26 junio 2009

LAS MARCAS Y LA CULTURA: UN DEBATE DEL SIGLO XXI



Un interesante estudio del académico Patricio Meller que señala la desproporción con la que empresas chilenas asumen su participación en la cultura al destinar mayor porcentaje de sus utilidades a sus directorios que a responsabilidad social corporativa ha abierto un debate que nos impele a incorporar cada vez más gestión y recursos privados al desarrollo social y cultural de las naciones.

El destacado empresario Roberto de Andraca, aclara para complementar lo afirmado por Meller respecto de su grupo, en carta a El Mercurio del 26 de junio, que CAP aporta el 0.67% de sus utilidades a tareas de responsabilidad social, sólo que a través de una fundación.

Un reportaje sobre el citado estudio fue publicado en páginas de Economía del mismo diario el 22 de junio recogiendo además algunas críticas de entidades que, a juicio de Meller, han malusado el concepto central de responsabilidad de las empresas con la sociedad que las acoge, creando estímulos y premios poco rigurosos (ver link en este mismo blog). Resulta impactante observar la diferencia de los aportes sociales y culturales corporativos que existe entre empresas chilenas, como CCU, Embotelladora Andina, CMPC o Banmédica y entidades internacionales como BHP Billiton, Chilectra, Movistar y Endesa, por citar sólo algunas.

Este debate debe prolongarse y convertirse en un verdadero y necesario estímulo para que el mundo empresarial chileno, más allá de la filantropía, cultive su participación en las políticas culturales y comprenda activamente la importancia que tiene para el desarrollo del país.

Afortunadamente, hay quienes comprenden la vitalidad de esta idea. Recientemente se ha anunciado la emergencia de una nueva sala teatral, ubicada en pleno barrio Providencia, vinculada a Nestlé -también corporación de capitales externos- para su marca Nescafé, en alianza estratégica con el experimentado gestor cultural Alfredo Saint Jean.

Este enfoque, que encuentra sumados a grades empresas y gestores culturales con práctica dilatada, es el tema que interesa a quienes nos preocupa el desarrollo cultural. No la curiosa insistencia del mismo diario en revivir una temática añeja, primero a través de una crónica de la semana anterior, que intenta comparar los que llama sistemas de Francia y Estados Unidos de desarrollo cultural. El mismo día de la carta de De Andraca, insiste en el tema a través de un comentario editorial titulado Financiamiento cultural. Lo más sorprendente es que instan a "la tradición cultural chilena" a "combinar lo mejor de ambos modelos".

Esta afirmación carece de novedad, es obsoleta. Ignora el periódico que los chilenos conocemos que en el mundo existen otros modelos de desarrollo cultural (la academia registra cuatro) y que desde 1990 se están aplicando en nuestro país políticas culturales que combinan "recursos públicos concursables" como el Fondart y los fondos del libro, del audiovisual, de la música, de las escuelas artísticas, del CNTV y otros, con "incentivos para expandir las contribuciones privadas" como la Ley de Donaciones Culturales. Que estos aspectos están enmarcados desde 2003 en un Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que no responde ni al modelo del Estado Arquitecto (como se conoce a aquel que se aplica en Francia) ni al modelo del Estado Facilitador (como se conoce a aquel que se aplica en Estados Unidos), sino tiene grandes semejanzas con el modelo Patrocinador basado en los Art Council británicos y que constituye el tipo de institucionalidad más frecuente en el mundo, dado que existe en la casi totalidad de los países de África, Asia, Oceanía, en el Reino Unido, en Canadá y en excepciones de América Latina, como Chile.

Esta excepción consiste justamente en haber extraído lo mejor de cada uno de los modelos señalados con una estructura central participativa, colectiva y estable. Este modelo no sólo lleva algunos años de funcionamiento sino que además está cercano a aplicarse al área patrimonial mediante el proyecto de Ley de Instituto del Patrimonio que acaba de ser enviado al Parlamento por el Gobierno de la Presidenta Bachelet.

En la inquietud que refleja la carta de Roberto De Andraca y en esta discusión parlamentaria, están los temas que afectarán el desarrollo cultural del país. Haría bien El Mercurio en hacerse cargo de ese debate.

No vaya a ser que los árboles del debate del siglo pasado no dejen ver el bosque del siglo XXI que nos impele a incorporar cada vez más gestión y recursos privados al desarrollo social y cultural de las naciones.

21 junio 2009

SEÑORA TENCHA, LA EXTRAÑAREMOS













Existe en Chile y aparentemente en otros países, una cierta relación entre la cultura y las "primeras damas". Michelle Obama acaba de asisitir a la inauguración de una nueva ala del Metropolitan Museum of Art, despertando natural optimismo sobre el papel que jugará en el apoyo a las artes en Estados Unidos. La señora Luisa Durán ha realizado, en nuestro país,una incansable labor de apoyo a las orquestas juveniles e infantiles, incluso más allá de su período como "señora del Presidente". La señora Marta Larraechea desplegó grandes esfuerzos para fundar el Museo Interactivo Mirador, otra gran iniciativa que, como las orquestas de doña Luisa, constituyen los más formidables esfuerzos desde el sector privado sin fines de lucro para formar audiencias culturales, en ciencias la una y en música la otra.


Sin embargo, existe un ejemplo de una ex Primera Dama que se convirtió ella misma en una entusiasta "audiencia" de la cultura y particularmente del Centro Cultural Estación Mapocho. Público constante, apoyador y participativo. Asistió regularmente a diversas actividades hasta que su salud se lo impidió.

No fuimos exentos de sus llamados matutinos -apenas terminada la lectura de los diarios- para comentar, estimular o simplemente espetarnos una de sus ya clásicas "adver tenchas"

Una de ellas motivó que, el 15 de octubre de 1998, escribiera para un texto que pretende preservar los grandes Hitos del centro cultural, la siguiente reflexión:

Muy a menudo nos visita doña TENCHA BUSSI DE ALLENDE. Normalmente, llama antes sea para protestar cariñosamente por no haber recibido la invitación o para anunciar con quienes va a venir. En caso de no haber sido invitada, también llama, para felicitar por tal inauguración, añadiendo: “me enteré por el diario”. Afortunadamente, siempre hay una segunda oportunidad a la que se la invita especialmente y acude entusiasta. Antes de la charla de Stephen Hawkins llamó con alguna malicia: adivinen con quién voy a ir... La curiosidad se despejó sólo cuando, pocos minutos antes de comenzar la Conferencia, la vemos caminar muy seria, de la mano de Volodia Teitelboim, padre de Claudio, organizador de la gira y que en medio de tanto ajetreo, olvidó invitar a su padre.

Desde esa fecha, doña Tencha ocupa un lugar en los 50 hitos de este centro cultural, compartiendo sitial con singulares visitantes como el propio Hawkins, David Copperfield, Ana González, Rubén Blades, Oliviero Toscani, Zubin Mehta, B.B.King y los Reyes de España, entre muchos otros.

La extrañaremos.

En la sala y en el teléfono.

06 junio 2009

INSTITUTO DEL PATRIMONIO: COMIENZA EL DEBATE


La gran pregunta respecto del futuro Instituto del Patrimonio radica en cómo se va a relacionar con un sistema de organismos culturales existentes, especialmente para la formulación de las políticas de Estado en su área. Es decir, cómo satisfacer la inquietud de un 63% de los lectores de este blog que respondieron a la encuesta de la semana pasada que su aporte debe ser "completar la institucionalidad cultural". Un 27% estimó que su mérito sería "incorporar la gestión privada a museos y archivos".

Tal vez desde estos dos ejes –institucionalidad y gestión- podríamos enfocar la nueva propuesta legal.

La Ministra de Cultura de España, Ángeles González-Sinde, pidió que se dé a las políticas culturales de su país el rango que merecen: que no estén sujetas a los vaivenes de cada gobierno y asuman carácter de políticas de Estado. Chile ya lo logró con la creación, en agosto de 2003, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Curiosamente, en otro paralelismo que nos favorece en el tiempo, la Ministra anunció que el primer borrador de la nueva Ley de Patrimonio Cultural de España estará terminado antes de final de año. La nueva Ley sustituirá a la vigente Ley de Patrimonio Histórico, que data de 1985. En esto, llevamos también ventaja: nuestra Ley de la DIBAM es de 1929.

COMPLETANDO LA INSTITUCIONALIDAD
Es evidente que el futuro Instituto del Patrimonio deberá integrarse de alguna forma con el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, sea a través de su Presidente, que tiene rango de Ministro, y/o de su Directorio Nacional, que tiene atribuciones para formular políticas de Estado en el terreno del “desarrollo de las artes, difusión de la cultura y conservar, incrementar y poner al alcance de las personas el patrimonio cultural” (Artículo 2° Ley 19.891).

Es muy posible que el nuevo servicio, poseyendo autoridad para ejecutar las políticas patrimoniales, tenga un Consejo del Patrimonio que diseñe tales políticas conforme a las políticas de Estado vigentes, que formula el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. El engranaje lógico para combinar ambos esfuerzos es el Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Resuelto el tema de la formulación de políticas, será necesario ajustar la legislación vigente en términos de cómo la nueva estructura, en primer lugar, reemplaza a la DIBAM y al Consejo de Monumentos Nacionales -sin afectar en nada a sus actuales funcionarios- y se integra con el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, complementándolo. Por ejemplo, a nivel de los consejos regionales que debieran derivarse del Consejo Nacional del Patrimonio.

Los consejos patrimoniales deberían tener integrantes de la sociedad civil, pero a diferencia de aquellos del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en una proporción que garantice la permanencia de la propiedad fiscal de los museos, archivos, bibliotecas y el patrimonio que custodian. Por ende, los funcionarios públicos debieran constituir mayoría y considerar entre ellos al Ministerio de Bienes Nacionales.

Los consejos regionales del Patrimonio son una buena manera de integrar a ese nivel a personeros de los Consejos Regionales y Cultura y viceversa.

MEJORANDO LA GESTIÓN
Protagonista central será el Director Nacional del Instituto que, junto con encabezar un servicio público descentralizado y territorialmente desconcentrado, deberá interactuar con el Consejo del Patrimonio para colaborar en la formulación de las políticas y a la vez ser responsable de aplicarlas.

Una buena manera de mejorar la gestión, debiera ser la selección por Concurso de Alta Dirección Pública tanto del Director del Instituto del Patrimonio como de los directores de los museos y bibliotecas de alcance nacional.

Así mismo, debiera crearse un fondo concursable con jurados idóneos y externos al servicio, supervisados por el Consejo Nacional, que apoyara fuertemente los proyectos de éste ámbito incluyendo la posibilidad de compra de bienes inmuebles de valor patrimonial y por cierto, su puesta en valor, la investigación, la difusión y la formación de audiencias patrimoniales.

También debiera facilitarse la interacción de este servicio con corporaciones y fundaciones privadas sin ánimo de lucro que han demostrado ser un aporte al –hasta ahora- insuficiente trabajo público de resguardo del patrimonio nacional. Por ejemplo, permitir la formación de corporaciones fuertes que se responsabilicen integralmente de los sitios declarados Patrimonio de la Humanidad, como Valparaíso.

LO QUE VIENE
A lo expuesto, se debe agregar alguna reflexión de la “coyuntura” en la que se estrena el proyecto de Ley. Estamos, qué duda cabe, en un año electoral, en el que las leyes asumen una particular cadencia. Ésta es, por tanto, una ley que quedará presentada por la administración Bachelet pero que será firmada por el próximo Presidente. Como los principales candidatos compiten por no cuestionar, sino incrementar “el legado Bachelet”, es esperable que el inicio del futuro mandato sea un buen acelerador de esta legislación. Por tanto, la suerte de esta Ley se está jugando hoy más en las aguas de los Océanos Azules y los grupos Tantauco que en el debate parlamentario. De los compromisos en este sentido que recojan los programas presidenciales depende que más tarde o más temprano estemos celebrando la creación –por fin- de una institucionalidad siglo XXI para nuestro patrimonio, tal como la tiene el arte y la cultura.

Esto comienza, señoras y señores.