13 abril 2010
LIPSCHUTZ Y LAS INSTITUCIONES CHILENAS
Cuentan que el Premio Nacional de Ciencias 1970, Profesor ALEJANDRO LIPSCHUTZ, investigador nacido en Letonia avecindado en nuestro país en 1926, no se cansaba de señalar que cuando en Chile brota una persona talentosa hay que crearle una institución para no desaprovechar sus cualidades. Algo así como reconocer que, entre nosotros, “las instituciones pasan pero las personas quedan”.
Ejemplos, en cultura, hay muchos.
Sería imposible imaginar un Festival Internacional de Teatro a Mil sin Carmen Romero. No es concebible una Ley de Donaciones Culturales sin Oscar Agüero o una Asociación de Amigo de la Filarmónica de Israel sin Isaac Frenkel. Como fueron impensables las Orquestas Juveniles sin Fernando Rosas. Hoy, sería un sueño el Teatro Nescafé de las Artes sin Alfredo Saint Jean.
En lo más reciente, es significativo el consenso que genera el anuncio de que Alejandra Wood es la elegida por el Directorio de la Corporación Centro Cultural Gabriela Mistral para dirigir el futuro espacio bicentenario.
A la inversa, también hay ejemplos. Qué diferente sería la pobre compilación pictórica que ornamenta las paredes de los palacios de La Moneda y del Cerro Castillo “hecha sin criterio de colección, a lo largo de diferentes administraciones”, si hubiese tenido un único curador.
De la misma manera, el consenso sobre la inadecuación a los tiempos que afecta a la antigua institucionalidad patrimonial del país – sólo agravada por el 27F - no sería tal si el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes hubiese seguido la senda trazada por Agustín Squella en el sentido de establece, al tiempo de su creación en 2004 y “con fuerza de ley”, una coordinación entre dicho organismo y la DIBAM. La modestia exagerada de Squella que lo llevó a no encabezar la institucionalidad que había contribuido fuertemente a soñar y crear, tuvo el costo de que la relación entre ambos organismos fue quedando librada, primero a los buenos oficios de ambas cabezas - José Weinstein y Clara Budnik - aunque sin reflejos en el cuerpo de ambas entidades y más tarde entregado a los roces y hasta conflictos entre autoridades menos cooperativas que los sucedieron. Hostilidades que culminaron – ojalá definitivamente - con el llamado, tan inexplicable como condenado, a nutrir de los proporcionalmente escuálidos fondos concursables las gigantescas necesidades de la reconstrucción patrimonial post terremoto.
No obstante ello, parece abrirse una circunstancia positiva: a las declaraciones de los actuales Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y Directora de la DIBAM de coordinar esfuerzos, se agrega, como parte del proceso de modernización del servicio, el Concurso de Alta Dirección Pública convocado para la Dirección de la DIBAM.
Se trata de indagar y encontrar en pocos meses a quién haga aquello en que todos coinciden: modernizar el sector del patrimonio junto a una buena fórmula que resuelva la ecuación de a la vez integrarlo con el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes sin perder su condición cautelar de las obras artísticas, bibliográficas, científicas e históricas del Estado, vinculándolas a la capacidad de gestión de los espacios que los amparan y de los recursos privados que para ello se obtengan.
Tal vez, alguien capaz de abrir las ventanas para que entre aire fresco como son, por ejemplo, las desafiantes palabras del arquitecto Roberto Benavente: “En Chile no hay museos” o la crítica inversa de que hay más bibliotecas que nunca – biblio-metro y hasta biblio-lanchas - pero cada vez se lee menos libros.
El gran remezón del 27F nos ha hecho mirar un poco más allá de lo habitual para crecer en posibilidades y tejer más redes y alianzas indispensables para trabajar en cultura.
Si este espíritu se traslada a la gestión patrimonial no podríamos menos que recordar que en toda crisis hay una oportunidad.
La oportunidad de buscar la persona adecuada en el momento propicio.
Como enseñaba LIPSCHUTZ.
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Es " raro " esto de identificar ciertas gestiones con personas de carne y hueso , pero la experiencia parece indicar que así suele suceder . El problema se presenta cuando esa persona " imprescindible ", ya no está ! Que hacer entonces ? Formar discípulos ? Crear " escuela " ?...en fin , es un tema a reflexionar !
ResponderBorrarSin dudas, el asunto es "hacer escuela" o "entregar el bastón". Mi experiencia es que ello se logra dando clases, escribiendo o trabajando con jóvenes.
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