29 febrero 2012

LA DIVERSIDAD QUE EL VERANO SE LLEVÓ

Foto Humanas.cl

Hace ocho años, celebrando el centenario del nacimiento de nuestro segundo Premio Nobel, los habitantes de Parral y los de Temuco, urdieron una buena fórmula para despejar la antigua polémica sobre el lugar de origen del poeta: Pablo Neruda nació en Temuco, pero Neftalí Reyes lo hizo en Parral. Poética y salomónica solución. Lo que no se esperaba es que una alta autoridad situara en Curicó el sitio del suceso. El hecho, más que anécdota, es  metáfora de desaciertos e insensibilidades que autoridades culturales nos prodigaron el verano que comienza a terminar. Entre ellos, las designaciones exclusivamente masculinas en el Directorio Nacional del CNCA y la entrega de los resultados de los Fondos concursables en Cultura.


Cuando en 2004 acontecieron los primeros nombramientos en el Directorio -esta es la tercera versión- se fue configurando un acuerdo tácito de que en el organismo compartirían gestores, creadores y patrimonialistas, tanto hombres como mujeres, como una primera y evidente manifestación de diversidad. Incluso se llegó a prever que esta tercera oportunidad sería el momento para incorporar a representantes de organizaciones culturales de pueblos indígenas como una forma de profundizarla y acoger la naturaleza multicultural del país. Nada de eso ocurrió a finales de enero. Por el contrario, la presencia femenina en el órgano máximo de la cultura nacional, se limita a la frágil representación del Ministro de Educación, que recae en la Directora de la DIBAM, y puede modificarse en cualquier momento, por voluntad del titular. Baste recordar que sólo en dos años, los Ministros miembros del Directorio han tenido tres delegados diferentes.

Siendo justos, la responsabilidad de extirpación de género es compartida con el Senado, que por vez primera aprobó la propuesta oficial de designar a dos hombres para que reflejen la diversidad que se da en el Parlamento. Las dos veces anteriores se optó por Cecilia García Huidobre y Drina Rendic, sucesivamente. ¿Qué dirán ahora las senadoras y diputadas, justamente cuando varias instituciones impulsan la incorporación de más mujeres en cargos de decisión pública y representación popular a través de la campaña Más Mujeres al Poder?

Otra oportunidad de tender a la equidad, la tuvo el gobierno al nombrar al nuevo Subdirector del servicio, Carlos Lobos fruto de la renuncia de Gonzalo Martin (segundo en el período presidencial), pero nuevamente se escogió a un varón.
Mismo género de su antecesor que -
como quedó en evidencia- abandonó el puesto poco antes de que se dieran a conocer los resultados de los Fondos Concursables en cuya modernización del sistema tuvo una responsabilidad mayor. También compartida.

En efecto, la nueva forma de concursabilidad online fue aprobada por el Directorio Nacional saliente y serán los entrantes quienes tendrán, por ley, que responder a las quejas y  sospechas por los resultados y por su forma de evaluación. ¿Podrá el sistema tabular la cantidad de ganadores por género?

En este escenario, el Ministro Cruz Coke permanece aparentemente incólume, gastando el prestigio acumulado pero descapitalizando sus declaradas perspectivas electorales por el coqueteo (y manoseo tal vez por parte de terceros incumbentes) con diversas opciones en las próximas parlamentarias.
En la interna gubernamental, parece difícil que tenga la opción de nombrar un tercer Subdirector de su confianza, si es que el actual -antes su jefe de gabinete- llegara a defraudarla,
como los anteriores. En el mundo cultural, le será complejo explicar su responsabilidad en los desaguisados de los Fondos concursables y en la impresentable falta de diversidad del nuevo Directorio Nacional. Es más, deberá hacer un esfuerzo adicional por despejar la inquietud de que una de sus principales motivaciones en este empeño estival habría estado en encontrar cinco nombres que, junto con representar a la sociedad civil, mayoritariamente miraran con simpatía el tan anunciado como desconocido proyecto de ley de creación de un Ministerio.

La cercanía del aniversario del terremoto del 27/F ha revelado que, al menos para la DIBAM, una nueva solución institucional es urgente como evidencian sus esfuerzos por explicar porqué "sólo cuatro de los museos damnificados permanecen cerrados" a dos años de la catástrofe.Mientras, el CNCA, según su Presidente, a través del Programa de Reconstrucción Patrimonial: "Está poniendo de pie edificios emblemáticos para Chile. Durante los dos años de funcionamiento, hemos allegado al sector patrimonial cerca de 25 millones de dólares. Ahora lo que necesitamos es construir políticas de carácter permanente
como Estado para el patrimonio”.
La Ley indica que quién tiene atribuciones para ello es la institucionalidad participativa
del Consejo de la Cultura, que, además, ha mostrado eficacia en el tema.

Los hechos señalados: homogeneidad de género del Directorio Nacional; imposición de una metodología virtual a fondos concursables que, por su natural complejidad, hubiesen requerido de una implementación cautelosa y gradual, e insistencia en un misterioso concepto de ministerio que ha sido mal acogida por sus supuestos beneficiarios, revelan una preocupante falta de sensibilidad con el entorno nacional e internacional caracterizados cada vez más por la diversidad, la participación y la inclusión.

Quizás el camino de recuperación de la sensibilidad comienza con reparar la misma ausencia del Directorio Nacional: abriéndose a la diversidad, escuchando a los actores sociales, incorporando participación social a la gestión patrimonial y ampliando la mirada a la historia larga de nuestro país, no sólo la de alrededor de 200 años. Según Lautaro Núñez, Premio Nacional de Historia, "al integrar en una sola visión  la historia larga y corta del país, desde el modelo prehispánico al proyecto colonial y republicano, es posible identificar distintas modalidades de identidades regionales o locales que han cohabitado con diversos imaginarios colectivos, a veces interdigitados entre regiones y que fueron ocultados a través de la extensión de las identidades nacionales homogeneizantes".

Se trata de incorporar a los pueblos originarios a una institucionalidad de las culturas que componen nuestra identidad. ¡Ése es un desafío de país que vale la pena intentar! Tal vez, si se abre un debate sobre cómo agrupar en un mismo organismo a las instituciones de las artes,
del patrimonio y de las culturas originarias se pueda destrabar una intención hasta ahora improbable.
¿O vamos a esperar que los desencantados de la administración cultural opten también por "no dejar dormir al Ministro que les impide soñar", como se escuchó en Viña un día?