31 octubre 2012

DEL BALCÓN A LA GLORIETA


Fotos de Plaza de Armas, Santiago
Esta foto de Plaza de Armas es cortesía de TripAdvisor

Quizás si la mejor metáfora de los tiempos que vienen en cultura -elecciones municipales mediante- sea la opción de la candidata triunfante en Santiago, Carolina Tohá, de celebrar su victoria en la Plaza de Armas. Frente  -y de espaldas también- al balcón que  pretendió simbolizar a los triunfadores del tiempo pasado, escogió el espacio participativo de la glorieta donde históricamente se reunía la ciudadanía a escuchar las retretas de la banda municipal y diariamente centenares de ciudadanos cruzan estrategias jugando ajedrez. Definitivamente, prefirió la platea y no el espacio alejado, en un segundo piso, para compartir y adelantar lo que vendrá. 

Pero no fue la única, plazas de Providencia y Ñuñoa fueron también testigos, así como  muchas otras del país, de esta ola de participación que llenó los programas de candidatas y candidatos que barruntan que esa es la etapa que, luego de las movilizaciones estudiantiles y sociales de los últimos años, se viene para la vida social en general y la cultura en particular. Aunque las palomas publicitarias, escuetas ellas, reflejaron muy poco de tales contenidos, como símbolo de aquellos tantos balcones donde antaño, lejanos y orgullosos de sus propios méritos, celebraban candidatos electos gracias a su propia oratoria y singulares (creían ellos) méritos. 

Llama la atención, aunque no sorprende, que este rasgo participativo sea acompañado también de celebraciones inéditas por la elección de ocho alcaldes mapuche -en Puerto Saavedra, Tirua, Chol-Chol, Renaico, Curarrehue, Galvarino, Paillaco y Alto BioBio-; de concejales dirigentes de movimientos gay, transexuales y otras minorías que comienzan la inexorable misión de ir desplazando a los candidatos que escasean de discurso y no aportan diversidad. Se dirá, con razón, que signos de futuro como participación y diversidad surgen en un universo electoral compacto, reducido a la mínima expresión de los sectores de votantes duros, influidos aún por las ideologías y coaliciones políticas. Es verdad, pero es también esperanzador que en tales sectores ciudadanos se vaya imponiendo una nueva lógica de escuchar no sólo a  líderes carismáticos, encuestas deficientes y columnistas de moda, sino también a las calles repletas de estudiantes, a las minorías sexuales y raciales que están llevando hoy las banderas multicolores de las inquietudes y aspiraciones de quienes están insatisfechos con una sociedad más endeudada que optimista.


Si miramos la parte llena del vaso, y siguiendo con la metáfora inicial, no es banal que el balcón de marras esté en reparaciones  (víctima de un ya lejano terremoto) pues simboliza un estilo de dirigirse a las personas desde la altura, la no igualdad y la imposibilidad de ser retrucados, así como escobas, delantales y otros enseres domésticos fueron también símbolo en estas celebraciones del desplazamiento de estilos autoritarios, despectivos y represores hacia quienes usando jumper y mochila, quisieron ser escuchados, y no lo fueron 

Se abre una oportunidad, que en el lenguaje ha sustituido vocablos como "ciudadanos, compañeros, chilenos todos", por la amable cercanía de la palabra "vecinos". Hay quienes lo han entendido y hay quienes van a asumir el inevitable rol del polo conservador de viejos hábitos que históricamente suele actuar más como retardador de los impulsos sociales inevitables que un inhibidor de ellos.

Un ejemplo de cultura participativa, diversa y vecina, se encuentra en las declaraciones programáticas de la Alcaldesa electa de Santiago.

Un aspecto principal  es el rol del municipio como promotor de los barrios patrimoniales, desarrollando un Programa de Identidad de los Barrios "que permita destacar recorridos escondidos en la memoria que demarquen, nombren, rescaten hitos urbanos en riesgo de perderse. Se trata de permitir postular a acciones como baldosines característicos por barrio, establecer señalética especial y marcar los sitios patrimoniales de cada sector, recuperando la historia de los barrios y los personajes que le dieron vida,  apoyando a los vecinos que están impulsando la declaración de zona típica en los barrios Esmeralda, Bogotá y San Eugenio". Es decir, prefiriendo la acción patrimonial respecto de intangibles cercanos a los habitantes por sobre la de "palacios" de familias que hace muchas generaciones abandonaron el Santiago histórico. 

En la misma línea se plantea la puesta en valor de la Plaza de Armas, "haciendo una gestión deliberada sobre ella y su entorno: ordenaremos el comercio que la circunda, organizaremos una programación cultural permanente, variada y de calidad, ordenaremos el área de los pintores, dotándola de estructuras que armonicen con el lugar y comprometiendo un horario de funcionamiento para la mejor atención de los visitantes, abriremos el Municipio a la comunidad, para que sea visitado y se transforme en un lugar de exposiciones y actividades cultural".  


En términos urbanísticos, propone recuperar la Posada del Corregidor y su plaza aledaña, la que "debe volver a ser un lugar de exposiciones para artistas plásticos que le dé vida y ayude a conectar el barrio de la Plaza de Armas con los Barrio Bellas Artes y Esmeralda" y otro sector con potencialidad cultural como es el Barrio Matucana, dónde se promoverá un "circuito cultural y de paseo que permita disfrutar del noble edificio de la Estación Central, la Biblioteca de Santiago, el Museo de la Memoria, la Quinta Normal y sus museos, Matucana 100 y la Universidad de Santiago, con sus áreas verdes".  


Releva el rol de una política cultural que no consista solamente en eventos a los que los vecinos asisten como público, "sino en actividades que hagan de la cultura una herramienta de expresión, de identidad y de fortalecimiento de la vida en común de nuestros barrios. Mantendremos una programación de actividades culturales, que sea parte de la vida habitual de los espacios públicos de la comuna, permitiendo que los vecinos la incorporen a sus rutinas de esparcimiento. Haremos esta programación en conjunto con los vecinos, para que entre todos podamos decidir qué artistas nos interesa invitar, dando espacio a los talentos locales".  

Se buscará cultivar una vinculación con los centros culturales que se ubican en la comuna, como el Teatro Municipal, el Centro Cultural Estación Mapocho, los grandes museos, "mediante políticas inteligentes que incentiven su uso masivo de estos centros por parte del público de Santiago, especialmente sus estudiantes. Pases preferentes, talleres abiertos, encuentros con artistas, fidelizando la relación de museos, galerías, teatros y bibliotecas con su público más cercano".

En otras comunas con vocación cultural debieran esperarse cambios: en Providencia, respecto de la obsesión del Alcalde saliente por comandar el Teatro Oriente; en Valparaíso, que aunque tiene continuidad edilicia, no puede continuar la falta de recursos con que amenaza el término del Plan Valparaíso y las denuncias de mal manejo  de los dineros municipales del Forum 2010 planteadas por la Contraloría, y en Ñuñoa dónde se plantea recuperar su sentido cultural. Continuidad se espera en Peñalolén dónde hace pocos días el Alcalde saliente dio a conocer una  memoria de su trabajo cultural, con amplia y diversa participación de artistas y vecinos.


Es posible encontrar novedades en los programas de infraestructura cultural que sustenta el CNCA: en los Teatros Regionales, dónde los municipios son socios del gobierno regional, a los que llegan nuevos alcaldes en la mayor parte de las ciudades capital en las que están emplazados, como Iquique -que en un anterior período tenía ideas muy claras al respecto-, Punta Arenas, La Serena y Concepción. Más relevante será el papel alcaldicio en las ciudades que participan del Programa de centros culturales, dónde habrá que ratificar acuerdos con aquellos que no tengan una corporación cultural independiente del Alcalde de turno. Es de esperar que primen criterios técnicos y profesionales para que dichos proyectos mantengan su necesario desarrollo.

Muchas de las ideas programáticas expuestas fueron generadas en encuentros vecinales y serán esos mismos vecinos quienes se ocuparán de que se lleven a cabo. De eso se trata la etapa que comienza. Llegará el momento de evaluarla, ojalá desde la glorieta y no desde el balcón.

22 octubre 2012

DINEROS PÚBLICOS Y CULTURA: PROTECCIÓN O TIJERAS


André Malraux y Charles De Gaulle

Luis María Anson, en EL MUNDO de Madrid, reproducido por Artes y Letras del 21 de octubre 2012, plantea tres diferentes actitudes de gobernantes europeos ante situaciones preocupantes para la cultura de su país: De Gaulle, que ante el riesgo de la invasión cultural inglesa y neoyorquina, creó el Ministerio de Cultura para proteger la cultura francesa y puso a la cabeza a André Malraux; Felipe Gonzalez tuvo acertado diagnóstico de la misma amenaza a la cultura hispánica pero erró en el encargado de la misión. Rajoy, sencillamente tomó la tijera y recortó presupuesto, aumentó tributos y suprimió el Ministerio. Estos tres caminos pueden orientarnos para el análisis del presupuesto para la cultura 2013, en nuestro país, recientemente enviado al Parlamento.


Un poco de historia. El equivalente al período de Malraux en Francia, comenzó en Chile recién en 2003, con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, cimentado en la tarea de la Comisión Presidencial de Infraestructura Cultural, creada por Ricardo Lagos en el año 2000, apenas a un mes de iniciado su gobierno, fundacional en este aspecto. Dicha Comisión, en sus tres años de actividad presupuestaria (2001-2003), inyectó más de tres mil quinientos millones de pesos en la edificación de una inaudita infraestructura cultural en todo el país. La tarea continúa en los presupuestos del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes desde el 2004 hasta el 2012. Lo que demuestra que los ministros nombrados por los gobiernos que siguieron al de Lagos, comprendieron y profundizaron la labor indispensable de dotar al país de una infraestructura cultural, inexistente hasta 1990.

Para 2013, se prevén cuatro mil setecientos millones de pesos para el Programa de Centros Culturales de localidades con más de 50 mil habitantes y mil setecientos millones para el programa de teatros regionales, ambos de continuidad. Además, se consolida el Fondo para recuperación patrimonial que requiere de aliados privados a quienes transferirse, los que deberían aportar recursos para atenuar la significativa caída presupuestaria de los 2.500 millones de los últimos años a los solo mil que incorporara el presupuesto 2013. 

Así, la inversión en infraestructura que llegó a nuestro país con el debut del  siglo XXI, se mantiene para 2013 y probablemente para 2014, dado que no es imaginable un cambio de orientación de sus prioridades en un gobierno que termina su mandato y que en tres años no ha innovado al respecto. Es esta área de la inversión pública en cultura  la que destaca el Ministerio de Hacienda: “se destinan $7.440 millones para la construcción de centros culturales municipales y teatros regionales, y apoyo para la reconstrucción del patrimonio”. Un diez por ciento del total asignado al CNCA.

El Presupuesto del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes es de setenta y un mil millones de pesos ($71.741.407.000), un cuarto del de CONICYT y el doble del de la Dibam. Un tercio está destinado a fondos concursables ($22.893 millones) que se incrementa en 10%;  los dos tercios restantes se dividen entre transferencias corrientes a corporaciones privadas como el Parque Cultural Valparaíso, el Teatro Municipal de Santiago, el Centro Cultural Gabriela Mistral, las Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile, entre otras ($9.861.755.000); transferencias al gobierno central (como a DIRAC) y otras entidades públicas en las que se contempla recursos para co-financiar la programación artística de 24 centros culturales comunales, es decir, a gestión cultural.($ 15.600 millones). El resto es personal, bienes de consumo y seguridad social de los funcionarios.

Este  último presupuesto que ejecutará íntegramente la administración Piñera, nos permite hacer comparaciones con presupuestos anteriores, como el de 2006, elaborado por la administración Lagos y que dejó establecidos los parámetros por los que han transitado posteriormente las políticas culturales chilenas. El de 2006 sería el primero ejecutado por una administración, la de Bachelet, diferente a aquella fundacional que, entre otras cosas, nos legó el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, base de la institucionalidad cultural de Estado que nos rige.

En 2006, el CNCA y la DIBAM  tenían un presupuesto prácticamente idéntico. Desde entonces, los fondos concursables se han multiplicado por dos y media veces. La Corporación Cultural de Santiago (Teatro Municipal) superará el próximo año los dos mil millones, habiendo recibido el 2006 un poco más de mil quinientos. La Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles ha multiplicado tres veces su aporte del 2006. El CCPLM, nacido el 2006, ha multiplicado su presupuesto público un poco más de tres veces. Sólo los centros culturales Balmaceda 1215 y Matucana 100, han retrocedido, es decir, reciben menos que en 2006. Un análisis completo del presupuesto 2006 en el libro: "Cultura ¿quién paga?" Ril editores, noviembre 2006, capítulo 6.

Estas señas comparativas indican que la tendencia de los fondos públicos para la cultura se ha conservado, tanto en las administraciones Bachelet como Piñera, dentro de los parámetros iniciados por Lagos en base a las políticas culturales determinadas participativamente. Otro signo es la comparativa reducción de recursos para el patrimonio, a través de la DIBAM, parte de cuyas funciones han sido asumidas paulatinamente por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, según lo contempla la Ley que lo creó.

En el ámbito de la infraestructura  pareciera que se está llegando a un punto de inflexión: ¿hasta dónde sigue el Estado invirtiendo en espacios y cuándo comienza a trasladar recursos a la ocupación de los mismos, es decir a la actividad artística y formación de públicos? Pregunta que deberá enfrentar el próximo gobierno y por tanto los eventuales candidatos y sus programas. Hasta ahora, los gestos de algunos de ellos son: la ex Presidenta Bachelet fue explícita en apoyar la creación de infraestructuras tanto en el Museo de la Memoria como el GAM y centros regionales; Claudio Orrego ha incluído en su gestión alcaldicia en Peñalolen la edificación del Centro Cultural Chimkowe; Andrés Allamand, ha continuado con el proceso, iniciado bajo Bachelet, de desocupar la torre que ocupa el Ministerio de Defensa para dar cabida a la tercera etapa del GAM, indispensable en su diseño original de auto-financiamiento, mientras a Laurence Golborne solo se le conoce en esta ámbito una promesa incumplida: la de construir la segunda etapa del mismo, formulada in situ.

Volviendo a las alusiones europeas, ante la ausencia de una crisis de identidad - o la inadvertencia de la misma por nuestras élites- Chile vive aún, en cultura, el impulso de Lagos por reparar la grave ausencia de infraestructuras. El actual gobierno desechó la posibilidad de dejar alguna obra de magnitud, como el MIM, el Centro Cultural Estación Mapocho, el CCPLM o el Museo de la Memoria y optó por actualizar la lista de obras iniciadas por sus antecesores como el Parque Cultural de Valparaíso, el Museo Baburizza, los teatros regionales, las obras del  Legado Bicentenario o por el expediente obvio de reconstruir lo que el terremoto del 27F devastó. Por otra parte, en el anhelo de innovar ha intentado modificar el segundo logro del primer presidente del siglo XXI,  la institucionalidad cultural, sin resultados visibles hasta ahora.

Nos encontramos entonces -en palabras de Anson- ni con un De Gaulle fundacional ni un Felipe de buen diagnóstico pero mala implementación, sino con un legado que, sin explicaciones lógicas, ha aplicado la tijera de Rajoy a la segunda etapa del GAM, los centros culturales Balmaceda y Matucana y el Plan Valparaíso.

Por su parte, al Ministro Cruz Coke se le acaba el tiempo en su cargo si quiere iniciar una anunciada aventura electoral que aparece bien aspectada: altos índices de popularidad, a pesar de una gestión continuista (o quizás gracias a ello) junto a apoyos políticos y económicos que no tendría lejos del gabinete.

En lo institucional, nos deja un Directorio Nacional del CNCA desprovisto de la mirada femenina, una Convención Nacional asimétrica en términos de participación, un personal que parece haber logrado mejorar sus condiciones laborales, pero, lo más importante, un modelo de institucionalidad participativa que ha sobrellevado con éxito los intentos de desandar su condición de Consejo para convertirlo en un ministerio más. Es decir, el sueño de De Gaulle de proteger su cultura, actualizado al siglo XXI con un Estado moderno que acepta y utiliza mecanismos de participación y gestión profesional capaces de agregar fondos privados a esta misión.

En esta línea, como ocurrió en Francia, debería aprobarse la modificación a la ley de estímulos tributarios o donaciones culturales, antes del final de este periodo presidencial.

Lo demás, serán los balances, para lo cuál habrá una excelente ocasión, en enero 2014, de mostrar al mundo nuestro modelo de Consejo de las Artes, cuando se reúnan en Chile los varios centenares de delegados a la Sexta Cumbre Mundial de la Cultura y las Artes, a mostrarnos lo que el mundo actual tiene, de avances y tijeras.

Y a mirar lo que hacemos en Chile. 

10 octubre 2012

CUBA: CULTURA Y CHOCOLATE


Sede Fundación Ludwig, La Habana

Aunque parezca más dulce de lo que realmente es la vida artística en La Habana, gran parte de su actual realidad se debe a un alemán que se enriqueció… fabricando chocolates. Peter Ludwig y su esposa Irene  – los emperadores del chocolate- pertenecen a una generación forjada en medio de los desastres de la Segunda Guerra Mundial. La destrucción de las riquezas de Europa reforzó en ellos un instinto coleccionista estimulador de una imagen diversa de la contemporaneidad. Así, compraban grandes colecciones para luego donarlas a alguna ciudad con la condición de que sus autoridades se hicieran cargo de convertirla en un museo que llevara su apellido.


En la primavera de 1990, con Cuba en crisis o estado especial, derivado de la caída de los llamados socialismos reales, Ludwig se topó en Berlín con la muestra de arte contemporáneo Cuba OK, y quiso aplicar la misma receta con La Habana. Se encontró con la contra oferta de las autoridades de crear una corporación con financiamiento del alemán pero fundada por el estado cubano. Ludwig estuvo de acuerdo y solicitó entonces al fundador un aporte: la sede de la naciente fundación. Así fue como el hermoso penthouse de los agregados militares soviéticos del barrio El Vedado se convirtió a la vez en sala de exposición, oficinas y sede de seminarios como el que acaba de finalizar el 5 de octubre, que protagonizamos tres gestores culturales chilenos con colegas, autoridades y ejecutivos de las seis fundaciones privadas sin fines de lucro que promueven la cultura en Cuba. Todos ellos, escuchados atentamente por jóvenes artistas y gestores culturales cubanos que devoraban las ponencias, a razón de cuatro por cada presentador chileno, que llenaron intensas jornadas de un octubre, caluroso y lluvioso a la vez.

La Fundación Ludwig fue establecida en enero 1995 con el objeto de "promover y proteger la obra de jóvenes artistas plásticos cubanos". Desde su creación, la preside el intelectual cubano Helmo Hernández. El contrato respecto de los aportes de los financistas alemanes es renovable cada 4 o 5 años. Además de la sede, el Estado fundador entrega dinero suficiente para pagar salarios (que deben ser en pesos cubanos). Desde 1997, cambió estatutos para trabajar con experimentación en otras áreas artísticas, lo que le permitió restablecer  relaciones con museos y universidades de Estados Unidos que financian residencias de artistas cubanos.

El “Taller Chile – Cuba sobre Gestión Cultural” –organizado por la Embajada de Chile encabezada por el Embajador Rolando Drago y la Fundación- aconteció en el marco de los nuevos lineamientos de la política económica y social cubana, que tiene un especial interés en la promoción de iniciativas de auto emprendimiento, incluido el ámbito de la cultura. 

Viceministros cubanos y Embajador chileno en el Taller
La delegación local fue encabezada por Helmo Hernández y los Vice Ministros de Cultura: Vivian Velunza y Fernando Rojas (“El gobierno está en minoría acá ¡Y eso es bueno!”, apuntó Rojas) y el objetivo del Taller era generar un intercambio de conocimientos, experiencias y buenas prácticas en el área de la gestión cultural; así como explorar posibles líneas de cooperación bilateral en estos temas. Desde Chile se presentaron experiencias del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la Corporación Cultural de Peñalolén y el Centro Cultural Estación Mapocho.

Sorprendió escuchar que uno de los objetivos 2013/2016 del Ministerio de Cultura de Cuba sea “desarrollar su esquema de financiamiento” y entre  los elementos de política para la gestión económica en la cultura se cuenta con “asumir sin prejuicios el mecenazgo, el patrocinio y la cooperación como vías de financiamiento y apoyo a la gestión cultural”.

Se escucharon frases como "financiamiento estatal propio con tendencia a la compensación de los gastos", lo que significa aportes estatales al Ministerio sólo para el pago de salarios. “Los servicios culturales tienen que tener cobro para paliar gastos mínimos” significa que las presentaciones de artistas que generen divisas deben entregar parte de sus ingresos al gobierno, a través de empresas estatales. “Ustedes hablan tan desenfadadamente de los patrocinios y auspicios. Nosotros debemos desprejuiciarnos al respecto”, significa   los mecanismos de autofinanciamiento de la cultura, comienzan a aplicarse en Cuba. “El deterioro de la infraestructura material es contradictorio con el alto nivel de exigencia de los espectadores. La oferta es muy superior a la infla depauperada”, implica que las dificultades de inversión en espacios culturales, los deja por debajo de la calidad de los artistas que allí deberían presentarse.

Y en ese sentido, las discusiones tuvieron mucho de fundacional, de comenzar a explorar un camino tan novedoso como indispensable debido a la situación económica de la isla y que ya ha sido aplicado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, es decir, que el centro histórico debe tener capacidad de producir moneda dura. Y lo hace. 

Dicha Oficina financia sus tareas de renovación de la ciudad vieja con ingresos de empresas como Habaguanex o San Cristóbal que manejan comercios, restaurantes, hoteles y agencias de viaje que generan fondos que ingresan a la caja central de la Oficina del Historiador. Lejos, lo que más contribuye –un 70%- es el comercio y la mayoría de las intervenciones con ese dinero (63%) son viviendas.  Este sistema de empresas aporta el 75% de los ingresos de la Oficina, un 14% proviene de créditos, 6% de contribución a la restauración y 5% restante de cooperación internacional. De ello, 69% se invierte en restauración de la ciudad, 22% se va en pagar obligaciones crediticias, 6% va al Estado y 3% son aportes a otros proyectos.

Eusebio Leal, el Historiador de la Ciudad, plantea que no es que el turismo sustente la restauración, "sin patria no hay patrimonio", por tanto es necesario trabajar con la gente, construir residencias para la tercera edad, refugios para ciclones, centros para discapacidad, impulsar vida cultural: museos, salas de concierto, exposiciones, organizar visitas (tipo nuestro día del patrimonio) durante dos meses de verano.

Para Patricia  Rodríguez, Directora del Plan Maestro de la OHC “tenemos un modelo de gestión, con prerrogativas: mientras existan dos monedas en el país vamos a seguir en crisis”. Alude a la realidad de que en un mismo país conviven el peso cubano ($24 = $1 convertible) con el peso convertible, prácticamente a la par con el dólar. Mientras los salarios se pagan en el primero, las acomodaciones de la ciudad vieja y los paladares de toda la ciudad cobran en convertibles, de modo que existen productos para turistas y quienes tienen acceso a moneda dura y productos para nacionales que sólo reciben ingresos en pesos cubanos.

Como se ve, los problemas no son pocos ni menores, tampoco se vislumbran los plazos de solución, pero existe conciencia de su existencia, exteriorizada con la frase habitual ante cada dificultad: "hay que resolverlo".

Ellos creen que la buena gestión de sus riquezas patrimoniales y artísticas forma parte de la solución.

09 octubre 2012

GESTIÓN CULTURAL Y MUSEOS MILITARES


Un estudio reciente de una egresada del Magister en Gestión Cultural de la Universidad de Chile, Carla Cari, ha puesto su atención sobre los museos de las diferentes ramas de las fuerzas armadas y Carabineros de Chile.


Históricamente, dichos espacios de memoria surgen luego de un siglo de guerras, el XIX. No podía ser de otro modo, esa era la ocupación preferente de la historia del país desde su nacimiento como ente independiente, que debía crear -en medio de ellas- instituciones republicanas como la Universidad de Chile, la Biblioteca Nacional o el Museo de Bellas Artes.

Luego de la Independencia, en 1818, acontecen asonadas internas, guerras con los vecinos del norte, Perú y Bolivia, en dos oportunidades y hostilidades dilatadas con el pueblo Mapuche, el vecino del sur. Culmina el siglo con la mayor guerra civil de nuestra historia, que costó la vida al Presidente Balmaceda, en 1891..

De todas esas conflagraciones van quedando vestigios dignos de ser instalados en un museo, tanto que el Museo Histórico Militar dio origen al Museo Histórico Nacional, a inicios del siglo XX. Interesante mezcla del aporte castrense y de la comunidad, convocada a hacer donaciones para la Exposición Histórica del Centenario 1536 - 1910.

Dicha exposición, inaugurada en septiembre de 1910, según Cari, demostró la "necesidad de constitución de un nuevo Museo Nacional y el 3 de octubre, es decir, en menos de un mes de abierta al público, se agregó al presupuesto de Instrucción Pública (actual Ministerio de Educación) un ítem para crear el Museo Histórico Nacional. El primero del país con financiamiento y raíz pública y estatal. El 20 de junio se determina que la colección del Museo Militar, que se encontraba en pésimas condiciones y próximo a cerrar por falta de financiamiento, se agrega al nuevo museo histórico, así como también  las colecciones del Museo de Santa Lucía y de la Galería Histórica creada en 1876. Como director de la sección militar se denomina al que fuera el último director del Museo Militar el Coronel Leandro Navarro (en la foto). El proceso se cierra en el año 1929 cuando, por decreto, Joaquín Figueroa agrega la nueva planta que cobijó la colección castrense. En un comienzo este Museo Nacional no tenia edificio propio y se instalaron las exhibiciones sin museografía en el segundo piso del Palacio de Bellas Artes hasta el año 1939 que se cambia a la actual Biblioteca Nacional".

Acciones memorables de otras ramas llevaron a crear museos de la Armada, en Valparaíso; la Fuerza Aérea, en la Quinta Normal, y -más recientemente- Carabineros, en Providencia.

La gran pregunta que plantea el pionero y minucioso trabajo de Carla Cari “Museos de las Fuerzas Armadas y de Carabineros de Chile: Diagnóstico de su gestión cultural” es sobre el futuro de estos museos que se han ido insertando en las instituciones castrenses y por tanto dependiendo de ellas tanto en sus colecciones como en su gestión y financiamiento.

Sabemos que no es su prioridad mantener ni administrar museos, por tanto dicha dependencia atenta contra el enriquecimiento de su patrimonio y su capacidad de gestión así como de su financiamiento y desarrollo.

Cabe plantearse entonces futuros estudios de cómo re insertar estos museos en el mundo museal nacional, acercarlo a la sociedad civil, tanto para que los ciudadanos donen como para que los visiten y a la vez para que sea de interés a empresas vincularse a su financiamiento.

El camino podría ser crear a su lado corporaciones culturales privadas sin fines de lucro que los administren y consideren entre sus fundadores a entidades civiles relacionadas con las temáticas respectivas (ingeniería, universidades, aeronáutica, navieras). A la vez debieran establecer alianzas con el sector público relacionado como la DIBAM, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, el Ministerio de Defensa y con entidades formadoras de sus administradores como el Magister de la Facultad de Artes, para asegurar una gestión profesional.

Hay aquí una oportunidad para todos, a partir de los primeros brotes que está dando un trabajo simultáneo de formación, reflexión e investigación en gestión cultural, en las aulas universitarias.