02 junio 2023

TRÁIGANME LA CABEZA DE PEDRO RAMÍREZ

 



Aún en ascuas esperando el capítulo final de la única teleserie que he seguido de principio a fin, me ha venido a la mente el western de Sam Peckinpah, ¨Tráiganme la cabeza de Alfredo García", que bien podría haberse sustituido por el nombre del protagonista, Pedro Ramírez, pues en casi todos los capítulos alguien del Valparaíso de  1937 quería verlo muerto. Pero, afortunadamente, no fue así: los realizadores decidieron llamarla "Hijos del desierto", destacando así más el nacimiento que la eventual muerte del personaje.


La serie que transmite Megavisión, en horario prime (luchando contra el sueño) tiene notables elementos históricos como la matanza de Santa María de Iquique; la penetración nazi en Chile, desde Valparaíso; la intención del Presidente Arturo Alessandri de vender -si, vender- Rapa Nui al Tercer Reich y la valerosa acción de la policía de Investigaciones para detener, a través de un departamento especializado, la actividad terrorista de agentes de la Alemania nazi. Junto a pequeños guiños a personajes reales entrañables como Eloísa Diaz (¿la doctorcita?) y Vicente Huidobro (protagonista de la noche de Cartagena).

Todo esto, desarrollado en 163 capítulos, a través de entrañables personajes como 'la Gato'; la señora Williams; el capitán Sanfuentes; la mencionada doctorcita; el correctamente afeitado Pedro; el naviero cónsul alemán; la sensual cantante del Pirandelli (¿guiño al American Bar?), y la infaltable monja.

Para acogerlos se construyó una verosímil escenografía a los pies de un cerro de Curacaví que revive sectores del elegante Cerro Alegre porteño con cafetería Colonia incluido, sin desperdiciar la publicidad de marcas de la época, aún vigentes, como Farmacias Knopf y agua mineral Cachantún.

Lo que más capturó mi afición fueron tres aspectos:

El innegable contenido histórico de episodios poco enfrentados, como la matanza en Iquique y el muy probable secuestro por parte de los hechores, de huérfanos de padres víctimas de las fuerzas armadas. Masacre que inmortalizó Luis Advis y Quilapayún con su cantata.

El desconocido enfrentamiento entre servicios secretos alemanes y británicos en los años previos a la segunda guerra mundial y el poderío del espionaje nazi que conocía gracias al libro de María Soledad de la Cerda "Chile y los hombres del tercer Reich" (Catalonia, 2000) que narra con detalle que "la 'quinta columna' y la red de espías nazis contaron con el apoyo no sólo de los alemanes residentes en Chile sino también de otros civiles, al amparo de la neutralidad chilena durante la guerra".

La delicada reconstrucción de un Valparaíso pujante en lo económico, hermoso en su arquitectura, laberíntico en sus cerros, peligroso en su puerto y abundante en su vida y paisajes nocturnos, sin olvidar la presencia de los ascensores, cantinas, hospitales (el Alemán derivó en Británico, en el guión) que lo caracterizan.


Leo con admiración que la idea original pertenece a Rodrigo Cuevas -guionista de la serie "Los ochenta"-, que fue escrita en conjunto con Patricio Heim y Simón Soto, autor del libro ¨Matadero Franklin" (Planeta, 2018) que podría explicar las inocultables similitudes del protagonista con el mítico 'cabro' Carrera. Agrego que es dirigida por Patricio González, antes asistente del prolífico Vicente Sabatini y que cuenta con la siempre sólida producción de Quena Rencoret.

A todos ellos, mi agradecimiento por la entretención dispensada, las emociones vividas, aún enfrentando, en ocasiones, las dificultades de recibir la señal de Megavisión en sectores de la región de... Valparaíso. 


25 abril 2023

DIA DEL LIBRO EN NAVIDAD



Un acierto de las autoridades culturales de la región de O’Higgins celebrar el día del libro 2023 en la localidad de Navidad, la más aislada de la región. Junto con descentralizar dentro de la descentralización, se escogió para hacerlo un símil histórico que también busco, hace más de 50 años, llevar el libro a los sectores más desposeídos de su iluminación: editorial QUIMANTÚ.


Y de ella, la colección especialmente destinada a los niños: CUNCUNA. Para lo cual se convocó a los infantes de la comuna rural a dibujar, orientados por la artista Andrea Franco e inspirados en las ilustraciones de la época de Guillermo Durán, GUIDÚ, del cuento de Marta Brunet “La flor del cobre”.


El resultado fue una muestra en plena plaza de Navidad, frente al municipio, de trazos infantiles, expuestos en grandes tableros, que interpretaban a los personajes don Quejumbrenohacenada, doña Maria Soplillo, las semillas que sanaron a un hombre y dignificaron el trabajo o, simplemente, la palabra FIN. 


Lo culminante fue la llegada del propio Guillermo Durán que, emocionado -cómo no- recorrió la muestra y se retrató con dibujos y protagonistas de esta exposición.


Pero eso no fue todo, la municipalidad y la secretaria ministerial de culturas, que encabeza la gestora Flor Ilic, junto al potente equipo de patrimonio regional del mismo ministerio, encabezado por la directora regional de patrimonio, Leslie Araya, habían organizado, para culminar esta jornada, una conversación sobre la democratización de la lectura y la influencia de Cuncuna en la literatura infantil actual. En ella participó también Andrea Franco y Arturo Navarro, creador de la colección.


En un ambiente de interés, con presencia masiva de los equipos regionales de culturas, gestores, profesionales de otras reparticiones públicas, concejales y público en general, se dialogó sobre la permanencia de las obras de QUIMANTÚ y sobre todo de las enseñanzas que dejó su modelo de gestión como empresa de sus trabajadores.


Especial atención despertó el hecho de que haya sido una empresa de esas características en su propiedad la que editará precisamente un libro infantil que destaca fuertemente la importancia del trabajo, lo que revela la satisfacción de los trabajadores de su significativo rol en la sociedad. Es decir, una empresa de sus trabajadores que exhibe con orgullo el papel del trabajo. 


Inquietud manifestaron los participantes por la posibilidad de reproducir la experiencia de “la empresa” como era cariñosamente mencionada QUIMANTÚ por sus trabajadores. 


La respuesta es que, si bien el modelo de autofinanciamiento que impuso el Presidente Allende y que recientemente mostró su vigencia en el Centro Cultural Estación Mapocho, durante 30 años, hasta la tragedia del Covid, hoy Chile y el mundo no presentan condiciones para su implementación. Sin embargo, este extravío no quiere decir que se mantendrá eternamente.


Ya regresará el tiempo en que los hombres vuelvan a vivir colectivamente, sus esfuerzos sean compartidos, la sociedad sea más comunitaria y los desquicios del individualismo desbordado hayan sido superados.


En ese momento, el libro, la literatura, las publicaciones infantiles tendrán un lugar destacado, como el feliz momento que vivimos un ejemplar día del libro en Navidad.

05 abril 2023

ALLENDE LLEGÓ AL GOBIERNO Y LA CULTURA YA ESTABA



Cuando se avecina la conmemoración de los 50 años del golpe de 1973, es aconsejable revisar el panorama que vivimos en los años previos al 4 de septiembre de 1970, cuando Allende fue elegido.

Y no es que la cultura llegara a articular el allendismo o los valores democráticos que éste sustentaba. La cultura ya estaba. Lo que nos remonta a la creación de ese verdadero ministerio de artes que fue la Universidad de Chile desde su instalación en septiembre de 1843.

En efecto, el simbólico discurso de Allende en el balcón de la Fech, la noche de su victoria, implica un reconocimiento a "egresados, maestros y estudiantes" que habían llevado durante muchos años las banderas de la cultura en Chile.

De otro modo no se explica la rapidez con que el naciente gobierno de la UP enfrentara tareas culturales que lo caracterizaron, como la empresa editora nacional Quimantú; Chile films; sellos discográficos como Alerce o Dicap; compañias de teatro profesional como Ictus, Ituch, Los cuatro y tantas otras, y las innumerables peñas y conjuntos musicales que recorrían el país. También la Orquesta sinfónica y el Ballet nacional o la Oficina del pequeño derecho de autor y las decenas de compositores, intérpretes y toda clase artistas que surgían de la Facultad de Artes y de las sedes regionales de la universidad.

Esta verdadera herencia, sólida y de gran espesor, permitió que, por ejemplo, en pocos meses la prensas de Zig Zag, devenidas en Quimantú, comenzaran a arrojar millones de ejemplares en muy poco tiempo. Porque la creación de revistas estaba en manos de Alberto Vivanco, con fuerte experiencia en publicaciones como Ritmo, La chiva y otras; las ediciones de libros de ficción estaba encabezada por el vigente editor de Nascimento, Joaquín Gutierrez, asesorado por el literato y voraz lector Alfonso Calderón, mientras las ediciones de no ficción fueran encabezadas por el ex senador y autor de varios libros, Alejandro Chelén. Todos ellos arropados por sendos comités de lectores conformados por consolidados y noveles escritores militantes de los partidos de la UP. Incluso, la naciente colección infantil, Cuncuna, tuvo desde sus inicios la asistencia de las académicas de la Escuelas de Educadoras de párvulos de la U. que dirigía Linda Volosky.

Podemos enumerar otro tanto en cineastas comprometidos, artistas plásticos que se formaban y exponían en la escuela respectiva y su museo vecino, el MAC. 
De modo que no es extraño sino natural que la cultura de inicios de los años 70 actuara como eje articulador del pensamiento político que se fraguaba en la práctica a la que era sometida la teoría que esgrimían los partidos de la Unidad popular.

Como corolario indispensable, esta nutritiva presencia de la cultura en el escenario político, aportaba el ingrediente indispensable para lograr la esquiva mayoría del 50% más uno de los votantes, que Allende necesitaba para respaldar su proyecto
revolucionario. 

Para ello, para democratizar la cultura, los creadores e interpretes eran indispensables pues tenían no solo los contenidos -literarios, musicales, pictóricos, esculturales, muralísticos, cinematográficos- sino una cercanía con el público al que el mensaje del allendismo quería llegar. Tenían simpatías que se reforzaban por sus presentaciones en vivo, sea en sindicatos, poblaciones, universidades o en los nacientes canales de TV, orientados por las universidades.

Un buen ejemplo para aspirar al 50% mas uno lo constituyó el esfuerzo editorial de Quimantú que publicaba semanalmente en quioscos la colección Minilibros y quincenalmente y alternados, los textos de Quimantú para todos y Nosotros los chilenos. Todas en varias decenas de miles de ejemplares, tal como Cuncuna que se dirigía a los niños y Cuadernos de educación popular que se orientaba a reforzar la formación política de las bases de la izquierda.

Similar rol jugaba la TV y las decenas de publicaciones periodísticas, diarios como El Siglo, Puro Chile, Clarín, Ultima Hora, y revistas como Chile hoy, Mayoría, Onda, Paloma, Hechos mundiales o Ramona.

La sola presencia, en los atiborrados quioscos de las esquinas más concurridas en todo el país, de una variedad infinita de publicaciones -de gobierno y de oposición; de historietas o juveniles; deportivas o femeninas- hablaba por si sola de la profunda vocación democrática de la sociedad chilena. Se pensaba que ese diálogo que día a día se daba en las portadas de los diarios y revistas garantizaría la estabilidad democrática del país.

Pero no todo fue miel sobre hojuelas, sabedores de este rol democratizador, las fuerzas contrarias a Allende estimularon conflictos en los canales de TV (el canal de la U de Chile se dividió en dos, uno de gobierno y otro de oposición), en la provisión de papel ("La papelera no") ... pero no fue suficiente.
Una vez desatado el golpe de Estado, la cultura y las artes tuvieron el dudoso privilegio de ser reprimidas con rapidez y profundidad. Museos, Quimantú, Chile films, peñas, sedes universitarias... fueron objeto de verdaderos operativos militares como si fuesen objetivos enemigos que debieran ser capturados a balazos.

No fue suficiente. Se quemaron explícitamente, ante las cámaras de canal 13 y en el nuevo barrio San Borja donde vivían muchos jóvenes profesionales, ejemplares de libros de Quimantú, de "cubismo", de cualquier tema que pareciera ser de izquierda. Una acción que se multiplicó inmediatamente a muchos hogares que, viendo esa atrocidad en sus pantallas, procedieron a replicarla en sus bibliotecas personales.

Tampoco bastó. Hubo que recurrir a crímenes atroces como los de Víctor Jara en el estadio Chile y el maestro Jorge Peña Hen, a manos de la caravana de la muerte, en La Serena. Además, centenares (¿miles?) de artistas sufrieron prisión en los campos destinados para tal efecto. Dejaron testimonio de aquello obras como "Tejas verdes" de Hernán Valdés sobre la prisión militar de Santo Domingo o "Un viaje por el infierno" de Alberto -Gato- Gamboa sobre el campo de Chacabuco donde compartió prisión, entre otros, con Ángel Parra.

Así, la anti democracia castigaba a sus oponentes y, de paso, amedrentaba a los millones de admiradores de los artistas reprimidos. 

Poco a poco se fue desmantelando aquella construcción de mas de un siglo del aparato cultural chileno. Se intervinieron las universidades y de paso sus canales de TV; se cercenó y dividió en pedazos a la Universidad de Chile y la Universidad Técnica del Estado (UTE); las máquinas impresoras de Quimantú terminaron vendidas como chatarra; los grupos musicales más destacados como los Inti Illimani o los Quilapayún iniciaron un largo exilio; compañías teatrales enteras migraron a países amigos; pintores y escritores debieron abandonar el país y muchas veces su idioma para reconvertirse en Europa occidental o países de la órbita socialista.

La cultura en Chile, sus cultores, iniciaron un tránsito por el desierto sin saber cuánto duraría. 

Sin embargo, como afirma el lugar común, es el alma de un pueblo y el alma no muere. Por tanto, desde ocupaciones de sobrevivencia, muchos siguieron expresando su arte, alentados por sus colegas exiliados; las iglesias y otras organizaciones defensoras de los derechos humanos; embajadas de países democráticos, y las propias organizaciones sociales reconstituidas alrededor de ollas comunes, talleres de arpilleristas, bandas y grupos de teatro precarios.
Vinieron tiempos de persecución, de censura, de oscuridad, de esperanza.

Hasta que llegó el minuto de reverdecer, del llamado a volver a cerrar filas por el retorno a la democracia, en la campaña del NO. Alrededor de ese llamado, muchos retomaron sus talentos y se sumaron a un clamor cultural: la alegría que viene. 

Pero, esa es otra historia.

20 diciembre 2022

ROBIN HOOD CAUGH BETWEEN A DICTATORSHIP AND A PANDEMIC

 











ROBIN HOOD, ENTRE DICTADURA Y PANDEMIA



CENTRO CULTURAL ESTACIÓN MAPOCHO, UN CASO DE GESTION CULTURAL AUTOFINANCIADO 1990/2020

Ponencia para el seminario "Cases for Culture", 2 y 3 de diciembre 2022 en DRCLAS de la Universidad de Harvard.


El plebiscito del NO , en octubre de 1988, en Chile marcó no solo el final de la dictadura de Pinochet, sino también el regreso del protagonismo del mundo cultural en la Democracia que se avecinaba.  

El gobierno del Presidente Patricio Aylwin quiso reconocer el aporte de la gente de la cultura a su campaña y al anterior referéndum, recuperando la abandonada estación Mapocho y convirtiéndola en un importante centro cultural.  

La situación económica del Chile de los 90 no era buena. La dictadura había privatizado todo lo que pudo y las arcas fiscales estaban muy deterioradas, por lo que el gobierno decidió invertir USD 10 millones en remodelar en la estación y esperar que ésta auto financiara su operación como espacio cultural.  

Para ello, entregó su administración a una corporación sin fines de lucro, creada para tal efecto, en la que había participación del gobierno nacional (ministerio de Educación), el municipio de Santiago y entidades culturales permanentes de la república (Universidad de Chile, Fundación Neruda, Teatro Municipal, entre otras).  

La gestión estaría a cargo de un equipo muy reducido (un poco más de una decena de personas) dependiente de esa corporación, que tendría por misión mantener el edificio remodelado, difundir la cultura, sin recibir aportes públicos.  

Ese modelo, novedoso y arriesgado, funcionó durante 30 años bajo una orientación que Doris Sommer califica como de Robín Hood: “obtener recursos de los ricos para servir a los pobres”. Es decir, arrendar el monumental espacio para actividades comerciales (ferias, congresos, seminarios) a buen precio y re invertir esos ingresos en actividades artísticas y culturales (ferias del libro y la música, festivales de cine y teatro, residencias artísticas, conciertos, exposiciones de artes visuales).  

Destacan reuniones internacionales como Letras de España (1993); Expo Cumbre, durante la Cumbre de las Américas (1998); Cena de gala de la 21º reunión de líderes  de APEC (2004); ¡Culturas en el aire! experiencias de radios de pueblos originarios con DRCLAS (2005); Cuarta reunión de la red de Centros Culturales de América y Europa (2005), y la Sexta Cumbre Mundial de las Artes y la Cultura de IFACCA (2014). 

Algunos shows: Monsters of rock (1994); Orquesta Filarmónica de Israel conducida por Zubin Mehta (1997); Davis Copperfield (1997 y 1999); Serrat sinfónico (2004), y Los náufragos de la loca esperanza, del Thèâtre du Soleil, dirigida por Ariane Mnouchkine (2011).

Y las conferencias de Steven Hawkins (1997) y la premio Nobel Nadine Gordimer (1998).

En 2009, el centro cultural recibió el Premio Reina Sofía de Patrimonio y difusión cultural.

Todas las actividades entre 1996 y 2020 pueden revisarse en estacionmapocho.cl/memoria-anual/


El largo éxito del modelo -expuesto en múltiples seminarios y conferencias internacionales- se debió, entre otras, a la estabilidad de su política; el estudio permanente de sus públicos; la sobriedad de sus gastos; la fortaleza de sus comunicaciones, y la habilidad de su programación, muchas veces simultánea de actividades artísticas y comerciales, lo que enriquecía culturalmente a los visitantes de ferias comerciales e interesaba a sus productores.  

La auto sustentabilidad se mantuvo hasta finales de 2019, cuando un estallido social perjudicó gravemente a muchos espacios culturales, incluso quemando algunos, y atemorizando a organizadores y productores que debían arrendar la estación. La crisis se profundizó con la pandemia mundial, así el 17 de marzo de 2020, el centro cultural se vio obligado a cerrar sus puertas. Con ello no había actividades ni ingresos posibles. 

El directorio hizo gestiones con el ministerio de las Culturas y la Presidencia de la República, para recibir, por primera vez, una subvención estatal para, al menos mantener el edificio. La respuesta fue negativa y la administración debió reducir salarios, dejar de pagar gastos mínimos y endeudarse: sobrevivir dificultosamente con préstamos con garantía estatal a Pymes. A diciembre de 2021 la deuda con personal, proveedores y la banca bordeaba el millón de dólares.  

Esta situación provocó daños sicológicos y físicos al personal y un acelerado deterioro al edificio.  Hoy, el centro cultural apenas sobrevive y espera que las nuevas autoridades, finalmente logren incorporarlo a una subvención permanente a través del presupuesto nacional, lo que al menos no se alcanzó para 2023. 

Durante 30 años, las flechas disparadas a la manzana sobre la cabeza de Robin Hood hicieron blanco en la fruta. La envenenada flecha del COVID, acertó al corazón del modelo de autofinanciamiento del centro cultural.  

Habrá que buscar otro camino. 

Muchas gracias.









04 noviembre 2022

BOLAÑO Y LA ACADEMIA




El oficio de Roberto Bolaño -o de sus personajes- de trabajar como cuidador nocturno de campings tiene sus misterios. Un viaje al maravilloso desierto florido que cubre el norte de Chile este 2022, me permitió experimentarlo y celebrar, por anticipado, el retorno de un viejo club de fútbol a aquel lugar del que nunca debió salir: Magallanes vuelve a primera división.


Fue la primera vez de una larga vida en que viajamos, con una pareja de amigos, en su motorhome, atraídos por el fenómeno natural que sigue -a decir de los lugareños- como premio, a los desbordes que causan graves destrozos debido a las inundaciones provocadas por las intensas lluvias del invierno cordillerano.


Primero, dormimos en un protegido camping ubicado en medio de un Parque Nacional que bordea el Océano Pacífico, en las cercanías de Huasco: los Llanos del Challe. La noche fue tranquila, a pesar que fuimos vecinos de un amplio campamento de un colegio de quinceañeras que guardaron un sorprendente buen comportamiento.


La segunda noche nos esperaba en Bahía Inglesa. Luego del pertinente asado (la parrilla y sus aditamentos tiene privilegiado lugar en el motor... ) di unas vueltas por el enorme terreno arenoso, prácticamente desierto y comprobé la soledad de los amplios baños comunes. Parecía que el único estropicio serían un par de copas quebradas por una mala maniobra gimnástica. Los afanes de emular a Bolaño quedarían para el día siguiente.


A media mañana, comenzaron a aparecer algunas personas -pocas- vistiendo unas poleras de la selección Argentina... nada extraño, en vísperas de un caluroso mundial de fútbol. Al regreso del almuerzo, en uno de los competentes restaurantes de Bahía Inglesa, los "argentinos" ya eran multitud, y... no eran argentinos. Una playa "del chuncho" convenientemente ilustrada en una roca del vecino balneario, había despertado alarma futbolísticas: eran hinchas de Magallanes. 


No recuerdo haberlos visto en esa cantidad las veces que me tocó compartir alguno de los "programas dobles" en el estadio Nacional, donde la vieja academia solía animar un armonioso preliminar que antecedía un segundo partido menos musical y más gritón.


Ya en la piscina del camping se hicieron escuchar, también en la playa vecina, en los baños colectivos y donde quiera que alzara la vista. Eran muchos, muchas, jóvenes, viejos, entusiastas de mediana edad, que fue imperioso investigar.


Se trataba de que Magallanes, equipo de segunda división del futbol profesional chileno, estaba al borde de ascender a primera y esa noche esperaban celebrar tan magno acontecimiento que coronaría 36 años de ausencia, jugando en la vecina Copiapó.


La "barra oficial", banda incluida, había optado por viajar de noche, pasar el día en Bahía Inglesa, relajarse, beber algunas cervezas, darse un ruidoso chapuzón y luego una reparadora ducha para luego subir a los buses que los llevarían -si triunfaban, como estaban seguros- a acceder a la serie de honor. 


El regreso a Santiago, sería esa misma noche, saboreando, esperaban, el dulce sabor de la victoria. Contagioso entusiasmo. Varios celulares entonaron -youtube mediante- el "Manojito de claveles" mientras la fervorosa hinchada caminaba sin prisa, pero sin dudas, hacia los buses que se dirigirían al estadio de Copiapó.


Los despedí con su misma convicción, les deseé suerte y respondieron que, en el peor de los casos, celebrarían el siguiente partido, en su estadio de San Bernardo. 


Ni Bolaño habría imaginado que pasó lo peor, "fueron saqueados" y luego de ir venciendo dos por cero, terminaron empatados a dos y la angustia se prolongó otras dos fechas. Por cierto, esa noche, el asado se acompañó de la transmisión del encuentro en Copiapó y acompañamos más adelante, vía radial, a la vieja Academia hasta que finalmente pudieron celebrar junto a toda una comunidad futbolera que recibió la noticia con tanta alegría como esos sacrificados hinchas que viajaron dos noches seguidas.


El campeonato del equipo ostentador del lema que "en el mundo no hay pinceles para pintar sus colores" ha pegado fuerte, periodistas deportivos, escritores -como Ramón Diaz Etérovic y su policial personaje, Heredia- han manifestado su alegría sincera.


Ocurre que hacía tiempo que desde las canchas no venía una noticia de las buenas: partidos suspendidos por falta de estadios o por fuegos artificiales lanzados desde las tribunas; encuentros sin presencia de la barra visitante debido a su reiterado mal comportamiento, y una serie de desaciertos directivos que nos han llevado cerca de la crisis y lejos del próximo mundial.


Es que, quizás, Magallanes ha encarnado la esperanza de que, pese a todo pueden venir tiempos mejores. El adelanto para ello pareció provenir de un camping, de esos que Bolaño cuidaba con menos esmero que pasión por aprovechar la tranquilidad de la noche, para escribir. Bien hecho, Roberto.


En una de esas logras que Magallanes gane la Copa Chile.



20 julio 2022

UNA CINCUENTENARIA INDUSTRIA DE IMAGENES

Texto leído en la presentación de la la reedición de Colección Cuncuna, hecha por la Editorial de la USACH, en el Centro Cultural Palacio de La Moneda, en presencia del Presidente Gabriel Boric.

Pool fotográfico de Quimantú


Voy a comenzar por una afirmación fuerte: Quimantú fue una industria de imágenes. Sí, a pesar que su principal rubro fue la impresión de libros, es posible afirmar que fue una adelantada, para su tiempo, en el trabajo de la imagen. De hecho su recuerdo está principalmente asociado a ilustraciones: su logo; portadas señaladas; historietas; coloridos Cuncunas...


Me atrevería a sostener que la primera idea de su impulsor, el Presidente Salvador Allende fue una imagen mixta: una botella de medio litro de leche y un ejemplar de texto de estudios. Porque esa fue, según su biógrafo, el historiador español Mario Amorós la gran obsesión de Allende: alimento físico y espiritual para los chilenos. Incluso, agrego que mi experiencia personal con esta lectura es la de un niño desnutrido, con piernas flacas, barriga abultada y mocos colgando. Un mocoso.


Para enfrentar y superar esa realidad, la compra de Zig Zag vino “de perillas”, como suele decir Condorito (revista impresa en Zig Zag y luego Quimantú): 

- una imprenta enorme, con tecnología de vanguardia, a nivel latinoamericano, en la impresión a color -en prensas planas y sobretodo, rotativas- de úlima generación: offset y rotograbado

- un formidable equipo de historietistas -único en Chile-, capaz de producir grandes tiradas de lo que muchos hoy llaman con el anglicismo comic pero que los trabajadores Q llamaban simplemente “los patos”, aludiendo a la serie de revistas Disney que imprimían

- además de guionistas -en orden de aparición- trazadores, aplicadores de tinta china, letristas, aplicadores de colores (en varias camisas, de papel mantequilla, cada una con un color primario), supervisores y… sociólogos (que aparecieron con Q) la empresa contaba con

- obreros de las secciones de fototono, prensas planas y rotativas , corrección de pruebas, que eran verdaderos controles de calidad y sabían distinguir perfectamente una buena de una mala aplicación de colores y una buena de una deficiente impresión

- un departamento de publicidad que se encargaba de la elaboración de spot para televisión y avisos gráficos para difundir sus publicaciones en aquellas que le pertenecían

- expertos diagramadores y diseñadores de portadas (para los libros) que trabajaban intensamente pues había colecciones de aparición semanal, que circulaban en quioscos y por lo tanto, debían resaltar en medio de centenares de revistas y diarios que colgaban habitualmente, que se refrescaban cada día, tanto en su portada (caso de los diarios) como en su ubicación en el quiosco pues eran sacados al final de cada día y muchas veces modificada su ubicación durante la misma jornada, por los propios quiosqueros, según “el movimiento” que tenían

- varias decenas de fotógrafos, agrupados en un Pool, que reportaban a una jefatura única y entregaban su trabajo a un completo Archivo central, administrado por una completa sección de Documentación

- un conjunto amplio de ilustradores que colaboraban con los textos para los diversos niveles de escolaridad, que eran editados por Zigzag

- un jefe/maestro como Joaquín Gutiérrez, para mi fortuna, autor de un clásico de la literatura infantil costarricence: Cocorí que me acogió como aprendiz


En esa pléyade de profesionales que trabajaban habitualmente con las imágenes, se me encargó crear una colección de libros infantiles.


La sabiduría estaba al alcance de la mano, en los propios talleres y oficinas de Q. Solo debí agregarla -gracias a la generosidad de compañeros y compañeras- a la vasta experiencia lectora que, afortunadamente, me fue tempranamente estimulada por mi abuelo Arturo, mis padres, profesores y más de alguna academia literaria y revistas escolares.

Entonces, me dediqué a preguntar. Formato, tipos de papel, tamaño de letras, número de páginas para no perder papel en los cortes, cantidad y tipo de impresión a color… Incluso el logo y nombre de la hoy cincuentenaria Cuncuna, surgió de una conversación con el equipo de diseño de la División Editorial, por cierto mientras ellos dibujaban, casi distraídamente, y yo absorvía hasta sus miradas

Mi papel fue seleccionar -con la indispensable ayuda de ese gigantesco lector Alfonso Calderón- cuentos para proponer y, una vez aprobados, encontrar el ilustrador más indicado.


Así llegaron hasta mi oficina del tercer piso en Avenida Santa María -la oficina de Cuncunita- quienes hoy siguen deleitando a niños y adultos con sus pinceladas: NATO, que me embelesaba desde su travieso Cachupín en la última página de revista Estadio; Guidú y Jalid Daccaret que bajaban desde el séptimo piso donde vivía Cabrochico, y Tex que, después, desde su exilio me siguió acompañando en APSI.


Nada de esto estaría sucediendo hoy acá si no hubiese aparecido, un día, muchos años después, Galo (parece seudónimo de ilustrador francés) y en otra apasionada conversación surgió la idea de la reedición. 


Lo sorprendente es que esa nueva versión se presenta en la residencia de la Cineteca Nacional, el repositorio de nuestra imagen en movimiento.


Las imágenes siguen acompañando a Cuncuna y, termino, me han regalado otro texto, de cine reciente, que explica el fenómeno que presenciamos.


La maravillosa película mexicana COCO, a la que nos invitó mi nieto Rafael, deja la lección -cual Cuncuna- que la personas viven mientras los demás las recuerdan.


Muchas gracias, Galo, Catalina, Consuelo, Maria Isabel, Claudio, Guillermo, Nicolás a la Editorial de la Usach y a ustedes, por permitir que este trabajo siga existiendo.

05 julio 2022

CUNCUNA EN EL MOSTRADOR




"Fuimos pioneros en paridad de relevancia entre autores del texto y de ilustraciones, así como en la selección de autoras y autores, ilustradores e ilustradoras. Hace solo 50 años. Por ello la editorial de la USACH la califica hoy como “La revolución del libro infantil chileno”, así celebra la cuenta de tuiter @quimantúvive la publicación del 4 de julio de 2022 en El Mostrador titulada "Reeditan cuentos infantiles e ilustrados de Quimantú, la mítica editorial de la Unidad Popular".


En ella, dos especialistas en literatura infantil, autores del ensayo que acompaña a las reediciones ya mencionado, exponen: “Para el gobierno de Allende niños y niñas eran una de las máximas prioridades. Cuncuna es reflejo de eso. Escritores, editores, ilustradores y trabajadores estaban comprometidos para realizar los mejores libros posibles para aquellos que históricamente excluidos” señala Isabel Molina Valenzuela. 

 Por su parte, Claudio Aguilera dice: "Cuncuna es una colección pionera de lo que sucede a nivel editorial en la literatura infantil chilena. Fueron precursores de lo que hoy llamamos libro-álbum, en el cual interactúan texto e ilustración con la misma importancia en el rol de las ilustradoras”.

Muy recomendable la lectura del señalado artículo.

25 junio 2022

CARLOS IGNACIO JULLIAN Y SUS LIBROS




 

Fue de esas personas que deja huella. Daba la impresión que todo lo hacía bien, un destacado atleta y futbolista, a pesar de su esmirriado físico escolar. No extrañó cuando supimos que estudiaría arquitectura como tampoco que enfilaría sus pasos hacia Francia, donde un hermano, mayor, hacía su propia carrera. Lo que sí me extrañó fue cuando llegó a regalarme su primer libro. Carlos Ignacio es poeta.


Sospecho que a él también le extrañaba esta condición literaria pues usó seudónimo: Camilo Saint Claire, dejando a Carlos Ignacio como encargado de los "dessins" de "A-lizes et autres vents". Tuve el privilegio de recibir de sus manos el número 73 de la edición numerada, tuvo la generosidad de destacar que la impresión había sido gentileza de nuestros compañeros de estudios, Chicho Middleton y Ramiro Urenda. 

Más allá de la dedicatoria- exploratoria del libro de 2013, (la del segundo libro ya afirmaba "por que sé que tu te interesas por este tipo de cosas"), conversamos mucho de sus poemas que reflejan su condición bilingüe y su pasión por ilustrar.

"MI QUERIDA A.MIGA qu'est-ce que je peux te raconter?, publicado en septiembre de 2019, poco antes que todo se desbaratara por la pandemia, tiene a Carlos Ignacio solo como intermediario del encuentro de los dos autores, amigos comunes: el vulcanólogo chileno de origen haitiano, Camilo Saint Claire y la paisajista francesa Aleth de Crécy-Koch.

Postulo que sus libros son una manera de relacionarse, una forma de desarrollar la "amities" palabra presente en ambas dedicatorias. Una vez exhibido el libro, la conversación es su reflejo: palabras en castellano, otras en francés; ideas expresadas en esas palabras y otras en imágenes. 

Siempre con la confianza que volveríamos a vernos, como las amities. De pronto un correo, una invitación a una muestra en París, agregando la certeza que allí me esperaba.

Los libros me hacían tenerlo cerca, por su autor (enmascarado en seudónimos sugerentes) por su belleza física, su colorido. De aquellos libros pequeños, delgados, como él, que siempre sabemos dónde están. En aquella repisa de poesías y en el corazón.

Allí seguirán, Carlos Ignacio.

Au revoir.





16 junio 2022

EL SISTEMA DE PRENSA EN CHILE (1973-1984)


Corría 1985 cuando dos ONG's opositoras a la dictadura organizaron un Seminario para debatir temas de prensa y cultura: CENECA y CED. En esa ocasión, me encomendaron un estudio sobre la situación de la prensa durante los primeros años  del régimen militar. En él, a partir de la presencia de la prensa en la Constitución de 1925, aún vigente, se analizó cómo el sistema completa había sido desbaratado, tanto por la clausura de medios escritos y radiales como por la intervención de los medios televisivos, a través de los rectores delegados de las universidades, propietarias de los canales existentes. El texto completo fue digitalizado gracias al trabajo del profesor chileno Tomás Peters y puede encontrarse en el siguiente vínculo:

http://www.archivoceneca.cl/2018/08/08/el-sistema-de-prensa-en-chile-bajo-el-gobierno-militar/


El año siguiente, 1986, junto a la investigadora María Elena Hermosilla, el presidente del Colegio de Periodistas de Concepción, Mario Aravena y cuatro colegas de la ciudad, realizamos una investigación sobre la situación de la Prensa y la Radio en la región del Bío Bío. Gracias al mismo esfuerzo de Peters, ese estudio puede encontrarse en:

http://www.archivoceneca.cl/2018/08/08/prensa-radio-y-television-region-del-bio-bio/


Parece relevante destacarlos hoy, que entramos en una nueva fase constitucional como país y, por tanto, en una nueva etapa del sistema de prensa nacional.