21 mayo 2012

MENSAJE PRESIDENCIAL CON SABOR A MERKÉN




Se habían creado expectativas. Un par de seminarios recientes, uno organizado por Libertad y Desarrollo y otro por Chile 21 y los adelantos del Ministro Cruz Coke en el primero, habían puesto el debate sobre la institucionalidad cultural en el tapete político y se presumía que el discurso presidencial del 21 de mayo daría luces sobre el camino que seguiría el proyecto de Ley del Ministerio de Cultura y Patrimonio anunciado con similares términos hace un año, en la misma cuenta ritual. Pero la sorpresa vino por otro sector: el multiculturalismo.

Veamos el texto del Mensaje: "Estamos dando un nuevo trato a nuestros pueblos originarios para integrarlos a nuestro desarrollo económico y social, y respetando al mismo tiempo su identidad, cultura, lengua y tradiciones. Para ellos, estamos impulsando una reforma constitucional que reconoce a Chile como un país multicultural... Hoy quiero proponer a nuestros pueblos originarios la creación de dos áreas de desarrollo indígena adicionales. Una, en parte de las comunas de Ercilla y Collipulli, y la otra, en la provincia de Arauco. Su objetivo es que los distintos territorios puedan participar activamente en las decisiones que los afectan. Asimismo, estamos creando centros de etnoturismo, administrados por las propias comunidades indígenas, tal como ocurre en países como Canadá o Nueva Zelanda. Y este año lanzamos un programa para rescatar sus lenguas originarias. Si no hacemos nada, en las próximas dos décadas el mapudungun o el aymara se habrán perdido, y con ellas, una parte muy importante de nuestra historia, identidad y riqueza cultural. Este programa permitirá que diez mil jóvenes de distintos pueblos originarios puedan aprender su lengua materna, enseñada por sus propios sabios a través de métodos ancestrales”.

De este modo, la noticia cultural este 21 de mayo vino más desde el Ministerio de Desarrollo Social, ex Mideplan, que desde el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Cuestión de geografía: su titular, Joaquín Lavín, reside desde hace algún tiempo en La Moneda y Luciano Cruz Coke sólo llegó hasta Ahumada 11 luego de su emigración desde la lejana sede de Fray Camilo Henríquez, en esa loca carrera que parece existir por estar en el Palacio de Toesca.

Lo que se logró desde el Consejo, en el Mensaje, fue sólo un conjunto de reiteraciones: “Una sociedad de valores supone también una cultura libre, diversa y accesible a todos los chilenos. Para ello estamos invirtiendo más de $ 75 mil M$, el mayor esfuerzo de nuestra historia, en la construcción de cinco grandes teatros regionales en Iquique, La Serena, Rancagua, Concepción y Punta Arenas, además de 51 nuevos centros culturales a lo largo y ancho de Chile. Además, estamos recuperando 62 edificios patrimoniales, incluidos la Casa de Violeta Parra y de Vicente Huidobro, el Santuario Santa Rosa de Pelequén, el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo Nacional de Historia Natural y la Biblioteca Severín. Para adecuar nuestra institucionalidad cultural a las necesidades del Chile actual, pronto enviaremos el proyecto de ley que crea el Ministerio de Cultura y Patrimonio, que estará integrado por el Consejo de la Cultura y las Artes, el Consejo de Monumentos Nacionales y la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Compatriotas: el desarrollo cultural no puede ni debe venir solo del Estado. En una sociedad fundada en la libertad se requiere también la participación y el compromiso activo del sector privado y la sociedad civil. Por ello, valoramos la aprobación en la Cámara de Diputados del proyecto que perfecciona y fortalece la Ley de Donaciones Culturales y esperamos su pronta aprobación por el Senado.¡Este sería el mejor homenaje que podemos rendir a don Gabriel Valdés, no solo un gran hombre de Estado, sino también, un gran promotor de la cultura y las artes! Quiero también rendir hoy un homenaje a Nicanor Parra, nuestro Premio Cervantes de Literatura, y manifestar a nombre de todo el pueblo chileno nuestro apoyo a su candidatura al Premio Nobel de Literatura para que se sume así a Gabriela y Pablo, dos gigantes de las letras chilenas, y cumplir así su vaticinio de que la derecha e izquierda unida jamás serán vencidas".

El reconocimiento de la feliz continuidad del programa de centros culturales e infraestructura cultural, que nació el 5 de abril de 2000 en el mismo Palacio, inspirado por otro presidente, Ricardo Lagos, continuado por la Presidenta Michelle Bachelet e incrementado por el actual gobierno, que le adicionó el capítulo de Teatros Regionales –inspirado en el Regional del Maule, inaugurado en 2005- y un capítulo de restauración patrimonial –datado el 2007, post terremoto y post Informe de la Comisión Parlamentaria presidida por el Diputado Felipe Harboe - que considera el parcialmente reinaugurado Museo de Historia Natural, entre otros edificios dañados. Pero que no deja de ser un tema de gobiernos anteriores, que bien valdría hidalgamente reconocer como tal.

La noticia desperdiciada en el discurso anual fue la modificación, recientemente aprobada casi por unanimidad en la Cámara de Diputados, de la modificación a la Ley de Donaciones Culturales, que se desdibujo entre una apelación al sector privado a apoyar la cultura y un merecido homenaje al ex Senador Gabriel Valdés. La incontenible tendencia a felicitar al poeta Nicanor Parra – y una vez más proclamarlo candidato al Premio Nobel- puede convertirse en un verdadero salvavidas de plomo para el anti poeta, si consideramos la distancia que la Academia Sueca tiene a candidaturas oficiales y tan publicitadas.

Los dos párrafos citados constituyeron la totalidad de las alusiones culturales del Mensaje y por tanto se podría afirmar que son las aspiraciones del gobierno del Presidente Sebastián Piñera en esta materia, en el año y algo que le queda. No es un misterio que en 20 meses no se aprueba una ley hasta la fecha desconocida, quizás tampoco sea tiempo factible para una reforma constitucional tan ambiciosa como la descrita. Por lo tanto, tal vez valdría la pena reunir ambas iniciativas – la del Ministerio y la del multiculturalismo- y dejar propuesto como tema de campaña y programa del siguiente mandato la creación de un Ministerio de las Culturas que integre todas las iniciativas culturales de los pueblos indígenas junto con las entidades hoy responsables del patrimonio “hispánico” y las sume al exitoso Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que -¿coincidencia?- también está mirando en muchas de sus iniciativas de gestión hacia países como Nueva Zelanda y Canadá y trabajando seriamente con lenguas y planes de lectura.

En el aire permanecen algunas dudas que no fueron resueltas en esta jornada como, por ejemplo, la fecha de inicio de la segunda etapa del proyecto GAM, cuyo enorme excavación, en plena Alameda, sigue esperando por la gran sala que debiera llegar a ser el centro nacional de las artes musicales y de la representación.

Por ahora, deberemos resignarnos a que, como se esperaba, la cultura no es la prioridad de este gobierno, aunque una pizca de merkén podría animar el debate.

17 mayo 2012

CARLOS FUENTES ME ALEJÓ DE LA ESCRITURA



No es un reproche, sino un agradecimiento. Fui, de adolescente, gran admirador (fan se diría ahora) de Fuentes y en especial de ese joya literaria  llamada "La muerte de Artemio Cruz". Tanto que, ingresando a la efervescente Universidad Católica de 1968, saliente de un Rector pomposo y años antes de asumir la P de pontificia, quise también formar parte de sus talleres literarios.

Pero no toda la universidad había cambiado con la Reforma, con Miguel Ángel Solar en la FEUC y Fernando Castillo en la rectoría. Ingenuo de mí, intenté llevar los aires revolucionarios a la escritura creativa. Inspirado en Carlos Fuentes y esos maravillosos estertores agónicos de Artemio Cruz, en los que maldecía a Dios y todo lo que se le asemejara, sin duda, lejos de su talento, escribí un cuento llamado Agnus Dei (Cordero de Dios), en el que más o menos recuerdo que un joven con crisis de identidad religiosa se aproximaba al altar para recibir (¿o no?) la comunión mientras insertaba en el relato gruesos epítetos respecto de la situación.

Orgulloso de lo logrado llevé el cuento al taller que dirigía otro literato de nombre Carlos, pero que databa más bien de la universidad no reformada. Terminada la lectura, me increpó, defendió la catolicidad de la universidad y sin más, me expulsó del taller.

Por cierto, no culpé a Carlos Fuentes sino a mi propia des ubicación del terreno que pisaban mis textos y quizás con la misma vehemencia que me llevó al taller literario, resolví que no volvería a presumir de "ser escritor".

Gran decisión que me llevó a incursionar en el campo editorial, dónde permanecería cercano a mis admirados escritores y podía establecer amistad con ellos, con todos ellos, sin hacerme de los naturales enemigos que tiene y cultiva todo escritor serio.

Nunca me arrepentí de esa prematura jubilación y sí me he alegrado más de una vez por la nueva ocupación que me legó el episodio.

Hoy, ponderando los múltiples talentos de Carlos Fuentes especulo con creer que si bien es cierto me motivó -junto con Artemio Cruz- a intentar escribir, a la vez dejó en evidencia con ello que el camino estaba en otra parte. Nunca tan lejos de la buena literatura como para no valorar y agradecer el enorme aporte que nos lega Carlos Fuentes.

12 mayo 2012

EL LIBRO EN CHILE BUSCA SU DESTINO

Como si  luego de la celebración del Cervantes de Parra, alguna maldición se hubiese precipitado sobre nuestro panorama literario, comenzamos a ser acribillados por malas nuevas: la librería Ivens en plena plaza Aníbal Pinto de Valparaíso será reemplazada por una tienda de celulares; la biblioteca pública de Montegrande cierra sus puertas por falta de recursos; el Ministro de Cultura es acusado de ordenar estudios que no lee; el curador de nuestra muestra en Guadalajara se expresa, en una entrevista con Artes y Letras, a través de lugares comunes y pocas certezas, a  Gabriela Mistral le siguen cobrando la cuenta de energía de su antigua casa...¿Serán sólo malas noticias pasajeras o una preocupante tendencia? 


Es verdad que la legislación y la institucionalidad pública tienen ya su tiempo como para requerir ajustes. La Ley de Fomento del Libro y la Lectura data de 1993 y sus ejecutores, el Consejo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, no han podido siquiera desterrar la añeja discusión sobre el IVA al libro que, como ave fénix renace cada cierto tiempo, en especial en los alrededores del 23 de abril. Mucho menos superar la amarga disputa del liderazgo por el libro entre la DIBAM y el CNCA, tan bien reflejada en las medallas más o medallas menos de Gabriela Mistral, que ambas entidades se peleaban luego de la apertura y donación de sus archivos.


La sociedad civil parece estar haciéndolo un poco mejor. Las Bibliotecas Vivas de Fundación La Fuente, creada en el año 2000, se expanden por el país y sus estudios de hábitos lectores se agregan a otros tantos del sector oficial. Algunos canales de TV -quizás en memoria del exitoso El show de los libros- han creado micro programas en los que simples lectores o adustos libreros  recomiendan atractivas lecturas. 
La Cámara del Libro ha renovado sus directivos con un necesario acercamiento a los Editores independientes y promesas de cambios en las ferias que organiza, mientras una feria regional, en Antofagasta, asume un liderazgo innegable en este rubro hasta ahora parsimonioso. Los editores, agudizando diferencias de estilo entre aquellos pertenecientes a empresas transnacionales y de menos títulos concentrados en pocos autores super estrellas con aquellos nacionales que se esmeran en diversificar títulos y creadores. Se advierten meritorios esfuerzos en el terreno de las librerías más especializadas y de una novedosa experiencia de sólo productos nacionales, en el GAM. La Sech ha elegido como Presidenta a una destacada poeta y se apresta a volver a la carga por la anualidad del Premio Nacional de Literatura.


En medio de todo ello, cabalga airoso el libro electrónico, planteándonos la duda de si favorecen una mayor lectura o sólo cambian el formato de lectores habituales.
Como en otras etapas de la historia, todo vale, cada soporte tendrá su público y ninguno desaparecerá sino que terminarán conviviendo como lo hizo la radio con el cine y éste con la TV.
En el intertanto ¿será adecuado modificar la Ley del Libro como sugiere la autoridad? ¿No sería mejor aguardar que se consolide esta etapa de búsqueda de nuevos paradigmas, de nuevas voces literarias y editoriales, de nuevas generaciones de poetas y narradores?
Mientra tanto, será habitual distraernos en denuncias sobre si la Biblioteca Nacional aglomera sus textos por tamaño y no por contenido, o si las Piñericosas son ficción o no.
El libro, como la Europa en crisis, como nuestros criollos políticos, como la formación de profesores, están buscando el camino del futuro. 
La única certeza es que ese camino, hoy nebuloso, ya está escrito en más de algún libro.
Sólo resta encontrarlo. 

04 mayo 2012

FILANTROPIA Y EL MUNDO SEGÚN NUEVA YORK


 Schloos Leopoldskron. Foto Arturo Navarro
"Mi padre me aconsejó que fuera cualquier cosa, menos filántropo". El texto pertenece a Andrónico Luksic aunque el contexto en que lo dijo, lo desmentía. Estábamos en la oficina de John Coatstworth, director del David Rockefeller Center for Latin American Studies, en Cambridge, hasta donde se trasladó el empresario chileno, en 2006, para participar en una reunión de los donantes del centro, en la que Luksic volvería a incrementar su contribución filantrópica que ya contemplaba varios millones de dólares y resultados tan visibles como la oficina de la Universidad de Harvard en Chile y la beca a profesionales y académicos chilenos que lleva su nombre. Tal vez fue en esa oportunidad cuando me pregunté por primera vez por qué era tan relajado hablar de filantropía en Harvard y no lo era en Chile. La última oportunidad fue hace unos días, en el  Salzburg Global Seminar dónde una cincuentena de expertos de todo el mundo reflexionamos, entre otras cosas, sobre el futuro de los compromisos culturales internacionales, sus opciones de financiamiento y la filantropía.

Para quienes convocaron al seminario mencionado, la Robert Sterling Clark Foundation y el Salzburg Global Seminar, la filantropía es un supuesto y la diversidad no es una disidencia. Es como la diversidad que se respira en Nueva York. Un tercio de los participantes eran intelectuales neoyorkinos, de origen latino, centro europeo ("tengo 2 pasaportes" señaló el Raportteur húngaro), afro-americanos, asiáticos, jóvenes brillantes de la NASA, administradores culturales, recolectores de fondos y líderes de fundaciones, todos dando su mirada y contrastándola con respeto y atención con ese mundo que existe más allá de Manhattan.

De América Latina, vista en parte como un conjunto de países de potenciales inmigrantes, en parte como mercado y en parte como aliados, estaban invitados agentes culturales de Buenos Aires, Sao Paulo, Santiago, México y La Habana (una de las escasas fundaciones privadas cubanas). De los países árabes, gestores de Egipto, Líbano, Afganistán más profesionales de África (Kenya y Zimbabwe), Australia (una ejecutiva de la IFACCA) y se sentía la fuerza emergente de los países de la zona BRIC: Brasil, Rusia, India y China. Agencias culturales de Tokio, Singapur y Hong-Kong constituyeron la presencia de Asia.

El entorno era idílico, el Schloss Leopoldskron, "pura inspiración" como establece su lema, lugar de filmación de La Novicia RebeldeLos invitados fueron seleccionados por ellos de entre 500 antecedentes revisados, para llegar a los 53 participantes.


Los temas fueron el compromiso internacional de las artes en la relación público/privado, diplomacia cultural, la diversidad, las tecnologías virtuales y nuevos medios y la cultura ante la realidad económica. Las conclusiones fueron sustanciosas, preparadas con white papers previos, sugerentes exposiciones, comentarios y aportes en el debate.

Lo ausente fue -excepción sea hecha de China- la representación oficial de gobiernos. Subyació permanentemente el concepto de que las artes se financian desde el mundo privado, como en NY. Lo más cercano que están dispuestos a aceptar es el arms length británico o el autofinanciamiento chileno. Relevante fue la asistencia de un alto funcionario del Ministerio de Cultura chino -con un silencioso acompañante, de menor rango- que no sólo inauguró las sesiones de trabajo como primer expositor sino que se dio tiempo para explicar detalladamente la política China hacia las artes cada vez que fue interpelado y cuando estimaba que era menester, en comisiones o plenarios. Uno de los puntos claves fue que su país, como mucho otros de los presentes, no puede descansar sólo en la filantropía privada para desarrollar la cultura, el estado debe tener un rol en ello y lo puede jugar a través de las grandes empresas que son, mayoritariamente, de propiedad estatal.

Dialogaron dos visiones con respeto y mutuo enriquecimiento: aquella que -desde NY- ve que es posible sostener sólo con aportes privado el gran entramado cultural que sin duda tienen y aquella que, en mayor o menor grado, debe contar con una parte de apoyos públicos.

El retorno a Chile sorprende con un aporte a estimular la filantropía publicado en revista Qué Pasa, en  su edición del  27 de abril, bajo el título Se buscan héroes. Omite el texto que a comienzos del siglo XX tuvimos personalidades excepcionales, como don Federico Santa María, cuyo testamento -que adorna el ingreso a la universidad que lleva su nombre- legó su fortuna a "la necesidad de educar poniendo al alcance del desvalido meritorio, llegar al más alto grado del saber humano; es el deber de las clases pudientes contribuir al desarrollo intelectual del proletariado"aspiración que se honra hasta hoy en un campus articulado alrededor de la Aula Magna que sostiene temporadas musicales y artísticas de gran nivel. 

La pregunta es qué ocurre con quienes no han seguido el filantrópico ejemplo de Santa María. Un buen número de ciudadanos, en lugar de aportar a las artes o la educación, optan por financiar obras de caridad, movimientos de iglesias y ocasionalmente, campañas comunicacionalmente poderosas como la Teletón. 


Morir con fortuna, sin legar sus bienes a una universidad, un museo, un teatro o una buena causa, es mal visto en el mundo anglo sajón. Se trata de sociedades diversas, plurales, en las que los más diversos grupos hacen esfuerzos para que sus ideas, sus principios, su identidad pueda destacarse, conocerse y convivir con la de otros a través de manifestaciones culturales. 


En  Chile prima todavía en algunos sectores la experiencia europea, reflejada en el rol jugado por los monarcas absolutos desde el siglo XVII  hasta finales del siglo XIX y el rol de la iglesia medieval según el cuál, el deber del desarrollo de la cultura está en manos de reyes, nobles, o pontífices. Esa tradición nos la trajo el conquistador español y la reforzó la fascinación ante el presidencialismo francés. Creímos, equivocadamente, que un Estado pobre y pequeño, con una población con enormes urgencias, podía hacerse cargo del desarrollo cultural.


Como natural de Valparaíso, me crié escuchando de la generosidad de don Federico Santa María o doña Isabel Caces de Brown, que dejaron huella en la UTFSM y la UCV respectivamente. ¿Qué aconteció después, que las fortunas se diluían en herederos dilapidadores o silenciosas congregaciones católicas que se cuidaban bien de delatar a los donantes que a su vez morían felices, convencidos de que los esperaba el cielo dado que su mano izquierda nunca supo de los cheques que firmó la derecha? 

La explicación es simple y descansa simbólicamente en el muy porteño Cementerio de Disidentes. A Valparaíso, desde su nacimiento, llegaron miles de inmigrantes extranjeros, ingleses, daneses, suecos, alemanes, judíos, griegos, chinos que tenían una cosa en común: no eran católicos. Ergo, no podían enterrarse en los cementerios oficiales de una iglesia aún no separada del Estado. Crearon entonces un cementerio para la diversidad -el primero de América Latina, dicen-, edificaron sus propios lugares de culto y vivieron felices (llamaron Alegre al cerro que los cobijaba) asistiendo a colegios laicos (el MacKay, el Colegio Alemán), conservando sus valores dentro de los cuales estaba muy arraigada la idea de devolver a la sociedad parte importante de la riqueza que ésta les había permitido obtener.


En definitiva, en el siglo XXI, hace falta una buena dosis de diplomacia de la sociedad civil y una diversidad creciente, que contribuyan a acercar realidades hasta que en todo el mundo se pueda recomendar a nuestros descendientes que un buen camino a la felicidad es donar dinero a las artes. 
Con una salvedad: no debieran ser solamente donantes relacionándose directamente con los artistas quienes determinen qué manifestaciones se promoverán. Debemos escuchar también a las audiencias.

Como para seguir discutiendo.