Foto: Arturo Navarro |
Parecía el testimonio de un valiente periodista radial que había sufrido -me consta- un aterrador secuestro a manos del COVEMA, el siniestro Comando Vengadores de Mártires, que asoló un tiempo nuestro país, en plena dictadura. En efecto, el libro de Guillermo Hormazábal lo es, pero es mucho más. "Entre la voz y el miedo" es un compendio de la vida del autor. Una vida nada fácil.
Además, tratamiento de periodismo radial, presentado la misma semana en que la destacada fundadora del Diario de radio Cooperativa, Delia Vergara, recibió el merecido premio Nacional de Periodismo. Sucedía, la presentación en la sede del Círculo de Periodistas, el Teatro Camilo Henríquez.
Uno de los presentadores, Alejandro Guiller, es también un hombre de radio.
Sin embargo, no bien uno se adentra en la lectura, un balazo rompe esas expectativas. Literalmente, un balazo, que se lleva la vida de la madre del autor cuando éste apenas se iniciaba a la vida.
Desde allí comienza una sorprendente historia plagada de dolores, pobreza, frustraciones, que no obstante, iban formando un carácter indomable, que llevó a Guillermo a sobreponerse a aquellos y otros inconvenientes, hasta que decidió estudiar periodismo en la Universidad Católica de la Reforma, en 1969.
Las facilidades que la Universidad del rector Castillo Velasco daba a los estudiantes sin recursos, permitieron a Guillermo terminar sus estudios e ingresar a un mundo también vinculado a esa universidad: el universo del Cardenal Silva Henríquez impulsor no sólo de esta reforma estudiantil, sino también de la Reforma Agraria y de otros cambios que experimentó la sociedad chilena en los años 60.
Así, Guillermo llegó a trabajar en Radio Chilena y luego asumió esa responsabilidad, la de director del DOP, el departamento de opinión pública del Arzobispado del Cardenal. Éste le advirtió que no sería un trabajo sencillo pues -ya en dictadura- muchos de los dardos que ésta hubiera querido apuntar a don Raúl, caían en sus cercanos.
Así fue como Guillermo fue víctima de un secuestro que aparece relatado magistralmente en el libro, mientras la sociedad y en especial sus colegas permanecíamos en vigilia en la radio, hasta que se supiera de su suerte.
Quiso esa suerte que, durante esos tensos momentos, levantara un teléfono que sonaba en la redacción y prorrumpiera en un grito esperanzador:
Quiso esa suerte que, durante esos tensos momentos, levantara un teléfono que sonaba en la redacción y prorrumpiera en un grito esperanzador:
-¡Es Guillermo!
Pasé el auricular a Rosi, su esposa, Quien se enteró que el secuestrado había sido liberado y llevado por un taxista solidario y auditor de Chilena, a su casa.
Esa misma suerte quiso que uno de sus vecinos, un colega de Cooperativa, fuera el primero en golpear con la noticia. Chilena solo la dio -muy profesionalmente- cuando vio a Guillermo en libertad.
Ese es el segundo gran motivo del libro. Cómo un periodista la disfruta bajo la forma de libertad de expresión y también bajo el temor de perderla, junto a la vida, a manos de un Comando criminal.
La nobleza del autor recuerda a todos los medios que junto a Chilena resguardaban difícilmente esa libertad para que los chilenos estuvieran informados. Tiene palabras de compañerismo para APSI, Solidaridad, HOY, Análisis, Cooperativa...
Todo aquello da fuerzas al autor para formar su familia, cuidarla y conservarla con aplicación. También, quizás por ella, rechazar algunos ofrecimientos académicos o laborales y aceptar otros.
Transita luego en Democracia y reflexiona sobre cómo todos los padecimientos tienen recompensa en una vida quieta que lo lleva a talleres literarios que despiertan y explotan un talento poético que hace que "Entre la voz y el miedo" se lea prácticamente, de una sentada.
Emocionante el artículo de Arturo Navarro. Después de leer sus primeras líneas uno toma la decisión definitiva: Hay que ir por ese libro de otro grande del periodismo, Guillermo Hormazábal.
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