25 febrero 2014

DIALOGAR CON EL MUNDO Y PROTEGER EL PATRIMONIO



Culminando un verano que, en cultura, de tranquilo tuvo poco y de noticioso mucho, cabe hacer un balance cuando declina febrero. Sin dudas, lo más relevante fue la Sexta Cumbre de la Cultura -calificada por el Presidente de IFACCA como la mejor de su historia- que trajo a Chile a personajes y el debate mundiales del sector. En el mismo plano de nuestra relación con el mundo, festivales internacionales nos mantuvieron en esa tan necesaria apertura hacia el exterior: FITAM superó la dificultad de no poder contar con el incendiado Teatro Municipal para presentar obras europeas de gran nivel; Cielos del Infinito complementó su oferta artística en Magallanes con un encuentro de intercambio iberoamericano de experiencias de gestión, y FICIL llevó a Bío Bío buen cine y representantes de festivales equivalentes de Latinoamérica. Adicionalmente, se conoció el nombre de la futura Ministra de Cultura, que asumirá el próximo 11 de marzo.


Muchas lecciones quedaron de la Cumbre, si se quisiera destacar una, el holandés Arjo Klamer, profesor de Economía del Arte y la Cultura en la Erasmus University en Rotterdam dejó en La Tercera la siguiente: los mejores ejemplos para entender los mecanismos de los negocios modernos son Facebook y Google: “Eran ideas hace cinco años inimaginables. Tú haces el trabajo en Facebook, tú haces el trabajo en Google, tú provees el contenido, ellos no. Pero ellos cobran el dinero. Lo que ellos han descubierto es el gran valor de la atención”, dice. Y pone otro ejemplo para explicar de qué se trata la atención: una película de Hollywood hoy gasta 30% de su presupuesto en la producción, el resto está todo dirigido a la promoción y difusión: “La idea es crear una moda”.
No todo se trata de un análisis de negocios. Klamer, levanta la vista en la Estación Mapocho mientras se toma un café y plantea que espacios como ese son claves para los días que corren. En su modelo ideal, un centro cultural tendría que ser como Facebook: generar las instancias necesarias para que la sociedad construyera su contenido. “Universidades, museos o centros culturales son cruciales actualmente, porque son una fuente de ideas”.
Tan cruciales, según él, que en Latinoamérica hay una deuda: “Si hay algo que puedo observar al venir como un extranjero, es que Chile y la mayoría de los países latinoamericanos necesitan un sector cultural más fuerte. Necesitan de una institucionalidad cultural más fuerte para avanzar en este nuevo mundo en que la imaginación es la clave”.
Holanda, sin embargo, tampoco es la perfección. Hace tres o cuatro años, Klamer imaginaba que todo sería más rápido: que parecería tan abrumador el hecho de que el planeta se mueve por ideas y no por finanzas, que algo pasaría. Algo iba a a tener que cambiar. Por ejemplo, que los ministros de Cultura serían más importantes que los de Economía o Hacienda. Pero a Europa lo asaltó una crisis económica y hoy no hay otro tema posible más que el sistema monetario, los déficits, la liquidez, etc. “Lamento que no haya sido una crisis más profunda”.



En Punta arenas, la solemne lámpara del teatro José Bohr presidió los mejores espectáculos que nutrieron la reciente versión del festival Cielos del Infinito, desde la danza urbana y neoyorquina de Pavement, al delicado circo francés de Pop Corn Machine y los cantos de Evelyn Cornejo y Jorge González. Mientras, el Tuga, un excepcional mimo porteño, hacía de las suyas en la esquina más concurrida por vehículos y peatones de la ciudad. En las mañanas, un selecto grupo de gestores culturales de varios continentes, dialogaban con los creadores en un estimulante encuentro de hombres de acción con hombres de pensamiento, que se amalgamaban discutiendo sobre cómo hacer mejores las artes.
Son pocas las experiencias tan completas y envolventes. La escala de la ciudad sede, su creciente infraestructura cultural y sus ávidos espectadores constituyeron un marco preciso para que se conversara de territorio, de audiencias y de creación, en tres mesas diferentes, en las que no faltaron experiencias sorprendentes, debate acalorados y un gran cordialidad.
De lo que quedó un desafío mayor: el representante de Portugal puso en el tapete que en 2020 se celebrarán los 500 años del descubrimiento del estrecho de Magallanes por el navegante luso que le dio nombre.

Por su parte, El Mostrador destacó sobre FICIL que "Guanajuato, La Habana, Santo Domingo y Santa Cruz de la Sierra, son los nombres de los festivales latinoamericanos, también destinos desde los que arribaron sus organizadores hasta la capital de la provincia de Arauco.Aunque manejen diferentes presupuestos y jerarquías para sus muestras, lo que los enlaza es la permanente búsqueda de material cinematográfico, conocer a nuevos talentos detrás de las cámaras, palpar la realidad fílmica de Chile y fortalecer los lazos entre los realizadores del continente".


Tal vez no sea casualidad que la Ministra designada por la Presidenta Michelle Bachelet, Claudia Barattini, tenga un destacado currículo en materias internacionales, fue agregada cultural en Italia, además de vivir un largo exilio.

Todo indica que las entidades encargadas de la gestión cultural internacional tendrán relevancia en el futuro mandato, tanto la DIRAC y el Departamento Internacional del Consejo Nacional de la Cultura, en el sector público, como las corporaciones y festivales del mundo privado sin fines de lucro que han llevado a Chile a un relevante lugar en la cultura y el arte mundial. Nuestra Cancillería debería considerar esta experiencia para incluirlo en las complejas relaciones con paises vecinos. No debemos olvidar que la cultura ha sido siempre una buena Embajadora.

Pero, los esfuerzos públicos no pueden quedarse sólo en lo internacional; en el país, el patrimonio es un pendiente que no puede seguir esperando. Así como en las relaciones internacionales se puede y debe profundizar la maridaje público/privado, en esta área, se requiere urgentemente más Estado, tanto en recursos financieros como en institucionalidad y capacidad de gestión sobre todo en la creación de una autoridad patrimonial fuerte que no dependa, por ejemplo, de informes de la UNESCO para proteger nuestro primer puerto o la ciudad de Castro de la codicia empresarial, ni de pequeños esfuerzos municipales para restaurar el Museo de Cielos Abiertos o los tradicionales ascensores de Valparaíso. Lo mismo ocurre con el Consejo de Monumentos Nacionales y los museos públicos, que padecen de falta crónica de recursos.

Ahora, la combinación de ambos sectores, es decir, mirar cómo en otras realidades se cuida el patrimonio puede rendir frutos, para que algún día podamos también mostrar al mundo nuestra política de Estado al respecto, como acaba de ocurrir con la página WorldCP, que ha publicado la política cultural de Chile, establecida y aplicada por el Consejo Nacional de la Cultura, junto a las más destacadas del planeta, siendo el primer país de América Latina que lo hace.

Todo, en un sólo verano.