31 mayo 2011

MODIFICAR UNA INSTITUCIONALIDAD SIN DEMOLER LA CASA


Nuestro país ha ingresado, con más o menos sorpresa para muchos, en un camino novedoso: uno de los actores de la vida cultural (recordemos que son varios, entre otros, los creadores, las audiencias, los gestores, los empresarios, el gobierno) plantea su deseo de crear un Ministerio de la Cultura. Legítimo. Pero equívoco en el estado actual de las cosas.
A diferencia de los años 90, cuando no existía institucionalidad cultural alguna, el debate no parte de cero. Existe un Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que tiene una ley y una misión: “evaluar y renovar políticas culturales”. Lo que amerita dos apostillas: uno, que gran parte de la discusión al respecto ya se dio (1990/2003) y se optó abrumadoramente, entre todos los actores enumerados, por el modelo existente. Dos, que cualquier renovación de las políticas o sus instrumentos debe pasar por el Consejo actual y sus mecanismos participativos, tal como lo fue, por ejemplo, la Convención de La Serena de 2009, que ilustra esta nota.
El hacerlo, apunta a superar ambas observaciones. Es decir, llevar a la Convención Nacional de la Cultura, que corresponde hacer el 2011, la inquietud gubernamental y por tanto al debate de todos los incumbentes. El resultado de la misma, como es tradicional, se debe entregar al Directorio Nacional quién resolverá cuál es la figura que presidirá la acción gubernamental en cultura. Si se trata de una que requiera de ley, se informará entonces al Ejecutivo para que la someta a debate parlamentario. Es decir, se desharía – si así lo resuelven las instancias respectivas- lo hecho de la misma manera cómo de hizo. Así operan las democracias, dónde una ley modifica otra.

Más allá de lo procesal, cabe analizar por qué el gobierno ha planteado al país este deseo. Se puede descubrir motivos de dos tipos: la falta de atribuciones del personero que encabeza la actual institucionalidad, sólo con “rango” de Ministro, y en ello el Ministro Cruz Coke ostenta buenas razones, y la imperiosa necesidad de incorporar a los servicios públicos hasta hoy preocupados del patrimonio a la senda de la modernidad institucional. Efectivamente, ambas tareas son urgentes, sobretodo la segunda luego del 27/F cuando un terremoto evidenció la situación en la dramática frase de un damnificado: "Mi patrimonio son mis hijos, no esta casa. Déjenme demoler". Una lápida a las políticas que, como país, hemos aplicado en este terreno.
Es obvio, aunque pertinente recordarlo, que no porque ciertas instituciones funcionen mal, deba afectarse a otras que funcionan bien. Lo grafico en otra frase, la de un damnificado por la catástrofe del cierre de las minas de carbón en Curanilahue y la consiguiente cesantía, que luego de haber sido beneficiado por una política desarrollada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, como la creación de orquestas infantiles, respondió orgulloso a la pregunta de sobre su condición laboral, ya crónica: “Soy padre de músico”.
Sin duda, tenemos un problema que enfrentar, pero debemos hacerlo de manera sistémica. La cultura no es ya mas asunto de estados más o menos dirigistas, es hoy cuestión de todos sus actores, públicos o privados, creadores o interpretes, audiencias o espectadores, académicos o empresarios, corporaciones o fundaciones. Por tanto, la solución al problema de la institucionalidad patrimonial no parece estar en fortalecer el aparato gubernamental, con lo que se resta de inmediato el imprescindible aporte privado –en recursos y gestión- a un sector deficitario en ambos. Pregúntele sino a las empresas que aportan a la cultura si es más sencillo hacerlo a través de corporaciones privadas sin fines de lucro o a través de un servicio público. Pregúntele a cualquier ciudadano si están mejor los espacios patrimoniales gestionados por el estado o aquellos administrados por corporaciones privadas. Pregúntense también porqué todos los espacios culturales creados con dineros públicos, desde 1990 a la fecha, tienen corporaciones sin fines de lucro que los tutelan, como el Centro Cultural Estación Mapocho, el Centro Cultural Palacio de la Moneda, el MIM, el GAM, el Teatro Regional de Talca, Matucana 100, Balmaceda Arte Joven, el Museo de la Memoria…
Si la mejoría urgente del sector patrimonial no se hace con todos los actores involucrados, sólo estaríamos profundizando la crisis actual.
Por tanto, compartiendo la idea de discutir el tema hagámoslo de la manera que nosotros mismos –todo el mundo de la cultura- nos dimos: participativamente.
En una de esas sale una mejor solución y podemos ser padre de músico, sin tener que demoler la casa.

24 mayo 2011

EL REGRESO DE LA VIEJA DAMA

Foto CNCA
En una coincidencia impensada, el Ministro Luciano Cruz Coke expuso su Cuenta Pública 2011, en el Palacio de La Moneda, el mismo día en que el país conoció la resolución de la Contraloría General de la República mediante la cuál se afirma que una de las dos funcionaria fallecidas en el accidente de Juan Fernández -Galia Diaz- no debió estar allí. Así como Cruz Coke tuvo que suspender la Convención Nacional de Arica, en septiembre, a causa del brutal amarizaje, esta vez comenzó y finalizó su discurso con un homenaje a las dos funcionarias perdidas, las primeras mártires de la institución.
La ceremonia que ya se hace tradicional, no obstante su locación, no contó con la presencia de otros altos funcionarios de gobierno, y sólo con la mitad del Directorio saliente, a pesar de que el Ministro tuvo especial cuidado en nombrarlos, incorporarlos en las ilustraciones de su discurso y reconocer explícitamente su labor, dado que este 31 de diciembre, la mayoría de ellos -siete de once- terminan su mandato: "En estos meses de trabajo conjunto, sin duda, se ha discutido con pasión, hemos intercambiado opiniones y hemos  empujado importantes iniciativas.  Pero sobre todo, me atrevo a decir, que hemos compartido la convicción de que no podemos pensar en el desarrollo del país sin desarrollar la cultura".
El 14 de diciembre se cerró el listado de postulantes al Directorio Nacional 2012-2015, que serán nombrados a inicios del próximo año. Es de esperar que los nuevos directores asuman una actitud participativa acorde con sus altas funciones y la confianza que la sociedad civil y las universidades -sus mandantes- depositarán en sus manos a través de un nombramiento presidencial y la ratificación del Senado -en dos casos- con la necesaria independencia que les otorga su condición de inamovibles por la autoridad.


Cruz Coke comenzó relevando la reciente entrega al Presidente de la República, de la Política Cultural 2011-2016, haciendo coincidir, como es menester, las líneas de trabajo fijadas con las realizaciones del año que termina, agrupadas en seis ejes de trabajo.
El primero de ellos, sigue siendo, desde la fundación del CNCA, el fomento de las industrias creativas y las áreas artísticas. Ante la imposibilidad de exhibir logros legislativos de fuste, destacó el envío al Congreso de la reforma a la Ley 19.925 que permite las presentaciones en vivo de artistas en restaurantes, bares y salones de té, mediante la que se espera aumentar sus oportunidades de trabajo; de la tenue reforma a la Ley de Premios Nacionales, y de la tan esperada como transversal reforma a la Ley de Donaciones Culturales. Recordó la creación de  nuevas áreas de fomento artístico, relevando el estreno del área de Arquitectura en la Bienal de Urbanismo y Arquitectura de Shenzhen y Hong Kong. Sin mucho entusiasmo, se refirió al mejoramiento esperado de los fondos de cultura, que pasan por una etapa compleja debido a las dificultades sufridas en la implementación de su plataforma digital. Uno de sus favoritos en este eje es sin duda la creación de la Comisión Fílmica, que se suma a la nueva Agencia de Promoción Internacional del Cine Chileno, en alianza con Pro Chile.
El eje de fomento a los públicos logró en 2011 la incorporación al Fondart de una línea de insospechados beneficios futuros: apoyo a instituciones culturales a tres años plazo, que permitirá fortalecer el indispensable rol mediador entre creadores y audiencias. Convendría hacer un seguimiento a los resultados de esta línea, que se acerca mucho a lo que tantos beneficios ha traído al desarrollo cultural de países como Australia. No era buen momento, pero el reciente estudio de comprensión de lectura de los chilenos que arrojó un fatídico 84% de incomprensión lectora, estuvo en todas las mentes presentes cuando el Ministro anunció como logro el Plan Nacional de fomento a la lectura "Lee Chile Lee". Bien por ello, pera la tarea es ardua. 
Párrafo aparte merece el despertar y despliegue en el territorio de los elencos estables del Consejo que alcanzaron la inédita suma de 151 presentaciones en el país.
En el eje de Infraestructura y Gestión es dónde más se pueden palpar, literalmente, frutos de una política  cultural estable. Los programas de Teatros Regionales, nuevos Centros Culturales -que alcanzó Chiloé y Rapa Nui- y de apoyo a la Reconstrucción Patrimonial, junto a la culminación del Parque Cultural de Valparaíso dan prueba de que la vieja deuda con la infraestructura cultural chilena sigue pagándose, con  impulso estatal, a paso firme.
Los ejes transversales: desarrollo regional e internacionalización cultural entregaron avances y retrocesos. En este último aspecto se anotó el traslado de la dirección regional ubicada en Quillota a la ciudad sede nacional de Valparaíso, así como constituye un avance la ceremonia de entrega en Punta Arenas del Premio Pedro Sienna y la ampliación de las Escuelas de Rock a Maule y Los Ríos. En el sector patrimonial inmaterial se destaca el programa de Tesoros Humanos Vivos, que aumentó en 50% sus reconocimientos; las casi 300 actividades del Centro de Patrimonio e Identidad ubicado en la sede central del CNCA en Valparaíso, y los estudios realizados sobre la situación cultural de mapuches, collas y rapa nuis. Es de esperar que pronto estos conocimientos se vuelquen en políticas de integración y valoración de nuestra diversidad. En lo internacional, dos desafíos más allá de los resultados alcanzados este año en la Bienal de Venecia y múltiples festivales de cine: la presencia en la FIL de Guadalajara en noviembre próximo y la Cumbre Mundial de las Artes de enero de 2014 en el Centro Cultural Estación Mapocho.


Incomodidad entre los presentes  causó el eje de modernización institucional. Más allá de las buenas cifras del 96,7% de ejecución presupuestaria y el 98% de cumplimiento de los requisitos de transparencia activa; el cambio de sede en Santiago -del inhóspito edificio de Fray Camilo Henríquez al paseo Ahumada-, y las mejoras en tecnología y bienestar, la piedra en el zapato de esta administración parece estar en el personal y su agrupación gremial, ilustrado en la Cuenta con fotografías de funcionarios trabajando en medio de vistosos globos rojos. Este festivo panorama laboral contrasta con el hecho que esos mismos días llegaba al CNCA una carta del Senador Lagos Weber pidiendo información sobre un presunto acoso laboral a dirigentes gremiales y la mencionada resolución de la Contraloría respecto de Galia Diaz.
Consciente de ello, Cruz Coke al finalizar sus palabras lamentó "la perdida de tres figuras emblemáticas, el cineasta  Raúl Ruiz, poeta  Gonzalo Rojas y el escritor José Miguel Varas" y apartándose del texto publicado en la web del Consejo, reiteró su pesar por las funcionarias fallecidas en Juan Fernández, para culminar como los mejores tribunos, con una consigna que, aunque conocida, no deja de ser acertada: NO hay desarrollo sin cultura.
Es verdad, pero tampoco hay cultura sin trabajadores comprometidos que vuelcan todo su esfuerzo en la tarea sin desgastarse en una soterrada lucha con las autoridades de la institución que los cobija.
Y en este conflicto, que se prolonga y agudiza, hay dos lados. Se requieren "dos para el tango". Ya es hora que comience a escucharse la música del entendimiento.
O los perjudicados serán quienes deben ser beneficiados por el desarrollo cultural: la ciudadanía.
En ese caso, la mayor responsabilidad recaerá en quienes han sido designados como responsables de encabezar las instituciones públicas.

18 mayo 2011

EL LARGO E INEVITABLE CAMINO ENTRE LA PLAZA SOTOMAYOR Y EL CONGRESO NACIONAL


Aunque las autoridades del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes hayan escamoteado la fuerte realidad de que su destino está y se juega en Valparaíso, los nerviosismos propios de la cuenta del 21 de mayo no han podido evitar que aflore el gran tema por el que se juega la administración de Luciano Cruz Coke: su trabajo legislativo.


Por una parte, la seriedad con que se ha enfrentado el trabajo de mejorar la gestión -el gran tema que debiera caracterizar a los gobiernos de derecha- ésta no entrega  mayores dividendos cuando se trata de pasar a la lista de aquellos gobiernos que dejaron huella en nuestra institucionalidad cultural, como lo fueron Lagos con la Comisión Presidencial de Infraestructura y la creación del CNCA o Bachelet con la introducción del concepto de audiencias, su concreción en el GAM y el aporte del Museo de la Memoria, para no ir más atrás. La indudable efectividad en el tema lo expresan sendos artículos en La Nación y El Mostrador, con sus matices.

Pero, los fantasmas de mayo han puesto el acento en lo principal: los avances en materia de las metas programáticas, que es lamentable aún para el Instituto Libertad y Desarrollo en su índice 21 de mayo, que califica negativamente los avances en las dos iniciativas de ley largamente anunciadas: reformas a la Ley de Donaciones Culturales y la institucionalidad patrimonial. Sobre la primera señala: "No ha ingresado al Congreso ningún proyecto al respecto pero lo que se está implementando administrativamente parte de la base correcta de un sistema público privado para potenciar la cultura en Chile". Respecto de la segunda, agrega: "No ha ingresado al Congreso ningún proyecto al respecto pero en lo que se ha avanzado administrativamente se observa que se promueve y mejora el cuidado del patrimonio en Chile en comparación a lo ya existente". Ambas iniciativas reciben nota 1 de un rango -2 a +2, teniendo relevancia máxima la una y alta la segunda. La tercera y última meta en el sector recibe nota cero: construir una carretera digital para la cultura.

Si se recuerda algunos pendientes de administraciones anteriores como el anhelado cambio de la Ley que otorga los Premios Nacionales, el panorama legislativo se ensombrece aún más. A lo que se agregan los planteamientos que adelanta la DIBAM, a través de su directora, en El Mercurio del 18 de mayo, comparables con la debilidad de la ejecución presupuestario de ese servicio durante el primer trimestre del año: sólo un 12% versus un 38% que ha ejecutado el CNCA en el mismo período, con el agregado de que el presupuesto del Consejo es 50% mayor.

Aunque queda en evidencia la necesidad de inyectar gestión a la DIBAM, se podría desprender que la entidad creada en 1929 continúa negándose a depender del CNCA y está dispuesta sólo a deshacerse de las bibliotecas públicas y compartir nivel jerárquico con el Consejo, dependiendo ambos de un eventual Ministerio. Es decir, un tercero que resuelva las duplicidades que las partes involucradas se han negado a desatar. Más burocracia, en el gobierno de la gestión. En ese dilema parece estar el freno legislativo analizado.

Emblemático de la situación descrita es que la Comisión respectiva de la Cámara de Diputados destine parte de su aliviada agenda a enterarse de la situación del Teatro Oriente, un caso que se resuelve simplemente con una instrucción del superior jerárquico a su propietario, el Instituto de Previsión Social (ex INP). Se trata de que traspase en comodato la sala a una entidad cultural privada sin fines de lucro, a través del CNCA. Así aconteció en años anteriores, lográndose una gestión equilibrada y auto financiada aún considerando un porcentaje de entradas a todos los espectáculos para los beneficiarios del IPS y algunos días liberados para actividades propias del Instituto. El innecesario embrollo en que se encuentra la sala se puede conocer en CIPER.

De modo que, vueltas más vueltas menos, la gestión -no la popularidad- del Ministro Cruz Coke será evaluada por cómo transite las pocas cuadras que separan la sede nacional del CNCA del Congreso Nacional. Si lo hace portando sendos proyectos legislativos que -como se prometió- perfeccionen la actual institucionalidad cultural y aumenten los aportes y la gestión privados a las artes, su pasada por el CNCA quedará estampada entre quienes profundizaron aquello que el mundo de la cultura viene apoyando desde comienzos de los años 90. Si lo hace ligero de equipaje quizás pueda acceder a algún sillón parlamentario, fruto de las ingenierías derivadas de sus altos índices de popularidad personal.

La opción es personal. El resultado será colectivo. Nunca hay que olvidar que la cultura es tarea de todos.

Y el partido se juega en Valparaíso.

04 mayo 2011

ANTOFAGASTA NO ESTÁ DORMIDA




¡Y de qué manera! No sólo por el acompasado navegar por la ciudad de trenes cargados de cobre -a 4 dólares la libra- que hacen sonreir pausadamente a los antofagastinos -de antes y de anora- que se reúnen en número cercano a los trescientos mil entre cerros desérticos y mares calmos, sólo chapoteados por gigantescos pelícanos. 


La cultura bulle muy despierta desde las ¿ruinas? de Huanchaca y el flamante Museo del Desierto, por el sur, hasta la hermosa estación del ferrocarril de Antofagasta-Bolivia que ilustra el texto, en pleno centro de la ciudad. Pasando por el Centro Cultural Minera Escondida, una extensión de la destacada y noble labor de la Corporación Balmaceda Arte Joven en todo el país.
Ya no parece escucharse a Fernando Trujillo con la plañidera canción de Gamelin Guerra: Antofagasta dormida tus calles están desiertas; una nostalgia me anida. Antofagasta dormida. Me apena verte tan triste, pena que lloro doliente,quisiera darte mi vida, Antofagasta dormida; bella tierra donde yo nací.
De hecho, el 28 de abril, mientras desde la estación se escuchaban consecutivamente los himnos nacionales de Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú y Chile que daban inicio a  FILZIC, la feria internacional del libro de la Zona Integrada de Comercio de tales países, a pocos pasos tintineaban las copas de quienes, invitados por la Corporación Cultural Pro Antofagasta, celebraban junto a muchos de sus 250 socios,  la inauguración de un gigantesco mural de Luis Nuñez, que tampoco es el primero en la zona. La obra del joven artista local, ornamenta el muro sur del edificio Patiño, sede de la PDI regional, con imágenes históricas y retratos-homenaje de antofagastinos notables como Gerardo Claps, que fuera Rector de la Universidad del Norte y más tarde asesor cultural del Intendente Jorge Molina Cárcamo. Autoridad que acometió, a inicios del siglo XXI, sendos procesos de recuperación para la cultura del antiguo correo -próxima Biblioteca Regional-  y la aún pendiente Casa Abaroa.
Por si fuera poco, entre ambos puntos inaugurales, en un ex hotel para ferroviarios, se alza el centro cultural Estación con que la empresa del ferrocarril, que ya luce sus antiguas persianas de madera perfectamente renovadas, espera pronto recibir la obra los "mejores pintores de Chile".
Suma y sigue. La feria del libro reunió, en una inédita alianza entre los escritores de la región, la Municipalidad y la empresa que la acoge, a exponentes "glocales" -como Rivera Letelier y Skármeta- y locales, la presencia de  editores independientes chilenos y la ausencia de las grandes multinacionales del libro, como parece ser una infeliz tradición en las ferias alejadas de la capital.
Lo que por cierto no obstaculizó los encuentros entre creadores y editores de los cinco países sede -es una feria internacional- con lo que se auguran futuros emprendimientos conjuntos.
Mientras ello ocurría, los visitantes podían asomarse al museo del ferrocarril y a los propios carros restaurados que -comedor uno, salón, otro- acompañan a metálicos vagones  de origen australiano que prontamente darán paseos por la zona a los muy despiertos antofagastinos, probablemente buscando alivio a penurias nuevas, derivadas de esta actividad económica tan provechosa: los tacos de automóviles, los precios desorbitados en los servicios y la multitudinaria presencia de malls, multitiendas y patios de comidas.
Bella ciudad de ensueño, tu que me viste nacer allí, como pudiera yo darte dinamismo siglo veinte; no, no, no puedo creer; despierta de tu letargo, dice la canción ahora anclada en el siglo XIX. El dinamismo es del siglo XXI y al parecer,están para ello utilizando las mismas herramientas que buen resultado han dado a nivel país: infraestructuras para estimular y acoger nuevas manifestaciones artísticas y libros como industria cultural de vanguardia que arrastra a las demás.
Es de esperar que los aportes públicos estén a la altura de los desafíos y los recursos privados continúen acrecentándose, como parece sugerirlo la sigilosa visita del Secretario Ejecutivo del Comité de Donaciones Culturales a la ciudad.
Nuestro modelo de desarrollo cultural tiene a hora una prueba nueva: en una región alejada de la capital, con el mayor nivel de ingresos del país y con un sector empresarial que parece haber entendido que es mucho mejor invertir en educación y cultura allí mismo, dónde las riquezas se generan.
La imagen es una estación de ferrocarril que puede acoger, a la vez, vagones que se desplazan hacia los barcos exportadores con su carga de "sueldos de Chile" y mesones cargados de "almas de Chile", o sea de libros. En la multilateral compañía de los creadores de países vecinos. 
Como para soñar, pero muy, muy despierto.