15 diciembre 2008

¿ACERCAR LA CULTURA A LA PLATA O A LA GENTE?


Mientras el imperdible Treinta&3 horas Bar en la Plaza de Armas, presentado por el Banco Santander, ha recurrido al expediente del retiro de entradas con anticipación para ir creando audiencias fieles, en carta a La Tercera, la lectora Javiera Valjalo apunta a un fenómeno opuesto y preocupante que amenaza a nuestro desarrollo cultural.
En efecto, asumiendo en propiedad su papel de público fiel a la Feria Internacional de Artesanía, se queja del traslado de la misma desde su ubicación tradicional en el Parque Bustamante -metro en la puerta, vegetación en el entorno y generosas posibilidades de sombra y suministro de comida- a un espacio diferente, sin locomoción colectiva, árido, sin lugares de descanso ni alimentación en cercanía, aparentemente, no considerando a las audiencias que dieron durante muchos años prestigio y sustento a dicha Feria.
“Nuevamente, la cultura es reducida a un rincón inaccesible de la sociedad, a gusto de unos pocos”, reflexiona la lectora.
Palabras que alertan sobre una tendencia que ha tenido variadas pruebas de no ser exitosa. La segunda etapa de Cuerpos Pintados, la primera versión de la Feria de Arte al Límite y los agridulces recuerdos de los conciertos de Morricone son sólo algunos ejemplos de que la cultura debe estar asociada a espacios que tradicionalmente se han reconocido como tales, pero que sobre todo, son accesibles al gran público. Especialmente, cuando se trata de actividades que tienen una larga tradición.
Subyace a esta tendencia el concepto de que hay que llevar las actividades culturales allí dónde está la gente que dispone de riqueza, aplicando a fardo cerrado un criterio a la vez de comodidad y de priorización del dinero por sobre las variables fundamentales que debe perseguir un desarrollo cultural: formación de nuevas audiencias y consolidación de las existentes.
Con esto no afirmo que deban evitarse los espacios de relativa inaccesibilidad, pero deben desarrollarse a partir de planes de gestión adecuados a dichos lugares, del público que serán capaces de atraer y no a costa de comprar “porciones de mercado” de actividades ya consolidadas y con audiencias propias, trabajosamente formadas.
Esta situación se produce en las cercanías de un debate de cara a la renovación de las políticas culturales (las Definiciones actuales son 2005-2010) y de la discusión programática de las próximas elecciones presidenciales. Dado que los dos municipios involucrados en este ejemplo: el despojado y el despojador, tienen ediles recientemente reelectos que simpatizan con una misma candidatura presidencial, aparece como muy interesante conocer cómo se va a resolver esta divergencia.
Por el lado de la Política Cultural, la cuestión es clara: primero es la creación de infraestructuras y paralelamente con ello, se desarrolla un plan de gestión de la misma, el que de ningún modo puede ser a costa de otros espacios.
Si se pretende -como ocurre con otros sectores- poner la cultura allí dónde está el dinero, estaríamos ingresando en un terreno riesgosísimo de olvidar las políticas del Estado de Chile, aprobadas con el patrocinio de la ley que crea el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, para reemplazarlas por la lógica -contra intuitiva con nuestra historia, que señala que los grandes creadores han venido más bien de sectores desfavorecidos por el dinero- de poner este alimento para el espíritu cada vez más lejos de quienes mejor lo han aprovechado y más cerca de quienes tienen mayores posibilidades para trasladarse hacia los lugares tradicionales de acogida de actividades artísticas.
Si no, que lo digan la Movistar Arena, el Estadio Nacional o el Centro Cultural Estación Mapocho.

05 diciembre 2008

¿PRESTIGIO O FAMA?














El escritor Gonzalo Contreras, en una imagen afortunada, se refiere a algunos de sus colegas en La Tercera del 5 de diciembre, señalando que “no han sabido distinguir la fama del prestigio”. Como suele ocurrir, la sensibilidad de un artista ha detectado uno de las mayores encrucijadas del desarrollo cultural presente. ¿Hasta dónde la fama, las superventas, las asistencias masivas a recitales, constituyen prestigio para los creadores que las motivan? ¿Hasta dónde son sólo espuma u hojarasca que se desvanece con el tiempo?

¿Es Madonna famosa o prestigiosa? De lo primero no cabe duda y genera a su alrededor gigantescos negocios del que lucran decenas de empresas que nada tienen que ver con el arte o la cultura. De lo segundo, podría afirmarse que es más dudoso. Tal vez por eso provocó ese “casual” encuentro con Ingrid Betancourt, una mujer sin duda prestigiosa, en la Casa Rosada.
Es que los artistas requieren también de prestigio, requieren de trascendencia, en definitiva necesitan poder aspirar a ser clásicos.
El problema es cuando invierten las prioridades. Borges fue sin duda famoso, pero después, mucho después, de ser prestigioso. De ese modo, ser prestigioso es un rango que se adquiere con el tiempo, el esfuerzo y el talento. Para ser famoso basta con donar algunos millones de pesos a obras de caridad o ser exageradamente generoso (en público) con personal de servicio.
Por eso, cuando la puerta de ingreso a esa condición es tan accesible, se generan legítimas dudas sobre el prestigio que hay detrás de esa fama.
Es lo que ocurre con los escritores aludidos por Contreras. No alcanzaron a acumular suficiente prestigio antes de ser alcanzados por la “fama”. Pero no nos engañemos. Se trata, en este caso, de una fama de manual, creada intencionalmente por editoriales que siguen modelos de negocio internacionales que por décadas han profitado de los llamados best sellers, sólo que ahora el modelito se ha perfeccionado: directamente se reemplazó la calidad y diversidad de autores por el “mono cultivo”: un solo autor en el que se invierte toda la publicidad y se lo promociona como famoso, aunque no haya llegado a ser prestigioso. Lo que no significa que eventualmente podría llegar –con el tiempo y la garua- a serlo.
El problema para estos autores “mono cultivados” es que van a tener que conservar esa fama de manual a la vez que construir su prestigio. Es como jugar, al mismo tiempo, en la Copa Libertadores y el campeonato nacional de fútbol. Difícil pero asumible con un “buen plantel”.
Me dirán que los clubes europeos juegan sin problemas y habitualmente, dos exigentes partidos de diferentes Copas en la misma semana, siendo competitivos en ambos torneos.
Es verdad, lo mismo ocurre con creadores que son capaces de estar a la vez en dos grandes ligas, como la literatura y el cine, o la novela y el ensayo. Para dar sólo un ejemplo local (¿o internacional?): Antonio Skármeta se desplaza con placidez por guiones de óperas, letras de canciones, guiones de cine y novelas. Y se da el lujo de ganar premios de los que dan prestigio, y también de aquellos “de manual”.
Es de esperar que, así como acontece en otros cultivos, esta práctica mono cultivadora de las grandes editoriales internacionales pase pronto, y recuperen la diversidad de títulos y autores que afortunadamente sobreviven merced a editoras de alcance nacional que están, ellas sí, compitiendo en dos ligas: la del prestigio y la de la conservación de la diversidad. De no ser así, esos viejos sellos que compraron las empresas trasnacionales, precisamente por su prestigio, seguirán desvalorizándose en la bolsa que más debiera importarles: los lectores.
El riesgo de esta crisis es que se desvaloricen también los escritores asociados a tales empresas. Si así ocurriera será porque aquellos redactores hipotecaron el prestigio para adquirir fama. Y no habrían entendido nada de la atroz vida de un creador de prestigio, como José Donoso, de cuyos tormentos creativos y vitales nos hemos enterado recientemente. Y, la verdad sea dicha, Pepe Donoso no fue un gran vendedor de libros. Un ejecutivo de Planeta me confesó en una ocasión que lo mantenían porque prestigiaba su catálogo, no por sus ventas. ¿Duda hoy alguien de su prestigio y de su posterior fama?
Tal vez, ese mismo sello, hoy no lo publicaría.

04 diciembre 2008

"DEBEMOS CONSTRUIR CENTROS CULTURALES LLENOS"

Una interesante reflexión en torno a experiencias de gestión cultural, audiencias e infraestructura es la que propuso Oscar Vásquez a Arturo Navarro, Director Ejecutivo del Centro Cultural Estación Mapocho, en el programa “Acceso Liberado”, a través del 94.5 FM.

Algunos Temas de la Entrevista radial, que usted puede escuchar hacindo click en la foto superior derecha, destacados por la Agencia Litoral Press:

- Gestión e infraestructura cultural.
- Larga trayectoria en gestión cultural.
- Participación radial. Fue conductor del Diario de Cooperativa.
- Proyecto del Centro Cultural Gabriela Mistral. Esta es una demanda del mundo de la cultura que fue acogido por el gobierno de Michelle Bachelet.
- Centro Gabriela Mistral estará ubicado en el actual edificio Diego Portales, que fue afectado por un incendio. Menciones: Comisión Bicentenario, Ministerio de Defensa, Bienes Nacionales.
- Inicio del edificio Diego Portales.
- Edificio fue tomado por los militares. Ahí funcionaba el organismo de censura de esos años.
- Infraestructura y generación de audiencia.
- La infraestructura cultural debe darse con un plan de gestión que asegure audiencias: "Hay que construir centros culturales llenos".
- El caso de la Estación Mapocho.

FICHA:
Medio: Radio U de Santiago 94.5
Programa: Acceso Liberado
Fecha: 29/11/2008
Hora: 14:04:33 - 14:30:08
Duración 00:25:35

23 noviembre 2008

LO QUE “HAY QUE HACER”


Desde 1902, cuando Lenin planteó la pregunta que recorrió el orbe: “¿Qué hacer?” ésta se convirtió en una especie de leit motiv de quienes pretendían cambiar el mundo. Pensaba que esta interrogante había sucumbido junto al muro de Berlín, la Unión Soviética y otro íconos revolucionarios. Hoy en Chile, la “revolución” es un revoltijo de medios de comunicación concentrados en una sola mano. (¡Pobre Lenin!).

Sin embargo, al terminar el segundo de los exitosos conciertos de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción con que se celebró el Día de la Música 2008 en el Centro Cultural Estación Mapocho, este preguntita volvió a cobrar vigencia. Incluso invertida en afirmación categórica:

- Ésto es lo que hay que hacer.

Afirmaron casi con leninista convicción varios de los asistentes, incluidos periodistas y críticos. Debo confesar que no les di más relevancia que un buen cumplido al final de una emotiva jornada que había demostrado la potencia sinfónica de la música de Víctor Jara.

Hasta que, al día siguiente, la prensa informaba de otras celebraciones del mismo día de la música, contaminada por desmayos, botellazos disparados al escenario, insolaciones y otras incomodidades.

Entonces rebobiné y entendí el profundo significado de “lo que hay que hacer”. Es decir, presentar espectáculos –música en este caso- en lugares, horarios, temperatura y público adecuados. Así de simple, así de complejo. Los opinadores se referían a que el contenido era óptimo -la música de Jara- la presentación era inmejorable: la orquesta, solista y coro de la Universidad de Concepción; el público, el apropiado –invitado por entidades calificadas como el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, el Centro Cultural Estación Mapocho y la propia Universidad, a través de los medios de comunicación.

Es decir, se estaban refiriendo a que había tanto un trabajo de gestión como un trabajo de formación de audiencias.

En efecto, hace tres años que se viene presentando en un mismo lugar y en la misma fecha un mismo tipo de espectáculo de alto nivel: música orquestada de Violeta Parra, primero; Víctor Jara luego, y Luis Advis después. Por supuesto que el público responde cuando las condiciones son esas y la forma de acceso la misma: gratuita, retirando una Invitación con la debida antelación.

Se produce entonces el círculo virtuoso de las alianzas que operan y funcionan en cultura: los artistas ponen su talento; los gestores ponen sus conocimientos y capacidad organizativa, y el público actúa como audiencias ya constituidas.

Entonces nadie duda que, en 2009, la misma orquesta presentará a un músico diferente, convertido en sinfónico, en el mismo Centro Cultural Estación Mapocho y en condiciones de comodidad y temperatura adecuados para que –como ocurrió la noche del 22 de noviembre 2008- puedan asistir familias con decenas de niños que disfrutaron del espectáculo y escucharon el llamado de la Ministra de Cultura a acercarse al escenario para sentir la música “a su manera”.

Dificulto que quienes sufrieron insolación y desmayos en otro lugar, vuelvan a repetir la experiencia de asistir con sus familias a un concierto en un espacio no habitualmente dedicado a la música, en un horario absolutamente inadecuado para temporada de calor. Se desperdicia así el trabajo de decenas de buenos artistas.

Errores como esos acontecen cuando la mirada es única, desde el escenario, que se pregunta cómo incorporar la mayor cantidad de creadores, sin pensar en el público que es finalmente a quienes esos artistas se deben.

Es necesario pensar, desde un inicio, también en la platea. Ello implica forjar alianzas.

El acontecimiento que nos ocupa puede ser analizado casi pedagógicamente como una aplicación de la política cultural que desde 2005 rige en nuestro país: se asocian una magnifica orquesta -que tiene un atractivo y novedoso programa a largo plazo- con un espacio cultural poseedor de audiencias formadas y cautivas, con municipios que trasladan a sus vecinos, en el marco de una celebración que encabeza, como es natural, la máxima organización cultural del país, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

El resultado está a la vista. Es una pena que Artes y Letras se haya anticipado tanto –el domingo 23 de noviembre- a esbozar un balance de la cultura en 2008. De seguro, varios de sus críticos habrían señalado la noche del 21 y 22 de noviembre entre los puntos altos del año, cuando Luis Advis y Víctor Jara demostraron la magnitud e inmortalidad de su obra musical ante un público feliz, gestores satisfechos y autoridades locales, regionales y nacionales que durmieron con el agrado del deber cumplido.

Sin aspavientos, el maridaje de gestión, infraestructura y audiencias, sigue consolidando un modelo de desarrollo cultural que ha llegado para quedarse.

En él hay espacio para todos.

09 noviembre 2008

AMPUERO Y LA FERIA DEL LIBRO
















A mi coterráneo y amigo Roberto Ampuero le consta que habitualmente escojo sostener correspondencia con Cayetano Brulé, su simpático personaje, en lugar de hacerlo con su creador, él mismo. Hasta ahora no sabía porqué, dado que ambos –creador y criatura- son igualmente cumplidos y gentiles al responder la correspondencia. Pero, una columna firmada por Ampuero en La Tercera del 9 de noviembre 2008, referida a la locación de la Feria Internacional del Libro en el Centro Cultural Estación Mapocho me ha iluminado: Brulé, como investigador que es, piensa antes de emitir juicios.


Roberto señala que dicha actividad cultural debe cambiar de espacio para desarrollarse, poniéndole incluso plazo.

Desconoce al autor que –como habría sin duda detectado Brulé- la cultura es cuestión de hábitos y éstos se forman en espacios determinados que reiteradamente acogen una misma manifestación en tiempos debidamente escalonados y anunciados.

Es decir, que sus libros, se leen, entre otras cosas porque aparecen regularmente, en un formato libro, se venden en las mismas librerías, se firman en las mismas ferias y tienen un mismo autor. El hecho que “por unos dólares más” varíe el sello editorial no es relevante para el público.

Distinto sería si sus historias hubiesen aparecido primero como comic, luego en discos, más tarde en cuadros, después en libros, finalmente en DVD…

Algo similar ocurre con la formación de audiencias y los lugares que las acogen. Brulé habría detectado los esfuerzos que ha tenido que hacer la Cámara del Libro por conseguir audiencias fieles que acudan año a año al Centro Cultural Estación Mapocho.

Sin duda hay muchos elementos que mejorar, como acontece habitualmente, pero lo esencial permanece: el recinto, la fecha del año, los contenidos principales de la muestra. Es decir, querido Roberto, algo así como “continuidad y cambio a la vez”. Eso es lo que hace finalmente a un pueblo más feliz y culto, que es el propósito final de las políticas culturales.

De modo que recibamos y estudiemos el comentario de Ampuero, está en lo suyo, pero dejemos que quienes saben de formar audiencias, organizar ferias, producir actividades culturales mantengan la gestión sobre sus criaturas.

La opinión de Ampuero me recuerda a Borges, el sabio y ciego autor argentino cuando recibió al tenista Guillermo Vilas, eufórico, esgrimiendo su reciente libro de poemas: ¿Qué le parece Borges? preguntó.
- Imagíneme a mí, jugando tenis, respondió Borges.

Ojalá Roberto siga escribiendo por muchos años.

08 noviembre 2008

"CONCURSAR ES UNA FIESTA"















"Concursar es una fiesta", la frase no pertenece a Don Francisco ni es un argumento para convencer a cierto ex Presidente de que participe de las primarias de la Concertación. Pertenece al arquitecto Miguel Lawner, "veterano" de la UNCTAD III y de Isla Dawson. La pronunció con ocasión de la presentación de un libro de la Dirección de Arquitectura del MOP sobre cuatro proyectos emblemáticos que fueron concursados y se desarrollan con todo éxito: la Plaza Sotomayor de Valparaíso; el edificio de correos en calle Balmaceda a un costado del Centro Cultural Estación Mapocho; el Museo de la Memoria en la cultural calle Matucana, y el Centro Cultural Gabriela Mistral, los tres últimos en Santiago.


Y la frase no es menor en un contexto en el que otros proyectos NO concursados se caen como ese montón de piedras con que termina Pedro Páramo. A pesar de que fueron encargados "a dedo" a starquitects como Borja Huidobro u Oscar Niemeyer. Mientras las gran mayoría de los arquitectos celebran festivamente el ser convocados a un concurso con sus pares y aceptan las reglas del juego, es decir, que pueden ganar o no ganar, existen otros que parecen celebrar el ser designados sin considerar la existencia de sus colegas, porque tal vez no los miran como pares.

El resultado final es que a pesar de todo, la misma Dirección de Arquitectura termina llamando a concursos luego de haber perdido precioso tiempo, por ejemplo, en el ex Pencopolitano y la ex Cárcel de Valparaíso.

Lawner recordó que la práctica de concursar es antigua pero se interrumpió hace treinta años, es decir que parece haber terminado con el golpe militar y recuperado recién en los concursos que motivaron la edición del libro mencionado. Es verdad en el caso del centro Cultural Palacio de La Moneda, sometido a urgencias posteriormente costosas, pero no ocurrió así con el Centro Cultural Estación Mapocho, que fue debidamente concursado a inicios de 1990.

Como mencionó Lawner, tambien fueron concursados la Sydney Opera House y el Arco del Bicentenario de la revolución francesa en París. Tambien, agrego, el Guggenheim de Bilbao. Es decir, la mayoría de experiencias en este sentido es abrumadora.

Tal como lo es en los proyectos de creación que tambien desde 1990 son concursados en el FONDART, y luego en el Consejo del Libro, el Consejo de la Música y del Audiovisual. Lo mismo ocurre con los Fondos del CNTV, de la CORFO y de las Escuelas Artísticas. Podríamos decir que una parte muy significativa de los aportes públicos a la cultura y el arte son por la vía de los concursos, tanto a niveles central como regionales y municipales. No es ajeno a ésto el que dichos fondos del CNCA sean considerados con razón como los más transparentes de la administración pública por evaluadores independientes contratados por el Ministerios de Hacienda y la Ministra del ramo, Paulina Urrutia, aparezca como la mejor evaluada en reciente encuesta Adimark (ver este mismo blog).

Tal vez se deba a que los creadores, gestores y patrimonialistas que postulan sean más sensibles a este indudable espíritu festivo que los arquitectos ven en los concursos. Mucho más positivo que las críticas puntuales y pacatas que, por suerte cada vez en menos proporción, disparan contra no más del 1% de los proyectos aprobados por el Fondart.

Con razón muchos piensan que no basta con crear más dias festivos en Chile, tal vez bastaría con saber disfrutar mejor de las fiestas... y de los concursos.

05 noviembre 2008

ASÍ SE TEMPLÓ EL ACERO





















Con cincuenta años de vida, los Artistas del Acero de Concepción, Chile, son un ejemplo de gestión cultural y ahora de infraestructura. El 5 de noviembre inauguraron su centro cultural con una muestra maciza de lo que debe ser una entidad de esta naturaleza.

Ante los asombrados ojos de los ejecutivos máximos de CAP y Huachipato, la empresa que ha permitido el milagro y el ejemplo, el gestor cultural Arnoldo Weber dirigió una representación que incluyó danza, canto, música, teatro, integrados en una maravillosa sinfonía de sorpresas y calidad.

En la audiencia, aspecto que como buen gestor, Weber no ignoró, estaban los más relevantes creadores y gestores de la ciudad junto a sus pares de Santiago, además de autoridades regionales, dirigentes sindicales y jefes de Huachipato.

Todo ello para dar la partida a la más formidable muestra de infraestructura cultural que entrega una empresa al país: aquella que surge de décadas de trabajo de expresión y formación de artistas.

El acontecimiento fue acompañado de la entrega de premios de un atractivo concurso de esculturas de tamaño mediano, que encabezaron artistas de Santiago, Los Ángeles y La Serena que dieron muestra de que el acero también esconde arte y expresión profunda. Adicionalmente, se inauguró un equilibrado mural con un verdadero collage de aceros magistralmente manipulados por artistas de la organización (ver foto de EL SUR).

Este nuevo espacio no hace más que reafirmar que al menos la primera década del siglo XXI será, sin duda, la más provechosa de la historia de Chile en materia de infraestructura cultural.

ENCUENTRO BINACIONAL DE FORMADORES EN VILLA OCAMPO

















El Encuentro Binacional Argentina-Chile de Formadores Universitarios en Gestión Cultural celebrado en Villa Ocampo tuvo una gran importancia porque permitió constatar pese a orígenes distintos; lenguajes y carencias comunes en el complicado campo de la formación cultural universitaria. En este aspecto es oportuno saludar la iniciativa de la UNESCO que ha apoyado sin dilaciones esta reunión.

Como se indicara el cónclave se caracterizó porque hubo acuerdos desde sistemas culturales distintos e institucionalidades democráticas diferentes.
Se cree necesario una institucionalización para que las universidades, facultades, fundaciones sin dejar de lado el rigor y la pasión por este trabajo pilares excluyentes de una acción ponderable, adopten la decisión estratégica de articular esfuerzos académicos hacia un mismo núcleo de objetivos, porque el paradigma de los desarrollos únicos es insuficiente.
CAMPOS DE DIAGNOSTICO
Se ha enfatizado sobre la escasez de materiales de estudio, la baja circulación de documentos valiosos y la carencia de bibliotecas especializadas en las universidades.
Asimismo se debe propiciar un trabajo serio para elevar los índices de titulación, motivado por el escaso reconocimiento como requisito de ingreso y promoción en los organismos propios de la actividad.
Tampoco colabora la falta de legitimación política del sector y de sus profesionales.
Se han considerado en un clima de diálogo e intercambio una acción hacia la construcción de consensos para la evolución favorable de la capacitación de la gestión cultural desde campos de diagnóstico, la regularidad en los desarrollos académicos, surgimiento de nuevos formatos, la permanente atención a las demandas de la sociedad principalmente con la explosión del universo digital y la especificidad de administración de algunas propuestas chilenas para lograr un sistema rentable.
Cuando se formule la oferta académica, hay que considerar que más allá de los abordajes urbanos debe recordarse que un total de 1.776 municipios (82,4%) de la República Argentina tienen menos de 10.000 habitantes.
DESARROLLOS
Hay una creciente importancia y un panorama alentador de los nuevos esquemas de formación y especialización en formato virtual que generan un nuevo modelo de trabajo por su potencialidad para convocar cantidades considerables de participantes y docentes.
Se ha señalado como ejemplo la Carrera de Turismo y Cultura de la Universidad de Valparaíso donde los recursos aportados por los alumnos el 30% va a Rectoría y el 70% queda en la Carrera para su gestión, remuneraciones, inversión, etc.
HACIA UN MODELO LATINOAMERICANO
Frente a las dificultades regionales de coyuntura y a la ecuación de posibilidades económicas insuficientes que reclaman en líneas generales, mecanismos de cooperación, sin dejar de destacar el tradicional aporte efectuado por muchos expertos extranjeros. Debe prestarse especial atención al concurso de especialistas regionales, para la conformación de un modelo de gestión cultural latinoamericano
También es conveniente auspiciar la creación de un corredor de fortalecimiento profesional para el desarrollo de propuestas culturales conjuntas, la organización de una colección binacional de libros de gestión cultural, la constitución de un grupo germinal a nivel regional y latinoamericano, la realización de similares encuentros binacionales argentino-chilenos.
PRESENTE Y FUTURO
La aparición de nuevas tecnologías con novedosas herramientas, han transformado en nuestras sociedades el sujeto pasivo en productores activos de sus propios mensajes que están modificando sensiblemente el sistema de gestión cultural. En este mismo sentido se debe estar muy atento a los new media, fundamentalmente la animación digital y lo que se considera hoy la más poderosa industria actual de entretenimiento: los videojuegos. Estos avances son utilizados principalmente por los jóvenes, por lo cual sería recomendable una interacción fructífera entre las últimas tecnologías. los gestores culturales y este sector etario.

Por último es indispensable proponer una oferta académica para una sociedad que por los permanentes cambios, está formalizando la emergencia de una respuesta colectiva rápida a fenómenos que adquieren una forma provisional y desafían criterios establecidos.

El futuro ya está con nosotros y allí debe provocarse la incorporación de nuevos comportamientos, sobretodo de la juventud que, actualmente, por ejemplo, con el uso de los celulares genera el multitasking, esto es prácticas vertiginosas para realizar una multiplicidad de cosas al mismo tiempo.

Los participantes del Encuentro Binacional fueron recibidos por el señor Nicolás Helft, Director de Villa Ocampo, UNESCO.
Participantes: Arturo Navarro ( Profesor de Políticas Culturales del Magíster en Gestión Cultural de la Universidad de Chile), Ernesto Gomez (Director de la Carrera de Turismo y Cultura de la Universidad de Valparaíso), Francisco Torres ( Profesor del Magíster en Gestión Cultural de la Universidad de Chile), Rubens Bayardo (Universidad de San Martín), Jorge Bozzano (CICOP Internacional), Mónica D´Amato (Universidad John Kennedy), María del Carmen Magaz (Universidad del Salvador), María Pía Moreira ( Fundación Ortega y Gasset), Gerardo Neugovsen (TIKAL) , Héctor Schargorodsky ( Facultad Ciencias Económicas de Buenos Aires)
Invitados: María Victoria Alcaraz ( Centro Cultural San Martín), Laila Brandi y Judith Boidman (Laision Consulting) Relatores: Pablo Montiel y Bruno Maccari.
Coordinador General: Jorge O. Cremonte (FLACSO)
Buenos Aires, 24 setiembre 2008

18 octubre 2008

CULMINÓ EL SEPTIMO ENCUENTRO DE LA RED DE CENTROS CULTURALES DE AMÉRICA Y EUROPA: MARACAIBO 2008

La reunión de Centros acordó convocar a una Cumbre de Redes Culturales en 2010, con el objeto de coordinar acciones con redes como IFACCA, Iberformat, Red Cultural del Mercosur y otras.

La actividad anual más relevante de la Red de Centros Culturales de América y Europa culminó con éxito. El tema central fue LA CIUDAD y "el papel que cumplimos los Centros Culturales en la construcción de ciudadania, patrimonio, ambiente, es decir, analizar y mostrar la trascendencia asi como el impacto cultural educativo que tiene nuestros espacios" según explica Régulo Pachano, director del Centro anfitrión.

Además se aceptó por unanimidad, como miembro pleno al Centro de Gestión del Patrimonio Turístico y Cultural de la Universidad de Valparaíso.

La conclusiones fueron firmadas el viernes 17 de octubre en el Centro Cultural Lía Bermúdez de Maracaibo. Entre ellas, se acordó respecto de los Próximos Encuentros:

1- Se confirmó, por votación del plenario de los miembros, a Fundación Casa de América de Génova, Italia, como sede del VIII Encuentro de la Red de Centros Culturales de América y Europa en el año 2009. Por votación del plenario de los miembros se aceptó como tema central para en VIII Encuentro ‘’Migración y Cultura en América y Europa’’. Por votación del plenario de los miembros se proponen los siguientes ejes temáticos:
- Integración
- Diversidad
- Cooperación
- Interculturalidad
- Multiculturalidad
- Diálogo de Cultura
La Secretaría Ejecutiva redactará un escrito explicativo sobre el tema y los ejes elegidos, para ser distribuido entre los miembros de la Red de Centros Culturales de América y Europa.

2- Se confirmó, por votación del plenario de los miembros, al Centro Cultural de la Universidad Católica de Ecuador como sede del IX Encuentro de la Red de Centros Culturales en el año 2010. La propuesta fue presentada bajo comunicación de la Universidad Católica de Ecuador recibida por el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez.

3- La Secretaría Ejecutiva, el Centro Cultural Lía Bermúdez y el Centro Cultural propuesto como sede para el 2010 celebrarán una reunión previa al encuentro de Génova, al efecto dar cumplimiento de los estatutos, y proceder con las cuestiones organizativas del próximo encuentro.

4- Se aprobó por el plenario de los miembros realizar un Encuentro de ‘’Red de Redes’’ en el año 2010. Se propuso como institución organizadora el Centro Cultural General San Martín, de Buenos Aires, representado por si Directora la Prof. Maria Victoria Alcaraz.
En consecuencia, la siguiente cita sera en septiembre de 2009 en Genova, Italia y el 2010 fue aprobado Quito, Ecuador, como sede del noveno encuentro de la Red.

05 octubre 2008

EL DÍA EN QUE NACIÓ NUESTRO MODELO DE DESARROLLO CULTURAL

El 5 de octubre de 1988 es el momento del nacimiento del concepto de gestión cultural en Chile. No se trataba de cambiar un gobierno por otro, ni un régimen militar por otro civil. Se trataba de construir una institucionalidad para la cultura a partir, entre otras, de la fuerza demostrada en la campaña del No.

"Una situación que agobiaba al arte y la cultura, como la descrita, no podía prolongarse. Con el plebiscito del 5 de octubre de 1988 se consagró el inicio del retorno de la democracia. El general Pinochet llamó a votar sí o no por la continuidad de su régimen. La campaña del No, desarrollada fundamentalmente en la franja electoral de la televisión contó con la entusiasta participación del mundo de la cultura, con el lema La alegría ya viene. Fue la resurrección de una creatividad que estaba apagada y la celebración del triunfo, un momento que muchos recordaremos como de los más impactantes de nuestra vida.

Después de una noche muy tensa en la que se pensaba que Pinochet iba a desconocer los resultados, los llamados del Comando del No fueron a postergar las celebraciones. Estaba esa noche en el diario La Época, donde había trabajado todo el día en la cobertura de las votaciones. Era uno de pocos del periódico con experiencia en día de elecciones pues en el equipo primaban jóvenes egresados de la primera generación de periodistas de la Universidad de Chile, posterior al golpe. Recuerdo haber explicado a mis colegas la diferencia entre votos emitidos y los válidamente emitidos, distinción clave para la presentación de los resultados. Tal conocimiento me valió quedar a cargo de escribir, en la portada del 6 de octubre, el resultado de la votación. Mientras en la oficina del Director, Emilio Filippi, se descorchaba champagne, en el computador de su secretaria, escribí el porcentaje de votos del No, con ese agradable sonido como fondo.

El jueves 6 de octubre fue carnaval. Corrió solo y llegó segundo tituló un diario. Lo derrotamos con un lápiz coreó otro titular. Bajar desde el sector alto de la ciudad al centro era prácticamente imposible. La gente detenía sus vehículos, se bajaba de los buses y se abrazaba. Vi decenas de rondas espontáneas en plena calle de miles de chilenas y chilenos que bailaban y se tomaban las manos sin siquiera conocerse. Algo había cambiado y se estaba expresando a plena luz del día. Muchos años de silencio comenzaban a quedar atrás.

Si algo se movió por lograr la victoria plebiscitaria fue el mundo de la cultura, en una inédita unanimidad y contagió al resto de la sociedad con su optimismo. Es imposible precisar la cantidad de creadores y artistas que se sumaron a esta campaña. Es más sencillo determinar cuántos integrantes del mundo de la cultura se restaron: casi ninguno. Los escritores crearon un libro en el que un centenar de ellos exponía sus motivos de la negativa, ilustrado por artistas plásticos. Se desconoce antología alguna que reuniera a tal cantidad de plumas diciendo más o menos lo mismo, pero allí lo relevante no era cuantos escritores estaban pues sus nombres llenaban la portada; no qué decían, sino como lo hacían, entregando argumentos para que la población accediera a ellos, y votara No, abrumada por tal efluvio de ideas tanto disparatadas como razonables.

La fortaleza del compromiso del mundo de la cultura llevó a que sus integrantes, hasta entonces marginados de la vida social y creativa del país, ingresaran de manera natural y desde su especificidad a una campaña por la vida, entendiendo que la vida para un artista es bastante más compleja que la mera supervivencia o la clásica trilogía del pan, techo y abrigo. Incluso la sorprendente creatividad de la campaña fue objeto de un seminario de estudio y una publicación posterior.

El mundo de los creadores tomó conciencia además de la relativa autonomía del mundo cultural, ganada a fuerza de luchar contra la oscuridad con armas poco clásicas en la política nacional como un spot, un cuadro o un libro. La cultura había descubierto su capacidad de convocatoria, pero no sólo desde un escenario sino desde una opción vital, demostrando que un discurso por los derechos humanos, por recuperar la alegría, por la calidad de vida... llega mejor cuando es expresado por los artistas, por sus propios autores que encarnan un deseo social y popular.

La participación del mundo de la cultura en la campaña del No estaba muy lejos de ser un artilugio para trabajos posteriores. De hecho, no existían en el aparato público posiciones atractivas para un artista o un intelectual. No había Ministerio de la Cultura ni se sospechaba la perspectiva de un Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Sólo existía en el aparato público un Departamento de Extensión Cultural del Ministerio de Educación que administraba un ballet folklórico, un grupo teatral itinerante y una orquesta que solían introducir actos oficiales. No era precisamente un botín apetecible. Había que hacerlo todo.

Por eso sitúo en ese momento el nacimiento del concepto de gestión cultural en Chile. No se trataba de cambiar un gobierno por otro, ni un régimen militar por otro civil. Se trataba de construir una institucionalidad para la cultura a partir, entre otras, de la fuerza demostrada en la campaña del No.

Históricamente, los dirigentes políticos tenían una cierta relación con los artistas. Los primeros llamaban a los segundos a apoyar sus mítines con arte: cantar, bailar, recitar, actuar, hacer de locutores y hasta vestir las camisas con colores que caracterizaban a un determinado partido. Como contraprestación, los artistas así convocados, además de la satisfacción ideológica, podían recibir contratos de actuación, de edición, de trabajo burocrático aliviado y, los más afortunados, misiones en el exterior.

Esta relación se cortó con la dictadura, reemplazándose muchas veces por las becas Pinochet de exilio voluntario por persecución desatada o por expulsiones del país. Los casos de intelectuales y artistas beneficiados por la dictadura son escasos y, en ocasiones, deshonrosos.

La posibilidad de una victoria del candidato presidencial de la Concertación de Partidos por la Democracia, en las elecciones de 1989, planteó en el mundo de la cultura la pregunta de qué hacer, se entendía que no se deseaba continuar con la ausencia de política cultural de la dictadura, pero tampoco querían regresar a la dependencia exclusiva del gobierno.

Comenzó entre grupos de la cultura la inquietud de formular algunas ideas programáticas que orientaran el quehacer del desarrollo cultural del próximo gobierno democrático.

Dos negativas eran claras: a la prescindencia gubernamental absoluta en el desarrollo cultural, dejándolo sólo a merced del mercado y también al gobierno interviniendo y escogiendo a los artistas que beneficiaría. En palabras técnicas, el modelo de un estado que planifica, ejecuta, produce y financia acciones y actividades artísticas y culturales no era deseable. Porque comenzaba a fallar en otras partes del mundo y porque en el propio Chile se había prestado para algunas arbitrariedades, igualmente inaceptables para un espíritu creador y libertario. Además, por otra razón aún más poderosa: en Chile, las tareas del desarrollo cultural con financiamiento público, habían terminado en un desastre, cuando el gobierno encabezado por Pinochet no estuvo por estimular el desarrollo cultural, éste sencillamente se detuvo. Y llegó el apagón. Este era el principal No. No más apagón. Por tanto, una sociedad en la que si bien el estado tiene un rol que jugar en el desarrollo cultural, no es actor único y debe compartir ese rol con la sociedad civil".

Cita del Capítulo 3 LA CULTURA BAJO DICTADURA, páginas 66 a 69, del libro "CULTURA ¿quién paga? Gestión, Infraestructura y Audiencias en el modelo chileno de desarrollo cultural" Arturo Navarro, RIL editores. Santiago, Noviembre 2006.

04 octubre 2008

PROPIEDAD INTELECTUAL Y PATRIMONIO CULTURAL

Conferencia en el SEMINARIO INTERNACIONAL DE PROPIEDAD INTELECTUAL 2008 organizado por la PDI. 3 de octubre 2008.

Agradecimiento y confesión. En primer lugar, debo agradecer la Invitación de la Policía de Investigaciones de Chile a este Seminario y confesar que mi presencia aquí se debe fundamentalmente a la sorpresa grata que me provocó, hace dos meses, la aparición pública de la Brigada de Propiedad Intelectual de Investigaciones.


Me sorprendió que su Jefe reconozca en Artes y Letras del 3 de agosto que, hasta su creación, sólo se castigaba “la flagrancia” ya que “por tiempo y capacidad operativa” no se abarcaba el círculo completo de la piratería.
Qué ingenuos los legisladores que creyeron que endureciendo las penas a los piratas en la Ley del Libro se acabaría con el mal. Hay que crear leyes, pero también ocuparse de su “gestión”, dar recursos para que se cumplan.
Tanto, que me inspiró un sentido texto que publiqué entonces en este mismo blog: Libros, piratas y policías: http://arturo-navarro.blogspot.com/search?q=piratas+polic%C3%ADas

En segundo lugar, debo reconocer que el tema en el que se me solicitó participar, me pareció irresistible. Me llevó mentalmente y sin transición a la Universidad de Harvard, específicamente a la Widener Library (en la foto), dónde hace un par de años disfruté de una beca para escribir un libro, tiempo durante el cuál pude reflexionar sobre éste y otros temas, pero sobretodo, sobre la relevancia que tiene el conocimiento para el desarrollo de la humanidad y lo distantes que estamos nosotros ya no de un país, sino simplemente de una de las universidades destacadas de un país, en el terreno del conocimiento y la necesidad de preservarlo, protegerlo y estimularlo.




Desde los inicios de la humanidad, Bibliotecas y laboratorios son la única forma de generar conocimiento.
Y el conocimiento es botín de guerra…
Los países estimulan la investigación en centros universitarios y de otro tipo para ganar la carrera del conocimiento. Muchas veces no lo liberan hasta que ya se ha desarrollado un nivel superior (Internet fue primero de uso militar).
Los ejércitos victoriosos suelen llevarse cautivos los conocimientos de los derrotados. Lo hicieron los Estados Unidos con científicos alemanes que contribuyeron a la Bomba Atómica.
Lo hicimos los chilenos con la Biblioteca, laboratorios y otras especies científicas luego de la ocupación de Lima durante la guerra del Pacífico.


Pero, aún así, el desarrollo del conocimiento es DESIGUAL. Y se generan BRECHAS entre países desarrollados y países más pequeños que son muy difíciles de salvar.
De modo que los países más pequeños deben luchar no sólo con la ausencia de Investigación académica, la ausencia de profesionales capacitados sino también hacer esfuerzos para no profundizar tales BRECHAS del conocimiento. O, al menos reducirlas o intentar mantener su dimensión.

Por tanto, es necesario PROTEGER el conocimiento generado.
Sin embargo, existe un conocimiento que no se deriva SÓLO de la investigación o las lecturas y estudios, sino también de otros aspectos más misteriosos como el talento de los creadores, la generosidad de la naturaleza o las culturas ancestrales.

Ello explica, por ejemplo, los dos chilenos Premios Nobel de Literatura, las Torres del Paine o la riqueza de la cosmogonía mapuche.

Mistral y Neruda usaron bibliotecas; los naturalistas que descubrieron la Torres se documentaron para estudiar su fauna, flora y clima, los antropólogos compararon la mapuche con otras cosmogonías para analizarla.

Este conocimiento, que no está sujeto a la BRECHA derivada de la investigación científica, constituye un patrimonio del país y genera una IDENTIDAD. La que, paradojalmente, está basada en la diversidad.

Lo que nos une es la IDENTIDAD.
La identidad de un país es todo aquello que lo hace diferente a los otros. Lo que inequívocamente nos hace distinguirnos de otros como chilenos y no suizos ni nepaleses.
Es decir, si queremos tener una “imagen país” primero hay que tener país.

Lo que nos distingue es la DIVERSIDAD.
La diversidad es un elemento presente en todos los países en el mundo global.
Chile es multicultural. Ya no hay casi sectores mono culturales en el mundo, homogéneas. Todos somos al menos hijos de dos culturas. Los hispanos en EE.UU., los turcos en Alemania, los marroquíes en España… Los hijos de la TV e Internet en Chile.

Con mayor razón entonces debemos proteger este conocimiento identitario y diverso.
Julio Cortázar lo graficó maravillosamente en un comic en el que un héroe como Fantomas debía luchar contra un maligno que pretendía quemar todas las bibliotecas del mundo, así podría dominarlo, porque perdería sus raíces y se desintegraría.
Porque además, este conocimiento identitario es valioso y en ocasiones IRRECUPERABLE.

También suele ser ENDÉMICO, es decir, permanente y exclusivo de un sector o una cultura. Que no se da en otras circunstancias, al igual que ciertas especies vegetales, como la Palma chilena.


¿CÓMO PROTEGER ESTE PATRIMONIO?
Los países para ello se dan leyes, en nuestro caso:
Las Definiciones de Política Cultural 2005-2010
El Proyecto de Ley que crea el Instituto del Patrimonio
La Ley de Fomento del Libro y la Lectura (1993), que pecó de una gran INGENUIDAD. Estableciendo penas para los “piratas” del libro pero sin establecer un organismo policial que las investigara y persiguiera. Olvidó que el hombre es un “animal económico” que justificaría la piratería por el menor precio. No hemos sido capaces –gestores culturales y policías- de instalar en el imaginario colectivo la condición delictual que implican la piratería editorial, fonográfica y audiovisual.


Se requiere entonces, para protegerlo, una doble acción:
1. Comunicacional : Muchas veces se trata de una acción contra intuitiva: convencer de algo que lógicamente no calza como comprar más caro; pagar por algo que ha sido gratis.
Es más fácil prohibir en la Biblia comer cerdo que explicar que la triquinosis puede matar.

2. Policial: Investigar el verdadero origen de la piratería y llegar al capitalista y al cerebro de la operación más allá del vendedor que es el último eslabón de la cadena y que muchas veces es protegido por los propios consumidores que lo ven como un asalariado que les permite escuchar música barata.


La complejidad de Internet.
El mundo virtual ha generado una nueva complejidad a la defensa de la propiedad intelectual. Hoy toda la información está prácticamente disponible y mucha gente aspira a que sus contenidos sean leídos. Se ha producido una REVOLUCIÓN del conocimiento y el problema es más bien ordenar, seleccionar, priorizar, sistematizar la información para poder utilizarla: “separar la paja del trigo”.
La sensación es que en una buena biblioteca (real o virtual) puedo escribir casi cualquier libro de casi cualquier tema.
Entonces se hace complejo también delimitar lo que es Propiedad Intelectual y lo que es Patrimonio.
Se produce el fenómeno de creación de un valor de conocimiento agregado, que tiene que ver con la capacidad de ver lo que otros no captan y de agregarle CREATIVIDAD: VAC (valor agregado de creatividad).


Los creadores y el VAC.
En este terreno, los artistas, los creadores (hombres de ocio), tienen ventajas comparativas respecto de los hombres de neg-ocio (el trabajo es la negación del ocio).
Tienen desventajas en cuánto suelen no ser capaces de valorizar su aporte al neg-ocio y por tanto ser minusvalorados por el hombre de negocios.
Por ello, surge la figura profesional intermedia del GESTOR CULTURAL, un hombre de acción que actúa como hombre de creación y viceversa.
Cada vez los artistas son más demandados por los empresarios (diseños de vasos de COPEC hechos por Mario Toral, por ejemplo). Necesitan de su creatividad porque ya todo se puede producir y a bajos costos (los productos son semi desechables). Lo que no se puede producir en serie en la creatividad también llamada innovación.

Defender la propiedad intelectual.
Por ello se hace indispensable defender esa capacidad intelectual de creación, no sólo para dar sustento a quienes trabajan en ello, sino para evitar copias, robos de ideas, plagios, suplantaciones, etc.
Incluso eso puede, en algunos casos, ir más allá de la voluntad de dejar su “propiedad libre” de algunos creadores. Es la sociedad la que debe velar porque estos procesos estén regulados.
En este plano propiedad intelectual y patrimonio se identifican. Ambos deben ser protegidos por el Estado


Cinco cosas que el estado debe hacer para proteger el patrimonio.
El fallecido profesor Mark J.Schuster (Preserving the built heritage. University press of New England. Hanover and London. 1997) plantea que hay cinco y sólo cinco cosas que el gobierno puede hacer –cinco diferentes herramientas que pueden usar- para implementar sus políticas de diseño urbano, incluyendo sus políticas de preservación del patrimonio inmobiliario. La intervención del gobierno en la preservación y uso sustentable del patrimonio continúa siendo una actividad necesaria en un mundo dependiente del mercado para la iniciativa y la inversión.


Reflexión final sobre las comunicaciones.
Cuando se descubre un acto de piratería, los medios suelen mostrar el decomiso, la destrucción de las especies, los volúmenes incautados.
No se informa sobre el daño individual que cada pieza pirata puede provocar: libros que se desarman al abrirlos, letra ilegible, textos incompletos, papel de baja calidad, CDs que dañan equipos reproductores, información equivocada en las carátulas. Tampoco del daño económico que causa al autor o editor que deja de percibir sus derechos.

Cuando se trata de robo de obras de arte, se suele mostrar sólo a sus “cuidadores” (particulares o responsables de museos) quienes por cierto amplifican o exageran el daño de cara a los seguros, reclamos al Estado, etc. Además, para demostrar que lo que ellos cuidan es de gran valor (y que son mal pagados, disponen de poco presupuesto)
Éstos, además prefieren acusar a “mafias internacionales” o “robos por encargo” para justificar más fácilmente negligencias de seguridad o descuidos funcionarios. Es más glamoroso que reconocer que quién robó fue un simple estudiante o un ladrón cualquiera.
Es necesario INVESTIGAR periodísticamente y no quedarse con las primeras versiones de los directamente afectados.

01 octubre 2008

VALPARAÍSO COMO ESCENARIO ¿LAS PERSONAS COMO PROTAGONISTAS?


Foto: Año Nuevo 2008.Catalina Navarro.

Si los porteños destacan en tan diversas áreas y lugares variados del mundo ¿Porqué la ciudad no logra reencontrar ese destino sostenible que la caracterizó durante siglos?

Imagino para Valparaíso la creación de una autoridad derivada de una organización fundada por representantes del estado, las empresas, las universidades y la sociedad civil, bajo la forma de una corporación cultural sin fines de lucro.


El arquitecto Alejandro Aravena y el urbanista Pablo Allard recordaban, en sendos artículo de prensa recientes, una pregunta que, como toda cuestión bien formulada en el momento y lugar adecuados, les cambió la carrera a ellos, a varios profesionales más e influye en la vida de millones de beneficiarios de políticas públicas en vivienda: “Si la arquitectura chilena es tan buena. ¿Porqué la vivienda social es tan mala?”


Ilustraban así el premio León de Plata que recibió el “do thank” Elemental, en la Bienal de Venecia caracterizándolo como resultado de la conjunción única entre Estado, empresa, universidad y sociedad civil. Detallándolo como “una política habitacional que ha sabido corregir los errores del pasado manteniendo la cobertura, la disponibilidad de fondos para la investigación y la innovación; la confianza de empresas privadas que entienden la responsabilidad social empresarial como un compromiso país y no como marketing, y el fortalecimiento de la sociedad civil de la mano de las ONG y voluntarios que por años han organizado la demanda…”


Podríamos parodiarlos inquiriéndonos algo así como “Si los porteños destacan en tan diversas áreas y lugares variados del mundo ¿Porqué la ciudad no logra reencontrar ese destino sostenible que la caracterizó durante siglos? ¿Porqué teniendo la voluntad más que demostrada del estado (expresada en Parlamentos, consejos de la cultura, carnavales, patrimonios de la humanidad…), la presencia de empresas exitosas, universidades en cantidad y una sociedad civil de las más activas de Chile, estos 4 elementos no logran ensamblar, con viento a favor, hacia una misma dirección?


En otras palabras, con Vargas Llosa, ¿cuándo se jodió el Perú, Zabalita? ¿Cuándo nos pusimos llorones? Lo digo porque en un reciente encuentro de formadores universitarios en gestión cultural en el que esta Universidad brilló con luces propias y Ernesto Gómez maravilló a los colegas argentinos con la única Escuela de pre grado de ambos países, un experimentado gestor argentino recordó a un maestro que antes de comenzar reuniones con gente del arte y la cultura preguntaba. “¿vinieron llorados?”. Es decir ¿han venido sólo a quejarse o a actuar en positivo? Debo confesar que de haber formulado la pregunta a muchos círculos porteños en que he participado en las últimas décadas, habríamos ahorrado lágrimas, malos ratos y ganado mucho tiempo.


De pronto me vino la idea de que los llantos son fruto de un largo fenómeno de decadencia o más bien de desgaste, de darnos cuenta que fuimos despojados de los medios que nos unían al resto del mundo desde dónde provenían los antepasados, la mayoría de ellos, herederos de naufragios, que llegaban con lo puesto y en ocasiones, como un antepasado griego de un gran amigo, aferrado a una cortaplumas afortunadamente clavada a un tronco flotante.


Efectivamente, ésta es una ciudad de origen y ritmo de barcos y ferrocarriles, esos eran sus conexiones con el mundo. ¿Han visto algo más grotesco que un colorido bus de turismo maniobrando en las cercanías del Palacio Baburizza o intentando acceder al Museo Lord Cochrane? ¿Imaginan en el más enfebrecido de los sueños a un avión aterrizando en las pocas calles del Plan de Valparaíso?


Valparaíso es tierra de navíos y trenes, compatible por cierto con ascensores y troles pero discordante con aeroplanos y buses (basta recordar la efímera vida de los microbuses japoneses mitsubishi, de los sesentas, jadeantes y fallantes ante primer metro de cerro con discreta empinación).


Y esta metáfora no es menor, porque desde las ventanas del tren o las escotillas del barco se aprecian los detalles, la velocidad no bloquea el paisaje, sino que lo destaca. Y nuestros cerros son hermosos por el punto, no necesariamente por el plano general. Cada color, cada escalera, cada curva… forman parte de un todo armonioso que sólo es brutalmente atropellado por las magnitudes colosales de un edificio del Congreso o un proyecto de Niemeyer. Hagan la prueba a que nos sometió Mathias Klotz hace unas semanas en el Museo Nacional de Bellas Artes e imaginen el panorama del anfiteatro porteño con y sin Congreso, con y sin Niemeyer…


Creo que nos desgastaron, por roce, los amantes de la velocidad, del supermercado en lugar del almacén de barrio, los enemigos del trole y amantes de los bocinazos, los derribadores de colegios centenarios para construir adefesios, los electronificadores de bolsas de comercio, los compradores de pan plastificado en lugar de humeantes batidos…


Y no supimos dar la pelea. Muchos nos fuimos. Mientras más lejos, con mayor cargo de conciencia. Mientras más viejos, apurando más a los hijos para que retornen. Y ahora estamos alertas, esperando no la carroza como el filme, sino el milagro de que volvamos a ser sustentables, que alguna marejada silenciosa o un tren improbable nos vuelva a depositar en estas costas a un Federico Santa María, una Sara Caces de Brown, un Pascual Baburizza, un Lautaro Rosas, un Gómez Carreño, un nuevo Urenda o un Vuskovic 2.0 y en el mejor de los casos, una congregación de misioneros que enloquezcan por educar a nuestros hijos (…ojalá cerquita del sporting).

Pero los desembarcos milagrosos existen sólo en las páginas de Carlos León, Roberto Ampuero, Juan Luis Martínez o las películas de Aldo Francia. Lo demás debemos hacerlo nosotros… Como siempre, como lo hicieron nuestros antepasados y además, hacerlo sostenible, como las casas de la punta más alta de nuestros cerros. Y con responsabilidad social como se utiliza el lenguaje ahora…


Pablo Allard, en La Tercera, nos señalaba que la responsabilidad social debe ser “un compromiso país” y no uno más de los “siete jinetes del marketing”, como muchos empresarios lo entienden y que en ese caso no pasa más allá de ser una moda.


Desde este punto de vista, las motivaciones de las empresas grandes van variando conforme a las necesidades del mercado. Por tanto, es complejo pensar en una responsabilidad social permanente y “gratuita”.


Consecuentemente, propongo que más que esperar el “desembarco” del milagro desde las empresas y el mercado, tan ennegrecido en estos días, sustentemos la sostenibilidad desde las personas que ha sido el bien más preciado de esta ciudad.


Y el trabajo con las personas tiene, según mi experiencia, mucho que ver con el trabajo de las audiencias y por tanto de la gestión cultural.


Enfrentar la gestión cultural en Valparaíso implica una paradoja. Geográficamente es una gran platea, pero la ciudad es más bien usada como escenario de una infinidad de manifestaciones que no involucran a sus habitantes.

En gestión cultural se debe considerar no sólo aquellas actividades que acontecen en el escenario, sino también a las audiencias. De otro modo, tenemos sólo eventos y no los hábitos de consumo que sustentan el desarrollo cultural.

Para complicar la situación, Valparaíso es históricamente tierra de emprendimientos, de una enorme diversidad de agrupaciones y personas que asumen iniciativas artísticas e intentan llevarlas a cabo, normalmente, sin considerar si tendrán o no audiencias debidamente preparadas para recibirlos. Terreno fértil para la frustración.

En este contexto se suceden avances y retrocesos.

En la infraestructura emblemática de la ciudad: nacen y mueren proyectos de recuperación de la ex Cárcel, culminando (¿por cuanto tiempo?) con una propuesta arquitectónica que podría llegar a ser el símbolo de ocupación del escenario sin sospechar los intereses de la platea; sucesivamente se demuele, se interrumpe la pérdida, se abandona, se compra y se vende el Edificio Luis Cousiño para intentar atraer a él una instancia formadora de agentes culturales y, ojalá, de públicos; el Palacio Baburizza parece encontrar el inevitable camino largo de catastrar sus bienes y convertirse de residencia en museo; el Teatro Municipal se equipa, se sanea y se compra para la ciudad, requisitos básicos para iniciar proyectos de creación de audiencias en paralelo con la formulación de su línea curatorial; la Biblioteca Severín no logra reverdecer laureles de anteriores administraciones; el ex Café Vienés se inspira, afortunadamente, en su concurrida ubicación para incursionar en una oferta cultural variada que debería encontrar, en diálogo con sus visitantes regulares, una línea editorial, así como debiera tenerla pronto el centro de extensión del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes ubicado en el recuperado ex Correo.


Futuros grandes eventos ofrecen oportunidades para la ciudad, buscando acompañar al Carnaval, que hace mucho rato debió ser ciudadano -enraizado y gestionado en la cultura local- y al notable festival de cine patrimonial que coquetea con Viña del Mar descuidando la perseverancia espacial que deben tener estas manifestaciones para educar a sus audiencias. El Forum de las Culturas parece ser una ocasión para decir “Paso”, mientras el Congreso de la Lengua, oportunidad para lo contrario: estrenar en Valparaíso un nuevo modo de hacer gestión cultural de una ciudad que se convierte de escenario en platea para sus habitantes.


Es que cuando se tiene un espacio patrimonial así de potente, se requiere un criterio único, consuetudinario y explícito de ocupación del mismo. Ocurre así en La Habana donde el Historiador de la ciudad tiene que ver con todo lo que ocurre con la misma en términos de restauración y de la incidencia que las diferentes actividades pueden tener en su condición de ciudad cultural y patrimonial o en Cartagena de Indias dónde una Corporación privada sin fines de lucro se ha hecho cargo del patrimonio de la ciudad vieja.


No se puede ser escenario de cualquier cosa y alguna autoridad debe poder decirlo. Para decirlo debe tener un acabado conocimiento de sus audiencias, las cotidianas y las flotantes, y debe tener planes de creación y formación de ellas. De este modo, una autoridad cultural de la ciudad –que en el caso de Valparaíso debiera contar con sostén municipal, regional y nacional- podrá emprender planes de largo aliento, no sujetos a los vaivenes electorales ni a ideas que, por respetables que sean, no resisten el análisis de un plan de gestión.


Es que en gestión de un patrimonio cultural, no suele existir el proyecto genial, se requiere más bien un “cliente” genial que lo encomienda, con claridad y conocimiento de su espacio y sus audiencias, a los profesionales más idóneos.


Es lo ocurrido con el Guggenheim en Bilbao dónde una ciudad y una autonomía salieron en conjunto a buscar un socio cultural para revivir la ciudad o con la Ópera House en Sydney, dónde un país, una región y una ciudad eligieron un proyecto que las colocara en el mapa turístico universal. Valparaíso podría adquirir esa categoría.


Pero necesita una gestión en serio. Y una responsabilidad social permanente. Junto a la voluntad de la autoridad por que esto sea una política estable y no un albur de las últimas elecciones. Siempre basado en la fuerza de la sociedad civil.


Imagino por tanto, la creación de una autoridad derivada de una organización fundada por representantes del estado, las empresas, las universidades y la sociedad civil, bajo la forma de una corporación cultural sin fines de lucro cuyo directorio no varíe al mismo tiempo que las autoridades políticas, que se asegure ingresos por fondos locales, regionales y nacionales, éstos últimos transferidos por ley, que tenga por misión asegurar que la ciudad será gobernada culturalmente a partir de las personas, que son quienes constituyen el punto fino del panorama porteño.


Así como el ingeniero Mario Waisbluth ha logrado remecer al país con una iniciativa surgida de la sociedad civil, orientada a mejorar la educación de aquí al 2020, muy bien acompañado por los jóvenes estudiantes de ingeniería industrial de muchas universidades, ¿porqué no podremos formular algo así como el www.valparaiso2020.cl que postule que a dicho año (u otro menos cacofónico) no habrá porteño con una buena iniciativa inscrita en determinados parámetros que fijarán sus ciudadanos organizados en esta corporación, que no puede llevarla a cabo con el aporte público, privado, universitario y de la sociedad civil.


Para terminar, una propuesta que recoja el venerable peso de la culpa del porteño alejado sin “dar la pelea” y convierta aquello en acción positiva para la ciudad: en Japón, algunas universidades tienen personas expertas en llamar al Ministerio de Relaciones Exteriores con el exclusivo afán de conocer la destinación y el nombre de los Embajadores prontos a jubilar. La idea es ofrecerles excelentes cátedras para enseñar relaciones internacionales sobre aquellos países en los que han servido. No se pierde la experiencia y se gana un profesor de lujo, ansioso de no pasar al retiro triste, magistralmente narrado por Kawabata.


¿Porqué no salir al mundo a buscar porteños a punto de retirarse de sus trabajos e invitarlos a emprender, con la disposición de su experiencia y la fuerza de su cariño, el más lindo de los trabajos para un profesional madurado en las sombras de la lejanía: servir a Valparaíso?


Hay al menos un centenar de Embajadores de Valparaíso en Chile, designados formalmente en julio del 2005, que esperan con ardiente paciencia alejarse de su actual trabajo para comenzar a ejercer sus nobles y protocolares funciones por la ciudad que representan.

30 septiembre 2008

EL ENCUENTRO DE VILLA OCAMPO





Con grandes resultados y profundos lazos entre los directivos de entidades universitarias de formación en gestión cultural de ambos países, culminó el Encuentro del 24 de septiembre en Villa Ocampo, un entorno privilegiado y acogedor brindado por este inmueble administrado por UNESCO. La delegación chilena, integrada por los docentes Francisco Torres del Magíster y Diploma virtual de la U de Chile, Ernesto Gómez de la U. de Valparaíso y Arturo Navarro, presentó un completo panorama y perspectivas de la formación universitaria en nuetro país junto con los alcances del desarroollo de la profesión de gestor cultural en Chile.

Se publicarán próximamente las conclusiones que está redactando el profesor Jorge Cremonte.

El texto de la ponencia de Arturo Navarro es el siguiente:


EL ESTADO DE LA PROFESIÓN DEL GESTOR CULTURAL EN CHILE

“Hacer y pensar: he ahí dos verbos que acabo de emplear. Si, hacer y pensar, porque es algo falaz, o cuando menos relativa, esa distinción entre hombres de pensamiento y hombres de acción.
El filósofo Jorge Millas tenía razón cuando afirmaba que los hombres de pensamiento deben pensar como hombres de acción y que los hombres de acción deben comportarse como hombres de pensamiento.
Quizás si los administradores culturales constituyan uno de los mejores ejemplos de que esa síntesis propuesta por Millas entre pensamiento y acción es realmente posible”. Agustín Squella.


Algunos hitos históricos en el desarrollo de la gestión cultural en Chile.
En 1991 se crea la CORPORACIÓN CULTURAL DE LA ESTACIÓN MAPOCHO, primera entidad privada sin fines de lucro, con la misión de administrar y conservar un espacio patrimonial de propiedad pública, difundir la cultura y autofinanciarse.

En 1995, se crea el primer POST TÍTULO EN GESTIÓN CULTURAL en la Escuela de Postgrado de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.

El de 5 abril de 2000, a un mes de iniciar su mandato, el Presidente Ricardo Lagos crea una COMISIÓN PRESIDENCIAL DE INFRAESTRUCTURA CULTURAL con presencia de cinco ministerios y una Secretaría ejecutiva integrada por 6 profesionales de la gestión cultural, con la instrucción de incorporar Planes de Gestión como condición previa a la asignación de fondos públicos: "No pondremos un peso allí donde no exista un plan de gestión", fue el marco explícito que delimitó el Presidente, generando de inmediato una línea de trabajo inédita en el aparato público: la creación de planes de asesoría en gestión cultural al servicio de los proyectos de infraestructura. Con esto se fomentaría la creación de otras corporaciones que gestionarán nuevos espacios culturales y proyectos como el centro cultural Matucana 100; la aldea intercultural Trawü Peyum; el centro cultural Balmaceda 1215; y el programa de orquestas infantiles y juveniles.

En 2001, se funda la primera asociación gremial de administradores y gestores culturales de alcance nacional, AD CULTURA.

En 2002 se crea la carrera de pre grado Gestión Turística y Cultural en la Universidad de Valparaíso.

En julio 2003, el Parlamento aprueba la ley que crea el CONSEJO NACIONAL DE LA CULTURA Y LAS ARTES. La legislación señala que “La Dirección Superior del Consejo corresponderá a un Directorio integrado por: El Presidente del Consejo, quién tendrá el rango de Ministro de Estado y será el jefe superior del servicio; El Ministro de Educación; El Ministro de Relaciones Exteriores; Tres personalidades de la cultura que tengan una reconocida vinculación y una destacada trayectoria en distintas actividades, tales como creación artística, patrimonio, industrias culturales y gestión cultural. Estas personalidades deberán ser representativas de tales actividades, aunque no tendrán el carácter de representantes de las mismas. Serán designadas por el Presidente de la República a propuesta de las organizaciones culturales del país, que posean personalidad jurídica vigente de conformidad a la ley; Dos personalidades de la cultura que reúnan las mismas condiciones, las que serán designadas a través de similar procedimiento y con acuerdo del Senado; Dos académicos del área de la creación artística, del patrimonio o de la gestión cultural, designados uno por el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas y otro por los Rectores de las universidades privadas autónomas”

Los recursos públicos destinados a apoyar la gestión cultural son variados. Se ha creado en FONDART la Línea de becas y pasantías, que considera explícitamente proyectos de formación para gestores culturales tanto en Chile como en el extranjero. En su inicio, entre 2004 y 2005 se asignaron 18 becas de estudio, la mayoría en Chile y 9 pasantías, seis de ellas en el extranjero, y tres en el país.

La labor de la Comisión Presidencial de Infraestructura Cultural fue asumida por la Línea de infraestructura de FONDART y posteriormente, en 2006, por el Programa de Centros Culturales en ciudades de más 50 mil habitantes del CNCA, conservándose sus mismos criterios de exigencia de Planes de gestión en la asignación de recursos. Adicionalmente, a cada proyecto aprobado se le asigna una pareja de profesionales, un arquitecto y un gestor cultural, para desarrollar el respectivo Plan de Gestión.

En 2007 se anunció, como culminación y cabeza de la red completada con dicho programa, la construcción del Centro Cultural Gabriela Mistral, un proyecto que se construye sobre TRES GRANDES PILARES, considerablemente asentados: la Política Cultural; un Proyecto de Arquitectura, ganador de un exigente Concurso y –por primera vez- un Estudio de las audiencias potenciales del futuro espacio cultural, realizado por un completo equipo profesional. El resultado de todo ello serán Salas especialmente dotadas para la Danza; la Música de Cámara y el Teatro; salas de Ensayo y grabación para esas mismas disciplinas y algunas otras; un centro de archivo y documentación de las artes escénicas y un Gran Teatro de capacidad cercana a las 2 mil personas, con estándares internacionales como no existe en el país.
Respecto de su futura gestión, se anuncia que será: “sin fines de lucro, que implica una corporación de tales características que tenga un Directorio y una administración que se esmere en obtener un importante porcentaje de sustentabilidad. Reconociendo que se ubica en un sector de la ciudad en el que coexisten los principales edificios culturales del país, no debiera ser su misión competir con ellos sino complementarse y colaborar, a través de un trabajo rico en redes y alianzas”.

Se considera, además, que un 2% de los recursos del Fondo de Desarrollo Regional (FNDR) debieran asignarse, a contar de 2006, a proyectos culturales.

Se han creado fondos públicos de apoyo al emprendimiento en industrias culturales como el cine y en restauración patrimonial como por ejemplo para el área de Valparaíso declarada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO.

El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes tiene un Programa de asesoría a gestión cultural municipal, que considera un Manual de mejores prácticas; Diagnósticos y estudios, y una Red de información para encargados de cultura locales. Además, publicó una Guía de financiamiento cultural y un Manual de gestión de proyectos culturales.

Se han incrementado los montos de los fondos concursables: Fondart, Fondo del Libro y la Lectura, de la Música y del Audiovisual, llegando a duplicarse en el período 2000-2006.

Los recursos privados generalmente son allegados por la vía Ley de Donaciones Culturales, que considera como donantes a empresas y personas naturales y como principales donatarios a corporaciones y fundaciones culturales de derecho privado sin fines de lucro. Considera un 50% de exención tributaria para los donantes y se asume la condición de las corporaciones como administradoras de los proyectos, a cambio de un overhead que ayuda a su financiamiento.

Gestores en el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
La designación de alrededor de 200 personas que integran los diferentes estamentos participativos del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes fue hecha inicialmente en 2003/2004 en base a las propuestas de 517 organizaciones culturales catastradas a nivel nacional. Dos gestores culturales formaron parte del primer Directorio Nacional de once miembros , designados por el Presidente de la República, por cuatro años, reelegibles, a propuesta de organizaciones culturales nacionales. Ocho de los 13 primeros Directores regionales de cultura fueron gestores culturales. El Comité Consultivo nacional tiene, por Ley, un representante de las corporaciones y fundaciones culturales. Normalmente, hay presencia de gestores culturales en los 13 consejos regionales, sean directivos o consultivos.

El Documento “Chile quiere más cultura” Definiciones de Política Cultural 2005-2010 fue elaborado en dos convenciones nacionales del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en agosto 2004 y agosto 2005, con participación de los consejos directivos, consultivos y sectoriales.

La principal fortaleza que ha desarrollado la gestión cultural en Chile en los años recientes, es su profesionalización. Se ha posicionado el tema de la gestión cultural en todos los niveles del país con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la instalación de su sede en Valparaíso y la formación de Consejos Regionales a nivel de todo el país.

Se ha fortalecido la gestión cultural pública en el área del patrimonio, especialmente el Proyecto Biblioredes apoyado por la Fundación Bill&Melinda Gates. Actualmente se discute en el Poder Legislativo la creación de un Instituto del Patrimonio.

La Red de Centros Culturales de América y Europa, creada en 1992 en Madrid, ha permitido la realización en Chile de instancias de intercambio y cooperación como el 4° Encuentro de la Red; el Encuentro de Gestores bolivianos y chilenos; el Encuentro de Directores Culturales de Bancos Centrales de América Latina y el Encuentro de Gestores peruanos y chilenos.

Un importante retroceso en el financiamiento del sector privado Se produjo debido a la modificación de la Ley de Donaciones Culturales, en 2003, que dañó la confianza de las empresas.

Una debilidad en el desarrollo de la gestión cultural en Chile es la falta de un mayor (re)conocimiento en los medios de comunicación y, por tanto, en la opinión pública. No tenemos “capacidad de escándalo” como los representantes de la farándula. Otra, es la falta de un mayor desarrollo y protagonismo de la gestión cultural de y en las regiones.

Faltan también mayores avances a nivel local o municipal. Existe descoordinación en la formación universitaria de gestores culturales. Es necesaria una mayor intervención de la sociedad civil en el desarrollo cultural, especialmente para dar contenido a las instancias de participación creadas por la Ley del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Desde esta perspectiva, está pendiente introducir el factor audiencias culturales – y por tanto, la gestión- en la evaluación de los proyectos artísticos presentados a los fondos concursables. Tarea que ha asumido la Ministra Paulina Urrutia desde su nombramiento, en marzo 2006.
La Presidenta del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en su primera entrevista, se refirió al desarrollo de audiencias: “hemos apoyado la producción de obra, pero ahora tenemos que hacer la conexión con las audiencias. Lo que significa fidelización de audiencias de espacios específicos, pero también programas de formación de juicio crítico de los espectadores. Dentro de los desafíos que tenemos claros, están la formación de audiencias y el desarrollo de una crítica especializada que nos permita dar códigos de lectura a la gente… hasta hoy, la única manera en que se ha pensado la integridad en el desarrollo cultural se traduce en que el artista que quiere hacer algo, lo haga. Pero es necesario invertir en que la gente pueda leer y comprender lo que hacemos. Hasta aquí no tenemos asignación de fondos en programas de ese tipo y tenerlo significa confianza e inversión en un plan de desarrollo que recaiga en la ciudadanía y que convierta lo que se ha generado artísticamente en vida cultural. Eso requiere un camino político que hace falta recorrer”.


Principales ámbitos de desarrollo de la gestión cultural en Chile y de trabajo para los gestores

Según un estudio de Girarte, publicado en noviembre de 2007,”Solo 44% de los gestores culturales tiene formación profesional. El 27% de esos profesionales se han formado en instituciones nacionales. Es la primera vez que esta diferencia se refleja en una investigación de la profesionalización de la gestión cultural. Si bien se considera una profesión elitista los ingresos no indican esa categoría. Autodidactas, cursos, talleres y la experiencia laboral hace que esta profesión sea aún en gran parte, considerada un sector informal. En este panorama generalizado, se muestra esta profesión, que nació en los años 80´ como especialidad”.
La encuesta arrojó además que el 41% proviene de profesiones como la docencia, periodismo, licenciaturas en arte, historia o estética, actor/actriz, diseñadores, artistas visuales, sociólogos y administradores de empresas. Siendo las leyes y la ingeniería comercial las profesiones base con menor alcance. Sin embargo, estas dos últimas son profesiones a los que si compete la gestión cultural, considerando que se manejan altos presupuestos, se debe conocer el manejo del mercado así como los modelos jurídicos y marco legal en que se sitúa la profesión.

En relación al ámbito de trabajo, la encuesta arrojó que el 27% de los gestores culturales se desempeña como productor cultural, 17% como administrador cultural, 15% es docente en materia cultural y 14% en cargos ejecutivos en distintos organismos. En relación a las áreas culturales, la encuesta arrojó que el 23% trabaja en el ámbito de las artes visuales, otro 23% en el las artes interpretativas o escénicas y un 16% en el ámbito patrimonial. Dentro de la gestión cultural el área audiovisual, literario y turismo cultural tienen la minoría, sumando en conjunto el 29%, cuyas áreas en esta profesión son aún incipientes.

El 37% trabaja en instituciones u organismos de carácter privado, público o asociativo, el 25% trabaja bajo su propia empresa o consultoría y solo el 26% se considera free lancer.

Frente a la pregunta ¿en qué cree usted que está el problema o tope en el desarrollo de un proyecto cultural? Se menciona la poca capacidad de gestión, de negociación y de articulación público-privada, así como la falta de conciencia en el país sobre la importancia de la creación y producción cultural para el desarrollo social y económico (Capital humano). Sin embargo, el financiamiento es el factor de mayor tensión o tope (42%). En relación a la modalidad de financiamiento de proyectos culturales, el 35% menciona el auspicio como herramienta, el 27% dice ser autofinanciados, el 16% menciona el Fondart como herramienta de financiamiento. Por último solo el 7% menciona la opción de financiamiento internacional.

Bajo este mismo tema, la situación operacional es un factor determinante, donde el 55% reconoce que nunca ha usado la Ley de Donaciones Culturales y el 35% dice haberla utilizado alguna vez. Los encuestados mencionan la necesidad de “mejorar esta legislación de manera que para las empresas resulte realmente atractivo auspiciar proyectos culturales. En la relación -Empresa -Auspicio y Gestión Cultural- proponen crear un marco legal y un modus operandi que permita una llegada mas fácil y productiva para la gestión cultural”.

Si bien se la considera una profesión elitista los ingresos no indican esa categoría: el 24% entre declara recibir honorarios entre 400 y 800 dólares, solo el 11% recibe entre 2 y 3 mil dólares y sólo el 3% supera los tres mil dólares en honorarios. En este tema se abstuvo un 32%. Bajo este panorama en relación a la remuneración como Gestor Cultural se observa que muchos de estos profesionales comparten la profesión con otra actividad (el 29%) apareciendo las siguientes áreas como las más mencionadas: la docencia, desarrollo de una actividad artística, entre otros y solo el 48% de los encuestados la gestión cultural es su principal fuente de ingreso. Estos antecedentes indican una gran necesidad que existe de regular el valor de mercado de un gestor.

En relación a la territorialidad, los profesionales de regiones, muestran una menor satisfacción de la profesión y proponen una mirada respecto al aislamiento en regiones, así mismo indican la existencia de un gran centralismo en todo orden de cosas en el campo cultural. De los que participaron de la encuesta, solo 25% era de regiones (en su mayoría las regiones de centro sur: Valparaíso a Bío Bío).

Más allá de este revelador Estudio de Girarte, las principales fuentes de ocupación de los gestores están en:
• Corporaciones y fundaciones sin fines de lucro
• Gobierno a niveles central y regional
• Municipios y sus corporaciones
• Industrias culturales
• Asesorías en planes de gestión de espacios culturales
• Creación, formación y desarrollo de audiencias
• Investigación y estudios de consumo e intereses culturales
• Asesoría en formulación de políticas culturales
• Empresas y fundaciones privadas
• Formación universitaria y no reglada (pasantías)
• Recaudación de fondos (fund raising)
• Turismo cultural y patrimonial
• Elaboración y desarrollo de proyectos
• Galerías de arte
• Producción cultural


Formación no reglada en gestión cultural
La capacitación de gestores culturales a nivel presencial y a distancia se ha multiplicado con iniciativas como la asesoría en planes de gestión, los seminarios realizados por la Comisión Presidencial de Infraestructura Cultural y el CNCA, las pasantías de gestores culturales, especialmente de regiones, en centros culturales de alcance nacional.

Algunos desafíos pendientes son la inserción de la gestión cultural en la educación, como parte de los planes de estudio a nivel escolar; el perfeccionamiento de la formación universitaria de calidad a niveles de Magíster; la formación internacional a distancia; la creación de redes de cooperación e intercambio a niveles nacional e internacional; la formación de observatorios del público; la creación de observatorios de políticas culturales; la generación de una bibliografía de estudios históricos y prospectivos sobre la cultura en Chile y desarrollar una normativa de acreditación de la formación en gestión cultural.


Hacia una política de formación de gestores.
Parto del supuesto que gestión aplicada y formación en gestión son parte de un mismo proceso. La gestión requiere de formación, la formación surge de la práctica en gestión y la práctica en gestión está orientada por las políticas culturales. De la calidad de la formación dependerán la calidad de la gestión y viceversa. De ambas dependerá la aplicación y renovación de las políticas culturales.

La formación debe aspirar a satisfacer los diferentes tipos de necesidades de la gestión cultural, por tanto, deben existir diversos tipos de entes formadores. Los específicos como las universidades públicas y privadas, y las universidades regionales, nacionales y extranjeras, todas con el apoyo de la línea de becas de FONDART y otras.

Debe existir también formación permanente en los centros culturales nacionales y extranjeros, a través de las redes nacionales y extranjeras y sus seminarios, encuentros y proyectos cooperativos.

Sugiero entonces propender a una formación con posibilidades de intercambio y cooperación internacional permanentes. Tal trabajo formativo debe considerar las experiencias internacionales, especialmente la de los países vecinos; la menor unidad territorial nacional que son los municipios, y la máxima diversidad étnica -debe ser multicultural- etárea y social.

En síntesis, el desarrollo de la gestión cultural en Chile, que tiene sustantivos antecedentes en la década de los 90, ha alcanzado inéditos avances durante sus primeros años de profesionalización, especialmente en la institucionalidad del estado y ha tenido avances en la sociedad civil.

Para continuar desarrollándose, requiere de una mayor relación con los gobiernos locales; una política de formación de audiencias; una mejor formación profesional de sus agentes, y la constitución de redes nacionales e internacionales de intercambio y cooperación.

En particular, para un adecuado desarrollo del sector es indispensable considerar a la gestión cultural aplicada y la formación en gestión como partes de un mismo proceso.

09 septiembre 2008

De: Cultura 2008 A: Educación 2020

Soy un convencido de que los sustantivos avances en términos de políticas públicas que ha tenido el sector cultura en Chile en los últimos años se deben principalmente a haberla separado en su discusión de dos “monstruos grandes que pisan fuerte” en este terreno: las comunicaciones y la educación.

Recuerdo aquellas animadas comisiones programáticas de Cultura y Comunicaciones de los inicios de la Concertación, en las que inevitablemente terminábamos hablando de televisión, específicamente de TVN y coyunturalmente, del noticiario central de esa estación. En ese escenario, la cultura sólo podía aspirar –sin éxito, por cierto- a unos breves minutos en la pantalla noticiosa. Los aficionados –entonces- a las artes y la cultura quedábamos esperando una mejor oportunidad.

Recuerdo también que durante la etapa escolar los formatos ofrecidos a quienes sospechábamos tener inquietudes artísticas eran limitadas: talleres y academias literarias, algunas clases de música levemente innovadoras centradas en los programas de mano de la Orquesta Sinfónica de Víctor Tevah complementados por un tocadiscos/maleta que transitaba por las salas de clases aferrado indefectiblemente al profesor respectivo y algunos lejanos y extra programáticos cursillos de cine.

Hace poco, con un compañero de entonces, el compositor Alejandro Guarello, nos acordábamos con afecto del maestro de música pero rápidamente los recuerdos de la vida escolar derivaban hacia ese innombrado inspector que nos obligaba a usar el pelo rigurosamente corto y a parecernos todos con todos.

Porque la educación era básicamente uniformidad: literalmente de usar uniformes, de desfilar los 21 de mayo y de confesarse regularmente. Pero, ¿no fue un gobierno de derechas (el último) el que nos obligó a vestir a todos los estudiantes de jumper o chaqueta azul/pantalón gris, el “uniforme de chileno” hasta hoy?

Los escasos intentos de romper esa monotonía escolar fueron frustrados: cuando pretendí ser gestor cultural y llevar un prometedor festival del cantar juvenil a la Quinta Vergara (obvia aspiración de joven viñamarino) fui expulsado del colegio. Cuando intentamos ser críticos con un diario mural “Independiente”, las autoridades escolares promovieron la “prensa oficial”.

Si miramos el destino de la cultura a nivel nacional en la historia de nuestra administración pública, arrinconada como Departamento de Extensión en el Ministerio de Educación, podemos detectar la importancia que ella tenía hasta 1990. Afortunadamente, Aylwin la ascendió a División; Frei la llevó a La Moneda y Lagos la hizo quedarse.

En ese ambiente fue que floreció el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en 2003, luego de pasar, en 1997, por las vergüenzas de los programas de educación artística que el Ministerio del ramo puso en conocimiento de la Comisión Asesora Presidencial en Cultura del Presidente Eduardo Frei: aún recuerdo la cara de espanto de Ramón Griffero cuando el programa hablaba de teatro refiriéndose exclusivamente a los actores. Ni una mención a la dramaturgia, la escenografía, la dirección, ni menos las audiencias. Con ese programa ¿podíamos esperar que se formaran dramaturgos, directores o críticos de arte? ¿Podemos esperar que los estudiantes aspiren a otra cosa que a ser estrellas de teleseries?

En el Directorio del CNCA se intenta, aunque cae de maduro, cada año, modificar la Ley de Premios Nacionales para que al menos les den atribuciones en los premios de Literatura, Artes Plásticas y Artes de la representación… con las modificaciones evidentes que requieren los jurados correspondientes ¿Será mucho pedir?

Sin embargo, esta distancia con la educación no se me había hecho tan evidente hasta cuando, hace una semana, destacados alumnos del MAGÍSTER en Gestión Cultural de la Universidad de Chile se mostraron francamente limitados ante la poco exigente prueba de referirse a André Malraux o la Royal Opera House en sus idiomas originales y la redacción correcta. Ojo, que no me refiero a la pronunciación…

- Algo huele mal, pensé.

En tales prácticas olfativas me sorprendió la entrevista/manifiesto de Mario Waissbluth sobre Educación del 2020. La aplaudo sin restricciones, sobre todo porque he tenido confianza ilimitada en los ingenieros –excepto los de transportes- refiriéndose a políticas públicas. Tal vez porque tienen “mente ordenada” (lo que no significa mente de ordenador como otros profesionales) y porque quién realmente aseguró –con la complicidad de un par de profesores de castellano y otro de… ¡historia contemporánea!- mi vocación por la cultura fue mi abuelo ingeniero civil que calculadamente iba poniendo a mi alcance las piezas artísticas que yo solicitaba sea por demanda escolar o la simple inquietud personal.

Es decir, Mario Waissbluth, cualquier cambio en esta área debe tener bastante de ingeniería, pero también un ingrediente de libertad. De opciones para el educador y el educando. Lo que se contrapone con la uniformidad de programas, diseños arquitectónicos de escuelas, vestuarios y textos de estudio.

Vivimos en la era de Internet en la que un alumno, por primera vez en la historia, puede y suele saber más que el profesor en el aula, usando la tecnología, la que a su vez facilita este proceso de formación de personas iguales y libres.

Humberto Eco, también en entrevista en La Tercera asemejaba el proceso educativo a una relación erótica en la que el adulto entrega experiencia y el alumno aporta juventud, inexperiencia y ambos logran el placer en un proceso igualitario al que acceden voluntaria y libremente.

Lo interesante es que dar libertad al proceso educativo no es conceptualmente diferente en Putre o en Las Condes. Y cuesta igual.

Por ello es que no adhiero en un aspecto que solicita el movimiento de Waissbluth: el toque de verde en el vestuario. Me permito ejercer así mi propia libertad, lo que me acomoda con mi insuficientemente desarrollado lado femenino que no me estimula diariamente a preguntarme:
- ¿Qué me pongo?
Tal vez sea cuestión de educarlo.

SE PUEDE ADHERIR A ESTE MOVIMIENTO EN http://www.educacion2020.cl/

24 agosto 2008

AQUILES, LA CULTURA Y LA DERECHA POLÍTICA

El 17 de agosto, Reportajes de El Mercurio, se preguntaba si las políticas culturales serían en Talón de Aquiles de la derecha. El mismo diario se responde, en Editorial del 24 de agosto titulada “La derecha política y la cultura”, que tal hipótesis “quizás no es del todo justa”.

El académico Cristián Antoine en el blog del diario explica que “hablar de políticas culturales de derecha es una reducción muy limitante. Necesitamos auténticas políticas culturales, bien hechas, mejor pensadas y eficientemente aplicadas. Todas evaluadas. Ello, independiente de quien se siente en La Moneda”.

Sin considerarlo, el Editorial se apresura a dar tres consejos: “una política cultural con posibilidades de real impacto debería concentrarse en preparar las necesarias modificaciones a la Ley de Donaciones Culturales, que le devuelvan su perdida eficacia y la refuercen; promover urgentes reformas a las leyes de Monumentos Nacionales y General de Urbanismo y Construcción, para crear la institucionalidad y el sistema de incentivos económicos y tributarios indispensables para la conservación, restauración y difusión del patrimonio histórico, tangible e intangible, y una revisión sustancial del sistema de fondos concursables, sobre todo en el área de subsidio a la creación”.

Es decir, se sugiere a la “derecha política” profundizar en dos líneas de políticas creadas, aplicadas y priorizadas por gobiernos de la Concertación –antes de 1990 no existían ni la Ley de Donaciones ni el Fondart- y una legislación que está a punto de enviarse al Parlamento, tal como lo reiteró la Ministra Presidenta del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes el viernes 22 de agosto ante la Quinta Convención Nacional de ese organismo.

Además, la autoridad recordó que “según la Fundación Participa, los fondos del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes se ubican como uno de los más transparentes del Estado. A ello se suma el reciente estudio de la Dirección de Presupuestos que evaluó al Fondart como uno de los 4 programas -de los 16 evaluados- que necesita reformas menores”. No obstante estos resultados, agregó “se hace imprescindible el perfeccionamiento en la entrega de los fondos. Para ello, el Consejo se ha propuesto alargar el ciclo de seguimiento de los proyectos, con el fin de evaluar su incidencia en la formación de audiencias y hábitos y una mayor coordinación con los Gobiernos Regionales”.

Tampoco hay primicia cuando la editorial concibe que “una fuerte inversión en infraestructura cultural (bibliotecas, museos, teatros) sería una contribución con beneficios directos e irrefutables”, ejemplificando con declaraciones del regista Hugo de Ana, instando a construir en Chile “el gran teatro de Sudamérica”.

Es sabido que existe un programa de construcción de centros culturales en comunas de más de 50 mil habitantes y se están instalando bibliotecas en las comunas –pocas- que aún no las tienen. También es público que el Centro Cultural Gabriela Mistral cumple con una de las medidas de la Política Cultural 2005-2010 que considera la construcción de un Centro Nacional de Artes Escénicas y Musicales el que contempla un teatro para más de dos mil personas con las características que sueña de Ana y algunas adicionales.

Por tanto, poco o nada hay de nuevo en las sugerencias a la “derecha política”. Simplemente porque no podría ser de otra forma: hace ya cinco años, el país se ha dado una Política Cultural de Estado, elaborada por todos los sectores involucrados y que considera, entre muchas otras, las inquietudes que refleja la editorial.

Por lo mismo, no parece justo terminar el comentario con una afirmación que más parece de campaña que de conocedores: “Está en manos de los políticos de derecha promover estas iniciativas y avanzar en un área en la cual los sucesivos gobiernos de la Concertación, pese a múltiples declaraciones, han tenido muy escasos logros”.

Una Política Cultural auténtica no es de derecha ni de izquierda, sino que es autónoma, desconcentrada y descentralizada, trasciende los gobiernos y es modificada desde el interior de los órganos de participación a niveles nacional, regionales y sectoriales, a través de convenciones como la que acaba de culminar, por quinta vez, en Valparaíso.