autores, Kóte Carvajal y Luis Inzunza, que la califican como un “drama semi biográfico” y un retrato del arzobispo y de su defensa de los derechos humanos entre 1973 y 1983.

Con flash back de episodios decisivos de la vida del abogado y sacerdote, la obra va relatando sus dolores y fortalezas en medio de la defensa de los más desvalidos junto con recordar su acercamiento a la orden salesiana, en desmedro de los jesuítas, sus padecimientos a la rodilla que pudieron haber desbaratado su vocación o su sorprendente reconocimiento junto a Robert Redford.

También sus encuentros con el general Pinochet y cómo éste recordó el cambio del Comité pro paz por la Vicaría de la Solidaridad cuando transformó la DINA en CNI.

De los capítulos publicados -el Comité, la Vicaría- es quizás el referido a los Hornos de Lonquén el que eriza más los cabellos por los extremos indecible a que pudo llegar la crueldad del régimen. También impacta su relación con el ex Presidente Eduardo Frei, ahora que se conoce el siniestro fin que tuvo su vida.

Pero, no es misión de este texto, narrar -lo que es imposible sin la certitud de las imágenes- lo que encontraremos en esta novela. Si lo es, recomendar su lectura y divulgación entre las nuevas generaciones.

Pues aquí hay, de verdad, una vida ejemplar; ejemplar y solidaria.

15 enero 2018

EL RETO: VINCULAR LOS CREADORES CON EL PÚBLICO

Foto Diego Cantú


Pocas veces, un comentario había alcanzado el impacto que tuvo el editorial titulado Desafíos en políticas cultural, de El Mercurio del 11 de enero de 2018, que reconoce que la implementación del nuevo Ministerio de las Culturas será una de las complejidades que deberá enfrentar el próximo gobierno y demanda de la nueva institucionalidad respuestas eficaces y flexibles, sin caer en una excesiva burocratización que más que apoyar, dificulte la expansión de la cultura: "aspectos clave como la descentralización de la actividad, su profesionalización, la educación artística y un efectivo y transversal acceso a la cultura debieran figurar en la agenda de la autoridad que asuma".


Este reconocimiento, que se alinea con lo que se ha venido realizando en políticas culturales desde el CNCA y sus instancias participativas, devela que el viejo dicho "otra cosa es con guitarra" comienza a ser recogido por el diario que, luego de publicar en Artes y Letras El mundo cultural fija los desafíos del próximo gobierno esboza lo que deberían hacer las próximas autoridades.

El aspecto más novedoso surge de la frase "la creación de la nueva institucionalidad plantea la oportunidad de incentivar una sólida conjunción público-privada que permita el surgimiento y respaldo para nuevos proyectos culturalesDiversas experiencias exitosas demuestran que aquellos estímulos que favorecen el profesionalismo y una mayor capacidad instalada se traducen en mayor calidad y alcance público" que, finalmente, reconoce la labor que desde 1990, vienen realizando diversas corporaciones culturales de derecho privado y sin fines de lucro.

Esta afirmación marca un viraje respecto de que tales espacios eran vistos sólo como "iniciativas culturales con que los mandatarios pretenden dejar un legado físico en este ámbito" y los pone en un mismo nivel con la innegable necesidad de "fortalecer de la red de museos nacionales como una prioridad natural que ha sido postergada", fruto precisamente de la oposición de sectores internos y externos de la DIBAM a modificar su institucionalidad.

En otro plano, reconoce que el énfasis puesto en la construcción de infraestructura ha resultado en una vasta red de centros culturales en la mayoría de los grandes centros urbanos del país. Sin embargo, pese al apoyo recibido, "muchas localidades enfrentan dificultades para mantener programaciones de nivel y conseguir cierta ampliación y fidelidad del público".

Uno de los temas más sensibles se refiere al financiamiento, haciendo un llamado en ese sentido al sector privado, debido a que "la exigencia generalizada por mayor inversión en cultura no parece fácil de satisfacer sólo desde el Estado", asumiendo lo tantas veces dicho que a política de fondos concursables y las transferencias de recursos no logran responder en plenitud a la diversidad de necesidades y proyectos.

Deja para el final el texto, el relevante reconocimiento que "el país requiere de una oferta cultural que responda a las nuevas demandas de una ciudadanía globalizada y crítica, pero a veces también indiferente a las manifestaciones culturales disponibles". Aquí está lo central del viraje del periódico: reconocer la existencia de una ciudadanía con determinadas demandas, no necesariamente vinculadas a la oferta disponible de actividades culturales y con capacidad de permanecer indiferente, esto es, rechazar las propuestas desde las elites.

De ahí que el gran desafío, compartido, sea "vincular a los creadores con el público como el principal reto de las políticas culturales".

Un acierto.

08 enero 2018

PAZ BASCUÑAN Y LAS ESTADÍSTICAS CULTURALES


Una tranquila tarde de domingo, faltando 40 minutos para el inicio de una función de No estoy loca, mi esposa me sugirió ir a ver la película protagonizada por Paz Bascuñán y dirigida por Nicolás López. Mientras ella conducía, adquirí las dos entradas por internet, por el equivalente a diez dólares; llegamos a tiempo al cine y pudimos entrar directamente a la sala, esgrimiendo solo el código de barras en un teléfono inteligente. Había bastante público, para lo habitual en una película chilena, y la experiencia fue mejor aún que la facilidad de acceso. Lo que hace pensar -tuvo 27 mil espectadores en su primer dia de cartelera-  que volveremos a encontrarnos con la talentosa actriz engrosando el listado de las próximas cintas nacionales más vistas, tal como las estadísticas de 2016 favorecieron a su anterior actuación en Sin Filtro, con 1.284.553 espectadores, lejos de quienes la siguieron: Argentino QL (271.412) y Neruda (94.236). 


Pero, en 2016 hubo en Chile muchos mas asistentes al cine: 27,5 millones, un 6,5% mayor que el año anterior, solo que el 90% asistió a filmes estadounidenses y 6% a películas nacionales. Por contraste, el total de usuarios en museos de la DIBAM alcanzó a menos de un diez por ciento del cine: 2,5 millones, siendo todos con entrada gratuita. Lo que dejaría en evidencia que las grandes asistencias de público no tienen que ver necesariamente con la gratuidad de la oferta sino con las facilidades de acceso.


Las cifras pertenecen a la publicación Estadísticas Culturales, Informe Anual 2016 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Estadísticas, que busca contribuir a la generación de estadísticas sistemáticas sobre las actividades de agentes participantes en el sector cultural. La publicación 2016 se elaboró con registros administrativos de 41 informantes públicos y privados, más la aplicación de la Encuesta de Espectáculos Públicos a 800 recintos que desarrollan actividades culturales y deportivas, y de la Encuesta Anual de Radios, ambos del INE.

Sigamos con los datos: de 204 películas estrenadas en el país, el 60% provino desde Estados Unidos, el 21% son europeas y solo un 7% de filmes chilenos. Las tres películas más vistas: La Era de hielo: choque de mundos, Buscando a Dory, Capitán América: civil war.

La comercialización de producciones audiovisuales para cine recaudó $90.249 millones aproximados, por concepto de películas estrenadas y exhibidas en el país. Esto representa una variación positiva del 5%. La mayor parte de la recaudación provino de películas estadounidenses (91%) y, en una cantidad mucho menor, a películas chilenas (5%) y a filmes europeos (2%). El cine chileno, por concepto de recaudación, presenta un alza de un 87% en comparación al 2015.

Mientras el total acumulado de usuarios registrados en las bibliotecas públicas de la DIBAM durante 2016 corresponde a 1.028.002 personas, el número de sesiones de acceso gratuito a internet en las mismas asciende a 4.104.890. Se podría estimar teóricamente que cada uno del millón de visitantes ingresó 4 veces a internet, lo que daría una nueva vida a las bibliotecas.

El estudio Oferta y consumo de cine en Chile, registró 380 salas de exhibición, 215 se encuentran en la región Metropolitana, un 55% del total.

En el Día Patrimonio participaron 286 edificios y 227 recorridos en todo el país. El público total fue más o menos la mitad que los espectadores de Sin Filtro, 601.981 personas, lo que representa incluso un aumento del 14%. El 65,5% las visitas corresponden a personas de regiones distintas a la Metropolitana, región en la que  disminuyó en un 48% mientras en el resto del país aumentó en un 46%. Es decir, hay un gran potencial, si se aumenta la oferta a nivel de regiones.


Para el sociólogo Fernando Ossandón editor del libro Cultura, Patrimonio y Autofinanciamiento  (RIL, 2016) "en los últimos años se ha impuesto la idea de trabajar de manera más integrada e integradora, especialmente a nivel de territorios, en lo que se ha dado en denominar 'paisaje cultural'. Lo que a primera vista pudiera leerse como un prurito académico, en realidad es revelador de un desarrollo cultural que compromete a las comunidades que integran el territorio de manera global, donde lo material y lo inmaterial se entrecruzan constantemente con el habitar medioambiental y donde es difícil –después de un tiempo- identificar cuál es o sigue siendo el factor gatillador del desarrollo económico, social y cultural. Así por ejemplo, al interior de Arica un grupo de profesionales se propuso restaurar iglesias locales, siguiendo el ejemplo de Chiloé con su circuito de iglesias patrimonio de la humanidad y a poco andar se toparon con una comunidad de lugareños que en realidad vive en Arica, pero se motivaron a restaurar sus pueblos y sus vidas con una perspectiva económica social diferente, retornando más a menudo a sus localidades de origen y desatando proyectos de inversión comunitaria de variada índole".

Ossandón propone, además, considerar las cifras del programa Museos de Medianoche, iniciativa mediante la cual 112 museos y centros culturales abrieron, en 2017, sus puertas hasta las 24 horas. "Junto con lo novedoso que resulta visitar un recinto cultural de noche, lo más importante es que conecta a estos recintos con sus públicos en un horario de descanso y distracción, no laboral. No deja de ser un obstáculo mayor al uso cultural de los museos que estos se encuentren abiertos al público en horarios en que ésta –mayoritariamente- se encuentra trabajando".

Otra contribución a facilitar el acceso del público, es adecuando horarios, como lo acaba de hacer el museo Gabriela Mistral de Vicuña, que amplió sus horarios durante enero y febrero.

Tampoco es mala la idea que, -como en Buenos Aires- se fusionen el día del patrimonio con el día de los museos de medianoche y lograr así una participación masiva, implementando incluso circuitos especiales de buses y metro.


Las cifras expuestas, que corresponden solamente a cine y los museos y bibliotecas públicas,  sugieren que ellas tienen potencialidades de crecimiento. Por una parte, incorporando museos y espacios culturales que no pertenecen a la DIBAM -hay tres centros culturales que superan, cada uno, el millón de visitantes anuales- y por otra, incrementando la oferta cultural en regiones.   

Se hace imperioso, en tiempos de nuevo Ministerio, establecer coordinaciones mayores entre espacios culturales que ocupan similares territorios y por ende están compelidos a desarrollar actividades conjuntas

A la vez, las entidades que realizan esta encuesta anual deben establecer mecanismos para registrar oportunamente tal realidad emergente.

Que no tengamos que esperar casi dos años, hasta fines de 2019, para enterarnos el impacto integral de las cifras de público de No estoy loca, estrenado el 4 de enero de 2018.

POR UNA NUEVA RELACIÓN ENTRE ESPACIOS CULTURALES NACIONALES Y REGIONALES



Ante la pregunta ¿qué temas y énfasis debería impulsar el gobierno de Sebastián Piñera en el ámbito de políticas culturales, tomando en cuenta que en el marco institucional debe ser implementado el Ministerio de las Culturas?, formulada por el periodista Roberto Careaga, de Artes y Letras de El Mercurio, el texto completo de mi respuesta, publicada el domingo 7 de enero, es el siguiente:



El segundo gobierno de Sebastián Piñera tiene la oportunidad histórica de realizar –en el marco de las políticas culturales vigentes- los cambios pendientes en el campo del patrimonio.

El gobierno saliente dejó dos instrumentos para acometer esa modernización: la sustitución de la DIBAM por un Servicio Nacional del Patrimonio, contenida en el recién aprobado Ministerio de las Culturas, y los insumos para iniciar el trabajo legislativo de una Ley del Patrimonio, material e inmaterial.

El desafío es introducir el siglo XXI en la administración de museos, bibliotecas, monumentos y archivos, junto con abrirlos –quizás en mixtura con ellos- a centros culturales que existen en el país y que alcanzan -con gestión adecuada- resultados que hacen palidecer a nuestros museos nacionales; qué decir de los museos regionales y locales.

Una de las buenas razones para crear el Ministerio de las Culturas, fue reunir al Consejo Nacional de la Cultura y a la DIBAM en una entidad que trabaje coordinadamente y, sobretodo, coherentemente con los avances en regionalización, territorialidad y participación que el Consejo ha logrado. Lo que se confirma manteniéndose en él a consejos sectoriales sin cambios y los regionales y el Nacional, con profundización de sus atribuciones e integrantes más variados y representativos.

Para destacar esta misión se debiera crear un Consejo Nacional de la Infraestructura y la Gestión que reúna a los espacios de alcance nacional como las bibliotecas patrimoniales -Nacional y Severín-; los tres museos nacionales; centros culturales de alcance nacional como el de la Estación Mapocho, el CCPLM, el MAC, el MIM, el Centro Nacional de Arte Contemporáneo Audiovisual de Cerrillos; el Museo Violeta Parra; el Precolombino; el Teatro Municipal/Ópera Nacional; el aún incompleto Centro Nacional de Artes Escénicas y Musicales Gabriela Mistral, y otros. Ello, en vista a coordinar aportes públicos y privados, compartir sus experiencias de gestión y mantenimiento, sin perder cada uno su autonomía y personalidad propia.

No se van a encontrar mejores soluciones que aquellas que surgen de quienes enfrentan los mismos problemas.

Lo mismo deberá ocurrir a nivel del país, donde los teatros de alcance regional -nuevos y antiguos- deberán relacionarse con los museos de su región y establecer modalidades de trabajo conjunto, derivadas de una regionalización -hasta ahora inexistente- en museos y bibliotecas, que estarán sometidas a la nueva autoridad cultural regional y su consejo participativo.

Se abre una gran oportunidad para que el mandato que se inicia deje como legado una mirada integral del desarrollo cultural, no sólo desde el gobierno, sino también en diálogo con los grandes espacios de alcance nacional y regional que constituyen la flota cultural y patrimonial del país.