29 mayo 2017

PROGRAMAS CULTURALES, SEGUNDAS APROXIMACIONES



A partir del conocimiento de algunas ideas de programas culturales y de declaraciones de candidatos que aún no los esbozan, ha surgido la inquietud de que, una vez más, la cultura haga un esfuerzo por juntarlas todas, independientemente de quien gane la elección.  Es evidente que todas las propuestas tienen un sustento común, que son las Políticas Culturales 2017/2022, en discusión en estos mismos momentos, que a su vez se basan en aquellas 2011/2016 y así sucesivamente hacia atrás, hasta 2004, cuando se crea el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. 


Por tanto, el país tiene acuerdos básicos como crear primero un Consejo Nacional y ahora un Ministerio de las Culturas y que éste contenga –en dos subsecretarías- las dos temáticas centrales del área: patrimonio y artes.


Resuelto el problema de una institucionalidad dispersa, cabe ahora extender la influencia del sector cultura a otros ámbitos de la sociedad:


Primero, hacia regiones, estableciendo Seremías y Consejos Regionales capaces de formular políticas, asignar recursos y escuchar a la ciudadanía en todo el territorio.


Segundo, hacia un tratamiento multicultural de las tradiciones y usos de los pueblos indígenas y migrantes.


Tercero, hacia la natural relación que deba tener la institucionalidad consensuada con los medios de divulgación de las artes y el patrimonio sean estos canales de TV, radios u otras formas de comunicación virtual.


Cuarto, hacia establecer una forma de organicidad –léase un Consejo Nacional de Infraestructura y Gestión- de quienes constituyen el principal activo del desarrollo cultural mixto, público/privado, como son las corporaciones y fundaciones sin fines de lucro.


Quinto, generar condiciones de autonomía de los alcaldes de turno a los cuerpos culturales locales, incrementando la participación ciudadana en su gestión, disfrute y mantención, en esa dirección parece interesante la idea de presupuestos participativos de la candidatura de Beatriz Sánchez.


Lo anterior no es incompatible con legislaciones complementarias como una ley única de donaciones; la ya avanzada ley del teatro o modificaciones del IVA, ni con proyectos de infraestructura que sigan simbolizando cada mandato presidencial, como se está haciendo tradición.

Respecto del canal cultural de TV, es verdad que todo medio de comunicación tiene obligaciones respecto de la cultura, pero también es cierto que la gran cantidad y calidad de la producción artística nacional –estimulada grandemente durante más de veinte años por fondos concursables y diversos subsidios- merece y requiere de un medio público para divulgarse y cerrar así el ciclo de producción, divulgación y disfrute por sus destinatarios. En ese esquema se incluye el tema de la TV cultural pública que, por lógica, debe volver a ser un proyecto que se relaciones con el gobierno a través del Ministerio de Culturas y no a través de un ministerio político, como se ha intentado, hasta ahora, sin éxito.


Carolina Goic hizo hace pocos días, un gesto, en la Peluquería Francesa, respecto del mundo del patrimonio, mencionando que el Consejo de Monumentos Nacionales debiera ser regionalizado. Obviamente debe ser así. El proyecto de Ministerio de Culturas incluye al CMN y la DIBAM, crea el Servicio Nacional del Patrimonio y contempla su regionalización a través de las Seremías. El punto por resolver son las atribuciones de aquellas secretarías regionales y sus respectivo consejos para tomar, a nivel regional, decisiones, que hoy se toman centralizadamente.


De Alejandro Guillier, aparte de anunciar el fin del IVA al libro, poco se ha escuchado al respecto, pero su soterrado combate contra las elites -donde ha dado y recibido por igual- hace prever que no tendrá un programa afín a ellas, sino uno con énfasis en lo ciudadano y la descentralización territorial, que por lo demás, ha sido el permanente clamor del mundo de la cultura en las recientes Convenciones Nacionales.


¿Señal de aproximación?

22 mayo 2017

PROGRAMAS CULTURALES, PRIMERAS APROXIMACIONES


A diferencia de la pasada elección presidencial, esta vez, parecen prepararse Programas en serio y gratuitamente, como fue tradicional en nuestra política. La existencia de primarias en dos de los tres bloques electorales, ha permitido conocer avances oportunamente depositados en el SERVEL. En el terreno cultural se aprecian líneas bastante coherentes con la existencia del CNCA y la cercana instalación de un Ministerio multicultural y participativo.


Quizás las medidas más concretas y puntuales aparecen en la propuesta de Sebastián Piñera: "creación del Museo de la Democracia; ley única de donaciones con beneficios para promover la filantropía ambiental; eliminación de doblajes en programación juvenil e infantil de la TV abierta para estimular la lectura y comprensión del inglés". Lo del museo es novedoso y se inscribe en la tradición de los gobiernos concertacionistas que dejaron, cada uno, huella en formidables espacios culturales: el CCEM, el MIM, el CCPLM y el GAM. Ley única de Donaciones es un esfuerzo que debería ir acompañado de una fuerte campaña de promoción y estímulo a la filantropía, incluso ¿porqué no? desde el propio candidato.


Beatriz Sanchez, en su Hoja de Ruta, plantea "conformar un Estado con carácter plurinacional, que reconozca el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas en el marco de un país diverso e incluyente. Proponemos, en este sentido, avanzar hacia el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado chileno, estableciendo mecanismos de representación parlamentaria de los pueblos indígenas que lo reflejen", medida insinuada en el próximo Ministerio de las Culturas las Artes y el Patrimonio. Además, propone "incentivar la participación directa de los ciudadanos en sus espacios locales por medio de la construcción participativa de los presupuestos comunales. Es necesario convertir a los presupuestos participativos en una práctica regulada, vinculante, no sometida a la voluntad contingente de los alcaldes y capaz de decidir sobre porciones relevantes del presupuesto municipal". En la medida que existen muchas corporaciones y espacios culturales comunales, es posible que, por esta vía, se fortalezcan los aportes hacia las artes y la participación ciudadana en la cultura, sin tanta dependencia del Alcalde de turno, lo que es deseable.


Alberto Mayol, en el apartado Arte, lectura y deporte, propone "dividir el territorio nacional en zonas distritales con políticas unitarias de fomento del arte, la lectura y el deporte. Este mecanismo estará anclado con el sistema educativo, pero también implica avanzar en la existencia de infraestructura disponible para estas actividades. La idea ya implementada en la comuna de Recoleta en Chile, conocida como Escuela Abierta, es un camino eficiente para apoyar esta iniciativa. En cualquier caso, se requieren más gimnasios, polideportivos, centros culturales locales y una red de bibliotecas más nutrida. En el caso de México se ha implementado una política de fomento para que cada sale de clases del país tenga una pequeña biblioteca en su interior. Chile debe hacer propio ese desafío. Los dos últimos años de la educación secundaria deben orientarse con fuerza al arte y el deporte. Chile es el país con mayor obesidad juvenil de América Latina, con pésimas perspectivas de salud derivadas de esta condición". La idea de mezclar cultura y deporte, no es nueva. Hay experiencias favorables en Australia donde se aprovechan lo estadios que se construyen para los juegos olímpicos con espacios para la cultura como bibliotecas y centros culturales. Por otra parte, la cercanía de bibliotecas en las salas de clases podría estimular el inmovilismo y ser contradictorio con la lucha contra la obesidad. El caso colombiano, más cercano, que sitúa grandes bibliotecas en parques o terrenos eriazos con canchas deportivas vecinas, parece ser coherente con intentar mezclar lectura y deportes.


Felipe Kast es el que parece destinar mayor espacio y energía al tema en un apartado denominado Cultura: la diversidad que nos reúne, que comienza con una declaración de principios: "Arraigados en el valor de la costumbre y la tradición la cultura, las artes y el patrimonio de Chile revelan nuestra forma de mirar al hombre y a la naturaleza desde la imaginación y la creatividad, retratando los elementos propios de nuestro imaginario, ritos y carácter. Para que esta poderosa herencia pueda transmitirse a las nuevas generaciones, no sólo debemos proveer los necesarios recursos para el fortalecimiento y salvaguarda de nuestras artes, cultura y patrimonio sino, también, dotar de herramientas a nuestros niños, para que puedan apreciarlas y transformarlas en innovación y cambio profundo para el enriquecimiento de sus propias vidas y la vida del país".
Derivada de esta declaración, propone: "un Plan de fomento a lectura, descentralizado, en conjunto al esfuerzo de fundaciones y corporaciones especializadas en materia lectora, para que todos los chilenos desde niños aprendan a comprender lo que leen", en lo que parece haber escuchado la experiencia de Fundación Futuro. Luego, "la creación de un Sistema de Instituciones Culturales que permita de manera mixta allegar tanto financiamiento público como también privado, simplificando el proceso de donaciones", en lo que parece recoger la propuesta surgida en un encuentro en la Cámara de Diputados, de crear un Consejo Nacional de la Infraestructura y Gestión, desestimada por las autoridades como parte del nuevo Ministerio. Más adelante expone un "programa de emprendimiento cultural que contemple un capital inicial, acompañamiento y capacitación para ayudar a consolidar proyectos como el Festival Santiago a Mil o Puerto de Ideas, que mejoran sustancialmente la vida de la comunidad", en lo que parece haber escuchado demandas de las productoras de dichos eventos. En lo patrimonial, anuncia que "modificaremos la Ley de Monumentos nacionales para que quien posea un inmueble patrimonial cuente con la posibilidad real de protegerlo y su propiedad no se transforme en un gravamen e incentivaremos la participación privada en salvaguarda del patrimonio cultural, ampliando el Fondo del Patrimonio y Ley de donaciones culturales para materias patrimoniales y Ley de Monumentos Nacionales". Empeños todos, de vieja data que por alguna razón no se concretan aún.
Plantea también el reconocimiento constitucional de la interculturalidad y "dar un giro disruptivo y sustantivo, en la relación del Estado con los Pueblos Indígenas: reconocimiento expreso de los pueblos indígenas originarios; reconocimiento del Mapudungún y el Rapa Nui, como lenguas co oficiales en la Región de La Araucanía y en Isla de Pascua, respectivamente".


Manuel José Ossandón también enfatiza al tema intercultural: "es esencial brindar a nuestros pueblos originarios un concreto reconocimiento a través de nuestra Carta Fundamental, valorando su existencia y aporte durante el surgimiento y desarrollo de nuestra patria, y como parte esencial e indisoluble de las raíces de la Nación chilena. Además, debe valorarse la integridad como pueblo de cada uno de ellos, de acuerdo a sus costumbres, cosmovisiones, cultura y lengua".


Faltan las propuestas de Alejandro Guillier y Carolina Goic, que deberían recoger la continuidad de las politicas desarrolladas desde 2000 a la fecha, que están en pleno proceso de renovación en el CNCA, que, en agosto y en Arica, celebrará su Convención Nacional para aprobar las políticas 2017 2022, que ya tienen sendos avances en los consejos sectoriales del Libro, Audiovisual y de la Música.

En el diálogo entre políticas aprobadas por la entidad correspondiente, por ley, de hacerlo y las medidas que programará el siguiente gobierno, se sustentará el desarrollo cultural de las próximas décadas.

Quedamos atentos y pendientes.

15 mayo 2017

¿ES CHILE UN PAÍS IMPROBABLE?

José de San Martín


En la improbable situación que nos aflige, que dos libros de historia de Chile encabecen los ranking de los más leídos, en no ficción y ficción: el testimonio del abogado y militar José Miguel Varela en Veterano de tres guerras y la novela de Elizabeth Subercaseaux La patria de cristal, no deja de embargarme una sensación que, el nuestro es también un país improbable. Esto es, que existe casi por casualidad, o una suma de casualidades, desde su precaria geografía que lo sostiene trabajosamente desde la cordillera de Los Andes, para no ser avasallado por el Océano irónicamente llamado Pacífico, a sorprendentes e inverosímiles episodios históricos.


Sin duda, el primero de ellos es el Cruce de Los Andes, hace doscientos años, en el cual un ejército de patriotas argentinos y chilenos, luego de la hazaña cordillerana, derrotó primero en Chacabuco y luego en Maipú al ejército realista, sellando la Independencia de Chile, en 1818. Tampoco es efectiva entonces la fecha -1810- en la que celebramos, premonitoriamente, ese acontecimiento. Tampoco fue nuestra Independencia la principal motivación de la gesta soñada por San Martín, sino la más relevante misión de liberar al Perú, sede del Virreinato. Tal es así que la primera tarea de San Martín no fue recibir la Dirección Suprema del país liberado -que cedió a Bernardo O'Higgins- sino constituir la escuadra libertadora cuyo mando encomendó a Lord Thomas Alexander Cochrane, el lobo de los mares, considerado uno de los capitanes británicos más audaces y exitosos de las guerras de la revolución francesa. Vale decir si Chile fuese un país mediterráneo, sin posibilidades de despachar una escuadra conteniendo hombres, armamento y volantes independentistas en castellano y quechua, otro gallo no hubiese cantado.


Otro episodio improbable es la victoria en la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, constituida por la coalición de El Estado Nor-Peruano, el Estado Sud-Peruano -ambos de efímera existencia- y el Estado de Bolivia, bajo el mando supremo del mariscal boliviano Andrés de Santa Cruz, que asumió el cargo de protector de la Confederación en 1836, luego de haber sido presidente de del Perú (1827) y mientras era presidente de Bolivia (1829-1839). El Ejército Unido Restaurador, formado por tropas chilenas y peruanas bajo los mandos del general Manuel Bulnes y del mariscal Agustín Gamarra, derrotó a las tropas de la Confederación en la batalla de Yungay el 20 de enero de 1839. Los peruanos contrarios a Santa Cruz, con la intervención del ministro Portales de Chile, nos arrastraron a una guerra contra la confederación por defender sus intereses económicos en Valparaíso.
Chile dudaba mucho de participar, lo que según algunos historiadores costó la vida a Diego Portales, asesinado por militares contrarios a entrar en esta guerra. Es también posible que, de no mediar el asesinato de Portales, Chile no habría sido parte de esta lucha que era más bien visto como un conflicto interno del Perú ni tendríamos que hinchar el pecho al entonar el Himno de Yungay que conmemora un episodio que en Perú tiene escasa relevancia.


Arturo Prat y su significativo rol en la Guerra del Pacífico es un improbable mayor. La guerra, iniciada en 1879, con la invasión chilena de Antofagasta, despertaba poco entusiasmo en la población hasta que llegaron las primeras noticias del heroico desempeño de Prat y su modesto navío, la Esmeralda. Ello determinó que -como recuerda Elizabeth Subercaseaux- grandes tribunos chilenos como Benjamín Vicuña Mackenna, llenaran los estrados con arengas patrióticas que inflamaron a muchos jóvenes a reclutarse y partir hacia el norte. El resultado es conocido, Bolivia declinó dar combate muy pronto y Perú debió padecer la conquista de Lima por las tropas chilenas. Es posible que sin la heroica acción de Prat, sus hombres y los de la Covadonga, sumadas a la noble actitud del Almirante peruano Miguel Grau hacia sobrevivientes y mártires, otro hubiese sido el resultado de la llamada Guerra del Pacífico.


También es poco creíble la vertiginosa reconciliación entre ambos bandos ocurrida luego de la sangrienta guerra civil de 1891 que terminó con el suicidio de Presidente Balmaceda y la derrota de su ejército, que era ni mas ni menos que el Ejército de Chile, a manos de otra formación integrada mayoritariamente por la Armada nacional. Rápidamente se terminaron las delirantes pobladas que asaltaban las casa balmacedistas y el país entró al siglo XX con un espíritu de paz, orientándose más a la celebración del Centenario que a seguir por la senda del siglo anterior. Quizás la extenuación guerrera, la conversión de sus despojos en un Museo de Historia Nacional que incluyó al Militar, lograron que se comenzara a visualizar que la paz era mucho más deseable y que la división entre balmacedistas y anti balmacedistas pasara literalmente a la historia con mucho menos fuerza, por ejemplo, que la pugna entre carreristas y o'higginistas. Y que sea el gesto del presidente suicida lo que recordara el Presidente Allende en su martirio, más que la guerra fratricida.


El propio triunfo de Allende se inscribe también entre las improbabilidades de nuestra historia. En un país dividido electoralmente en tres tercios y una izquierda a su vez dividida entre quienes seguían la vía electoral y quienes propugnaban -castrismo mediante- la vía armada, no era my predecible que triunfara la Unidad Popular, que como novedad respecto de versiones anteriores sólo tenía la ausencia del "Cura de Catapilco" y la incorporación de una pequeña facción de jóvenes y campesinos DC que se plegaron a la UP a través de una fuerza novísima: el MAPU.


Finalmente y en la historia reciente, el plebiscito del NO, acontecido el 5 de octubre de 1988, que implicaba que una todopoderosa dictadura se expusiera al veredicto popular con registros electorales, miedo rampante y una franja televisiva equivalente para ambas opciones, es también un hecho improbable. Como señaló en su momento Luis Maira: "De la dictadura no terminamos por un acto mágico ni una plegaria elevada al cielo. Terminamos por un enorme lucha social que permitió que por un millón de votos le ganáramos a Pinochet un plebiscito. Y esa es una marca mundial, que no cumplió ni otra oposición, porque ese era un camino que no se había explorado".

O sea, un hecho poco probable.