27 diciembre 2010

LA CULTURA COMO CAMINO DE ENCUENTRO

No es precisamente por la cercanía de Navidad, pero la Cultura ha constituido habitualmente un punto de unión, aún con los "intrusos" en el sector como califica El Mercurio a Luciano Cruz Coke, recordándo que ésta fue territorio "que la derecha no entiende ni le interesa". Un gesto reciente es que el  Presidente de la Generalitat catalana, Artur Mas, que encabezará un gobierno opositor a la coalición anterior, un tripartito de centro izquierdas, ha escogido dar señales de amplitud al formar gabinete. Y, como ya lo hiciera hace unos años el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy incorporando como Ministro de Cultura a Frederic Mitterrand,  sobrino del Presidente Francois Mitterrand, Mas ha escogido a  Ferran Mascarell, "un ilustre ex consejero socialista de Cultura", según El País (diario a quién pertenece la foto), para incorporarlo a su gabinete. Es estimulante y revelador el que, cuando se quiere dar señas de estabilidad en políticas públicas, suelen ser las políticas culturales el símbolo de  que lo que se puede ofrecer, verosímilmente, como propuestas de unidad y permanencia. 

Francia y Cataluña han sido y probablemente continuarán en ello, referentes para nuestras políticas culturales. La primera, en la fase que acompañó el Centenario de la República, a inicios del siglo XX y terminó contrariada cuando un gobierno fuerte -como el de Pinochet- abominó de la intervención pública en cultura. A pesar de ello, el Museo de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional y la Estación Mapocho, mantienen el recuerdo de una arquitectura que recuerda la "excepción cultural" que Francia fue en el mundo pre crisis. Cataluña se ha erigido en las últimas décadas en catedral de la formación de nuestros cuadros de la gestión cultural y en atractiva institucionalidad al crear un Consejo de la Cultura, el primero del sur de Europa continental.

Permanencia de las políticas para formar hábitos de consumo cultural es lo que se ha pretendido en Chile con la creación de un Consejo Nacional de la Cultura de las Artes participativo, plural y autónomo en la fijación de políticas. Así, cuando hace un año campeaba la última campaña presidencial, señalábamos que más que cambio de políticas, cualquier nuevo gobierno sólo aportaría cambios de rostros.

Al menos desde dentro de nuestra institucionalidad parece ser así. El Directorio del CNCA continúa operando con personas representativas de las diversas áreas de las artes, la gestión y el patrimonio y los mecanismos de renovación de las políticas culturales, las Convenciones, siguen su curso anual. Y debieran ser ellos los que reciba propuestas de cambio, como la aún pendiente re estructuración del sector patrimonio que considere a la DIBAM y el Consejo de Monumentos Nacionales. Ese debiera ser el debate que viene.

Mientras tanto, los cambios en política cultural -como era previsible - no han sido mayores. Sólo movimientos de personas -tal vez más que las necesarias- que luego las autoridades se apresuran a afirmar que no obedecen a cambios de política. Es que en esta área de las políticas públicas se ha logrado un consolidado de líneas de acción que pueden complementarse -como ocurre con la profundización de las políticas de apoyo al cine nacional o la ampliación de la labor pública a hacia la arquitectura, el diseño o las artes circenses-  pero difícilmente borrarse de una plumada.

El secreto de esta realidad está en el modo cómo éstas se construyeron, con mucha calma -más de 20 años de discusiones- y con  participación de los actores involucrados. He allí el camino entonces si se deseas plantear algunas modificaciones. En estos terrenos, la imposición dejó de regir cuando la mayoría dijo ¡NO! en un plebiscito y luego la participación vino para quedarse cuando estas mismas políticas dieron paso a la formación de audiencias como uno de sus componentes centrales. La productora del Festival más antiguo del verano -FITAM-, Carmen Romero, ejemplifica aquello señalando "con Andrés Pérez aprendí que este festival lo hace el público".

Así se explica además que, por otro lado, el Ministro Luciano Cruz Coke rechace cualquier reducción de su cartera y, por el contrario, reafirme la continuación de programas tan potentes como anteriores a su mandato como son el de Centros Culturales para ciudades sobre 50 mil habitantes y el GAM, que apuntan, precisamente a que los públicos puedan "jugar de local" para producir y acoger arte y cultura.

Es que, cuando las políticas públicas están basadas en la gente para la cuál están orientadas, se produce una solidez que explica que, tal vez algún día, también en Chile,  quienes deseen demostrar que el país seguirá por los senderos ya trazados por administraciones anteriores, se recurra al símbolo de quién encabece las políticas culturales para encender las luces de la continuidad, sin apagar los reflejos de la necesaria renovación que deriva del voto popular.

Ese será el momento en que la cultura habrá dado otro gran paso desde la unión del alma de los chilenos -que quizás ya  está logrando- a la unión simbólica de las estructuras políticas que velan, con ella, por un país más integrado y más sabio de cómo se deben enfrentar -en conjunto- los grandes desafíos nacionales.

Pero, aún falta tiempo. Aunque estamos en temporada de buenos propósitos.

Feliz 2011.

20 diciembre 2010

GAM "in progress"

Una de las más formidables muestras de que el llamado “modelo chileno de desarrollo cultural” está en funcionamiento es la entrada al espacio público del nuevo Centro Nacional de Artes Escénicas y Musicales, el GAM. En efecto, un sueño que tuviera el Presidente Salvador Allende –de que el trabajoso edificio construido con tiempo y entusiasmo récord para una reunión de la UNCTAD fuese un centro cultural-, comenzado a concretarse bajo el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, ha intentado, bajo el mandato del presidente Sebastián Piñera dar sus primeros frutos. Las cifras exhibidas públicamente de sus tres primeros meses de operación, una completa entrevista de su Directora Ejecutiva y el masivo anuncio de que será sede del exitoso Festival Internacional Teatro a Mil (FITAM 2011) dan cuenta de que este novísimo espacio ha venido para quedarse y de que probablemente, por allá por 2014 estará terminado, dando cumplimiento así a los dictados de la Política Cultural del Estado de Chile, proclamados en 2004, bajo la presidencia de Ricardo Lagos. Es decir, mandatos de diferentes gobiernos han sido capaces de persistir en la aplicación de políticas en la clave que sustenta nuestro camino cultural: su permanencia en el tiempo.

Pero lo acontecido refleja no sólo voluntades presidenciales. Por el contrario, éstas han sabido escuchar y aplicar lo que el mundo de la cultura ha establecido a través de sus mecanismos de participación conocidos y fijados de la misma manera. En efecto, las primeras luces de este trabajo inicial del GAM están señalando mejoría en los índices de presentaciones y asistencia en el campo de la danza, una sostenida oferta de actividades musicales y la ya mencionada acogida de festivales de artes escénicas en general. Junto con la presencia de diferentes actividades y unidades de negocios que contribuirán de manera creciente a auto sustentar su labor.

Detrás del GAM está no sólo ese ferroso edificio que aún alberga al Ministerio de Defensa y que debiera llegar a ser próximamente otra unidad de negocio del centro cultural, sino toda una historia de construcción y gestión de centros culturales en nuestro país, iniciada en 1990 cuando el Presidente Patricio Aylwin determinó –también escuchando el clamor de una animoso colectivo cultural, que profesaba entre los ganadores del NO-  que la vieja y abandonada estación Mapocho deviniera en Centro Cultural. La experiencia de administración privada sin fines de lucro de ese centro remodelado, ha ido informando el trabajo de nuevas corporaciones como las de Matucana 100, Balmaceda Arte Joven, Amigos del Teatro Regional del Maule y varias decenas de centros culturales que se diseminan por el país a través de otro de los programas longevos del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes: el de Infraestructura Cultural, iniciado el 2000 cuando dicho consejo era sólo un deseo del Presidente Lagos y un proyecto en la carpeta de su asesor, Agustín Squella.

También y muy principalmente, están las personas, jurídicas o naturales. En orden de aparición, los socios fundadores, en 2008, de la Corporación Centro Cultural Gabriela Mistral que representan a instituciones tradicionales de la República como la Universidad de Chile, el Teatro Municipal, la Universidad de Concepción o pujantes creaciones derivadas de la reciente institucionalidad como el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la Fundación de Orquestas Juveniles, la Corporación Cultural de la Estación Mapocho, la Fundación del Centro Cultural Palacio de la Moneda, el Teatro Regional del Maule, y organismos nacidos desde la sociedad civil como la Fundación FITAM o las agrupaciones gremiales  de actores y de la danza. De tales constituyentes, surge un Directorio, encabezado por el Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, que orienta el trabajo de un equipo ejecutivo dirigido por Alejandra Wood, designada tras una poco frecuente unanimidad que traspasó corporaciones y gabinetes. Con ella, labora un conjunto de profesionales experimentados, muchos de ellos formados en los propios centros cuya experiencia sustenta al GAM.

Pero las más destacables son las más de cien mil personas que han visitado el GAM los últimos tres meses, en diversas actividades y que comenzarán a tenerlo entre sus derroteros habituales que ya contemplan paradas periódicas en estaciones como La Moneda, Bellas Artes, Cal y Canto, Baquedano, Santa Lucía, Manuel Montt, Parque O´Higgins y, recientemente, El Golf.

No es que para ir a un centro cultural debamos necesariamente utilizar el Metro -aunque es siempre aconsejable- , sino que, a la inversa, cada vez más el metro deberá fortalecer sus servicios para atender a quienes de dirigen masivamente a disfrutar del arte.

¿Será mucho soñar?

En todo caso es un fenómeno que se ha iniciado cuyo progreso más reciente se llama GAM y se llega  a él  por la estación Universidad Católica. 
Amén.