26 abril 2011

¿POR QUÉ ESCRIBO LO QUE ESCRIBO?



Mucho me he preguntado -y me han preguntado- ¿por qué este blog? Lo principal es que la respuesta  sigue siendo la misma que me planteé al decidir crearlo, en 2006, volviendo de una estadía en Harvard con un libro recién terminado: seguir reflexionando sobre políticas culturales después de aquellas historias plasmadas en papel impreso. Algo así como ir actualizando el libro por otros medios. La opción fue entre una web o un blog. No existían las alternativas del twitter o facebook, las que sigo descartando.


Principales destinatarios -como en el libro- siguen siendo mis estudiantes pero he visto cómo este público joven y privilegiado se ha extendido a profesionales de la gestión cultural y amigos hasta límites cercanos al exceso. Un ejemplo: usé  la red de contactos del blog para distribuir la Convocatoria de búsqueda de un profesional de la gestión cultural para el Centro Cultural Estación Mapocho, lugar dónde trabajo. La respuesta fueron 251 CV de -literalmernte- todo el mundo de habla hispana, NY incluido. La consecuencia es que la búsqueda se amplió hasta niveles insospechados si nos hubiésemos limitado a los avisos tradicionales.


Pero, lo central es que escribo por que intento hacer un aporte al necesario debate sobre las políticas culturales y sus componentes. No para dar mis impresiones personales sobre algo que desconozco, ni para poner en conocimiento universal y  virtual algunas características personales que mi pudor aconseja que lo sigan siendo. Tampoco para intentar poner en 140 caracteres alguna idea genial que otros sigan con devoción o fanatismo.


Quizás si una buena explicación -que entenderán los compañeros de generación- es que escribo para no  lidiar domingo a domingo con decenas de proyectos de cartas al Director, columnas improbables o editoriales frustradas. Si el asunto lo amerita, se convertirá en un texto del blog y "santo remedio". He mejorado mi relación de madrugada con los imprescindibles diarios de papel y quizás optimizado el ítem suscripciones del presupuesto familiar.


Sobre todo, escribo para reiterar y hasta majaderear, dirán algunos, que creo firmemente en el modelo de desarrollo cultural que hemos elegido participativamente para Chile, de entre las opciones disponibles y aplaudo aquello que lo refuerza, mejora o supera y cuestiono aquello que lo pone en riesgo y amenaza con colisionarlo sin generar algo mejor. Por ello, dirán algunos, que adhiero a tal o cuál autoridad o abomino de tal o cuál gobierno. No en el blog, sí en el ámbito personal, como cualquier ciudadano.


Así, me he negado hasta ahora a las ofertas -recuerdo al menos dos- de vincularme como columnista permanente a medios masivos de comunicación con altísimo impacto en el país. Igualmente a disparar arteramente contra quienes escriben en esas páginas virtuales y que sufren habitualmente algunos vómitos verbales tan irracionales como inútiles.


Prefiero no obligarme a un plazo regular pre determinado ni a tener que escribir por cumplir más que por sustentar algo original y sustantivo. Saludo con gratitud a las páginas web o blog amigos que -siempre pidiendo la autorización respectiva- reproducen algún texto que les parece adecuado. Lo que me impide convertirme en uno de aquellos opinantes o panelistas de medios masivos que se sienten "pagados" por el sólo hecho de poder pasar su "avisito".


Por lo mismo, valoro la propiedad intelectual de lo que escribo y pido se resguarde, dado que no son impresiones, sino reflejos -bien o mal logrados- de 40 años de acción y pensamiento en el área de la cultura.


Finalmente, debo reconocer que cuando escribo, lo disfruto y esa no es una motivación menor.


Me pregunto, por qué esta declaración ahora. Por qué una "editorial" que debió escribirse tal vez en la primera entrega de este modesto medio de comunicación. Quizás, por eso, porque cinco años después, es la misma. Y la puedo sostener con lo publicado. 

14 abril 2011

POR DIVORCIO: MUDANZAS A VALPARAÍSO

En los últimos días se ha anunciado al menos dos traslados a la capital cultural de Chile, pertinentes ambos, debido a la condición señalada del "puerto principal". La sede del CNCA regional, que se encontraba en Quillota, cerró sus puertas para establecerse, como es obvio, en la cabecera regional: en la sede del gobierno de la región de Valparaíso. La pionera Galería Gabriela Mistral, moverá sus bártulos desde la Alameda de Santiago, a los pies del Ministerio de Educación, hacia las alturas del Cerro Cárcel sede de un hasta ahora improbable centro cultural que anuncia su apertura antes de fines de año.


Cada mudanza tiene su historia. Que conviene revisar antes de darse a los nervios y la protesta fácil. Quillota recibió la sede regional como una carambola de Chillán: durante el acalorado debate parlamentario para determinar dónde quedaría establecido el Consejo Nacional de la Cultura, en 2003, el Alcalde de Chillán lanzó la postulación de su ciudad ante la perspectiva de que era sabido que dicha sede no estaría en Santiago y escudriñando en las favorables condiciones que le generaban -coyunturalmente- la casual presencia de los dos senadores de su zona en la Comisión del Senado que informaría de las postulaciones. Efectivamente, la ciudad del Bío Bío derrotó a Valparaíso -la opción del Ejecutivo- en la Comisión y logró una pírrica victoria antes de la votación en Sala. 


Hasta allí llegó el habilidoso Alcalde, acompañado del Obispo,  el poeta -el gran Gonzalo Rojas- y un infatigables guitarrista que animaba a su pequeña delegación con acordes de Violeta Parra, otra vecina ilustre. Los discursos de los senadores "chillanistas" hacían especial énfasis en la cantidad de próceres nacidos en su favorita: O´Higgins, Arrau, Prat... Argumento pícaramente demolido, desde las tribunas de la afición porteña con un implacable: "buscamos una sede cultural, no una maternidad".


En síntesis, Chillán llegó segundo y, como premio de consuelo, obtuvo -y entiendo conserva- la sede regional del Bio Bio del Consejo de la Cultura, en desmedro de Concepción. ¡Qué le han dicho a los quillotanos! Aplicando la misma ley de las compensaciones, pidieron la sede regional de Valparaíso, dado que el puerto tendría la sede nacional del CNCA. 


De modo que, más allá de la renuncia de la Directora regional, el traslado de la sede a la capital regional, reviste sólo señales de eficacia y de revisión de algunas comprensibles decisiones tomadas al calor de los deseables pero imperfectos debates parlamentarios.


Diferente cosa es la Galería Gabriela Mistral, creada a muy poco andar del primer gobierno de la Concertación, por el entonces Ministro de Educación, Ricardo Lagos, en el propio edificio del Ministerio. Como se recordará, entonces la División de Cultura dependía de esa cartera. La galería, como es lógico, formaba parte de un ambicioso proyecto de transformación de la primera planta y el primer subterráneo del inmueble en un centro cultural, como los que ya se soñaban en la Estación Mapocho primero y en otras locaciones, más tarde. El proyecto fue derrotado por la poderosa realidad de la falta de estacionamientos y la ausencia de posibilidades de acceso y maniobras de los carros bomba, ante un eventual siniestro.


Sobrevivió sólo la Galería, que comenzó una eficiente labor de acogida y difusión de las artes plásticas, de la mano de Luisa Ulibarri, ejecutiva de la División de Cultura. Pero, ha pasado tiempo y muchos cambios. La División de Cultura emigró y se disolvió en el nuevo Consejo Nacional de la Cultura, en 2003; en sus alrededores se han desarrollado centros culturales potentes como el de la Estación Mapocho, del Palacio de La Moneda y el GAM, por mencionar sólo cercanía geográfica y presencia en ellos de variadas salas destinadas a las artes visuales. Matucana 100, un poco más lejos, ha ocupado un espacio señero en la temática de la Galería: la vanguardia en artes visuales. Finalmente, un lunar de esta naturaleza inserto en el bullente edificio del Mineduc, tan atrayente de manifestaciones estudiantiles, tenía poco sentido cuando, sin duda había cumplido una etapa. ¡Y qué etapa! Es para alegrarse que se busque prolongar su espíritu en un centro cultural emergente que necesita de experiencias enriquecedoras que lo ayuden a consolidarse.


Adicionalmente, el cierre parece insertarse en una especie de sinceramiento de las relaciones entre dicho Ministerio y el Consejo -divorciados de hecho en 2004- que contempla la dejación del servidor de Internet de Educación, el traslado de las oficinas ubicadas en el edificio ministerial de Fray Camilo Henríquez por parte del Consejo y la nuevamente anunciada Ley que reformulará la institucionalidad patrimonial que debiera poner a esta área, aún en Educación, en dependencia del Consejo.


Como se ve, toda separación conlleva mudanzas. Aunque éstas se tarden más de la cuenta.

08 abril 2011

LOS ROSTROS TAMBIÉN LLORAN



Los agradables compañeras y compañeros del atardecer y la noche, que desde las series de la pantalla chica (ya no tanto) nos divierten con buenos y malos de ficción, salieron a la calle. A representar muy de verdad algo que personalmente los afecta. Con ello parece confirmarse lo que terminó de morir cuando Los Jaivas cruzaron las puertas de La Moneda para entregar su arte ante el Presidente de los Estados Unidos y a un mandatario derechista chileno: hoy vale más el interés particular -de personas o agrupaciones- que una ideología.
Como explica Edgardo Bruna, presidente de la Unión Nacional de Artistas "es el primer paro de estas características que se realiza en nuestro país y es apoyado por todos los creadores que están agrupados en UNA y que representa a más de 13 mil artistas.” El dirigente señaló además que este no es el único problema que se tiene con los canales, ya que "otra de las agrupaciones de artistas, se vio obligada a interponer una demanda contra TVN porque les exigía a sus guionistas la renuncia a sus derechos al momento de firmar contrato".
Es decir, mientras canales de TV abierta intentan perseguir a los canales de pago por reproducir gratuitamente sus señales, no aplican la caridad por casa y presionan a los "productores de contenidos" a no ejercer sus legítimos derechos de propiedad sobre su obra. Una situación que nos aleja de ansiada lista de países civilizados, que respetan a sus creadores, inventores, pensadores y todo tipo de autores intelectuales. Sí, estamos en la lista roja de los países que no respetan la propiedad intelectual y así se lo hizo ver el gobierno de los Estados Unidos, al asumir, el Embajador Arturo Fermandois.
Es que tenemos una historia que, en este terreno, no nos favorece. Los mismos actores, hasta los años 70s, se prestaban con gusto -y sin cobro- para animar, apoyar, acompañar a candidatos afines a su ideología. Los que, una vez electos, les daban vuelta las espaldas hasta... la siguiente campaña. Con las honrosas excepciones de Salvador Allende, que favoreció a las artes con la notable editora Quimantú y el sueño inconcluso del Centro Cultural Gabriela Mistral, y Ricardo Lagos, que compaginó por primera vez las obras de infraestructura con las culturales y dotó al país de una institucionalidad cultural participativa.
Quizás si fue la épica campaña del NO, en 1988, la gesta final de los creadores entregando su arte desinteresadamente, en función de un bien superior. A partir de ello, ingresamos a la sociedad de los concursos, los fondos, los proyectos y la gestión, que ha llevado a nuestro país a elevados niveles de reconocimiento en el mundo pero que nos ha exigido multiplicar la capacidad creativa e intelectual porque ya nada se nos daría desde las alturas, ni por afinidad política.
El balance no es malo, los artistas se sumaron con entusiasmo a esta nueva realidad de finales del siglo XX y comienzos del XXI, entregando a muchos de los propios a las diversas instancias de participación y formulación de políticas culturales, incluidos la no despreciable cantidad de dos -de tres-  Ministros Presidentes del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Pero, tarde o temprano, llega  la hora de ocuparse de lo propio. De verificar como otros -empresas, canales, gobiernos- usufructúan del talento ajeno sin pagar lo justo por ello. Por eso han florecido, junto con la institucionalidad cultural participativa, las agrupaciones de defensa de los derechos autorales y de intérpretes que seguirán fortaleciéndose mientras los líderes de nuestra sociedad sigan creyendo que el impulso renovador está en la innovación y no en la creación. Y no asuman que la creatividad es producto de personas talentosas que se han  formado para ello y que merecen el mejor trato porque su trabajo no es en serie, "ni se compra en la botica" , para usar una frase antigua.
De cuando los artistas trabajaban gratis.